?Por qu¨¦ hay parejas j¨®venes, con deseo y sin patolog¨ªas, que han dejado de tener sexo?
Los sex¨®logos empiezan a ver c¨®mo acuden a sus consultas m¨¢s personas j¨®venes que maduras. La base de esta problem¨¢tica puede estar en unos est¨¢ndares muy elevados e irreales de lo que debe ser la sexualidad y la apetencia sexual, seg¨²n apuntan los expertos
?Qu¨¦ puede hacer que dos personas j¨®venes, de veintitantos a?os, sanas, enamoradas, sin estr¨¦s ni problemas de otra ¨ªndole, sin patolog¨ªas sexuales y con una econom¨ªa que les permite vivir en un piso para ellos solos, deban recurrir a terapia de pareja porque, aunque tienen deseo, hace meses que no mantienen relaciones sexuales? ?Qu...
?Qu¨¦ puede hacer que dos personas j¨®venes, de veintitantos a?os, sanas, enamoradas, sin estr¨¦s ni problemas de otra ¨ªndole, sin patolog¨ªas sexuales y con una econom¨ªa que les permite vivir en un piso para ellos solos, deban recurrir a terapia de pareja porque, aunque tienen deseo, hace meses que no mantienen relaciones sexuales? ?Qu¨¦ extra?a fuerza c¨®smica impide que gasten colchones y rompan somieres de tanto usarlos?
Muy probablemente, la respuesta est¨¢ en la mente, el llamado ¡°mono loco¡± de los budistas, que, a menudo, pilota a la deriva la nave de la existencia. Las creencias err¨®neas, que siempre han sido el gran impedimento del homo sapiens para desarrollar todo su potencial. Las ideas e ideolog¨ªas varias, cinturones de castidad con cerrojo de seguridad inexpugnable. Si las diferentes religiones demonizaron el sexo placentero y el erotismo en el pasado, y todav¨ªa en el presente, ahora se dispone de todo un abanico de conceptos que, malinterpretados, pueden constituir el m¨¢s poderoso repelente sexual.
X e Y son una pareja heterosexual de veintitantos, sin problemas de salud, ni econ¨®micos, que conviven juntos desde hace poco tiempo. Con un perfil feminista y con un reparto de tareas muy igualitario, ambos mantienen ciertas amistades por separado, pero reconocen que est¨¢n enamorados y se desean. El sexo es muy importante en sus vidas y frecuente tema de conversaci¨®n con sus colegas y hasta con sus respectivos padres; pero deciden ir a ver a un sex¨®logo porque llevan cuatro meses sin relaciones. Ella es la que siempre quiere y ¨¦l empieza a sentirse demasiado presionado por su pareja; al mismo tiempo que culpable, porque no siempre le apetece, ni puede satisfacerla. Las aventuras sexuales de los amigos de ella no hacen m¨¢s que acrecentar su sensaci¨®n de p¨¦rdida de tiempo y su frustraci¨®n.
¡°Este perfil abunda en las consultas de terapia de pareja porque, curiosamente, ahora se registran m¨¢s problemas en j¨®venes que en mayores¡±, se?ala Francisca Molero, ginec¨®loga, sex¨®loga, directora del Instituto Iberoamericano de Sexolog¨ªa y presidenta de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa. ¡°Si la situaci¨®n persiste, ella empezar¨¢ a dejar de ser tan comprensiva y ¨¦l puede llegar incluso a desarrollar problemas de erecci¨®n. La base de esta problem¨¢tica puede estar en unos est¨¢ndares muy elevados e irreales de lo que debe ser la sexualidad y el deseo, a menudo provocados por el porno o las historias que otros nos cuentan sobre sus haza?as sexuales, no siempre ver¨ªdicas. A pesar de que hay mucha informaci¨®n, falta educaci¨®n sexual que destierre mitos o falsas creencias¡±, sentencia Molero.
A la diversidad, estandarte de los nuevos tiempos, se le suma ahora la diversidad relacional. ¡°La sexualidad es una dimensi¨®n biopsicosocial y cultural y, por lo tanto, est¨¢ muy impregnada por lo contempor¨¢neo¡±, apunta Miren Larrazabal, psic¨®loga cl¨ªnica, sex¨®loga y presidenta de la Sociedad Internacional de Especialistas en Sexolog¨ªa (S?SEX). ¡°Hay sexualidades muy diversas, empezando por el espectro de la asexualidad. Gente que no tienen relaciones, pero s¨ª practican las caricias y los besos, aunque no van m¨¢s all¨¢. Parejas que deciden, conjuntamente, no tener penetraci¨®n para evitar el modelo patriarcal de relaci¨®n sexual heteronormativa. Mucho sexo kinky, BDSM, relaciones abiertas, lectores de ?tica promiscua de Dossie Easton y Janet W. Hardy, que van transitando hacia el poliamor y, al mismo tiempo, j¨®venes con relaciones m¨¢s tradicionales que las de sus padres, con muchos celos y la exigencia constante de pruebas de amor¡±.
Hay un gran deseo de experimentaci¨®n, pero, ?responde este a un verdadero esp¨ªritu aventurero o a un af¨¢n por seguir las modas, aun a costa de que no nos favorezcan? ?Somos fashion victims de las tendencias er¨®ticas del momento y confundimos el amor libre con el amor neoliberal o consumista, sin responsabilidad afectiva? ?Anteponemos la ideolog¨ªa a nuestras aut¨¦nticas preferencias sexuales?
