Preparados para desastres por venir
El fin de las certezas clim¨¢ticas obliga a redise?ar la forma en la que construimos y dise?amos nuestras infraestructuras
Este verano, en las carreteras del oeste de Canad¨¢, se produjo un extra?o fen¨®meno. Manchas negras aparec¨ªan sobre el asfalto, manchas que deb¨ªan ser recubiertas para permitir la circulaci¨®n. Una ola de calor nunca vista antes en esa parte del mundo, con una temperatura del aire que super¨® en muchos puntos los 44 grados cent¨ªgrados ¡ªque eran muchos m¨¢s en el suelo de las rutas¡ª, estaba fundiendo el asfalto y obligando a brigadas de operarios p¨²blicos a revisar las construcciones en provincias enteras.
Las olas de calor han ocurrido siempre, como han ocurrido siempre huracanes, lluvias torrenciales, tormentas de nieve y otros fen¨®menos meteorol¨®gicos. Pero los gases de efecto invernadero en la atm¨®sfera han acelerado los procesos de cambio clim¨¢tico, y los periodos de retorno, las veces que se prev¨¦ que ocurra un fen¨®meno cada a?o o cada 100 a?os, ya no son las referencias que eran anta?o.
Las sociedades humanas se est¨¢n dando cuenta de que no solo mucha de su infraestructura ¡ªque, por definici¨®n, est¨¢ hecha para durar y pasar inadvertida¡ª estaba pensada para unas condiciones que ya no existen, sino que toda infraestructura que se ha de construir en el futuro se tendr¨¢ que mirar con las gafas de su resistencia a una meteorolog¨ªa m¨¢s variable. ¡°No solo est¨¢n movi¨¦ndose las temperaturas medias¡±, explica por tel¨¦fono Lola Vallejo, directora del programa clim¨¢tico del Instituto de Desarrollo Sostenible y Relaciones Internacionales (IDDRI, en sus siglas en franc¨¦s), ¡°sino tambi¨¦n los m¨¢rgenes de seguridad¡±.
Los puentes hundidos, los canales vac¨ªos y los tejados levantados solo son una parte de cualquier desastre clim¨¢tico. Como recuerda C¨¦sar Quevedo, director general de SENER Infrastructure, los da?os de un desastre no siempre son algo espectacular ni visible al ojo humano. ¡°Una cosa es el colapso y otra cosa es que quede fuera de servicio¡±. ¡°Los sistemas de infraestructuras son tan fuertes como el m¨¢s d¨¦bil de sus eslabones¡±, considera Vallejo. Y, como qued¨® demostrado en eventos hasta ahora extraordinarios como la tormenta Filomena, las consecuencias de un desastre sobre las infraestructuras tienen efectos incluso en las zonas no afectadas. Un estudio realizado por la OCDE sobre las potenciales consecuencias de una gran inundaci¨®n en Par¨ªs apunt¨® que mientras que las infraestructuras se llevar¨ªan entre un 30% y un 55% de los da?os, entre el 35% y el 85% de las p¨¦rdidas econ¨®micas ser¨ªan consecuencia de la disrupci¨®n del transporte y el abastecimiento el¨¦ctrico y no por la inundaci¨®n por s¨ª misma. Y no hablamos solo de puentes y edificios. Torres de transmisi¨®n el¨¦ctrica, cables de fibra ¨®ptica, centros de datos, todos son fundamentales para una sociedad moderna y todos son vulnerables.
?C¨®mo prepararse?
?C¨®mo debemos prepararnos para el desastre? La Convenci¨®n de Sendai, firmada en 2015 en la ciudad japonesa, enumera cuatro puntos necesarios para combatir las cat¨¢strofes que est¨¢n por venir. Y, seg¨²n recuerda Vallejo, ni siquiera el primero, identificar la existencia del problema, es un consenso universal. ¡°Ya estamos a un grado por encima del promedio de la era preindustrial. Y, a pesar de ello, a pesar de los estudios que hablan de los beneficios de prepararse, a¨²n no tenemos en cuenta, incluso en los pa¨ªses desarrollados, el cambio clim¨¢tico a la hora de pensar en las infraestructuras: no solo cuando las construimos, sino tambi¨¦n cuando las mantenemos. Hay muchos impactos posibles, y algunos operadores lo est¨¢n haciendo, pero por norma general, no¡±.
