No hay verano sin Sorolla, no hay Sorolla sin Clotilde
El ¨¦xito del pintor no hubiera sido el mismo en vida, ni lo ser¨ªa ahora, sin la figura de Garc¨ªa del Castillo, mucho m¨¢s que su esposa
Clotilde Garc¨ªa del Castillo, la esposa, el motor, el apoyo y, sin duda, uno de los motivos para vivir de Joaqu¨ªn. S¨ª, Sorolla, el due?o de esas pinceladas que cada verano sirven para ilustrar el mar, la brisa, el sol... Ojo con reducirlo a eso, es due?o de muchas m¨¢s pinceladas, pero no voy a centrarme en ¨¦l. Voy a centrarme en ella, pieza fundamental para que el pintor fuera en vida el artista que era y sea hoy el artista que es. No es un caso ¨²nico, m¨¢s cerca en el tiempo tenemos a Pilar Belzunce, fuerza de Eduardo Chillida; a Mari Luz Bellido, riel de Agust¨ªn Ibarrola; o a Mar¨ªa Moreno, Mari, la alegr¨ªa real de Antonio L¨®pez. Y otras tantas, tant¨ªsimas. Pero lo dicho, vamos a ella: Clotilde Garc¨ªa de Castillo.
?Se imagina tener que elegir un centenar de piezas para contar una vida? Pues es lo que han hecho en la exposici¨®n Sorolla en 100 objetos, que se puede ver hasta el 29 de septiembre en la que fue la residencia del pintor, actual museo madrile?o dedicado a su figura. Cien piezas para conmemorar el centenario de la muerte del artista. El s¨¢bado ya habr¨¢n pasado 101 a?os desde aquel 10 de agosto de 1923 cuando Sorrolla falleci¨® en su casa de Cercedilla (Madrid) y en el que Garc¨ªa del Castillo no solt¨® el tim¨®n y sigui¨® as¨ª dejando la estela del velero Sorolla. La muestra empieza y termina con piezas vinculadas a ella. ¡°Eres mi carne, mi vida y mi cerebro¡±, le escrib¨ªa el artista en 1907.
Comienza la exposici¨®n con un retrato de Juan Antonio Garc¨ªa del Castillo, Tono. De quien Chimo Sorolla, as¨ª firmaba de joven cuando se conocieron, se hizo amigo en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. N¨®tese por el apellido que ser¨ªa su futuro cu?ado, conoci¨® a su esposa gracias a ¨¦l. En uno de los primeros retratos de ella la muestra leyendo. Una activa y cultivada joven con la que formar¨ªa un t¨¢ndem perfecto, un equipo indisoluble tanto personal como profesionalmente. Ella se encargaba de la familia, del hogar, de la colecci¨®n, de las cuentas, del cuidado de todo, de dejarle despejado el camino de la creaci¨®n que tantos ¨¦xitos le dio, que tantos ¨¦xitos ella posibilit¨®. Y es precisamente en esa ¨²ltima secci¨®n de la exposici¨®n, la del ¨¦xito, donde la obra protagonista es Clotilde con traje gris (1900). En este retrato se ve c¨®mo la mira Sorolla: delicada y firme, segura y dulce, serena y diligente. Una figura digna de admiraci¨®n, la que ¨¦l le ten¨ªa y la que provoca a quien la observa. Y, ?por qu¨¦ ella es protagonista en el ¨¦xito de ¨¦l? Porque gracias a Garc¨ªa del Castillo el legado del pintor pas¨® a ser patrimonio de todos, primero le facilit¨® la construcci¨®n de su obra y posteriormente se encarg¨® de que esta perdurase. Fue ella quien, en su testamento, leg¨® al Estado la casa y las colecciones que le pertenec¨ªan para que se creara un museo en memoria de su marido para que hoy, 101 a?os despu¨¦s de la muerte del artista, se siga disfrutando, investigando y difundiendo.
Vive ahora la rica herencia de Sorolla un importante punto de inflexi¨®n. El museo cerrar¨¢ sus puertas en octubre y no las reabrir¨¢ hasta principios de 2026, seg¨²n lo previsto (crucemos los dedos). Un tiempo en el que se ultimar¨¢ la ampliaci¨®n del centro con nuevos espacios para el p¨²blico: vest¨ªbulo, sal¨®n de actos, cafeter¨ªa... y para las obras: almacenes m¨¢s grandes, taller de restauraci¨®n, m¨¢s metros cuadrados para la exposici¨®n permanente y para las muestras temporales. Sin perder la esencia de esos lugares en los que habita el esp¨ªritu de los Sorolla: el taller, el comedor, el jard¨ªn, esa isla-refugio, tanto en invierno como en verano, en el que los madrile?os y visitantes pueden resguardarse del mundanal ruido.
Aprovechen, quedan menos de dos meses, entrom¨¦tanse en la vida de Sorolla, a trav¨¦s de su casa o de sus objetos, que tambi¨¦n lo eran de su esposa, sin la existencia de esta, llevar¨ªamos m¨¢s de 100 a?os hablando de un artista diferente. Solo queda agradecerle su papel, en otros casos se dir¨ªa de muleta pero aqu¨ª casi podr¨ªamos decir de paleta. Lo hago alla maniera en la que el pintor le dedicaba sus obras.
A Clotilde, gracias.
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