La invasi¨®n del t¨¦ con bolitas
2010 fue el a?o de los cupcakes. 2012, el del yogur helado. ?Qu¨¦ moda de capricho dulce/ callejero arraigar¨¢ y explotar¨¢ en 2013, para cansarnos posiblemente en 2015? Mi apuesta personal es el bubble tea, un invento taiwan¨¦s que ha empezado a asomar la cabeza en nuestras grandes ciudades, y que si nuestra galopada hacia el Tercer Mundo no lo impide, se extender¨¢ pronto por todo el pa¨ªs.
Contra lo que su nombre parece anunciar, el bubble tea no contiene burbujas. Se trata de un batido de t¨¦ con leche o frutas al que se le a?aden unas bolitas de tapioca, un almid¨®n extra¨ªdo de la yuca. Se suele servir en vasos grandes de pl¨¢stico o cristal, y se toma con unas pajas gruesas de calibre 38 que permiten aspirar las perlas junto al l¨ªquido. A partir del modelo original, elaborado con t¨¦ negro, leche condensada y sirope, han surgido infinitas variantes fr¨ªas y calientes, con helado, miel, chocolate o bolas de gelatinas de diferentes sabores.
?Una guarrerida? Como en cualquier alimento, depende. En el mundo del boba (tambi¨¦n se conoce por ese nombre) hay de todo, desde cuidadas versiones artesanales elaboradas con t¨¦s de calidad, fruta fresca y tapiocas ecol¨®gicas, hasta hipergluc¨¦micos bebedizos de colorines s¨®lo aptos para adolescentes que toleren bien el contacto con la radioactividad. Pero en su forma m¨¢s noble, no s¨®lo est¨¢ bastante bueno, sino que puede constituir una merienda razonablemente sana y completa.
El t¨¦ de bolitas naci¨® en los ¨²ltimos ochenta en Taiw¨¢n, isla en la que diferentes negocios reclaman su paternidad. Lo inventara quien lo inventara, fue un exitazo entre los j¨®venes, posiblemente atra¨ªdos por su est¨¦tica pop y las m¨²ltiples opciones en sabores que ofrec¨ªa. El consumo se extendi¨® con rapidez por otros pa¨ªses de Asia y por Norteam¨¦rica en los noventa, pero en Europa no se empez¨® a difundir hasta finales de la d¨¦cada pasada, cuando cadenas taiwanesas como Possmei y Bobo¡¯q abrieron en Berl¨ªn.
"Hay art¨ªculos que hablan de que s¨®lo en esa ciudad se abr¨ªa una tienda por semana durante a?o y medio", cuenta Toni Romero, de la ?teter¨ªa? Bubbolitas de Barcelona. "La moda pas¨® de all¨ª a Alemania, y de Alemania, al resto de Europa. Pero antes, buscar bubble tea en Europa era sin¨®nimo de perderse en los barrios chinos de las capitales europeas sabiendo que era tarea casi imposible encontrarlo, y mucho m¨¢s improbable a¨²n encontrarlo bien preparado".
T¨¦s, frutas, bolitas y tapioca del Bubbolitas. / EL COMIDISTA
Entrada del Bobibar, en Barcelona. / EL COMIDISTA
Bubbolitas abri¨® en Par¨ªs en agosto de 2009, y tres a?os y medio despu¨¦s ha aterrizado en Espa?a casi a la vez que otros negocios como Bobibar o Yumcha en Barcelona, OQ o Crazy Tea en Madrid e InfraganTea en Valencia (s¨ª, los nombres chuscos parecen otra se?a de identidad de este fen¨®meno). Su propuesta quiere distinguirse por un acercamiento artesanal a los t¨¦s de bolitas, que al menos por el aspecto de los que he visto, tienden por lo general al mundo quimicefa.
"?ste ser¨¢ sin duda el a?o del bubble tea: s¨®lo en Barcelona ya est¨¢ confirmada la apertura de tres tiendas m¨¢s", explica Romero. "Pero seguramente la calidad del producto ser¨¢ dudosa. Somos pocos los que basamos nuestro proyecto en la calidad de la bebida y no en un bussiness plan de expansi¨®n por el territorio a base de marketing y comunicaci¨®n, olvidando lo m¨¢s importante. Como no es lo mismo una hamburguesa de McDonald¡¯s que una buena hamburguesa, no puede ser lo mismo un bubble tea hecho con t¨¦ en polvo, leche en polvo y popping boba (bolitas artificiales que explotan) que un rico batido de t¨¦ negro, leche fresca y fruta".
?Triunfar¨¢ esta bebida en Espa?a, sea en su versi¨®n natural o en la industrial? Por ahora, las tiendas de Barcelona parecen m¨¢s pobladas por jovencitos orientales y guiris europeos que por nativos. Imagino que nos costar¨¢ empezar a pisarlas, porque no somos un pa¨ªs ni masivamente aficionado al t¨¦ ni demasiado acostumbrado a la tapioca, un producto que en casa de mis padres se asociaba a la posguerra. Pero la llegada del calor, la aparici¨®n de nuevas bubbleteter¨ªas y el atractivo visual del producto pueden cambiar r¨¢pido las cosas, y el d¨ªa menos pensado quiz¨¢ nos veamos con tubo en la boca y masticando bolitas.
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