La Ley de Conservaci¨®n del Libro
No es raro que, en literatura, los libros m¨¢s baratos sean los mejores
Me compr¨¦ en un mercadillo una novela de Proust y otra de Faulkner por un euro cada una. En la literatura podr¨ªa enunciarse una ley pataf¨ªsica (de esas que solo se cumplen excepcionalmente) seg¨²n la cual la calidad de un libro es inversamente proporcional a su precio: m¨¢s barato, mejor libro. Seguimos comprando las novedades que escribimos los mataos de ahora (entre novelistas, ensayistas, influencers y celebrities) a veinte euros la pieza cuando los cl¨¢sicos son insuperables, siempre modernos y solo a un eurillo.
En Madrid, afortunadamente, hay numerosas librer¨ªas de viejo donde disfrutar de la buena lectura a precios de risa. El ?rea de Cultura del Ayuntamiento tiene publicado un ¨²til mapa de estos establecimientos que huelen a madera h¨²meda (y que siempre ofrecen recopilaciones desconocidas e infinitas de las columnas de Umbral), muchos de los cuales se encuentran en la Cuesta de Moyano, que la asociaci¨®n Soy de la Cuesta, liderada por Lara S¨¢nchez, trata de revitalizar para los nuevos tiempos.
Lo mejor que han hecho en su historia algunos peri¨®dicos de tirada nacional (como El Pa¨ªs y El Mundo), adem¨¢s de formar ciudadanos cr¨ªticos, liderar opini¨®n, fiscalizar al poder, perseguir la corrupci¨®n y, en fin, sostener la democracia liberal y todo eso, es haber publicado, hace unos a?os, suculentas colecciones de libros cl¨¢sicos, tanto de la literatura universal como de la nacional, a precios populares. Media Espa?a compr¨® esos vol¨²menes y luego media Espa?a se muri¨® o los fue vendiendo; ahora pululan circularmente por las librer¨ªas de segunda mano, como la verdadera sangre oculta de la cultura espa?ola. Siempre est¨¢n, nunca se acaban. Eso s¨ª, cada vez m¨¢s ajados, amarillentos y malolientes. No eran las mejores ediciones del mundo, pero conservan su encanto.
Estos y otros vol¨²menes viajan incansables de los lectores a las librer¨ªas de viejo, porque est¨¢ muy mal visto tirar los libros, como si fuera un sacrilegio; no en vano ciertos dictadores fueron muy proclives a la prohibici¨®n y quema de libros. Este fen¨®meno de resistencia libresca corresponder¨ªa a otra ley pataf¨ªsica que podr¨ªamos enunciar como la Ley de la Conservaci¨®n del Libro, igual que en f¨ªsica las hay de la energ¨ªa o del momento angular, que suponen parte de la estructura profunda del Universo y la realidad cotidiana.
Los libros son fabricados cada a?o en cantidades astron¨®micas y casi nunca son destruidos, sino que van pululando de hogares a bibliotecas, de bibliotecas a mercadillos, de mercadillos a librer¨ªas de viejo, algunos incluso acaban formando parte de obras de arte, como las de Alicia Mart¨ªn. Pero es muy dif¨ªcil que desaparezcan los libros: ojal¨¢ funcionase la econom¨ªa circular tan bien en todos los ¨¢mbitos. Tan bien y tanto se reciclan los libros que si seguimos acumul¨¢ndolos as¨ª calculo que sin mucho tardar podr¨ªan convertirse en una nueva amenaza existencial para la humanidad, por si fueran pocas, y acabar sacando al planeta Tierra de su ¨®rbita.
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