Masami Charlotte Lavault, florista y activista: ¡°Desde que trabajo con plantas no tengo bajones emocionales¡±
La francojaponesa dej¨® su carrera en el mundo del dise?o para montar una granja de flores en el centro de Par¨ªs. Activista del cultivo sostenible y embajadora de Kenzo Parfums, la exdise?adora ha encontrado en la naturaleza un inspirador fil¨®n creativo y la esencia del nuevo lujo
La vida de Masami Charlotte Lavault cambi¨® el d¨ªa que un antiguo jefe, director de una compa?¨ªa de dise?o, le encarg¨® que creara el prototipo para un bolso de piel. Deb¨ªa entregarlo r¨¢pidamente para que, sin demora, una cadena de montaje perfectamente engrasada pasara a producir miles de r¨¦plicas de aquel objeto igual a tantos otros que ya exist¨ªan, id¨¦ntico a tantos otros que vendr¨ªan despu¨¦s. ¡°Me sent¨ª frustrada, furiosa¡±, recuerda la treinta?era. ¡°Decid¨ª abandonar...
La vida de Masami Charlotte Lavault cambi¨® el d¨ªa que un antiguo jefe, director de una compa?¨ªa de dise?o, le encarg¨® que creara el prototipo para un bolso de piel. Deb¨ªa entregarlo r¨¢pidamente para que, sin demora, una cadena de montaje perfectamente engrasada pasara a producir miles de r¨¦plicas de aquel objeto igual a tantos otros que ya exist¨ªan, id¨¦ntico a tantos otros que vendr¨ªan despu¨¦s. ¡°Me sent¨ª frustrada, furiosa¡±, recuerda la treinta?era. ¡°Decid¨ª abandonar mi trabajo de un d¨ªa para otro¡±. Ni siquiera ten¨ªa un plan B. O s¨ª: ¡°Ir en contra de lo est¨²pido de aquel sinsentido¡±.
La francojaponesa ¡ªembajadora del perfume Flower de Kenzo¡ª dej¨® su trabajo como dise?adora en Londres y Viena y regres¨® a su Par¨ªs natal. ¡°A d¨ªa de hoy odio los objetos [r¨ªe]. Tengo cosas pr¨¢cticas, pero la mayor¨ªa de las que yo dise?¨¦ son in¨²tiles: accesorios de moda, muebles, utensilios de cocina, embalajes para envolver y almacenar todas aquellas otras cosas¡ He experimentado un irreversible proceso de desapego de lo material. Puedo entender el confort que proporcionan los objetos o el apego sentimental hacia un regalo de alguien especial o un recuerdo heredado de tu abuela. Pero odio sentirme esclava de las cosas materiales. Me produce tristeza¡±, reconoce a EL PA?S.
Aquel viraje ¡°¨¦tico y mental¡± le permiti¨® escuchar la llamada de la vida silvestre. Algo aparentemente insignificante pas¨® a ejercer en Masami un irresistible poder de fascinaci¨®n: las flores. Con la idea de formarse como agricultora se uni¨® a varios proyectos, primero en Marruecos, luego en Gales y por ¨²ltimo en la isla japonesa de Okinawa. Invirti¨® cuatro a?os en aprender y dar forma te¨®rica a su idea. Cuando se sinti¨® preparada, solicit¨® una licitaci¨®n al Ayuntamiento de Par¨ªs para ocupar un espacio de 1.200 metros cuadrados de tierra cultivable en el barrio de Belleville, un microcosmos a escasos minutos en metro del centro de la capital francesa que acoge un efervescente activismo medioambiental. All¨ª, la joven agricultora cre¨® desde cero Plein Air, su granja de flores.
Dise?ar con el agua, la tierra, las semillas y la luz del sol
¡°Las granjas de flores [por su traducci¨®n del ingl¨¦s, flower farms] son el contrapunto positivo del dise?o industrial. Amo los materiales con los que trabajo ahora: la tierra, el agua, las semillas¡¡±, cuenta Masami, que hace a?os que no toca el rat¨®n de un ordenador. ¡°Cultivar es una tarea extremadamente creativa, pero todo lo que contribuyes a crear es ef¨ªmero. No se acumula, tiene un lapso de vida y luego desaparece¡±, celebra. Las flores son el ep¨ªtome de este pensamiento. ¡°Tras mi experiencia en dise?o, cultivar flores me resulta muy liberador¡±. Gratificante, sosegado, terap¨¦utico y ecol¨®gico, rodearse de un tutti frutti de brotes en pleno apogeo es el nuevo lujo.
Poner en marcha la granja no fue sencillo. ¡°Era el trabajo de mis sue?os, pero yo soy urbanita y me resultaba impensable poder dedicarme a cultivar flores en el centro de una gran ciudad¡±, recuerda. Para su sorpresa y la de muchos, el clima fresco, lluvioso y las generosas horas de luz de Par¨ªs lo hicieron posible. ¡°Este trabajo no consiste en pasarme el d¨ªa en shorts vaqueros zascandileando entre las flores. Es una tarea dura. Los agricultores estamos condicionados por las estaciones y la luz del sol. Trabajo desde que amanece. En verano me levanto muy, muy temprano para poder faenar antes de que comience a apretar el calor, y en invierno me permito quedarme un rato m¨¢s en la cama¡±, sonr¨ªe.
