La moda (sostenible) conquista Cartago
La 14? edici¨®n de la semana de la moda de T¨²nez busca hacer historia en la industria textil del pa¨ªs magreb¨ª, uno de los destinos clave para la producci¨®n en proximidad de las marcas europeas, aunando cultura, tradici¨®n artesanal y tecnolog¨ªa en favor del medio ambiente
Hay un extra?o ej¨¦rcito en la colina de Birsa, afanado en levantar su campamento. Aqu¨ª una carpa de producci¨®n, all¨ª una torre de luces y, m¨¢s all¨¢, habr¨¢ que hacerle sitio a patrocinadores y aliados comerciales con sus respectivos chiringuitos. Frente a las escaleras que descienden a la casa de An¨ªbal Barca (o lo que queda de ella), una imponente tienda de campa?a beduina cobija a un atribulado comando de estilistas, peluqueros, maquilladores y modelos. A Tassmin, de 24 a?os, las extremidades como juncos, se la rifan los fot¨®grafos, que no son pocos. L¨¢stima que esta tunecina resulte ¡°demasiado africana¡± a ojos del equipo de la agencia Elite, que anda tambi¨¦n por Cartago (T¨²nez) a la caza de nuevos rostros locales, candidatos a ganar su c¨¦lebre concurso internacional de maniqu¨ªes. Los turistas que deambulan estos d¨ªas por la monumental explanada, parte del complejo arqueol¨®gico declarado patrimonio mundial por la Unesco en 1979, no dan cr¨¦dito al espect¨¢culo. Est¨¢ visto que el emplazamiento de la vieja acr¨®polis fenicia de Cartago no hab¨ªa conocido semejante agitaci¨®n desde que los romanos no dejaran piedra sobre piedra. La guerra que da la moda.
En la Tunis Fashion Week, la pasarela la pone la historia, literalmente. El Teatro Municipal de T¨²nez, el museo del Bardo, el palacio muradita de la Abdellia, la casa museo del Bar¨®n d¡¯Erlanger o el anfiteatro de Cartago han servido de escenario a un montaje que, desde 2009, se ha afianzado como escaparate de la creaci¨®n ¨Dy, por extensi¨®n, la cultura¨D tunecina abierta al mundo. La 14? edici¨®n, celebrada entre 7 al 11 de junio, ha vuelto a defender las posiciones: un programa que da cancha por igual al arte (la exposici¨®n de los proyectos presentados para la restauraci¨®n del Museo Nacional de Cartago y la adyacente catedral de San Luis, a concluir en 2026) y a la moda (una quincena de marcas y dise?adores, en esta convocatoria), que la convierte en la primera pasarela del norte de ?frica, la m¨¢s importante en t¨¦rminos de mercado y repercusi¨®n. Un esfuerzo privado, sin ayuda p¨²blica alguna.
¡°El Gobierno solo destina fondos a las empresas con gran volumen de operaciones, sobre todo porque trabajan para fuera. Los peque?os y medianos creadores, como los que muestran aqu¨ª sus colecciones, est¨¢n abandonados a su suerte, ya no digamos los m¨¢s j¨®venes¡±, constata Anis Montacer, director/productor del show. La Tunis Fashion Week (TNFW) es el empe?o personal de este emprendedor de 46 a?os en su convencimiento del ¡°leg¨ªtimo regreso del made in T¨²nez¡±. Le avalan las cifras: despu¨¦s del turismo, la actividad textil es el segundo motor econ¨®mico del pa¨ªs, cuyo producto interior bruto le debe algo m¨¢s del 20%. Solo en el primer trimestre de este 2023, las exportaciones del sector ¨D160.000 trabajadores, la mayor¨ªa mujeres, empleados en 1.600 empresas¨D aumentaron un 14,6% con respecto al mismo periodo del a?o pasado, ingresando casi 800 millones de euros, seg¨²n datos del Ministerio de Industria y Energ¨ªa tunecino.
