Fuerza ciudadana contra la emergencia clim¨¢tica
Lejos de los esl¨®ganes y las promesas de los pol¨ªticos, y de las grandes empresas y sus intereses, las asambleas populares, impulsadas sobre todo por los j¨®venes, y el activismo ciudadano, viven un momento decisivo en la batalla que hay que dar d¨ªa a d¨ªa para poner freno a la crisis del calentamiento global
![Extra Medio Ambiente 05/06/22 Community hoisting globe with pulley](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/ROQONRSXCJG6HPP4EJ6EKK7GDI.jpg?auth=368ef49406bcbbadce1e8c595f2396d03a4919be542c64fd6006c7c2f0901470&width=414)
El calor es sofocante al igual que acumulan polvo las cortinas viejas y el fr¨ªo cristaliza el aire en los alveolos al caminar. Esto es la emergencia clim¨¢tica. Eso, y observar una pena. Hay bosques desde hace 300 millones de a?os, el hombre convive con este espacio, de tierra prestada, har¨¢ 300.000 a?os y es el hogar de 60.000 especies (de las cuales un tercio est¨¢ en riesgo de extinci¨®n). Una cuenta atr¨¢s. En los albores de la revoluci¨®n agr¨ªcola, hace 12.000 millones de a?os, hab¨ªa seis billones de ¨¢rboles, ahora arraigan ¨²nicamente la mitad y se pierden 15.000 millones cada a?o. El Foro Econ¨®mico Mundial se ha comprometido a replantar un bill¨®n durante 2030. Un bosque intacto y su sistema asociado est¨¢n valorados en 140 millones de euros, el doble que la Bolsa.
El gran problema es el tiempo. La reducci¨®n exige un compromiso a largo plazo y el ser humano lleva 400.000 generaciones preocupado por el presente. La escala ecol¨®gica supera la del hombre. El par¨®n de las emisiones de di¨®xido de carbono lo deben implantar personas que nunca ver¨¢n, durante su existencia, los resultados. Imaginar una luz verde al final de un embarcadero cuando a¨²n caen bombas en Europa. El futuro se dirige hacia las nuevas generaciones. Aunque hablan con una voz llena de desencanto. ¡°Los j¨®venes hemos heredado un planeta en extinci¨®n¡±, lanza Elsa Arnaiz, de 24 a?os, presidenta de Talento para el Futuro, una plataforma de miles de j¨®venes ¡ªcuenta la web¡ª que dedican su tiempo libre a luchar para tener un papel imprescindible en la construcci¨®n de una sociedad mejor. ¡°Resulta bastante complicado que cualquiera de nuestras acciones revierta todo el da?o causado¡±. De poco sirve la idea: lev¨¢ntame y sue?a. ¡°Da igual que movilicemos a miles de personas para que salgan a la calle si despu¨¦s las instituciones ni nos escuchan¡±, se queja Elsa Arnaiz.
En estas pisadas hay algunos ecos en la memoria del optimismo. Vivimos la exuberancia de plantar ¨¢rboles como m¨¢quinas de capturar di¨®xido de carbono. El presidente de Amazon, Jeff Bezos, ha comprometido 2.000 millones de d¨®lares (1.800 millones de euros) para recuperar los bosques; Canad¨¢ asegura que reintroducir¨¢ entre 2.000 millones y 3.000 millones en una d¨¦cada; Pakist¨¢n sumar¨¢ 10.000 millones tras el tsunami; Etiop¨ªa afirm¨® haber plantado en 2019 unos 350 millones en un d¨ªa, y la India, llegando a lo inaudito, plant¨® durante 2017 unos 66 millones de ¨¢rboles en 12 horas. Sin embargo, hoy, junto a China (cuyo proyecto de reforestaci¨®n, ?Grain for Green, tiene un presupuesto de 62.000 millones de euros para reducir un 45% la erosi¨®n del suelo entre los pr¨®ximos 10 y 15 a?os en la zona suroeste) y Singapur, es uno de los grandes quemadores de carb¨®n. Arde la realidad.
Plantar con cabeza
California lleva a?os abras¨¢ndose como cenizas en la hoguera de San Juan. En la sequ¨ªa extrema que afect¨® al motor tecnol¨®gico estadounidense entre 2011 y 2015 se perdieron 140.000 millones de ¨¢rboles. El ecosistema estatal ha pasado de ser un sumidero de carbono a expulsarlo. Los ¨¢rboles muertos o agonizantes vierten unos 600 millones de toneladas de CO2 a la atm¨®sfera. Supone el 10% del total, en ese periodo, de gases de efecto invernadero emitidos por el Estado.
