El vaiv¨¦n de los sanitarios en las urgencias de Madrid: ¡°Cada d¨ªa es una sorpresa saber qu¨¦ compa?ero vendr¨¢¡±
El plan de reapertura de las urgencias extrahospitalarias del Gobierno regional ha convertido el trabajo de los profesionales en un caos en su primera semana: sin planilla ni centro fijo y muchos hasta sin claves del sistema inform¨¢tico o uniforme
El celador Carlos Blas lleg¨® el jueves a su turno en el Centro Sanitario 24 horas, la nueva denominaci¨®n de los servicios de urgencias extrahospitalarias, de Garc¨ªa Noblejas, en el distrito madrile?o de Ciudad Lineal. Nunca antes hab¨ªa estado en este puesto de trabajo. Al entrar, una compa?era del centro de salud ubicado en la planta superior le dio unas llaves y le dese¨® suerte. ¡°Yo no sab¨ªa ni d¨®nde estaban los interruptores¡±, cuenta. Al sentarse ante el ordenador, descubri¨® una serie de post-its que permanec¨ªan pegados desde antes de la pandemia, cuando en estas instalaciones hab¨ªa trabajadores del Summa 112, el servicio de emergencias de la Comunidad de Madrid. En ellos se indicaba una serie de pacientes habituales con los que estar atento porque hab¨ªan sido conflictivos e incluso hab¨ªan llegado a agredir a los sanitarios. El celador se sent¨® y rez¨® para que llegara el resto de personal de ese d¨ªa. Al cabo de unos minutos aparecieron la doctora Inmaculada Plaza y la enfermera Carla Montero. El turno estaba completo, ya pod¨ªan abrir esa noche.
Este es uno de los puntos de urgencias extrahospitalarias que han podido abrir en la primera semana del plan de reapertura del Gobierno regional, pero aun as¨ª se notan las carencias. Es la primera vez que coinciden los tres sanitarios. El pr¨®ximo d¨ªa, no saben a qu¨¦ compa?ero encontrar¨¢n, ni est¨¢n seguros de si habr¨¢ alguno. ¡°Hay tantos cambios que cada d¨ªa es una sorpresa saber qui¨¦n vendr¨¢, estoy conociendo a m¨¢s gente que cuando sal¨ªa de fiesta¡±, ironiza la doctora Plaza. A ella le han comunicado que hay otros dos m¨¦dicos para el resto de turnos, pero no ha logrado dar con nadie asignado a este centro. ¡°Ya no es solo una cuesti¨®n de que las din¨¢micas de trabajo son mejores cuando los compa?eros se conocen, es tambi¨¦n una cuesti¨®n pr¨¢ctica. Con este descontrol de personal, ?qui¨¦n se encarga de hacer pedidos? ?O de organizarse para hacer revisi¨®n de caducidad de los medicamentos?¡±, plantea la enfermera, que no tiene ni siquiera uniforme y acude a trabajar con el de emergencias.
Si no aparece todo el personal del turno (por bajas o porque no hay suficientes profesionales para cubrir todos los servicios), hay tres opciones para los sanitarios que s¨ª han acudido: que les hagan cerrar el centro, que les lleven a otro para completar el m¨ªnimo y se lo comuniquen en ese momento, o que les hagan trabajar en ese puesto, aunque falten compa?eros, incluido el m¨¦dico sin el que solo se puede hacer alguna cura y derivar al hospital a los pacientes que acudan.
Se da la circunstancia de que la enfermera Montero, con 17 a?os a sus espaldas en el Summa 112 y ahora incorporada a la fuerza en la atenci¨®n primaria, hab¨ªa trabajado con anterioridad en este centro de Garc¨ªa Noblejas. Ha vivido de todo en estas instalaciones. ¡°Aqu¨ª hemos llegado a tener a la polic¨ªa en la puerta por grupos de pacientes que se han puesto agresivos. No es un sitio para estar solos, necesitamos sentirnos seguros. Cualquier d¨ªa viene uno y te suelta un tortazo, porque dice que eres un vago y te lo mereces¡±, resume la sanitaria, con el recuerdo puesto en la doctora agredida el pasado fin de semana en el centro de salud de Guadarrama.
Este es el tercer d¨ªa de la doctora Plaza en este centro. El segundo, que pas¨® sola con un celador, dos compa?eras del Summa le ense?aron una ventana por la que pod¨ªan escaparse si la cosa se pon¨ªa ¡°muy fea¡±. Una escalerita contin¨²a colocada a los pies de la ventana por si hay que salir corriendo. ¡°Yo le dije a mi familia que si ve¨ªan que no les escrib¨ªa en mucho rato, que llamaran a la polic¨ªa¡±, cuenta medio en broma, medio en serio.
Sobre las diez de la noche, Sonia Ponce y su hija Eva Olmo abandonan el edificio. Han acudido por la tos de la chica, nada grave. ¡°No ten¨ªa muy claro si estaba abierto, en internet sal¨ªa que no, pero por si acaso he llamado y me han dicho que s¨ª que pod¨ªa venir¡±, explica la madre. ¡°La gente no sabe que estamos abiertos y por eso la cosa est¨¢ tranquila, pero con la cantidad de poblaci¨®n a la que damos servicio, en cuanto se sepa no s¨¦ c¨®mo lo haremos con tan poco personal¡±, se lamenta Plaza. La entrada al edificio est¨¢ en un aparcamiento oscuro al que se accede por una rampa. La puerta est¨¢ ahora iluminada con un foco, los primeros d¨ªas ni siquiera contaban con eso.