Considerado destino de proximidad, hace d¨¦cadas que firmas de todo tipo y alcance encontraron en la naci¨®n m¨¢s peque?a del Magreb una soluci¨®n de garant¨ªa para proveerse de materiales y confeccionar parte de su oferta. Francia, Alemania, Pa¨ªses Bajos, Dinamarca y Espa?a producen aqu¨ª, lencer¨ªa y ba?o por ejemplo (de Dior a Andr¨¦s Sard¨¢), y sobre todo prendas de denim. Especialidad tunecina desde los a?os setenta, muchos de los expertos en tejido vaquero del pa¨ªs han acabado en la mism¨ªsima Levi¡¯s. Con clientes como Diesel, Guess, Seven for All Mankind o Hugo Boss, la manufactura textil Sartex lidera el segmento con casi seis millones de piezas al a?o, que adem¨¢s produce de manera respetuosa con el medio ambiente, utilizando tecnolog¨ªa de impresi¨®n digital y modelado 3D que reducen el uso de colorantes, el gasto de agua y la huella de carbono que deja el ir y venir de mercanc¨ªas. Una pr¨¢ctica responsable que ha inspirado a Anis Montacer para crear su propia marca vaquera, lujosa y sostenible.
Outa echaba a andar el jueves sobre el empedrado de la antigua Cartago (a unos 17 kil¨®metros de la capital) con una colecci¨®n c¨¢psula realizada ¨ªntegramente con fibra de pl¨¢stico marino reciclado ¨Dindistinguible del denim a la vista, pero tambi¨¦n al tacto¨D, producida en Espa?a en colaboraci¨®n con Seaqual Initiative. Para la ocasi¨®n, los residuos utilizados se recogieron en las aguas ya no tan cristalinas de las Querquenes, archipi¨¦lago de la costa oriental tunecina. Y de su dise?o se ha encargado Maud Beneteau en calidad de directora creativa de la firma, aunque lo que luce no es tanto la est¨¦tica como la t¨¦cnica: la creadora parisina es una patronista excepcional, reclamada por Herm¨¨s, Louis Vuitton y la Maison Margiela de John Galliano. Experta adem¨¢s en piel, Hedi Slimane la mantuvo a su lado durante los cuatro a?os de su revoluci¨®n en Saint Laurent. De silueta casi minimalista, el exceso de ciertos detalles y accesorios tiene f¨¢cil explicaci¨®n: la mujer a la que va destinada.
En la deriva maximalista, hasta ostentosa, de la mayor¨ªa de las colecciones de esta TNFW se reconocen las ganas de apelar a Oriente Medio, un goloso mercado valorado en 55.000 millones de euros. Dise?adoras como Souraya Sahraoui (el nombre de su firma, Soltana, no llama a enga?o) y Mouna Ben Braham tienen ya mucha de su clientela repartida por los emiratos del golfo p¨¦rsico, donde triunfan esos vestidos preciosistas, de glamur/sensualidad retro, abrumadores en bordados, lentejuelas y brillos que recuerdan la habilidad y maestr¨ªa en las labores de hilo y aguja tunecinas. Las creaciones de Chems Eddine Mechri tambi¨¦n van por ah¨ª, pero este dise?ador prefiere reciclar suntuosos tejidos antiguos en las creaciones de N¨¦ ? Tunis (nacido en T¨²nez, en castellano), la marca de upcycling en la que lleva embarcado una d¨¦cada a mayor gloria artesana.
Mientras, los dise?adores m¨¢s j¨®venes miran a Occidente. En Calestis, Emna Gahbiche transita la frontera entre la alta costura del pr¨ºt-¨¤-porter de lujo (se form¨® en el taller parisi¨¦n de Alexandre Vauthier) con una moderna revisi¨®n de la dior¨ªsima silueta Bar, mientras Haroun Ghanmi, uno de los activos de la escena art¨ªstica de vanguardia local, se lo juega todo, o casi, a los vol¨²menes brutales de vinilo en tonos el¨¦ctricos. Aziz Ben Abdallah no desfila, pero se present¨® en los antiguos dominios de Dido ech¨¢ndole morro, pertrechado con algunos de los dram¨¢ticos modelos de la primera colecci¨®n de su proyecto, Nebulous, a ver si se hac¨ªa notar. ¡°Empec¨¦ de modelo a los 16 y como todo el mundo me dec¨ªa lo mucho que les gustaba mi estilo, decid¨ª llevarlo a mi propia marca¡±, cuenta, antes de rematar: ¡°Yo lo que quiero es llegar a Par¨ªs o Los ?ngeles¡±. Tiene 20 a?os, no poca ambici¨®n y el ejemplo de ilustres paisanos, como los desaparecidos Azzedine Ala?a (enterrado, por cierto, en la cercana Sidi Boud Said) y Max Azria. Ni tan mal.
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