Para muchas parejas resulta tr¨¢gico pasar de las relaciones sexuales f¨¢ciles y llenas de testosterona, del enamoramiento, a otras m¨¢s pac¨ªficas y relajadas. En el largo recorrido es indudable que se pierde pasi¨®n, pero se gana intimidadToni Mart¨ªn, m¨¦dico, sex¨®logo cl¨ªnico y terapeuta de pareja
Esta experimentaci¨®n puede generar quebraderos de cabeza, como el caso de personas poliamorosas que acuden a consulta por problemas de gesti¨®n de los celos. ¡°Lo primero que se tiene que plantear alguien es si esa opci¨®n, tan v¨¢lida y respetable como cualquier otra, casa con su personalidad er¨®tica¡±, comenta Toni Mart¨ªn, m¨¦dico, sex¨®logo cl¨ªnico y terapeuta de pareja, con consulta privada en Barcelona. ¡°Yo siempre digo que hay que conocerse sexualmente. Mi teor¨ªa es que hay cuatro tipolog¨ªas bien diferenciadas, de acuerdo a las fantas¨ªas que se tienen. Est¨¢n las fantas¨ªas rom¨¢nticas, las que buscan sensaciones nuevas, las que entra?an desconocidos y las basadas en relaciones de poder. Si se es rom¨¢ntico, el poliamor se llevar¨¢ mal; de la misma manera que al que busca sensaciones nuevas le costar¨¢, en m¨¢s de una ocasi¨®n, cumplir con la monogamia¡±.
¡°Todo se enfr¨ªa¡±, asegura Mart¨ªn. ¡°Es la segunda ley de la termodin¨¢mica, pero para muchas parejas resulta tr¨¢gico pasar de las relaciones sexuales f¨¢ciles y llenas de testosterona, del enamoramiento, a otras m¨¢s pac¨ªficas y relajadas, de la oxitocina, cuando se lleva ya alg¨²n tiempo juntos. En el largo recorrido es indudable que se pierde pasi¨®n, pero se gana intimidad¡±, afirma este experto.
?Nos hemos vuelto tan vagos que ya solo podemos tener relaciones con una excitaci¨®n de adolescente en plena erupci¨®n hormonal y un deseo de le¨®n en su semana de celo, en la que puede llegar a copular hasta 40 veces al d¨ªa? ¡°Un concepto err¨®neo que comparten muchos j¨®venes sobre el deseo es pensar que este es un evento en el que casi se pierde el control de uno mismo y, si no se experimenta esta sensaci¨®n, el sexo no es factible¡±, subraya Larrazabal, ¡°pero lo que no saben es que el deseo no siempre aparece primero. A veces, hay que empezar excit¨¢ndose para que el deseo haga, despu¨¦s, acto de presencia. Esta idea err¨®nea hace que muchas personas piensen que sufren de deseo sexual hipoactivo, cuando no es as¨ª¡±.
En este mundo, aparentemente hipersexualizado, la frecuencia de las relaciones ha bajado dr¨¢sticamente, y los estudios as¨ª lo confirman. ¡°Yo le echo la culpa a dos factores importantes¡±, se?ala Toni Mart¨ªn, ¡°por un lado, est¨¢n las redes sociales y las pantallas pasadas las 10 de la noche, que nos impiden desconectar. Por eso, una de las primeras medidas que proponemos cuando hay problemas de pareja es el apag¨®n digital, a partir de ciertas horas y en ciertos d¨ªas¡±. Por otro lado, est¨¢ la pornograf¨ªa: ¡°El exceso de porno ha acostumbrado a la gente a unos est¨ªmulos muy fuertes, que luego no se corresponden con la vida diaria. Con el porno es muy f¨¢cil excitarse, pero el grado de satisfacci¨®n es inversamente proporcional, sin contar con la sensaci¨®n de vac¨ªo que deja¡±.
¡°Hay una enorme autoexigencia respecto a la sexualidad que crea problemas donde no los hayFrancisca Molero, directora del Instituto Iberoamericano de Sexolog¨ªa
Es posible tambi¨¦n que los simples mortales pierdan su flow, comparados con los superseres operados, musculados y maquillados que salen en la pornoficci¨®n, que muchos interpretan como realidad pura y, sobre todo, dura. ¡°Hay una enorme autoexigencia respecto a la sexualidad que crea problemas donde no los hay¡±, comenta Francisca Molero. ¡°Hay que ser f¨ªsicamente perfectos, estar siempre deseosos y las relaciones se convierten en una prueba, una constante forma de testarse para llegar a unos est¨¢ndares irreales. Esto genera mucha ansiedad y, a la larga, pueda acabar originando determinadas patolog¨ªas como, por ejemplo, disfunci¨®n er¨¦ctil¡±, a?ade.
Trastornos como la dispareunia (dolor durante las relaciones) o el vaginismo (dolor que imposibilita la penetraci¨®n) se han incrementado en las ¨²ltimas d¨¦cadas en las mujeres. ¡°Casi siempre tienen una base psicol¨®gica¡±, puntualiza Larrazabal. ¡°El primero puede ser por la escasez de juego er¨®tico, querer complacer a la pareja o autoimponerse determinadas pr¨¢cticas que no son de nuestro agrado, pero que creemos que debemos realizar. Estos problemas de dolor pueden derivar en una fobia a las relaciones o a la penetraci¨®n¡±, a?ade el experto.
¡°Hay una enorme dispersi¨®n mental en torno al sexo, debido a la cantidad de informaci¨®n que disponemos¡±, concluye Toni Mart¨ªn. ¡°Estamos dentro de una mente dispersa que busca sensaciones nuevas; pero la sexualidad es concentrar la atenci¨®n en el cuerpo, en el juego f¨ªsico, en lo sensorial. Nuestro deber, a d¨ªa de hoy, es apagar, temporalmente, la mente para poder conectar con el cuerpo¡±.