La di¨¢spora colombiana es la que m¨¢s crece en Madrid con m¨¢s de 30.000 migrantes en 2023
M¨¢s de un mill¨®n de viajeros partieron desde Bogot¨¢ hacia el aeropuerto de Barajas en el ¨²ltimo a?o
Una multitud de personas se agolpa cada ma?ana en el n¨²mero 6 de la calle de Alfonso XI, a pocos metros del parque El Retiro. Frente a una puerta de cristal, encabezada por una bandera tricolor, el vigilante Nelson L¨®pez (Cali, 45 a?os) atiende tres filas nutridas de colombianos que alzan sus identificaciones mientras vociferan sus necesidades consulares. ¡°Vengo a renovar el pasaporte¡±. ¡°Quiero hacer un duplicado de la c¨¦dula¡±, corean al un¨ªsono. L¨®pez, curtido en el arte de encaminar a despistados, reparte instrucciones a dos manos: ¡°Ens¨¦?eme el turno, por favor¡±, ¡°siga a la recepci¨®n¡±, ¡°para eso le toca que hable con su abogado¡±, indica a los m¨¢s de 500 colombianos que acuden cada d¨ªa a la sede diplom¨¢tica. Estos latinos representan la nacionalidad que m¨¢s crece en la capital, con 25.110 ingresos en los primeros nueve meses del 2023, y tambi¨¦n en Espa?a, con 116.000 ingresos en el mismo lapso, seg¨²n el dato m¨¢s reciente del INE.
Este ¨¦xodo ha roto la hegemon¨ªa de los venezolanos, que encabezaron la lista hasta 2022, y de los ecuatorianos, que predominaron a inicios del milenio. El aeropuerto de Barajas se ha convertido en el destino internacional m¨¢s vendido por las aerol¨ªneas que operan desde el aeropuerto El Dorado (Bogot¨¢), con m¨¢s de un mill¨®n de viajeros en 2023, un 21% m¨¢s que al a?o anterior, seg¨²n cifras reveladas por la Aeron¨¢utica Civil de Colombia. La entrada de colombianos a Espa?a ha crecido como la espuma a partir de 2015, tras la firma de un acuerdo bilateral con la UE que elimin¨® el requisito de visa para los turistas, lo que facilit¨® que esta poblaci¨®n creciera en la capital un 50% en los ¨²ltimos ocho a?os: de 82.000 antes del tratado, a 124.451 en 2022, seg¨²n cifras del padr¨®n. En Espa?a hay 568.034 colombianos empadronados. El m¨¦todo m¨¢s com¨²n entre los colombianos sin permiso de residencia para comenzar una vida en Espa?a es simular que vienen como turistas.
Felipe Largo (Manizales, 45 a?os) entr¨® por Barajas hace nueve meses con la intenci¨®n de quedarse a vivir. ¡°Tuve que decir que ven¨ªa como turista y que me iba a devolver, as¨ª que traje poca ropa, compr¨¦ un tique de regreso y memoric¨¦ un recorrido de dos semanas por Alicante, Barcelona y Valencia¡±, recuerda. Hasta borr¨® algunos archivos de su tel¨¦fono por si llegaban a revisarlo. Al final, tanta parafernalia fue innecesaria. Pasada la medianoche, penetr¨® con tal facilidad el control de migraci¨®n que nunca fue consciente de que hab¨ªa acabado la tensi¨®n. ¡°Me qued¨¦ esperando que alg¨²n polic¨ªa me comenzara a hacer preguntas¡±, narra. En 2023, fueron inadmitidos 2.178 colombianos en el aeropuerto de Barajas, lo que representa el 0,2% del total de viajeros. Fuentes consulares subrayan que ¡°hay un alto grado de no-show¡±, en referencia a los colombianos que no usan su tique de regreso pero tampoco lo cancelan.
La di¨¢spora colombiana, anta?o empujada fuera de sus fronteras como consecuencia del conflicto armado, hoy migra con el objetivo de aumentar su poder adquisitivo. En un Estado con el salario m¨ªnimo en 300 euros (cifra de 2023) y una inequidad insostenible, la mitad de los ciudadanos afirma que le gustar¨ªa dejar su pa¨ªs, seg¨²n una encuesta de Gallup. Despu¨¦s de Madrid, Catalu?a es el segundo destino predilecto en Espa?a con 97.000 ingresos en los primeros tres trimestres de 2023, seguido de Valencia con 83.500.
Largo ocup¨® varios cargos administrativos en su pa¨ªs natal, pero no logr¨® construir un patrimonio suficiente para ¡°llegar tranquilo la vejez¡± o darle una educaci¨®n superior a su hija de 11 a?os. Por eso ha venido a Espa?a, aunque eso implique una implosi¨®n de su zona de confort. ¡°Lo que yo he aprendido en la vida, ac¨¢ no me sirve para nada, ac¨¢ solo me vale saber de electricidad, construcci¨®n o ba?ar perros¡±, confiesa el hombre, que ya acumula un historial de trabajos desafortunados en B (sin contrato, ni prestaciones): ¡°Mucha fregona, mucha escoba¡±, resume. El ¨²ltimo de ellos como limpiador en un restaurante, donde la exposici¨®n a los qu¨ªmicos le provoc¨® una reacci¨®n al¨¦rgica, las empollas estallaron y se infect¨® de una bacteria que lo intern¨® 25 d¨ªas en un hospital. El empleador no se hizo cargo del tratamiento.