Los ¨¢rboles pueden combatir este erial. Pero qui¨¦n se preocupa de c¨®mo estar¨¢n dentro de 10, 15 o 20 a?os. El Foro Econ¨®mico Mundial parece ignorarlo. Sin embargo, el optimismo ¡°de la azada¡± atraviesa ONG, instituciones p¨²blicas y empresas. Amazon destinar¨¢ 100 millones de d¨®lares (93 millones de euros) a Alemania, la tecnol¨®gica HP recuperar¨¢ 80.000 hect¨¢reas en China y Brasil, Nestl¨¦ se involucrar¨¢ en Costa de Marfil y Ghana. Incluso la petrolera y gasista Total?Energies quiere plantar 40.000 hect¨¢reas en la Rep¨²blica del Congo. Los c¨¢lculos de la compa?¨ªa francesa es que podr¨ªa eliminar de la atm¨®sfera m¨¢s de 10 millones de toneladas de di¨®xido de carbono en dos d¨¦cadas.
Aunque plantar por plantar puede aumentar el problema. Los ¨¢rboles no son la respuesta a la descarbonizaci¨®n. ¡°El ¨¢rbol adecuado en el lugar preciso mitiga el cambio clim¨¢tico, alivia la pobreza y conserva la biodiversidad¡±, reflexiona Paul Smith, secretario general de Conservaci¨®n de los Jardines Bot¨¢nicos Internacionales (Reino Unido). ¡°Sin embargo, muchos gobiernos, empresas y organizaciones no gubernamentales est¨¢n plantando ¨¢rboles equivocados en lugares err¨®neos, desplazando la biodiversidad y degradando los ecosistemas y la disponibilidad de agua¡±. Existen 60.000 especies en el mundo, pero el ser humano se empe?a en unos pocos cientos: eucaliptos, pinos, teca. Crecen r¨¢pido, se venden y vuelven el suelo bald¨ªo. ¡°Algunas compa?¨ªas parecen decir: mira cu¨¢ntos ¨¢rboles plantamos, mira lo verde que somos¡±, ironiza Paul Smith. Una grieta en el discurso. ¡°El cultivo de ¨¢rboles no sustituye la necesidad de reducir dr¨¢sticamente las emisiones de gases de efecto invernadero, que es lo que deben hacer las grandes firmas¡±, admite Karen Hall, profesora en el departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de California.
Los chicos lo saben y descubren con facilidad ¡ªavisa Elia Gonz¨¢lez, coordinadora de movilizaciones de Greenpeace Espa?a¡ª estos comportamientos de greenwashing. Vender una imagen irreal de sostenibilidad. A comienzos de mayo protestaban, por ejemplo, ante la central t¨¦rmica de Naturgy en M¨¢laga por su conexi¨®n con el gas ruso. ¡°Son j¨®venes m¨¢s comprometidos que la generaci¨®n de 1983, que es la m¨ªa¡±, describe la responsable. Llevan consigo un clima positivo. Pese a que resultar¨ªa f¨¢cil rendirse en un tiempo de esperanzas recortadas. ¡°No solo se nos tiene que escuchar, sino que debemos estar presentes all¨ª donde se toman las decisiones¡±, reivindica Elsa Arnaiz.
La sociedad civil parece anestesiada. Aunque a veces recobra el conocimiento al igual que un p¨²gil noqueado por un golpe perdido. La Abogac¨ªa del Estado tumbaba en marzo una demanda contra el Estado por ¡°inacci¨®n clim¨¢tica¡±. La promovieron varias ONG y expertos como Jos¨¦ Mar¨ªa Baldasano, catedr¨¢tico em¨¦rito de Ingenier¨ªa Ambiental de la Universidad Polit¨¦cnica de Catalu?a y consultor del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. El escrito sostiene que ¡°ninguno¡± de los informes presentados por los demandantes ¡°tiene el valor probatorio que se les atribuye¡±. ¡°Tal vez los letrados no han sentido las lluvias torrenciales. O no han visto los bosques arder. Pero los cient¨ªficos llevamos¡±, reflexiona Baldasano, ¡°dos d¨¦cadas advirti¨¦ndolo¡±. ¡°Si queremos una reducci¨®n de emisiones de gases de efecto invernadero anual del 7,6%, la aportaci¨®n de Espa?a tiene que ser mucho mayor que el 23% de reducci¨®n planteado respecto a 1990¡å, alerta el docente. Espa?a deja todo el esfuerzo ¡ªconseguir la neutralidad clim¨¢tica en 2050¡ª para el final. El fil¨®sofo Ortega y Gasset escribir¨ªa que pocas cosas hay tan espa?olas como ese ¡°ya lo haremos¡±.
