La comida ecol¨®gica, ese supuesto lujo para pijos
Defensores de lo ecol¨®gico, preparad los lanza-melones b¨ªo. Detractores, arm¨¢os de pistolas de pesticidas. La publicaci¨®n de un estudio de la Universidad de Stanford, que niega la superioridad nutricional de la comida org¨¢nica frente a la convencional, ha desatado una nueva batalla entre los que prefieren los productos con menos qu¨ªmica y los que consideran tal preferencia como una monumental chorrada.
No es la primera vez que estudios de este tipo ponen en cuesti¨®n las virtudes de la comida ecol¨®gica con similares argumentos. En 2009 ya hubo otro rifirrafe despu¨¦s de que la British Food Standard Agency diera a conocer un informe que conclu¨ªa que una dieta ecol¨®gica no resultaba m¨¢s beneficiosa para la salud que una normal. Hay quien sugiere que los informes obedecen a oscuros intereses de la industria de tratamientos fitosanitarios, fertilizantes y semillas transg¨¦nicas, aunque yo, que soy un poco c¨¢ndido, prefiero no caer en lo conspiranoico y confiar en las buenas pr¨¢cticas de unas instituciones a priori bastante serias.
Personalmente, el informe de Stanford ha cambiado m¨¢s bien poco mi percepci¨®n del asunto. Para m¨ª, la nutrici¨®n no es un factor fundamental a la hora de elegir entre un alimento ecol¨®gico y otro que no lo es. Si alguna vez compro un tomate, un litro de leche o una chuleta b¨ªo no es porque asuma que contiene m¨¢s vitaminas o minerales, sino porque
a) trato de meterme en el cuerpo menos pesticidas, fertilizantes qu¨ªmicos, hormonas o antibi¨®ticos -algo que el informe s¨ª reconoce como ventaja-,
b) creo que le hago un peque?o favor al medio ambiente y promuevo un trato digno a los animales, y
c) tengo la esperanza de que sepa bien al haber sido cultivado o producido de una manera m¨¢s tradicional. Aunque siendo sincero, he de reconocer que m¨¢s de una hortaliza ecol¨®gica me ha decepcionado en este ¨²ltimo apartado, en el que me da la sensaci¨®n de que otras cuestiones -variedades, maduraci¨®n, frescura- son bastante m¨¢s decisivas que el factor eco.
Lo que me sorprende es la virulencia con la que algunos detractores de la comida ecol¨®gica atacan a las personas que la defienden, tach¨¢ndolos de pijo-progres y esnobs que se permiten el lujo de pontificar desde su posici¨®n econ¨®mica privilegiada. El ¨²ltimo en sumarse a ese discurso es el chef brit¨¢nico Marco Pierre White, que se ha quedado a gusto tras publicar un art¨ªculo sobre el tema en el diario Daily Mail. En ¨¦l arremete contra cocineros como Jaime Oliver o Hugh Fearnley-Whittingstall, a los que denomina "la altanera mafia org¨¢nica" y acusa de promover una especie de clasismo alimentario que distingue entre ricos compradores de productos b¨ªo y pobres humillados ante la imposibilidad de acceder a ellos.
"Si la industria entera se volviera ecol¨®gica, no podr¨ªamos alimentarnos", escribe. "?Cu¨¢l ser¨ªa el precio del pan? ?Y de los huevos? ?Y de las galletas o la mayonesa hecha con esos huevos? [...] El pollo ser¨ªa un art¨ªculo de lujo. La idea de que algo tan simple -y nutritivo- como un pollo deber¨ªa negarse a las familias con pocos recursos es francamente aterradora".
En esta misma l¨ªnea se manifiestan te¨®ricos como Bjorn Lomborg, autor del libro El ecologista esc¨¦ptico. Lomborg reconoce que evitar los pesticidas podr¨ªa reducir hasta un 20% de las muertes por c¨¢ncer en EEUU. Pero a?ade que, de imponerse, el alto coste de los productos ecol¨®gicos -entre un 10 y un 174% m¨¢s- reducir¨ªa el consumo de frutas y verduras, lo que tendr¨ªa unas consecuencias a¨²n peores para la salud de los ciudadanos con menor poder econ¨®mico. El campe¨®n anti-eco en Espa?a es el profesor Jos¨¦ Miguel Mulet, que en su blog Los productos naturales, ?vaya timo! insiste en que la agricultura ecol¨®gica es poco eficiente, minoritaria y "muy pija".
Que la comida ecol¨®gica que llega a nuestras tiendas es m¨¢s cara es un hecho incuestionable. Y hasta cierto punto l¨®gico, porque hoy por hoy es m¨¢s costoso producirla. Es razonable que si est¨¢s a la cuarta pregunta, prescindas de ella, y desde luego no creo que te debas sentir culpable si no te alcanza el dinero para comer pollo criado en libertad y alimentado con ma¨ªz cultivado sin pesticidas.
Sin embargo, no est¨¢ tan claro que la agricultura sostenible sea incapaz de alimentar a la Humanidad: expertos e instituciones como la ONU comienzan a verla como una v¨ªa que a la larga puede ser m¨¢s productiva que la industrial, y m¨¢s eficaz a la hora de combatir las desigualdades.
Considerar los productos b¨ªo como un capricho lava-conciencias para pijos me parece tan injusto como creerte superior por consumirlos. Si eres tan afortunado de tener el dinero suficiente para comprarlos y los consigues de buena calidad, resulta coherente seguir apostando por ellos. La demanda hace que los productores y distribuidores ampl¨ªen la oferta, y siempre ser¨¢ bueno para el medio ambiente que esta manera de proceder se extienda. Adem¨¢s, un mayor inter¨¦s de los consumidores deber¨ªa llevar a las autoridades a promover y facilitar la producci¨®n ecol¨®gica (si es que las autoridades tienen alg¨²n tipo de sensibilidad hacia estos asuntos, claro).
Por otro lado, creo que gracias a la tecnolog¨ªa cada vez es m¨¢s f¨¢cil acceder a este tipo de comida a un coste razonable. Internet permite el contacto directo entre el consumidor y los productores, y la actual variedad de webs que venden cestas ecol¨®gicas a domicilio entre las que elegir era impensable hace apenas unos a?os. M¨¢s competencia y menos intermediarios, igual m¨¢s oportunidades de encontrar buenos precios.
En lo que s¨ª coincido con los anti-organic es en que a veces el furor por lo ecol¨®gico puede llegar a excesos rid¨ªculos. Pienso en esas personas que creen que se van a morir por comer alimentos convencionales o en esas actrices norteamericanas que evangelizan sobre lo org¨¢nico desde sus mansiones de Hollywood. No olvidemos que existen productos fant¨¢sticos que no cuentan con el sello de agricultura o ganader¨ªa ecol¨®gica, entre otras cosas por lo caro que resulta obtenerlo. Que la proximidad es tan importante (?o m¨¢s?) que dichos sellos. Y que "ecol¨®gico" no es necesariamente sin¨®nimo de "saludable": hablo de los refrescos u otros productos procesados blanqueados, o m¨¢s bien reverdecidos, con la etiqueta b¨ªo.
"?Es USDA Organic, Organ-Organic o Portland Organic?": ecofreaks en la serie 'Portlandia'.
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