Una pediatra de un centro de salud de Madrid: ¡°Nos llaman rojos y vagos. El jueves atend¨ª a 67 ni?os¡±
Las malas condiciones laborales, la carga excesiva de trabajo y las pocas plazas disponibles de esta especialidad han provocado el colapso de las consultas de pediatr¨ªa en la Comunidad
La puerta de la consulta de pediatr¨ªa de un centro de salud del noreste de Madrid tiene m¨¢s ni?os la ma?ana de un lunes que la guarder¨ªa. Es la broma resignada de los padres que esperan a ser atendidos, entre kleenex, toses, mocos verdes y muchos llantos. Una ni?a corre por el pasillo, pese a llevar m¨¢s de 10 d¨ªas con un virus que no cesa, trata de escalar la barandilla de las escaleras, su madre le grita y mira el reloj. Son las 12.30. Tiene que volver al bar donde trabaja, pero sabe que esta es la ¨²ltima oportunidad de que alguien la vea despu¨¦s de una semana de peregrinaci¨®n por urgencias. Este centro al menos tiene pediatra. Al frente, una sola doctora. Deber¨ªan ser dos, pero uno est¨¢ de baja y no han repuesto su plaza. La m¨¦dica cubre todas las consultas de su compa?ero y las suyas desde hace meses. En tres horas ha visto a unos 30 cr¨ªos. Menos de 10 minutos para que el peque?o o la peque?a deje de llorar, comente con su madre c¨®mo es posible que nadie la haya visto en 10 d¨ªas, haga la exploraci¨®n y le diga qu¨¦ tiene. La doctora sabe que hoy tampoco tendr¨¢ tiempo para comer: ¡°Nos llaman rojos y vagos. El jueves atend¨ª a 67 ni?os¡±.
La falta de pediatras en los centros de salud madrile?os es una de las muchas caras de la crisis sanitaria que vive estos d¨ªas la Comunidad. El plan del Gobierno de Isabel D¨ªaz Ayuso de reabrir los 80 centros de urgencias extrahospitalarias con la mitad de los sanitarios que hab¨ªa antes de la pandemia desencaden¨® una huelga indefinida de m¨¦dicos de estos servicios, convocada por el sindicato Amyts, aunque el Ejecutivo madrile?o impuso unos servicios m¨ªnimos del 100%; y la primera y mayor manifestaci¨®n contra la gesti¨®n la presidenta, el domingo. Al paro se sumar¨¢n el d¨ªa 21 los m¨¦dicos de familia y los pediatras de atenci¨®n primaria, que llevaban ya tiempo avisando de que su situaci¨®n era insostenible debido a la carga asistencial a la que hacen frente cada d¨ªa: mientras los organismos internacionales recomiendan que cada facultativo atienda a unas 20 o 25 personas al d¨ªa, en Madrid tienen una agenda diaria de 50 o 60 pacientes. Queda muy lejos poder atender un m¨ªnimo de 10 minutos a cada uno.
¡°El principal problema es la falta de pediatras, que no es por otro motivo que por las malas condiciones laborales. Esto hace que tengas que ver m¨¢s pacientes en menos tiempo, con m¨¢s riesgos para el m¨¦dico y para el paciente¡±, resume el vicepresidente de Atenci¨®n Primaria de la Asociaci¨®n Espa?ola de Pediatr¨ªa, Guillermo Mart¨ªn, desde el otro lado del tel¨¦fono. Seg¨²n los c¨¢lculos de la asociaci¨®n, en Madrid hay un 30% de plazas sin pediatra y de ellas, un 20% que no se llegan a cubrir. Mart¨ªn explica que un pediatra que termina la residencia y consigue una plaza en un centro de salud puede llegar a cobrar menos que un residente de ¨²ltimo a?o ¡ªpues no tiene guardias¡ª; que la mayor¨ªa de las plazas que ofertan son de turno de tarde, cuando la mayor¨ªa de los pediatras son mujeres ¨D¡°a las que les toca conciliar mucho m¨¢s que a los hombres¡±¨D; que la sobrecarga de trabajo ha hecho que asumir los pacientes de un compa?ero de baja sea la t¨®nica general; y ¨¦l mismo ha calculado que en su centro, cuando cubre la baja de un compa?ero, por cada consulta extra que toma le pagan un euro.
La pediatra del centro de salud del noreste de Madrid habla dos idiomas y asegura que, si fuera por ella, ya ¡°habr¨ªa emigrado¡±. Pero tiene un hijo peque?o y un hermano con una discapacidad. Lleva 12 a?os intercalando contratos como mucho de seis meses, porque solo le ofrecen turnos de tarde y tiene que hacerse cargo de su familia. Pide que no se sepa su nombre: ¡°Te persiguen desde la Consejer¨ªa. Tengo compa?eros que han hablado y no los han contratado m¨¢s¡±.