Avances por la econom¨ªa
El avance, real, se siente en la econom¨ªa circular, el autoconsumo o la sostenibilidad. Sin embargo, est¨¢ m¨¢s relacionado con el ahorro econ¨®mico propio que con la preocupaci¨®n ambiental. Poco cambia. ¡°Repsol defender¨¢ un modelo de petr¨®leo, petr¨®leo y petr¨®leo hasta que pueda¡±, prev¨¦ Jos¨¦ Mar¨ªa Baldasano. ¡°Es cierto que Teresa Ribera [ministra para la Transici¨®n Ecol¨®gica y el Reto Demogr¨¢fico] est¨¢ haciendo un gran esfuerzo, pero le falta un punto de ambici¨®n¡±. Quiz¨¢ los n¨²meros cambien algo. Islandia posee la planta de captura de carbono m¨¢s grande del mundo. Absorbe 4.000 toneladas de CO2 al a?o. ?Mucho? Es casi la huella medioambiental del Torneo Conde de God¨® (Barcelona) de tenis de este a?o. Hasta Islandia anda lejos del cielo. Pero estas tecnolog¨ªas son esenciales. ¡°A corto plazo, al menos, ser¨¢ una soluci¨®n¡±, concreta Mariano Marzo, catedr¨¢tico em¨¦rito de Ciencias de la Tierra en la Universidad de Barcelona y consejero externo independiente de Repsol, ¡°para la supervivencia de industrias que, de otro modo, no podr¨¢n operar debido a la escalada de precios del CO2, con la p¨¦rdida de empleo y riqueza que supone¡±.
Queda la esperanza de volver a ese milagro dorado que es la juventud. En el colegio San Agust¨ªn de Calahorra (La Rioja) la conciencia medioambiental forma parte de su narrativa desde que los ni?os empiezan los estudios. Cada a?o eligen un tema relacionado con la naturaleza y trabajan un proyecto. Este curso, seis alumnos de 4? de la ESO pensaron: ¡°?Se podr¨¢ generar biocombustible a partir de la uva?¡±. Una pregunta inteligente en paisajes de horizontes y vi?as. Descubrieron que las pepitas pose¨ªan un porcentaje de aceite de entre el 8% y el 20%. Prensadas en fr¨ªo se puede extraer y producir combustible natural. ¡°Tambi¨¦n de la glicerina hemos conseguido biopl¨¢stico y estamos estudiando si resulta posible transformarlo en pl¨¢stico normal¡±, narra ?ngeles R¨ªos, profesora de Biolog¨ªa del centro. Las vides ¡ªGS Energy: uvas energ¨¦ticas para un futuro sostenible¡ª consiguieron uno de los premios de la cuarta edici¨®n del Certamen Tecnol¨®gico Efigy de la Fundaci¨®n Naturgy. ?Una firma de hidrocarburos verde? ¡°Ellos no ven la parte negativa, y s¨ª la positiva¡±, aclara la educadora.
Pero esto son solo pepitas de cambio. La sociedad tiene que participar de forma masiva. Las m¨¢scaras han sido derretidas por el calor. El presidente de Iberdrola, Ignacio S¨¢nchez Gal¨¢n, llam¨® en mayo ¡°tontos¡± a los 10 millones de ciudadanos que segu¨ªan con la tarifa regulada. Luego, claro, se disculp¨®. Un a?o antes, la el¨¦ctrica hab¨ªa vaciado pantanos. Sin disculpas. Los embalses (24 de mayo) est¨¢n al 50,12% de su capacidad (unos 28.133 hect¨®metros c¨²bicos). En la misma semana del a?o pasado superaban el 60%. No sobra agua, falta la participaci¨®n civil. ¡°En Espa?a y en otros pa¨ªses se ha hecho muy poco por la presi¨®n de los grandes lobbies el¨¦ctricos¡±, denuncia Fernando Valladares, doctor en Ciencias Biol¨®gicas por la Universidad Complutense de Madrid, ec¨®logo del CSIC y uno de los expertos que asesoran a la Asamblea Ciudadana para el Clima. Un grupo creado en 2021, con unos 100 miembros, elegidos al azar, que representan diversos niveles econ¨®micos, sociales, culturales. Una geograf¨ªa del pa¨ªs poco conocida. Su idea es concretar una serie de propuestas que alcancen los niveles de decisi¨®n pol¨ªtica. Yerran quienes debilitan la influencia de la gente. Una movilizaci¨®n de la calle consigui¨® que 500.000 firmas levantaran la voz contra la destrucci¨®n del mar Menor.