En los informes internacionales sobre los efectos clim¨¢ticos sobre las infraestructuras todo son condicionales. Sabemos que hay un cambio clim¨¢tico, pero, pese a que la ventana de oportunidad que la humanidad tiene se hace cada vez m¨¢s peque?a, ¡°a¨²n hay incertidumbre acerca de para qu¨¦ futuro clim¨¢tico estamos preparando¡±, en palabras de Vallejo. Y aun sabiendo que existe un problema, en muchos casos no se sabe con precisi¨®n id¨®nea d¨®nde y c¨®mo afecta a cada zona. ¡°Aunque se conoce perfectamente cu¨¢les son las zonas de riesgo por inundaci¨®n, por ejemplo, no se est¨¢ cumpliendo la ley del suelo en lo que ata?e a la elaboraci¨®n de buenas cartograf¨ªas de riesgo¡±, apunta Jorge Olcina, catedr¨¢tico de An¨¢lisis Geogr¨¢fico Regional en la Universidad de Alicante. ¡°Hay mucha permisividad por parte de las administraciones encargadas de la planificaci¨®n territorial en este tema. Y esto es un problema serio que vienen denunciando ge¨®grafos y ge¨®logos desde hace a?os¡±.
La soluci¨®n no es tan sencilla. ¡°Los mapas son documentos jur¨ªdicos¡±, recuerda Olcina. ¡°Para hacerse, necesitan profesionales que sepan trabajar el tema: ge¨®grafos, ge¨®logos, ambient¨®logos e ingenier¨ªa civil. Son profesionales que tienen detr¨¢s colegios profesionales que dan un aval profesional¡±. Una vez localizados los problemas, hay que responder construyendo en consecuencia. Afortunadamente, como explica Quevedo, ¡°hoy la ingenier¨ªa tiene m¨¢s herramientas que antes¡±. Anta?o, contin¨²a el director general de SENER Infrastructure, ¡°a la fuerza se le confrontaba con m¨¢s fuerza, hazlo m¨¢s grande, hazlo m¨¢s alto¡ Ahora contamos con otras cosas¡±.
Para empezar, la enorme cantidad de informaci¨®n a disposici¨®n de los gestores de infraestructuras, ¡°incluso si no tenemos en cuenta la inteligencia artificial¡±, explica Quevedo, que pone como ejemplo las planificaciones para evitar inundaciones. ¡°Si tienes una red de estaciones meteorol¨®gicas que te digan lo que est¨¢ pasando y, al mismo tiempo, tienes modelizadas las posibilidades, el modelo te arroja lo que puede ocurrir, te da alertas y alternativas, como, por ejemplo, soltar agua hoy de un embalse porque dentro de cuatro d¨ªas te viene una avenida¡±.
Es un ejemplo relevante, porque en el caso espa?ol el agua ¡ªsu falta y su sobra¡ªtiene el potencial de ser el efecto m¨¢s importante del cambio clim¨¢tico sobre las infraestructuras. Un ejemplo lo da la red de abastecimiento de aguas de Madrid: la falta de un gran r¨ªo o una fuente de agua importante en la capital convierte su sistema en uno de los m¨¢s complejos de Europa. Y, en su complejidad, est¨¢ su fragilidad, limitada adem¨¢s porque la creciente urbanizaci¨®n de las zonas de captaci¨®n de aguas limitan las potenciales respuestas. ¡°Nosotros no podr¨ªamos construir m¨¢s embalses¡±, apunta el consejero delegado del Canal de Isabel II, Pascual Fern¨¢ndez. ¡°Hay que hacer otra clase de gesti¨®n¡±. Si no se puede encontrar m¨¢s agua, habr¨¢ que guardar mejor la que hay, evitando p¨¦rdidas. ¡°Nosotros tenemos sectorizada la red¡±, apunta Fern¨¢ndez. ¡°Y actuamos con tecnolog¨ªa: detectores de ruido, fibra ¨®ptica, todo lo que sirva para encontrar las fugas¡±.