Gira el ordenador donde aparece la lista de pacientes, tapa sus nombres con la mano y comienza a contar: ¡°Uno, dos, tres, cuatro... Treinta. Y, tel¨¦fonos, siete. Esto solo en la ma?ana, de ocho a tres de la tarde. Luego tuve que doblar. En las cuatro horas siguientes atend¨ª a otros 30¡å. La doctora habla enfadada desde su consulta, desde donde se escuchan los llantos y las carreras de otros por el pasillo. ¡°Me acab¨¦ yendo a las ocho menos algo de la noche. Por eso cuando nos llaman vagos, pues te cabreas. Porque la mitad de los d¨ªas ni como, ni voy a tomar un caf¨¦. El jueves me escap¨¦ un segundo, me compr¨¦ un s¨¢ndwich y me lo com¨ª entre paciente y paciente¡±, cuenta.
Ir¨¢ a la huelga el d¨ªa 21, pero est¨¢ convencida de que le tocar¨¢ trabajar. ¡°Hacer una huelga en primaria es muy dif¨ªcil, porque somos cuatro gatos. Enseguida te llega el papel donde te dicen que eres servicio m¨ªnimo. Y as¨ª la gente no se entera nunca ni le afecta, y es necesario que la poblaci¨®n se entere de lo que est¨¢ pasando¡±, se queja la m¨¦dica. Hace dos a?os hizo una huelga y coloc¨® un cartel en la puerta en el que avisaba de que solo iba a atender casos de ¡°urgencias vitales¡±. ¡°Pero, claro, te empiezan a gritar que han pedido el d¨ªa libre para la revisi¨®n del ni?o... Vamos, que acabas pasado consulta normal¡±, se?ala.
El domingo acudi¨® a la manifestaci¨®n por la sanidad p¨²blica, pero no como m¨¦dico, sino como paciente. ¡°Porque a m¨ª no me importa m¨¢s adelante irme al extranjero a buscar trabajo o que me esclavicen en la privada, pero voy porque tengo que defender mi derecho como paciente, porque la gente no se est¨¢ dando cuenta del desastre. Si se creen que el seguro privado te va a pagar la quimio de tu madre... Vamos, es que ni una apendicitis¡±, critica.
Desde la consulta se escuchan las quejas de Alicia Madrid, de 42 a?os, con su hija de cuatro. No ha dormido en toda la noche, porque la ni?a que ahora corre y se tira por las escaleras no ha parado de toser. Es la tercera vez que le pide a su jefe que la deje salir del bar para llevarla al m¨¦dico en 10 d¨ªas. ¡°Y la cosa est¨¢ muy mal, no puedo quedarme sin trabajo¡±, apostilla. Cuando llam¨® para pedir cita para este centro le dijeron que era imposible, pero que probara a ver si la doctora ten¨ªa un hueco. Le ofrecieron una llamada telef¨®nica, una de las medidas que ha impulsado la Consejer¨ªa de Sanidad para paliar la falta de facultativos, pero ella se niega: ¡°Yo lo que quiero es que vean a mi ni?a¡±.
?ngel Mu?iz, de 35 a?os, lleva a su hijo de un a?o a la en¨¦sima consulta este mes. Lleva 25 d¨ªas con tos y mocos sin que un pediatra haya visto al ni?o de forma presencial hasta ahora. Antes de llegar aqu¨ª, como Alicia Madrid, fue a las urgencias de un hospital. Le han anulado la consulta en este centro tres veces porque no hab¨ªa una sola cita con un pediatra, le dec¨ªan que solo hab¨ªa una y que ten¨ªa que esperar. Frente a ¨¦l hay dos salas, aunque no hay nada m¨¢s que un m¨¦dico. ¡°Yo vendo seguros privados. Mi hijo tiene un problema en el ri?¨®n de nacimiento y por eso no puedo hacerle seguro. Pero si no fuera as¨ª, lo tengo claro. As¨ª no se puede¡±, se queja.
La angustia de los padres traspasa la consulta. La doctora trata de calmar a algunos que llevan esperando m¨¢s de dos horas. Ella aprieta, pero sabe que no llega. Y as¨ª hasta el d¨ªa siguiente. Un estudio del Colegio de M¨¦dicos y los datos del Servicio Madrile?o de Salud alertan de que el 92% de los m¨¦dicos de familia de Madrid est¨¢n al borde del colapso. La m¨¦dica sentencia: ¡°Se est¨¢n cargando la sanidad a prop¨®sito¡±.
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