Los Wallapop de la comida casera
?Comprar¨ªas las lentejas guisadas que le han sobrado a tu vecino? ?Cenar¨ªas en casa de un desconocido? Pasamos revista a las nuevas aplicaciones que llevan la econom¨ªa colaborativa a tu mesa.
?Record¨¢is aquello de cuando te quedabas con el hijo de tu vecino del segundo mientras iba a hacer unos recados, en su casa te cos¨ªan unos pantalones rotos -porque t¨² con la aguja antes te sacas un ojo que dar una puntada a derechas- y los del tercero os bajaban a las dos unas rosquillas "porque nos hemos pasado y ahora a ver qui¨¦n se come esto, que adem¨¢s engorda una barbaridad"? Pues el siglo XXI, que es muy de abofetearte con un concepto nuevo cada 2 horas para que no bajes la guardia, le ha puesto de nombre 'econom¨ªa colaborativa' o 'consumo colaborativo'.
As¨ª llaman a la ¡°interacci¨®n entre dos o m¨¢s sujetos, a trav¨¦s de medios digitalizados o no, que satisface una necesidad real o potencial, a una o m¨¢s personas¡±. O sea, lo mismo de antes pero que, adem¨¢s de entre amigos y vecinos, puede darse con toda la gente que cabe en una plataforma digital -en forma de aplicaci¨®n o de p¨¢gina web- y apuesta por un cambio en los h¨¢bitos de consumo y nuevas maneras de intercambiar habilidades y/o sacarse unos eurillos (pero sin af¨¢n de lucrarse ni sablar a nadie, todo muy moderado).
Plataformas como Wallapop para la compra y venta de todo tipo de objetos en persona, Chicfy -m¨¢s conocida como ¡°claro que s¨ª, guapi¡±-, en moda y complementos o la controvertida Airbnb se han convertido en estandartes de este movimiento, que aunque ya lleva tiempo ofreciendo comidas y cenas en casas particulares -EatWith o VizEat son los dos ejemplos m¨¢s conocidos- ha tardado un poco m¨¢s en aparecer en el negocio de la cocina casera.
?C?MO FUNCIONAN?
La idea original de aplicaciones como Gustoo, Chefly o Just Cook It, o p¨¢ginas web como CompartoPlato es la de poder "compartir" la comida que has preparado y no vas a poder consumir. Tambi¨¦n hablan de "poner en contacto" a cocineros caseros y comensales en busca de pitanza, de conectar con tus vecinos a trav¨¦s de la comida, gesti¨®n de recursos, evitar el desperdicio y de un mont¨®n de conceptos en los que el dinero no suele aparecer.
Porque, repetimos, la idea principal de estas plataformas no es que montes un negocio en la cocina de tu casa, aunque algunas de ellas trabajan directamente con dinero, haciendo de mediadores y qued¨¢ndose un porcentaje como gastos de gesti¨®n. Otras, como Ecofood, se presentan como una red social, funcionan mediante intercambio -solo puedes comer si cocinas- y tienen una moneda propia con un sistema no especialmente f¨¢cil de entender. En algunas de ellas puedes filtrar tus peticiones y ver solo los platos sin gluten, vegetarianos, veganos o sin huevos.
Todas estas plataformas funcionan mediante geolocalizaci¨®n, porque la entrega se gestiona entre cocinero y comensal (y deber¨ªa hacerse directamente, ya que las mensajer¨ªas entre particulares no aseguran una correcta conservaci¨®n de los alimentos). As¨ª, siempre te mostrar¨¢n antes los platos que tienes m¨¢s cerca. Aunque va contra sus propios principios, en muchas de ellas puedes pedir platos por encargo. En la parte gr¨¢fica, algunas tienen un control sobre las fotos que se publican, otras prefieren dejarlo a cuenta y riesgo del cocinero. A continuaci¨®n, probamos -o intentamos probar sin ¨¦xito, en algunos casos- algunas de estas plataformas para ver cu¨¢l es la experiencia de un cliente hambriento de comida casera en un d¨ªa laboral cualquiera.
App en la que puedes comprar o vender comida casera. Aceptan encargos y puedes pedir ¡°deseos¡± (cocina bajo demanda). Los filtros permiten escoger precio m¨¢ximo y n¨²mero de raciones, descartar el gluten y optar por comida ecol¨®gica, vegana o vegetariana. Casi todas las fotos est¨¢n cuidadas y son apetecibles, y en principio la usabilidad es buena. En mi zona de influencia hay platos tradicionales -croquetas, habas a la catalana, macarrones gratinados- conviviendo alegremente con platos tailandeses, cocina vegana y zumos verdes. Se paga mediante la APP, que usa la pasarela Stripe. Pedimos un bol mexicano de ternera con guacamole y arroz integral, que es lo que cae m¨¢s cerca, y la verdad es que est¨¢ rico.
Es una plataforma online que conecta usuarios que buscan platos/men¨²s caseros, con cocineros locales dispuestos a ofrec¨¦rselos. Puedes darte de alta o conectar con tu perfil de Facebook. No hay filtros ni listas de al¨¦rgenos, puedes escoger n¨²mero de raciones y se aceptan encargos. La usabilidad es limitada: funciona solamente por proximidad. En el 08012 destaca la cocina tradicional: empanadas gallegas con una pinta importante, croquetas, tortilla y guisos. Los dos ¨²nicos platos que hay en mi distrito -un fricand¨® de ternera con setas y una ensalada con nueces, pasas y frambuesas- no me hacen til¨ªn, y el plato apetitoso m¨¢s cercano me pilla en la otra punta de la ciudad, as¨ª que de momento me quedo sin probarlo (pero la empanada me sigue tentando).
