Un juicio por asesinato 22 a?os despu¨¦s: autopsia perdida, escuchas en casetes y testigos desaparecidos
La Audiencia Provincial de Madrid celebra la vista oral por un doble homicidio cometido en Fuenlabrada en 2002, despu¨¦s de la extradici¨®n del acusado al borde de la prescripci¨®n del delito


Un viernes de enero de 2022, el abogado Agust¨ªn Mej¨ªas estaba finiquitando los asuntos del despacho para empezar el descanso del fin de semana, cuando su tel¨¦fono son¨®. Era una funcionaria judicial.
¡ªNo te lo vas a creer. Han detenido a Richard Wilson.
El letrado se acordaba perfectamente del nombre y del caso. Era el acusado de disparar a dos vecinos de Fuenlabrada (Madrid) en septiembre de 2002 por una disputa medio amorosa medio de drogas. La funcionaria le comunicaba que dispon¨ªa de dos d¨ªas naturales para presentar un documento si quer¨ªa que hubiese juicio porque la defensa de Richard hab¨ªa alegado que el delito hab¨ªa prescrito. Su fin de semana dio un vuelco. Literalmente tuvo que rebuscar en su archivo para encontrar un expediente que ¡°ol¨ªa a antiguo¡±. Este 20 de mayo de 2024, 22 a?os despu¨¦s del crimen, el acusado se sent¨® frente a un juez. Y de repente, esa sala de la Audiencia Provincial de Madrid retrocedi¨® dos d¨¦cadas.
18 de septiembre de 2002. Las fiestas de Fuenlabrada estaban llegando a su fin. Los bares hab¨ªan vaciado sus neveras y llenado sus cajas registradoras. Sobre las cinco de la tarde, Miguel ?ngel Cuenca, de 34 a?os, al que todos llaman Gor¨ªn, y Jes¨²s Manuel Torres, de 31, m¨¢s conocido como Jaro, entran en el after de Richard Wilson, un ciudadano dominicanode 32 a?os afincado desde hace a?os en el municipio. No es un bar al uso, normalmente tiene la puerta cerrada y se entra despu¨¦s de que los que est¨¢n en el interior te vean por la mirilla.
Dentro est¨¢n V¨ªctor, un consumidor habitual de estupefacientes enganchado a las tragaperras y Rafael Montero, conocido como Joaqu¨ªn, y que es el machaca de Richard Wilson, el que le hace recados y le acompa?a. El due?o del establecimiento ha tenido disputas previas con ambos hombres, pese a lo que estos han seguido frecuentando el negocio. Con Gor¨ªn ha discutido por asuntos de trapicheo, nada serio, con Jaro, por una mujer. Ese d¨ªa los dos hombres piden unos chupitos de hierbas. Gor¨ªn llevaba puesta una camiseta en la que se le¨ªa ¡°Fuenlabrada¡± que le hab¨ªa regaladosu novia. No saldr¨¢n con vida del pub Ana¨ªsa, situado a 500 metros del ayuntamiento de la localidad.
¡°Ese d¨ªa hab¨ªamos quedado en vernos para comer. El d¨ªa anterior hab¨ªamos discutido, yo quer¨ªa que se centrara. No me llam¨®, y yo lo llam¨¦ antes de entrar a trabajar a las siete de la tarde, pero ya no me contest¨®¡±, relat¨® ante el jurado la que entonces era la pareja de una de las v¨ªctimas, Maribel. Despu¨¦s de dos d¨ªas sin saber de ¨¦l, su preocupaci¨®n iba en aumento. ¡°Es verdad que a veces se iba de viaje y a la semana aparec¨ªa. Le gustaba mucho la juerga, pero en esa ¨¦poca estaba sentando la cabeza¡±, apunta su hermana Lola al tel¨¦fono. Las cu?adas ten¨ªan entonces apenas 25 a?os.
Comenzaron una campa?a de b¨²squeda, en la que distribuyeron fotograf¨ªas de Gor¨ªn y Jaro por el municipio y alrededores. Sus familiares tambi¨¦n llevaron a cabo sus propias pesquisas y oyeron los rumores que apuntaban a que el ¨²ltimo sitio en el que los dos hombres hab¨ªan sido vistos era en pub de Richard Wilson. Maribel fue con dos amigos una noche a ese local. Pidieron unos chupitos y la camarera, que era la novia de Richard, derram¨® uno de ellos. ¡°?l ¡ªrefiri¨¦ndose al acusado¡ª no paraba de mirarnos desde un extremo de la barra y Joaqu¨ªn me empez¨® a hacer gestos raros con la cara. Nos fuimos a los pocos minutos y antes de salir, me dijo: ¡®Bonita, no vuelvas a venir por aqu¨ª', como advirti¨¦ndome de que corr¨ªa peligro¡±, cont¨® Maribel.