Leyes ¨²tiles de verdad
El ¨¦xito quiz¨¢ sea reducido, ?o no? En el caso de la Asamblea Francesa del Clima llegaron a la legislaci¨®n un 8% de las iniciativas. ¡°Al Gobierno le tiembla el pulso. Tardamos 10 a?os en promover una ley del cambio clim¨¢tico¡±, matiza el bi¨®logo. Aunque hay retrasos sorprendentes. La avanzada Suecia carece de un marco jur¨ªdico para converger con el Acuerdo de Par¨ªs. ¡°No vemos un final, y no ser¨¢ feliz; hay que cambiar de rumbo porque nunca, en toda la historia espa?ola, se hab¨ªa notado tanto la crisis clim¨¢tica¡±, advierte. Es tiempo de reclutar a la sociedad. Una asamblea ciudadana logr¨® el aborto legal en Irlanda, otra en Australia prohibi¨® la importaci¨®n de combustible nuclear e Islandia reform¨® en profundidad su Constituci¨®n. Grupos influyentes del estilo de Scientist Rebellion muestran que todav¨ªa es posible la democracia participativa.
Un buen comienzo hacia esa nueva ¨¢gora civil ser¨ªa la salida de Espa?a del Tratado de la Carta de la Energ¨ªa (TCE), que protege las inversiones en combustibles f¨®siles y permite que los pa¨ªses sean demandados ante tribunales privados por empresas energ¨¦ticas. ¡°Es un cheque en blanco a estas compa?¨ªas¡± y ya hemos visto su uso, ahonda Fernando Valladares. Caminamos la era del hombre; es su tiempo. ¡°Cada persona debe tomar conciencia y hacer su propia reflexi¨®n de qu¨¦ forma puede contribuir a combatir el cambio clim¨¢tico¡±, aconseja un portavoz de la mallorquina Trueworld, un grupo de cient¨ªficos, comunicadores e investigadores que luchan contra la crisis del clima. Hablan ¡ªsi se los escucha¡ª de buenas pr¨¢cticas ambientales. Consumo responsable de recursos energ¨¦ticos e h¨ªdricos, comprar art¨ªculos locales o de kil¨®metro cero, alargar la vida de los productos o dar una segunda oportunidad a ropa, zapatos, electrodom¨¦sticos. Los ciudadanos son la voz del clima porque saben que no vamos hacia un mundo que reparte estrellas a mariposas fortuitas.
Una sonrisa desde el lejano sol
Colgado en el espinazo de la noche, el sol flota sobre el frío cosmos. A una distancia de 15.000 millones de kilómetros, es un aliado de España y sonríe. Nos regala unas 2.500 horas de su energía anuales durante 300 días. Quizá con su brillo esté orientando el camino en este nuevo universo, al igual que los marineros se guiaban por la estrella polar. Es lo que cree Ship2Fair, una empresa que ha galardonado la Fundación del Pino por su aportación al Objetivo de Desarrollo Sostenible 7 (energía asequible y no contaminante) de las Naciones Unidas. El propósito es utilizar la solar térmica (de 80 ºC a 250 ºC) con el fin de descarbonizar la industria agroalimentaria. “La singularidad de nuestra tecnología”, describe Miguel Zarzuela, gestor de proyectos, “es que permite producir vapor directamente para uso industrial, y no solo calienta agua por debajo de 100 ºC como ocurre en el caso de la termosolar convencional”. Ese vapor no empaña las soluciones. En fermentación y estabilización del vino ya las aplican, por ejemplo, las Bodegas Roda (España) o la refinadora de azúcar Grupo RAR (Portugal). Hay un tiempo de sembrar, hay un tiempo de recoger.
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