Antonio Alfaro, el jardinero de Lavapi¨¦s: ¡°Si te gusta la tierra, el ver crecer las plantas es algo que no tiene precio¡±
Este profesor de Historia de origen navarro recal¨® en uno de los barrios m¨¢s pintorescos de Madrid y decidi¨® colaborar con ¡®Esta es una plaza¡¯, un proyecto social que, en medio de un solar abandonado, plant¨® un vergel
Rodeado de campos y de familia de agricultores, el navarro Antonio Alfaro recal¨® en Madrid un buen d¨ªa. Nuevos horizontes suelen traer de regalo nuevas experiencias, y la rueda del tiempo llev¨® a este profesor jubilado a recalar en el barrio de Lavapi¨¦s, uno de los m¨¢s castizos de la ciudad. Hoy en sus calles desarrolla una de sus pasiones: el cultivo de las plantas. Con ellas, adorn¨® hace a?os unos alcorques que estaban abandonados. De all¨ª pas¨® a colaborar en el proyecto social Esta es una plaza. En este espacio abandonado, un solar en medio de las casas, brot¨® un vergel, un punto de encuentro con multitud de actividades. All¨ª, Alfaro dedica infinidad de horas a cultivar las plantas, siempre con una sonrisa. A fin de cuentas, ¨¦l es como un jard¨ªn: generoso, trabajador, un so?ador con los pies en la tierra. Las ciudades necesitan de los jardines, pero tambi¨¦n de personas como ¨¦l, que dan ejemplo con su acci¨®n diaria, cotidiana, desinteresada e incansable, lo opuesto a la palabrer¨ªa hueca y al ego¨ªsmo que, por desgracia, imperan en tantos ¨¢mbitos.
Pregunta. ?De d¨®nde proviene esta pasi¨®n por las plantas?
Respuesta. Mi familia es agr¨ªcola. Entonces, yo siempre me he dedicado al campo, a la par que a la ense?anza de Historia en institutos. Una parte de esa ense?anza era la Historia del Arte, que, por cierto, era una de las asignaturas que m¨¢s les gustaba a los alumnos.
P. Como profesor, ?cu¨¢l cree que es la clave para conectar con el alumnado?
R. Es una pregunta dif¨ªcil. Ser¨ªa importante la empat¨ªa o establecer el papel de cada uno, as¨ª como la exigencia. Esto parece sencillo, pero, hasta que no lo experimentas, no sabes si va a funcionar. A m¨ª, en general, me fue muy bien y disfrut¨¦ mucho ense?ando a miles de alumnos durante m¨¢s de 30 a?os de profesi¨®n.
P. Una de sus especialidades es el cultivo de los cactus y de otras plantas suculentas.
R. Un buen d¨ªa te regalan unos cactus, ves que crecen bien, que quedan bonitos, y de ah¨ª comenc¨¦ la afici¨®n por su cultivo. Los he ido plantando por todos sitios. Acab¨¦ afili¨¢ndome a Cacsuma, la Asociaci¨®n de Cactus y Suculentas de Madrid, que tambi¨¦n aporta cactus al jard¨ªn de Esta es una plaza.
P. Parte de esas plantas suculentas que cultiva han terminado creciendo en algunos alcorques del barrio de Lavapi¨¦s.
R. S¨ª, en la calle Santa Isabel. Una se?ora puso unas pocas plantas, pero los perros las destrozaron. Como estaba aburrido, un buen d¨ªa baj¨¦ a poner unas plantitas en el mismo sitio, principalmente cactus, que as¨ª no hay que andar reg¨¢ndolos. Ahora los vecinos y los comerciantes tambi¨¦n los cuidan y est¨¢n pendientes de que nadie los da?e. Pero hay mucho incivismo, mucho vandalismo, porque la gente roba las plantas. He perdido la cuenta del n¨²mero de plantas que habr¨¢n desaparecido. Pero tengo cabezoner¨ªa, y si me quitan una planta pongo otra nueva, incluso dos. De esta forma, se van manteniendo los alcorques. Estos espacios peque?os dan color a las calles.
P. ?Cu¨¢l es el origen del proyecto Esta es una plaza en el que colabora?
R. Hace 15 a?os, a trav¨¦s de un proyecto de La Casa Encendida, se cre¨® un jard¨ªn en este solar. A partir de ese momento, se present¨® este proyecto social y de trabajo con comunidades, que fue aprobado por el Ayuntamiento en 2008. El nombre hace referencia a las plazas de pueblo, donde la gente se relaciona, se conoce. En estos barrios, donde hay tanta poblaci¨®n, no hay un espacio verde, y este lugar cumple esa funci¨®n. Es un entorno agradable donde a la gente le gusta venir para encontrarse, cosa que no ocurre en otros sitios de Lavapi¨¦s. Esta es una plaza crea un v¨ªnculo no solo con los vecinos, sino tambi¨¦n con otra mucha gente que pasa por aqu¨ª, e incluso con personas del extranjero, que han o¨ªdo hablar de ella y vienen a conocer el proyecto.