Es una app, de momento solamente para Android. Despu¨¦s de varios intentos no conseguimos instalarla, as¨ª que optamos por la versi¨®n web. Solo aparecen 4 platos y la interfaz es de lo m¨¢s simple: solo permite subir platos, encargarlos o hacer contraofertas (los precios son negociables). Ni siquiera s¨¦ d¨®nde est¨¢n los cocineros que los preparan, as¨ª que no me atrevo a pedir nada.
Es una web: la versi¨®n nacional de ShareYourMeal, uno de los pioneros en Europa del fen¨®meno mealsharing. Funciona a trav¨¦s de un mapa en el que puedes seleccionar un distrito o una direcci¨®n, puedes filtrar los platos vegetarianos y hasta pone la distancia a la que te encuentras del cocinero. Se paga en efectivo y se entrega en mano. Cuando pongo mi distrito siento que me ha tocado la loter¨ªa: hay 18 cocineros y 54 platos en mi horizonte. Error: de los 54 solo uno est¨¢ disponible, los otros 53 son solo por encargo. Tambi¨¦n ofrecen servicios de catering, as¨ª que el supuesto de evitar el despilfarro vuelve a quedar en entredicho.
La conclusi¨®n es que, si bien casi ninguna de estas plataformas cumple sus propios principios de econom¨ªa colaborativa y sostenibilidad, est¨¢n muy lejos de ser una amenaza para el hostelero. Casi tanto como de ser una soluci¨®n para alguien que suspira por comerse un plato de fabada-arroz con bacalao-estofado casero aqu¨ª y ahora, por otro lado.
CUANDO EL ANFITRI?N COBRA
Otro ejemplo para vender comida casera del que ya hablamos en su momento son las plataformas que ofrecen cenas o comidas en casas particulares. A veces se trata de comidas a mesa puesta, otras forman parte de una experiencia que muchas veces implica pasear por la ciudad, ir al mercado a comprar la materia prima para la comida o hacer un curso en el que se elabora en grupo el plato que despu¨¦s te vas a zampar.
Una apuesta segura para esa tendencia ya instaurada que anima al turista a vivir las ciudades como lo har¨ªa un local: casi todos los cursos de ¡°visit la Boquer¨ªa, cook and eat paella¡± o ¡°cook tapas like a barcelonian¡± que hay disponibles en EatWith en la ciudad en la que vivo ocupan todas sus plazas (y no son precisamente baratos). Sus creadores aseguraban -cuando se estrenaron en Espa?a, all¨¢ por 2013-, que la idea no era ganar dinero con esas comidas ni mucho menos organizar restaurantes clandestinos, sino conectar nativos y viajeros en cenas entre ¡®amigos que a¨²n no se conocen¡¯ en las que la presencia de unos y otros se repart¨ªa m¨¢s o menos al 50%.
?QU? DICE LA LEY DE TODO ESTO?
Llegados a este punto, y frente a una desinformaci¨®n casi total por parte de la gran mayor¨ªa de webs y apps, no puedo evitar tener dudas respecto los aspecto legales de todos estos supuestos. ?Qu¨¦ pasa si intoxico a alguien con los canelones de mi abuela? ?Tengo que declarar esos ingresos o son como el sobrecito que te da tu madre por Navidad??Y si me tiran encima la ¡°amazing paella¡± y acabo con quemaduras de segundo grado, qui¨¦n se hace responsable de eso?
Consulto con el abogado -y bodeguero, adem¨¢s de catador de bodegas- Alberto Garc¨ªa Moyano, esperando que entienda algo m¨¢s que yo sobre este modelo que no es un restaurante porque solo caben 6 personas. Y el otro que tampoco un catering, ni el t¨¢per que te regala un vecino simp¨¢tico cuando se ha pasado haciendo lentejas (porque, claro, lo est¨¢s pagando). ¡°Este tipo de empresas en algunos casos est¨¢n instaladas en vac¨ªos legales, y juegan con conceptos como ¡®anfitri¨®n¡¯ o ¡®cenas de amigos a¨²n por conocerse¡¯ que suben a casa con ¡®donaciones voluntarias¡¯ o ¡®regalos¡¯ al final¡±, asegura Garc¨ªa Moyano.
¡°La soluci¨®n al problema, o al menos a cierta parte del problema, pasar¨ªa por crear licencias que rellenen estos vac¨ªos, generados por la aparici¨®n de este nuevo mercado y fijen con claridad los requisitos para comercializar productos que se consumen fuera del establecimiento donde se producen (registro sanitario) o bien en el lugar en el que se degustan, b¨¢sicamente por temas b¨¢sicos de higiene y seguridad¡±, reflexiona Alberto. Tambi¨¦n recuerda -con contundencia- que ¡°es obligatorio declarar lo que se ingrese por esta actividad, aunque sea complementaria. Si toca pagar o no, ya lo dir¨¢ Montoro¡±. En el caso de la venta de comida entre particulares, las plataformas solo les ponen en contacto, as¨ª que su responsabilidad en un posible caso de intoxicaci¨®n o comida en mal estado es directamente inexistente.
Terminamos con una frase de Alberto Garc¨ªa Moyando que invita a la reflexi¨®n, el sentido com¨²n y a afinar los l¨ªmites de lo que es econom¨ªa colaborativa y lo que es un negocio en toda regla: ¡°Compartir el estofado que tus amigos no se han comido es lo primero; organizar ocho grupos de ocho comensales cada semana y vivir de ello, sin ninguna duda, lo segundo¡±.
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