2 de octubre de 2002. Un hombre que pasea cerca del arroyo del municipio toledano de Yeles ve un brazo que sobresale de una bolsa negra. Avisa a la Guardia Civil. Dentro hallan un cad¨¢ver en estado de putrefacci¨®n envuelto en pl¨¢stico. A pocos metros, encuentran otro cuerpo. Lleva una camiseta con el emblema de Fuenlabrada. A 25 kil¨®metros, en un bar del municipio madrile?o, Maribel y Lola ven en la televisi¨®n casi en directo la noticia del hallazgo. Se dan la mano. Saben que son Gor¨ªn y Jaro.
Su autopsia se desarrolla en el cementerio de Toledo, como se hac¨ªa en la ¨¦poca, cuando no siempre se llevaban los cad¨¢veres a los anat¨®micos forenses. A pesar de estar en muy mal estado, el m¨¦dico determina que han muerto por sendos disparos. A Gor¨ªn le han disparado en el pecho y a Jaro en la cabeza desde arriba. 22 a?os despu¨¦s, esa autopsia no ha llegado al juicio, o bien es que nunca se lleg¨® a poner por escrito, algo impensable hoy en d¨ªa. Una de las facultativas que la desarroll¨® muri¨® durante la pandemia. En la vista oral compareci¨® su compa?ero, que asegura no recordar el caso ni el procedimiento y no puede elucubrar m¨¢s all¨¢ de hip¨®tesis al no disponer de un informe sobre papel.
Los investigadores de homicidios se centran en el pub en el que todos cuentan que vieron por ¨²ltima vez a los hombres. Solicitan la intervenci¨®n telef¨®nica de cuatro sospechosos; V¨ªctor, el hombre que estaba jugando a las tragaperras; Pilar, la camarera del local; Joaqu¨ªn, el machaca de Richard Wilson. Cuando se encuentran los cad¨¢veres, este ¨²ltimo ya se ha esfumado de Fuenlabrada.
Las escuchas no aportar¨¢n nada de relevancia. ¡°Entonces se almacenaba todo en casetes y despu¨¦s se escuchaba¡±, coment¨® una guardia civil que en aquella ¨¦poca se encarg¨® de las trascripciones. Por el juicio han desfilado esta semana todos los agentes de criminal¨ªstica del laboratorio central de la Guardia Civil. A algunos, ya jubilados, los avisaron a ¨²ltima hora. Otros peritos tambi¨¦n retirados ya de su profesi¨®n delegaron la declaraci¨®n en los profesionales que est¨¢n en activo y que solo pudieron explicar los procedimientos en t¨¦rminos generales y ratificar los informes de sus compa?eros de hace dos d¨¦cadas.
Todas las sospechas apuntan a Richard Wilson. Tiene un m¨®vil: el enfrentamiento que manten¨ªa con ambos. Su desaparici¨®n lo coloca a¨²n m¨¢s en el centro de la diana. Los agentes descubren adem¨¢s que, antes de escapar, ha limpiado a fondo y repintado su local. Y adem¨¢s, tanto V¨ªctor como Joaqu¨ªn declaran que ha sido ¨¦l quien ha disparado a los dos y se ha deshecho de los cuerpos. Tanto el cliente como el ¨ªntimo de Richard Wilson fueron condenados por encubrimiento en 2007. Pilar, la pareja del acusado, tambi¨¦n lo fue, pero result¨® absuelta tras recurrir la sentencia. Sus padres viv¨ªan en la localidad en la que fueron hallados los cuerpos de las dos v¨ªctimas.

19 de noviembre de 2021. El presidente de la Rep¨²blica Dominicana firma la extradici¨®n de Richard Wilson para responder por el doble homicidio. En este tiempo, el acusado se ha casado y se ha convertido en un pastor evang¨¦lico. Aterriza en Espa?a a principios de 2022 y en su primera declaraci¨®n acusa a Joaqu¨ªn, el portero de su pub, de ser el que dispar¨® el arma que acab¨® con la vida de Gor¨ªn y Jaro. Seg¨²n ¨¦l, lo hizo para defenderle del ataque de las dos v¨ªctimas. En esa declaraci¨®n, lo acompa?a la letrada Virginia Carrasco, a la que llaman en una guardia extraordinaria del turno de oficio porque no quedaban compa?eros disponibles a los que recurrir. Pasar¨¢ las siguientes semanas acudiendo al archivo del juzgado de Fuenlabrada a hacer fotocopias que se lleva en maletas hasta su despacho en la capital para estudiar un caso al que ella llega de nuevas.
Tambi¨¦n solicita nuevas diligencias, como la incorporaci¨®n a la causa de una sentencia condenatoria por homicidio de Joaqu¨ªn, el hombre al que su cliente achaca la responsabilidad de los asesinatos de Gor¨ªn y Jaro. A?os atr¨¢s, cuando trabajaba como portero en un club de alterne, ese hombre acuchill¨® a un cliente en una pelea. La voz de Joaqu¨ªn no se ha o¨ªdo en la sala porque se encuentra en paradero desconocido desde que fue condenado por encubrimiento. ¡°Es una pieza fundamental y una figura que se ha blanqueado en este proceso para echar toda la culpa sobre Richard¡±, apunta la letrada.
En esas fechas suena otro tel¨¦fono, el del abogado de la familia de Gor¨ªn, Francisco Rubiales. Lleva unos d¨ªas intentando localizar a sus antiguos clientes para comunicarles la noticia de que Richard ha sido detenido. ?l siempre ha tenido muy claro que ese d¨ªa ejecutaron a los dos hombres. Que el primero en morir fue Gor¨ªn y que a Jaro le dispararon cuando estaba en el suelo de rodillas ¡°pidiendo clemencia¡±. La fiscal¨ªa considera que estaba en esa posici¨®n cuando le dispararon, en el suelo, quiz¨¢ taponando la herida de su amigo.
Las acusaciones y la fiscal¨ªa piden para Richard Wilson 40 a?os de prisi¨®n y su letrada que sea condenado por encubrimiento. El acusado utiliz¨® su derecho a la ¨²ltima palabra para encomendarse a Dios, pero tambi¨¦n tuvo unas palabras para la ciencia, al recordar el caso de una mujer que pas¨® en la c¨¢rcel 20 a?os condenada por matar a sus hijos, hasta que una investigadora espa?ola consigui¨® demostrar que estos podr¨ªan haber fallecido por una enfermedad rara. As¨ª, ha vuelto a prisi¨®n, a la espera de la decisi¨®n de un jurado popular en el que hay miembros que apenas levantaban un palmo del suelo cuando sucedi¨® el crimen.
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