El d¨ªa 26 de octubre, a las once de la noche, comunicaron a la doctora Plaza, de 60 a?os, que ten¨ªa que incorporarse al d¨ªa siguiente al centro de Garc¨ªa Noblejas, en Madrid, y abandonar su consulta en Torrelaguna, un municipio en el nordeste de la regi¨®n, en la que llevaba trabajando 31 a?os como interina. All¨ª todos la conoc¨ªan como la doctora Erma, el apodo que le puso su madre de peque?a y con el que la conocen sus seres queridos. Porque despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas, ese es el tipo de relaci¨®n que hab¨ªa generado con los vecinos del pueblo.
Ese cambio obligado forma parte del nuevo plan de la Comunidad de Madrid sobre las urgencias extrahospitalarias, las de los centros de salud. Antes de la pandemia estaban divididas en dos: las de los 40 Servicios de Atenci¨®n Rural (SAR), que se situaban en los municipios de la regi¨®n, y los 37 Servicios de Urgencias de Atenci¨®n Primaria (SUAP), que estaban en centros de salud de la capital y grandes municipios del cintur¨®n (Alcobendas, Colmenar Viejo, Fuenlabrada, Pinto, Rivas-Vaciamadrid, Tres Cantos, Alcorc¨®n, Las Rozas, Legan¨¦s, M¨®stoles y Torrej¨®n de Ardoz). Eran servicios de urgencia que se abr¨ªan por la noche, los fines de semana y los festivos.
Como el Gobierno regional cerr¨® los 37 SUAP durante la pandemia, ahora ha aprovechado la reapertura de estas urgencias para redistribuir al personal: los que estaban en los centros de salud de la capital, que pertenecen a la gerencia del Summa 112, se quedan en las nuevas Unidades de Atenci¨®n Domiciliaria (UAD) creadas durante la crisis del coronavirus; y los que estaban en los SAR, pertenecientes a la gerencia de Atenci¨®n Primaria, cubren los servicios de sus 40 centros y los de los 37 SUAP. Una soluci¨®n que ha provocado un terremoto en las planillas, que han volado por los aires, y ha dejado las plantillas tiritando; ha roto equipos que funcionaban como un reloj y, lo m¨¢s preocupante, reduce la atenci¨®n a un m¨¦dico, una enfermera y un celador por centro, la mitad de lo que hab¨ªa antes. Todo eso, deprisa y corriendo.
La Consejer¨ªa de Sanidad comunic¨® a los sanitarios los cambios de centros, municipios y horarios ampliados entre la noche del 26 y la madrugada del 27 de octubre, a escasas horas de que se pusiera en marcha el plan y de que los antiguos 37 SUAP abrieran tras m¨¢s de dos a?os cerrados. Cuando los sanitarios abrieron las puertas aquel d¨ªa, se encontraron un panorama cuasi dantesco: sin equipos, sin ordenadores, sin camas... Empezaba la guerra.
A la enfermera Montero, sin embargo, no le enviaron su planilla de turnos hasta el pasado 31 de octubre y despu¨¦s de mucho insistir. ¡°Ayer me llamaron de la gerencia para preguntarme por qu¨¦ no hab¨ªa hecho la guardia del 27. Pero ?c¨®mo la voy a hacer si a m¨ª nadie me notific¨® nada hasta que yo no reclam¨¦ mi planilla sin parar?¡±, se pregunta. Cuando lleg¨® a su puesto de trabajo este jueves, ni siquiera ten¨ªa claves del sistema inform¨¢tico que usan en este centro. ¡°Con esta incertidumbre es imposible tener conciliaci¨®n, cambiarle el turno a un compa?ero si necesitas el d¨ªa por alg¨²n motivo familiar o de cualquier tipo¡¡±, recalca Montero. ¡°Y no solo eso¡±, secunda la doctora, ¡°despu¨¦s de 30 a?os, como es mi caso, desarrollas una relaci¨®n de confianza y conoces a tus pacientes, y eso lo borran de la noche a la ma?ana¡±.
Aqu¨ª las horas transcurren lentas, con un goteo sosegado de pacientes. Mientras cenan un bocadillo de salami, otro de salm¨®n y una ensalada, los tres trabajadores intercambian miedos, incredulidad y rumores que se leen continuamente en los grupos de Whatsapp. ¡°Yo asumo el estr¨¦s propio de mi profesi¨®n, el de tener que salvar a un paciente al que le ha dado un infarto, pero no el que me genera no saber cu¨¢les son mis horarios, qu¨¦ me voy a encontrar cuando venga o si voy a sufrir alguna agresi¨®n en mi puesto de trabajo¡±, sentencia la en¨¦rgica enfermera. Y eso que una profesional que ha pasado 17 a?os en las emergencias del Summa, sabe algo de estr¨¦s. Tambi¨¦n intercambian recuerdos de c¨®mo vivieron la pandemia. Y de c¨®mo cre¨ªan que, despu¨¦s de jugarse el tipo, iban a reconocer su valor.
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