Pero no solo es necesario aprovechar el agua que llega por las buenas. Otra de las consecuencias del cambio clim¨¢tico es el aumento de los fen¨®menos de lluvias torrenciales. Un agua que no solo es capaz de destruir, sino que tambi¨¦n se pierde para usos posteriores. ¡°Es necesario mejorar los sistemas de alcantarillado en todas las ciudades y especialmente en las situadas en el litoral mediterr¨¢neo, puesto que es la regi¨®n de nuestro pa¨ªs que con m¨¢s intensidad est¨¢ notando ya los efectos del cambio clim¨¢tico¡±, explica Olcina. ¡°La porquer¨ªa que arrastran las primeras lluvias es muy contaminante, no la podemos echar a una depuradora sin m¨¢s¡±, explica Fern¨¢ndez. ¡°Tenemos que mezclarla con agua limpia para que se pueda procesar¡±.
No solo hay que pensar en la evitaci¨®n de desastres, sino tambi¨¦n en su respuesta, la inmediata (estar preparados para evitar los mayores da?os materiales y personales posibles). ¡°Construir resiliencia clim¨¢tica puede incluir un grupo de medidas de gesti¨®n, como nuevos calendarios de mantenimiento y gesti¨®n adaptativa para tener en cuenta las incertidumbres futuras¡±, apuntan desde la ?OCDE. ¡°Pero tambi¨¦n incluir medidas estructurales, como construir puentes m¨¢s altos para tener en cuenta el ascenso del nivel del mar o utilizar infraestructuras naturales, como proteger o mejorar los sistemas naturales de escorrent¨ªa¡±.
Toda planificaci¨®n ha de tener en cuenta una paradoja: construir infraestructuras para reducir los efectos del cambio clim¨¢tico tiene un impacto en emisiones ¡ªque, a su vez, tiene m¨¢s efectos en los fen¨®menos ambientales¡ª. Es decir, no basta con adaptarse; hay que mitigar los efectos de esa adaptaci¨®n. ¡°Hay que cuidar de ambos¡±, apunta Vallejo. ¡°No podemos invertir en soluciones que a su vez aumenten las emisiones¡±. La vulnerabilidad se mide por la sensibilidad (qu¨¦ riesgos clim¨¢ticos son relevantes para un determinado tipo de proyecto) y la exposici¨®n (qu¨¦ riesgos clim¨¢ticos son relevantes para un determinado tipo de lugar). En este ¨²ltimo hay que tener en cuenta el clima de ahora y el clima futuro¡±.
Reforzar la respuesta pol¨ªtica
Esto encaja con el segundo punto marcado en Sendai: reforzar la respuesta pol¨ªtica para gestionar los desastres. ¡°Har¨ªan falta cursos de habilitaci¨®n para los concejales de urbanismo¡±, considera Olcina. ¡°El ministerio deber¨ªa indicar qu¨¦ contenido deben tener. Los profesionales lo sabemos, pero no est¨¢ regulado t¨¦cnica o legalmente. Y, por ejemplo, la instrucci¨®n de construcci¨®n de carreteras de Espa?a no est¨¢ adaptada a las proyecciones de cambio clim¨¢tico¡±. ¡°Ya tenemos una ley de cambio clim¨¢tico; ahora hay que trasladarla a las normas t¨¦cnicas y a las leyes de rango inferior¡±, considera Quevedo. ¡°Al final, los ingenieros necesitamos una normativa y a¨²n estamos muy lejos¡±. ¡°El sector p¨²blico es muy importante por su capacidad de definir los est¨¢ndares¡±, apunta Vallejo.