La activista se ocupa del proyecto ella sola. Es la directora general y comercial, la contable, la responsable de recursos humanos, la jefa de ventas, la coordinadora de departamento¡ Y tambi¨¦n la agricultora que siembra, riega, abona y desbroza. ¡°No me siento sola en absoluto¡±, asegura. Sus flores, las especies espont¨¢neas, los insectos, los p¨¢jaros: ¡°Todos est¨¢n all¨ª, hay millones de seres acompa?¨¢ndome en la granja. Por eso nunca pongo m¨²sica mientras trabajo, prefiero escuchar el viento, las aves, el rumor de las plantas mecidas por el aire¡ Necesito percibir todos esos est¨ªmulos, no solo con la vista¡±.
Cultivar la paciencia
En Plein Air, Masami cultiva sin qu¨ªmicos m¨¢s de 200 especies de temporada perfectamente compatibles con el clima parisino. Vende su producci¨®n a florister¨ªas locales sostenibles y abastece la decoraci¨®n de eventos con motivaci¨®n ecol¨®gica, como el que una noche de mayo llen¨® de peon¨ªas, lupinos, lagurus y violetas la planta baja de un edificio Haussman en el barrio Le Marais de Par¨ªs para el lanzamiento de Flower Ikebana, la nueva fragancia de Kenzo. ¡°Las granjas industrializadas suelen centrarse como mucho en 10 especies. Las hay incluso que se especializan en una o dos para ser muy rentables¡±.
Rentabilidad y velocidad. Para Masami, aquella antigua vida en la que ten¨ªa que idear un prototipo de un bolso en media hora resulta impensable. ¡°Cuando cultivo semillas tengo que esperar tres, cuatro o hasta cinco a?os hasta lograr que una planta d¨¦ su primer capullo¡±. La exdise?adora se ha hecho adicta a las pausas. ¡°La mayor¨ªa de las plantas florecen una vez al a?o durante una semana, como m¨¢ximo dos, y despu¨¦s hay que esperar un a?o entero para volver a verlas florecer. Ver el primer capullo de una flor es como reencontrarse con un viejo amigo que hace tiempo que no ves. Me hace sentir afortunada¡±.
Su nueva profesi¨®n le permite vivir de un modo consciente, algo que valora a¨²n m¨¢s tras el confinamiento y dado el derrotero cada vez m¨¢s tecnificado de la vida moderna. No le ha hecho falta apuntarse a meditaci¨®n. ¡°El contacto con la tierra es esencial para mi salud mental. Desde que trabajo con plantas no tengo bajones emocionales. Cuando me siento mal vengo a la granja¡ y funciona. Se desencadena algo qu¨ªmico y a los 10 minutos estoy bien¡±. Sus ra¨ªces japonesas pueden tener algo que ver. ¡°En Jap¨®n la naturaleza es poderosa y, a veces, violenta. Hay terremotos, tsunamis y tifones, lo que empuja a la gente a estar siempre atenta a las se?ales que la tierra nos env¨ªa. Este trabajo me ha ense?ado a estar atenta: hay d¨ªas en los que llueve o hace mucho fr¨ªo; otros el calor es sofocante; puede incluso nevar¡ Esa faceta imprevisible e incontrolable me recuerda que la naturaleza es siempre m¨¢s fuerte y m¨¢s poderosa que el hombre¡±.
El universo sostenible y chic de las flores
Consciente del privilegio de disponer de un espacio asilvestrado en medio de la gran ciudad, Masami planea inaugurar un nuevo terreno de cultivo abierto al p¨²blico, donde se impartir¨¢n cursos de floricultura sostenible para formar a una nueva generaci¨®n de floristas. Este proyecto de granja-escuela mira simult¨¢neamente al pasado y al futuro con el deseo de redescubrir y preservar los m¨¦todos ancestrales y proponer pioneras soluciones de cultivo que respeten nuestro entorno.
¡°Par¨ªs es el universo de las flores¡±, escrib¨ªa en abril de 1965 en su diario el modisto Kenzo Takada, reci¨¦n instalado en la capital de la moda, ciudad donde pudo dar rienda suelta a una forma inimitable y po¨¦tica de entender el pr¨ºt-¨¤-porter. ¡°Las flores son muy chic. Hay algunas que jam¨¢s hab¨ªa visto en Tokio, como las an¨¦monas, las mimosas y muchas otras de las que no s¨¦ ni el nombre¡±. Todas ellas florecen en Plein Air.
Un chaparr¨®n de finales de primavera inunda la atm¨®sfera del barrio de Belleville de un reconfortante olor a tierra mojada. ¡°Nac¨ª en Par¨ªs y siempre he vivido en grandes ciudades¡±, dice Masami mientras arrecia la tormenta. ¡°Apenas tengo recuerdos de ni?ez en la naturaleza, salvo el aroma de la tierra cuando llueve. Cuando estoy en la granja regando los semilleros, respiro profundamente y me siento genial. No necesito nada m¨¢s¡±.