Melia, cinamomo o ¨¢rbol del para¨ªso: pasado y presente de esta especie con aroma embriagador
Como buen ¨¢rbol de sombra es de crecimiento muy r¨¢pido y puede al alcanzar los 12 metros. Su flor es delicada y con mucha fragancia, y en invierno cientos y cientos de frutos ocres adornan sus copas. Originario de la India, posee una de las maderas m¨¢s bellas y estimadas
Estos d¨ªas, en muchos parques espa?oles se siente un aroma que navega directo a las pituitarias de los paseantes. Se deja sentir desde hace unas semanas en la mayor¨ªa de las ciudades. A la par, se aprecian las copas de unos ¨¢rboles con tonos lilas, como si un avezado pintor hubiera realizado un esfumado sobre sus verdes hojas, desdibujando sus contornos. Es la melia (Melia azedarach), que est¨¢ en plena floraci¨®n y arrebata el sentido del olfato con su fragancia con notas de violeta (Viola odorata) y de lila (Syringa vulgaris) y alg¨²n toque de fondo de jazm¨ªn (Jasminum spp.).
Una vez apreciada la est¨¦tica de conjunto, uno puede fijar la mirada en el detalle para disfrutar de una flor delicada, una escultura creada con cinco p¨¦talos blanquecinos con matices c¨¢rdenos. Ellos son la orla de un tubito que re¨²ne a los estambres, que asoman por su extremo, con sus anteras repletas de granos de polen amarillo claro, lo que genera un contraste muy atractivo con los tonos m¨¢s fr¨ªos que les rodean. Esta peque?a columna, coronada de min¨²sculos dientes, es de un precioso color p¨²rpura cuando la flor se abre, y va oscureciendo a medida que esta envejece, hasta rayar casi en el negro viol¨¢ceo poco antes de marchitarse. Es toda una obra maestra de las formas y de los colores, guarnecida por su aroma.
La melia es un ¨¢rbol de sombra de crecimiento muy r¨¢pido, si las condiciones se lo permiten, que alcanza f¨¢cilmente los 12 metros, pero que puede escalar hasta los 15, por lo que no suele convertirse en un gran ¨¢rbol. Sus hojas son caducas y se ti?en de amarillo al caer. Cuando llega la primavera, no ser¨¢ uno de los primeros ¨¢rboles en despertar y brotar, y esperar¨¢ a que otras especies lo hagan primero. Eso s¨ª, cuando llega el momento y las cr¨ªas volanderas de los mirlos se posan en sus ramas, lo da todo, y produce hojas y flores en un periquete, cubriendo sus otrora desvestidas ramas.
Como no pod¨ªa ser de otra forma para un ¨¢rbol coqueto, tambi¨¦n guarda algo de belleza en los meses invernales. Cual arbolillo de Navidad, toda su copa estar¨¢ entonces ornada por cientos y cientos de frutos ocres que destacan con la corteza oscura y que relumbran bajo el sol, gracias a su piel apenas brillante. Esta drupa encierra en su interior una estructura muy bella que cobija las semillas, surcada por varias costillas longitudinales. Por esa est¨¦tica, desde antiguo, se ensartaban con hilo para elaborar rosarios con ellas.
Para reproducir la melia se puede conseguir f¨¢cilmente a trav¨¦s de esas semillas que encierra cada fruto. En cuanto broten las hojas y las flores, los frutos caer¨¢n de forma progresiva, aunque son perezosos para tirarse al suelo y normalmente comparten las ramas con la nueva crecida. Sobre el pavimento pueden provocar alg¨²n resbal¨®n si no se limpian a tiempo, por lo que en muchas ocasiones se prefiere plantar la melia en los c¨¦spedes y en los caminos enarenados, donde no originar¨¢n este problema, al quedarse clavados en esas superficies en el caso de pisarlos.
