A ¨¦l le gusta decir de s¨ª mismo que es un pintor que escribe. Pero hay m¨¢s: Eduardo Arroyo es ilustrador, cartelista, coleccionista, grabador de presentes y pasados recientes, aglutinador de utop¨ªas y distop¨ªas, experto en tijera y recorte, hacedor de colores, fervoroso lector. Es uno desdoblado entre un mill¨®n de artistas dentro de s¨ª. Y jam¨¢s se repliega
¡°Desde siempre hago retratos jam¨¢s irregulares. Es un ejercicio que se produce cada vez que nace un ni?o en mi entorno, y nacen muchos. Seg¨²n el nombre elegido por sus padres, hago un retrato del santo correspondiente. Extra?a pr¨¢ctica para un ateo, el hecho de dibujar un retrato de un santo para que le de suerte al reci¨¦n nacido.
Quiero reconocer que mis contradicciones son m¨²ltiples no por la sana costumbre de mentir sino porque no las puedo evitar¡±
¡°El Arroyo ¨ªntimo, es el Arroyo pintor, el que no se resignar¨¢ a abandonar la pluma¡±
¡°As¨ª la pintura como la poes¨ªa podr¨ªa ser el emblema de nuestro pintor parlanch¨ªn¡±
Entrevista por Juan Cruz De este pa¨ªs de m¨¢scaras me da miedo todo Eduardo Arroyo
La pregunta tal vez no sea qu¨¦ es Arroyo, o qu¨¦ hace, sino qu¨¦ no es o qu¨¦ no hace. Se expande dentro de sus ¨®leos, en el h¨¢bitat con mundo propio de sus libros y sus lecturas, entre la concreta caducidad adherida a la memoria de sus escenograf¨ªas. Este es un repaso a algunos de los momentos que han dado lugar al caleidoscopio de su vida
Eduardo Arroyo en Par¨ªs, a principios de los sesenta.
Eduardo Arroyo junto a Robinson Cruso¨¦, pintado en 1965.
Eduardo Arroyo junto a un deshollinador profesional en Z¨²rich, en 1978.
El padre de Eduardo Arroyo, Juan Gonz¨¢lez Arroyo, frente a su farmacia, en el n¨²mero 13 de la calle de General Casta?os, en Madrid.
Eduardo Arroyo junto a su madre, Consuelo Rodr¨ªguez, en los a?os cuarenta.
Eduardo Arroyo en Par¨ªs, a principios de los sesenta.
Eduardo Arroyo junto a Robinson Cruso¨¦, pintado en 1965.
Eduardo Arroyo junto a un deshollinador profesional en Z¨²rich, en 1978.
El padre de Eduardo Arroyo, Juan Gonz¨¢lez Arroyo, frente a su farmacia, en el n¨²mero 13 de la calle de General Casta?os, en Madrid.
¡°?El verdadero artista est¨¢ obligado a serlo hasta el final!¡±. Es una de esas frases de Arroyo que m¨¢s que una exclamaci¨®n son una radiograf¨ªa. Certera. Arroyo y la pintura se encontraron en el Par¨ªs de finales de los cincuenta y ya nunca se abandonaron. Aqu¨ª, parte de ese idilio indisoluble
Ilustraci¨®n para Ulises, de James Joyce, 1989-1990.
Piensos Unamuno, 2005.
Ilustraci¨®n para Ulises, de James Joyce, 1989-1990.
Autorretrato, 2011.
Piel de Toro y Piel de Cordero, 1994.
Ilustraci¨®n para Ulises, de James Joyce, 1989-1990.
Piensos Unamuno, 2005.
Ilustraci¨®n para Ulises, de James Joyce, 1989-1990.
Autorretrato, 2011.
Hace casi dos d¨¦cadas, Eduardo Arroyo dijo que el inter¨¦s de cualquier otro trabajo que no fuera la pintura ten¨ªa la cualidad de ser un alto en el camino y que le interesaba todo lo que se saliese de ella, precisamente para volver. Y es lo que ha hecho una una y mil veces. Aqu¨ª, una de esas escapadas: su obra en tres dimensiones
Jarr¨®n, 2006.
Mickey Mouse y el Pato Donald, 1992.
Tosto? / B¨¦cassine, 2014.
Mosca, 2007.
Frida Khalo / Don Juan Tenorio, 2015.
Jarr¨®n, 2006.
Mickey Mouse y el Pato Donald, 1992.
Tosto? / B¨¦cassine, 2014.
Mosca, 2007.
Cont¨® Arroyo en 2015, al inaugurar una exposici¨®n, que siempre hab¨ªa dibujado de forma compulsiva, desde ni?o, cuando en su casa estaban prohibidas la acuarela, la tinta china y cualquier cosa que lo dejara todo perdido. Nunca ha parado de hacerlo, con los Alpino primero y los Faber-Castell despu¨¦s. Este es parte de ese camino a trazos por el que el artista ha transitado toda su vida
La Boh¨¨me I, 1972.
Retrato imaginario del pintor Henri Lorgnon, 1965.
La noche espa?ola, 1985.
Deshollinador, 1980.
The Broad, 1982.
La Boh¨¨me I, 1972.
Retrato imaginario del pintor Henri Lorgnon, 1965.
La noche espa?ola, 1985.
Deshollinador, 1980.
Un trozo de hule, el envoltorio de un paquete de caramelos, recortes de una vieja revista o el hilo suelto de un abrigo de lana perdido en el armario. En el collage, cualquier cosa puede formar parte del universo final, algo que Eduardo Arroyo compar¨® alguna vez con una b¨²squeda constante: la de c¨®mo maltratar, cortar, pegar y manejar el papel. ¡°Es fascinante c¨®mo recibe las texturas¡±, dijo. ¡°Los collages lo modifican todo¡±. Repasamos algunos de esos mundos
Pierrette, 2015.
La vida al rev¨¦s, Paimio. Homenaje a Alvar Aalto, 2016.
Elisabeth Baudoyer, 2014.
Vicomtesse de Beaus¨¦ant, 2015.
Pierrette, 2015.
La vida al rev¨¦s, Paimio. Homenaje a Alvar Aalto, 2016.
Elisabeth Baudoyer, 2014.