P. Y el futuro de Esta es una plaza, ?hacia d¨®nde se encamina?
R. Lo veo muy negro, porque el Ayuntamiento lo ve como una zona de equipamiento, y no como un jard¨ªn vecinal, y podr¨ªa desaparecer, siempre contamos con esa incertidumbre. De momento, est¨¢ apostando por el proyecto. En Berl¨ªn, por ejemplo, el Ayuntamiento de la ciudad compra terrenos y los cede a los vecinos, convirtiendo zonas bald¨ªas en espacios dinamizadores de los barrios.
En poco menos de una hora, por la plaza han pasado cuatro grupos con muy distintas procedencias: de dos institutos, para explicar la cohesi¨®n que crean este tipo de iniciativas vecinales, as¨ª como para apreciar la huerta que all¨ª se cultiva; tambi¨¦n ha acudido un nutrido grupo de estudiantes estadounidenses, que han comparado este proyecto con algunos similares de la ciudad de Nueva York; por ¨²ltimo, un tour tur¨ªstico de la ciudad, que ense?a barrio a barrio, ha accedido a la plaza para presenciar c¨®mo es la vida en una comunidad vecinal, cristalizada en este jard¨ªn tan peculiar.
P. ?Qu¨¦ actividades se realizan en esta plaza ajardinada?
R. Aqu¨ª hay de todo, much¨ªsimas actividades. Desde el punto de vista social, se trae a personas con alguna problem¨¢tica. Por ejemplo, suelo trabajar con algunas de estas personas en el jard¨ªn, como chicos con autismo. Dentro de este ¨¢mbito f¨ªsico, lo que m¨¢s suele atraer es la huerta. Tambi¨¦n se reparte ropa, se arreglan las bicicletas a quienes no saben ir en bici o no pueden comprarla, o se acercan comunidades de distintas procedencias, como la magreb¨ª, cuyas mujeres vienen a pasar la tarde con sus hijos. Tambi¨¦n hay conciertos, presentaci¨®n de libros, se proyecta alguna pel¨ªcula en el verano, talleres de carpinter¨ªa, hay una ludoteca, hay biblioteca¡ Much¨ªsimas actividades, en resumen.
P. ?Cu¨¢l cree que es la receta para que un espacio de encuentro social funcione adecuadamente?
R. No existen recetas, pero, para m¨ª, es importante que la gente crea en el valor del espacio, m¨¢s que a nivel f¨ªsico, a nivel moral. Que este sea un lugar de encuentro y las personas lo vean como tal, eso crea un v¨ªnculo. Lo compruebo todos los d¨ªas por los comentarios de las personas que pasan por la plaza y vuelven.
P. ?Qu¨¦ dificultades suelen surgir en este tipo de proyectos?
R. El problema del tiempo. Vivimos acelerados, y hay muchas personas que quisieran participar m¨¢s, pero les es imposible. Tambi¨¦n hay que estar muy convencido del valor del proyecto para ser constante, el esfuerzo no tiene m¨¢s retribuci¨®n que la satisfacci¨®n del resultado social. Un espacio as¨ª, con tantos proyectos e implicaci¨®n, agota, y es dif¨ªcil implicarse a fondo. Por eso hay bastante rotaci¨®n de personas.
P. As¨ª que aqu¨ª hay lugar para que trabajen voluntarios.
R. Sin duda. Aqu¨ª vienen personas que ayudan durante una hora o dos horas. Eso s¨ª, me extra?a que la gente jubilada no venga. Har¨ªa un llamamiento a que la gente jubilada viniera a conocer este proyecto y que trabajara en ¨¦l, es una actividad f¨ªsica extraordinaria, y a nivel mental es muy relajante.
P. ?Qu¨¦ nos ense?a el jard¨ªn cuando lo cuidamos?
R. Si te gusta la tierra, el ver crecer las plantas es algo que no tiene precio. Veo c¨®mo disfrutan las personas que se acercan a trabajar en el jard¨ªn de la plaza, aunque sea por poco tiempo. El contacto con este trabajo, si as¨ª podemos llamarlo, da un gran placer.
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