Donde conocen bien a esta especie es en la India, as¨ª como en regiones adyacentes, de donde es originaria, aunque ha tenido un gran ¨¦xito al colonizar regiones tan distantes como las islas Gal¨¢pagos, lo que recuerda la imprescindible obra Flora ib¨¦rica. En el subcontinente indio dan una gran variedad de usos a este ¨¢rbol, e incluso en el Estado de Assam ¡ªtan al norte de la India que linda con But¨¢n¡ª, algunas tribus degustan sus flores como verdura, mezcladas con arroz. Parece que tienen un regusto amargo ¡ªaunque no es recomendable su consumo¡ª. De aquel vasto pa¨ªs recibe uno de sus nombres populares anglosajones, orgullo de la India. Los nombres vern¨¢culos espa?oles son de lo m¨¢s evocador, especialmente el de ¨¢rbol del para¨ªso, un nombre compartido con otro ¨¢rbol, Elaeagnus angustifolia. Esta coincidencia entre ambos tambi¨¦n se equipara en su origen, al ser los dos de procedencia oriental. Cinamomo, lila de China, lila de India¡ o los m¨¢s antiguos de acederaque y de agriaz son otros de sus apelativos.
Del fant¨¢stico libro Flora agr¨ªcola y forestal de al-Andalus se extrae el aprecio que se ten¨ªa por el cinamomo en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica, ya que son los propios ¨¢rabes los que lo introdujeron en Europa en ¨¦poca medieval. En aquellos d¨ªas era conocido como az¨¡darajt, que proceder¨ªa del hom¨®nimo t¨¦rmino persa, que significar¨ªa ¨¢rbol noble, al ser un ¨¢rbol sagrado en Persia. De ah¨ª tambi¨¦n nace el ep¨ªteto espec¨ªfico de su nombre cient¨ªfico actual, azedarach. Asimismo, este libro sobre la flora agr¨ªcola recoge de diversas fuentes los siguientes usos que se le daban, llenos de la poes¨ªa de aquellos tiempos pret¨¦ritos llenos de sapiencia campesina y jardinera: ¡°Es un ¨¢rbol de adorno en los huertos, en los que se planta cerca del pozo y del zafariche para que se refresque el agua con su sombra y sobre ellos se puedan armar parrales que resguarden del sol la maquinaria y el tiro de animales de las norias¡±.
Todav¨ªa quedan ecos ¨¢rabes ligados a la melia en la actualidad, y al lado de la puerta de Almod¨®var de C¨®rdoba se puede disfrutar de un ¨¢rbol del para¨ªso, que inunda con su aroma la muralla de la ciudad, tal y como hicieran otros ejemplares en siglos lejanos. De esos reflejos andalus¨ªes tambi¨¦n recogi¨® el testigo una melia ejemplar, si hacemos caso al testimonio del bot¨¢nico flamenco Carolus Clusius (1525-1609). As¨ª lo muestra el estupendo art¨ªculo del arquitecto Luis Ram¨®n-Laca, que relata los lugares que visit¨® Clusius en Espa?a y Portugal antes de 1575, y menciona una melia con especial admiraci¨®n: ¡°En ninguna parte vi este ¨¢rbol silvestre; sino en muchas huertas andaluzas, y tambi¨¦n a los lados de los caminos reales. Ninguno he visto mayor que el del Alc¨¢zar de Sevilla¡±.
El valor del ¨¢rbol del para¨ªso hoy contin¨²a en alza, al resistir tanto las heladas como las sequ¨ªas, los suelos pobres y alterados o el maltrato al que se somete al arbolado en las ciudades. Esta resistencia viene de su gen¨¦tica, al ser parte de una familia de buena reputaci¨®n, la de las meli¨¢ceas. Esta familia es la de la caoba (Swietenia macrophylla), una de las maderas m¨¢s bellas y estimadas, por su calidad y gran resistencia. Como este ¨¢rbol, el cinamomo comparte la calidad de su madera. Y si bien no tiene las excelentes cualidades de la caoba, s¨ª que es apreciada por su resistencia a la putrefacci¨®n y por su hermoso color. A esta misma familia tambi¨¦n pertenece el neem (Azadirachta indica), otro ¨¢rbol muy popular por la eficacia de algunos de sus compuestos como insecticida contra plagas en agricultura y jardiner¨ªa. Igualmente, la melia se utiliza desde antiguo para ello, y mataba los piojos de aquellas atribuladas cabezas que los sufr¨ªan. Jos¨¦ Quer as¨ª lo asevera en su Flora Espa?ola en la segunda mitad del siglo XVIII. Muchos estudios actuales tambi¨¦n avalan la eficacia de la pulpa de su fruto como insecticida.
Como se ve, la historia y la utilidad del cinamomo siguen vigentes, y basta un paseo a su sombra para comprobarlo. Ahora se puede recoger alguno de sus frutos para sembrarlo y perpetuar el noble bagaje junto al ser humano de este ¨¢rbol del para¨ªso.
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