Una receta f¨¢cil de pollo frito legendaria
Si no compro m¨¢s a menudo pollo del Kentucky en Espa?a es porque aqu¨ª la misma franquicia no lo hace tan rico como en Inglaterra, donde lo prob¨¦ por primera vez. Que cuando uno come casero y mira de cuidarse, renunciar a darse, de vez en cuando, un capricho no tiene ning¨²n sentido
¡°?T¨²! ?Que sales por la tele! ?D¨®nde vas con una bolsa del Kentucky! ?Eh! ?T¨²! ?No puedes ir con eso!¡±
Un minuto tard¨¦ en recorrer, cargando una bolsa llena a reventar en cada mano, el trayecto que atraviesa el aparcamiento y va de la puerta del supermercado a mi coche. Un minuto estuvo el energ¨²meno gritando a pleno pulm¨®n, a veinte metros de m¨ª, desde una mesita de la terraza de la cafeter¨ªa del ¨¢rea de servicio, fum¨¢ndose un cigarrillo. Al llegar al coche me qued¨¦ de pie, quieta, con la mano en la manecilla, unos segundos, cansada.
Me vi acerc¨¢ndome a ¨¦l con paso firme y, contenida, preguntarle si con mi realidad, con mi existencia concreta y tangible, hab¨ªa mancillado la idea que se hubiese podido formar de m¨ª tras verme un par de veces en la tele, y si le deb¨ªa algo por las molestias.
Me imagin¨¦ explic¨¢ndole, de paso, que ni grandes haza?as ni proezas. Que a m¨ª lo que me hace envanecerme de estupendismo y, de paso, sentirme una adulta funcional son cosas como merendar sentada, guardar lo que queda del arroz en un tarro de cristal en vez de dejar el paquete empezado arrugado y cerrado de cualquier manera en el armario, o acordarme de pillar un par de bolsas de La-Gran-Bolsa-de-bolsas-para-aprovechar que tengo colgando detr¨¢s de la puerta de la cocina antes de salir de casa para ir a comprar.
Fantase¨¦ con contarle que en mi casa, cada a?o, tenemos s¨®lo dos fechas marcadas en el rojo que le corresponde a todo lo que es sagrado en el calendario: la ma?ana de Reyes y la noche de Eurovisi¨®n, y que la noche de Eurovisi¨®n se celebra mediante el ritual ancestral de llenar la casa de amigos, hacer apuestas absurdas sobre posiciones y puntuaciones, zarandear pompones y banderitas, cantar como si nos fuera la vida en ello, imitar coreograf¨ªas, aplaudir llamaradas y compartir una fuente rebosante de pollo frito cocinado en casa seg¨²n mi receta legendaria. Pero este a?o el trabajo me devor¨®, los compromisos me pasaron por encima como un reba?o de cabras, y en reuni¨®n de urgencia con el amado c¨®nclave de sabios que forman mis amigos, decidimos que no pasaba nada, y que ir¨ªamos a comprar pollo al Kentucky y santas pascuas. Disfrutar¨ªamos igual, porque lo importante era estar juntos y que hubiera pollo. Lo compr¨¦ y lo tune¨¦ en mi cocina con mi combinaci¨®n secreta de especias. Me guard¨¦ la espinita de la eliminaci¨®n de Polonia en semifinales en el coraz¨®n, y las bolsas de papel del pedido en La-Gran-Bolsa-de-bolsas-para-aprovechar. Esas eran mis bolsas.
Le hubiese dicho que si no compro m¨¢s a menudo pollo del Kentucky en Espa?a es porque aqu¨ª la misma franquicia no lo hace tan rico como en Inglaterra, donde lo prob¨¦ por primera vez. Que cuando uno come casero y mira de cuidarse, renunciar a darse, de vez en cuando, un capricho no tiene ning¨²n sentido. Que toda la informaci¨®n que tenemos sobre alimentaci¨®n nos tiene que servir para tener m¨¢s opciones, para poder elegir m¨¢s sabiamente, para estar m¨¢s sanos, sentir menos dolor, y ser m¨¢s felices, por encima de todo. M¨¢s libres: no menos. Pero que lejos de eso, los humanos parecemos empecinados en usar la informaci¨®n para fiscalizar al pr¨®jimo, buscarle la paja en el ojo, corregirlo. Como todo el mundo sabe, un kit de supervivencia debe incluir una baraja de naipes. Si alguna vez un intr¨¦pido explorador se encontrase perdido, lo ¨²nico que tendr¨ªa que hacer es sentarse en el suelo en un claro a jugar al solitario. Al poco tiempo aparecer¨ªa alguien para indicarle que ¡°esa carta no va ah¨ª, sino all¨ª¡±.
Respir¨¦ hondo, abr¨ª la puerta, arranqu¨¦ y me fui.
Por si me lee, extra?o an¨®nimo, aqu¨ª le dejo mi receta de pollo frito. Pru¨¦bela en casa un d¨ªa. Le har¨¢ feliz. Bien ejecutada, le da mil vueltas a cualquier ultraprocesado de franquicia.
En un bol, mezcle una cucharada sopera de las siguientes hierbas y especias: sal, tomillo, albahaca, or¨¦gano, sal de apio, pimienta negra y mostaza seca. A?ada cuatro de piment¨®n, dos de sal de ajo, una de jengibre molido y tres de pimienta blanca. ?chele dos tazas grandes de harina y m¨¦zclelo bien. Reserve la mitad de este polvo m¨¢gico en otro cuenco, bien tapado.
Al primer bol a?ada agua a ojo hasta conseguir la consistencia de una crema espesa. En esta pastita, aromatizante e hidratante, reposar¨¢ un pollo cortado a trozos m¨¢s bien peque?os un d¨ªa entero, bien tapado, en la nevera.
Al d¨ªa siguiente, recupere el cuenco del pollo y el de la mitad de la mezcla inicial de harina y especias en seco. Con la ayuda de un par de tenedores, vaya rescatando los pedazos de pollo de la marinada y, sin escurrir, esto es importante, p¨¢selos directamente por los polvos m¨¢gicos. La mezcla del l¨ªquido de maceraci¨®n con la harina con especias en seco dar¨¢ la gruesa capa s¨²per crujiente que buscamos en el acabado de este fast food.
De ah¨ª, el pollo ir¨¢ directamente a zambullirse en aceite bien caliente por inmersi¨®n total. Controle el fuego para conseguir que la carne se cocine completamente del interior sin tostarse demasiado. Una vez frito, deje reposar el pollo en papel absorbente antes de pasarlo a una fuente enorme y proceder a comerlo con las manos.
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