Y no solo por eso. Una adaptaci¨®n ambiental tiene sus efectos en los costes, tanto de construcci¨®n como de mantenimiento. En su ¨²ltima serie de recomendaciones acerca de c¨®mo hacer las infraestructuras a prueba de cambio clim¨¢tico, la Comisi¨®n Europea insiste en que se cuantifique su coste en carbono con el fin de incluirlo en el impacto econ¨®mico.
O, dicho de otra manera, hay que incluirlo todo para saber cu¨¢l es el coste real ahora y a largo plazo, porque de lo que se trata es de construir bien ahora (y lo antes posible) para evitar gastar mucho m¨¢s en las d¨¦cadas que vendr¨¢n. El Banco Mundial afirm¨® en 2019 que el beneficio neto de invertir en infraestructura resiliente al cambio clim¨¢tico es de 4,2 billones de d¨®lares (3,6 billones de euros) durante toda su vida ¨²til. Eso, dice el banco, son cuatro d¨®lares de beneficio por cada d¨®lar invertido, pero aun as¨ª eso choca con el cortoplacismo y la taca?er¨ªa de muchos poderes, p¨²blicos y privados.
¡°Hay que tener en cuenta que cuanto m¨¢s altos los est¨¢ndares, m¨¢s caro resulta¡±, recuerda Vallejo. ¡°Es dif¨ªcil que los impactos graves del cambio clim¨¢tico esperados para las ¨²ltimas etapas de la vida ¨²til de los proyectos sean considerados por el contratista en la fase de dise?o salvo que el Gobierno as¨ª se lo exija¡±, apuntan desde la OCDE. ¡°La elecci¨®n de las tasas de amortizaci¨®n afectar¨¢ al peso que se le dar¨¢ a los potenciales impactos futuros con respecto a aquellos en el corto plazo. Para las colaboraciones p¨²blico-privadas, es importante aclarar la asignaci¨®n de responsabilidades con respecto al clima tanto en la planificaci¨®n como en la gesti¨®n y las respuestas¡±.
Las oportunidades en una Am¨¦rica en desarrollo?
Algunos de los ejemplos más espectaculares de infraestructuras diseñadas para prever catástrofes se encuentran en el mar del Norte. Tanto Holanda como el Reino Unido tienen grandes barreras para evitar que el nivel del mar los invada en caso de grandes temporales, infraestructuras cuyo uso va a aumentar. Sin embargo, los expertos apuntan a que ese no es necesariamente el futuro. “A veces las soluciones de baja tecnología dan mejor resultado”, recuerda Vallejo.
Un ejemplo se está viendo en Países Bajos, donde se está prefiriendo devolver a los ríos los espacios que se vuelven demasiado problemáticos para vigilar constantemente en lugar de reforzar diques o aumentar bombeos. Sin embargo, un documento publicado por el Banco Mundial en 2020 advierte de que se está innovando en soluciones de baja tecnología precisamente en los países desarrollados, y que poco de ella llega a los que realmente lo necesitan.
En América Latina, el número de desastres meteorológicos se ha ido incrementando progresivamente durante las últimas décadas. En 2015, la Comisión Económica de Naciones Unidas para América Latina y el Caribe (CEPAL) estimaba que el cambio climático provocará una pérdida entre el 1,5% y el 5% del PIB para 2050. Gran parte de esas caídas vendrían de los daños en las infraestructuras, especialmente las de transporte, y en particular, carreteras, que siguen siendo la principal vía de movimiento por la región.
Un informe compilado por la CEPAL estima que el añadir factores resilientes a la construcción de infraestructuras supondría un gasto de entre 2.500 y 13.000 millones de dólares, un 5% de lo invertido en el continente entre 2008 y 2018. Y alerta: “La introducción de mejoras en infraestructuras que ya se encuentran en operación sería considerablemente más onerosa y, posiblemente, no sería tan eficaz en la mitigación de los riesgos de disrupciones”.
Países como Colombia ya han creado fondos para impulsar esta clase de infraestructuras. Pero en su propia historia reside el riesgo —fueron creados en respuesta a catástrofes ambientales que ya han sucedido—.
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