Quienes logran un empleo de forma irregular deben trabajar jornadas extensas, sin afiliaci¨®n a la seguridad social ni inscripci¨®n al sistema de jubilaci¨®n. Juli¨¢n David Mosquera (Barranquilla, 19 a?os) tramit¨® una solicitud de asilo tras llegar como turista al Barajas a inicios de 2022. Despu¨¦s de dos a?os de espera, su petici¨®n fue denegada por el Gobierno de Espa?a. Ha decidido emplearse en la construcci¨®n por un salario de 800 euros al mes, sin prestaciones. Como empleado en B, advierte el joven, ¡°no te tratan igual, ni te pagan lo mismo¡±. En ocasiones, los abusos se manifiestan de otra forma, como ilustra Alexandra Echeverri (Cali, 19 a?os), a quien el propietario de un bar le ofreci¨® un puesto de camarera, sin importar que no tuviera permiso de residencia, siempre que vistiera falda o vestido en el horario laboral. La joven asegura: ¡°Muchas veces, la necesidad te lleva a permitir estos comportamientos: o te pones falda o te quedas sin trabajo¡±. Ella eligi¨® quedarse sin trabajo.
Desde el consulado de Colombia en Madrid advierten de un uso excesivo de la figura del asilo por parte de los migrantes, aunque las respuestas favorables son m¨ªnimas. En 2023 fueron aceptadas 245 solicitudes, entre las m¨¢s de 50.000 presentadas por colombianos, seg¨²n el Ministerio del Interior. El abuso de esta figura puede explicarse por el hecho de que los solicitantes obtienen una tarjeta temporal que les permite trabajar hasta la resoluci¨®n del tr¨¢mite, que suele tardar un par de a?os. Este panorama es mucho m¨¢s alentador que buscarse un trabajo en B o cruzarse de brazos hasta que llegue el arraigo social.
Espa?a es cada vez m¨¢s atractiva para los colombianos, ya no solo por el idioma, sino debido a la facilidad de llegar en avi¨®n a la tierra prometida, evitando pasos fronterizos peligrosos como el Tap¨®n del Dari¨¦n o el R¨ªo Bravo entre M¨¦xico y EEUU. A escala nacional, los cafeteros son la segunda nacionalidad predominante, con 568.000 empadronados, solo superada por los marroqu¨ªes, que suman casi un mill¨®n, siempre seg¨²n el INE. El 57% de los colombianos que llega a Espa?a solo ha terminado la ESO, el 11% tiene t¨ªtulo de pregrado y los estudios de mayor especializaci¨®n representan una cifra residual.
El ¡°efecto llamada¡± de las redes
Rodrigo Pinz¨®n, c¨®nsul de Colombia en Madrid, alerta del ¡°efecto llamada¡± que producen las apariencias en las redes sociales: ¡°La gente (en Colombia) solo ve la foto de sus conocidos celebrando la final del Real Madrid en Cibeles, pero la realidad es que muchos tienen que venir ac¨¢ a trabajar d¨ªa y noche¡±. La joven Echeverri avala esta hip¨®tesis al decir que ¡°el colombiano tiende mucho a chicanear (posturear), quiere impostar algo que en realidad es otra cosa¡±. M¨²ltiples testimonios recabados para este reportaje convergen en que los migrantes emprenden el viaje, ajenos a las dificultades de comenzar una nueva vida en Espa?a. Al llegar, se estrellan con la imposibilidad para encontrar un trabajo sin permiso de residencia. Los ahorros en pesos comienzan a esfumarse en euros y entonces llega el aluvi¨®n de preocupaciones y, en ocasiones, de arrepentimientos.
Al ver que el oasis no es m¨¢s que un espejismo, muchos migrantes optan por retornar, como Adriana V¨¦lez (Manizales, 56 a?os). ¡°Tom¨¦ la decisi¨®n de devolverme para Colombia porque despu¨¦s de dos meses no logr¨¦ conseguir empleo¡±, narra la manizale?a de 56 a?os, antes de concluir: ¡°Pens¨¦ que iba a ser m¨¢s f¨¢cil, pero si uno no tiene papeles es muy complicado¡±.
Otros como Largo o Mosquera prefieren resistir y hacer de la adversidad un paso natural en el proceso migratorio. ¡°Devolverme no es una opci¨®n¡±, afirma el primero. ¡°Llorar es perder el tiempo¡±, ilustra el segundo. Estos latinos aguantar¨¢n como pueden, mientras acceden a un arraigo. Ya est¨¢n trasplantados, lo m¨¢s dif¨ªcil es el comienzo, m¨¢s a¨²n en un suelo pedregoso y des¨¦rtico como el de Madrid, dif¨ªcil de abonar en esto de echar ra¨ªces.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.