?Sirve de algo tomar probi¨®ticos para mejorar tu salud?
A los probi¨®ticos se les atribuyen incontables virtudes, pero sus beneficios son dudosos salvo en casos muy concretos. Un reciente cambio de criterio de la Agencia de Seguridad Alimentaria puede volver a ponerlos de moda.
No te extra?es si el boom de los probi¨®ticos vuelve y te encuentras con ellos en cada estante del s¨²per. Hace unos d¨ªas, la Agencia Espa?ola de Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n matiz¨® su postura frente al uso de la palabra "probi¨®tico": a falta de un criterio uniforme entre los miembros de la Uni¨®n Europea, se admite que se a?ada esta palabra en un amplio n¨²mero de etiquetas hasta que haya una postura com¨²n para todos sus pa¨ªses. Apuesto a que, en breve, las galletas, kombucha, barritas, k¨¦fir, yogures y leches fermentadas exhiben orgullosos de nuevo la menci¨®n ¡°probi¨®ticos¡±.
Pero, ?qu¨¦ son los probi¨®ticos? -?y t¨² me lo preguntas? Probi¨®tico eres t¨², dir¨ªa B¨¦cquer sin despeinarse. Y sobre todo, ?qu¨¦ pueden hacer por nosotros (y qu¨¦ no)? Seg¨²n la definici¨®n com¨²nmente aceptada, los probi¨®ticos son microorganismos vivos que, tomados en cantidades adecuadas, aportan un efecto beneficioso al organismo. Pero el primer error es hablar de probi¨®ticos sin concretar absolutamente nada m¨¢s, cuando su efecto est¨¢ determinado por el tipo de cepa -o su combinaci¨®n, si se usan varias-, la cantidad de microorganismos, la duraci¨®n y la v¨ªa de administraci¨®n o la formulaci¨®n: el panorama es m¨¢s complicado de lo que parece.
?Sirven para algo los probi¨®ticos?
Un ¨²nico estudio cient¨ªfico financiado por una empresa que fabrica complementos con probi¨®ticos y que da resultados positivos para su cepa -?sorpresa!-, puede ser un punto de partida si est¨¢ bien dise?ado y ejecutado -que ese es otro jard¨ªn-, pero no sirve para hacer recomendaciones por mucho asterisco de ¡°cient¨ªficamente probado¡± que se le ponga. La ¨²ltima gu¨ªa de pr¨¢ctica cl¨ªnica sobre el tema es la de la American Gastroenterology Association sobre el uso de probi¨®ticos en el manejo de trastornos gastrointestinales limita el uso de cepas espec¨ªficas de probi¨®ticos a casos muy concretos -como diarreas por antibi¨®ticos, pouchitis, nacidos pret¨¦rmino o con bajo peso para prevenir la enterocolitis necrotizante-, y no los recomienda en condiciones como s¨ªndrome de intestino irritable, enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa. Dentro de este ejemplo podr¨ªamos a?adir los populares complementos -no medicamentos- como esos que te encuentras en pastillitas en la farmacia o junto a la caja del s¨²per.
La importancia de llamarse "probi¨®tico"
Pelearse por el nombre no es una tontuna: te lo digo yo, que estuve a un tris de llamarme Gerarda. Estamos hablando de un sector que, seg¨²n la International Probiotic Association (IPA), gener¨® en 2019 en Europa 1.654,3 millones de d¨®lares en complementos alimenticios, 5.432,4 millones en leches fermentadas y se espera que continue creciendo en todo el mundo. S¨ª, es interesante poder llamar ¡°probi¨®tico¡± a tu producto.
No hay una definici¨®n legal, pero la mayor¨ªa de los organismos de referencia como la World Gastroenterology Organisation (WGO) o la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) han adoptado la definici¨®n de probi¨®tico de la FAO/OMS, que los describe como ¡°microorganismos vivos que, cuando son administrados en cantidades adecuadas, aportan un efecto beneficioso al hospedador¡±. Una definici¨®n muy similar a la recogida en 2014 por la International scientific association for probiotics and prebiotics (ISAPP) -de la que forman parte las grandes industrias de los alimentos y complementos probi¨®ticos- en su documento de consenso sobre el uso de este t¨¦rmino.
Atenci¨®n a las palabras: tienen que ser viables en el momento de tomarlos pero, ?llegan vivos al lugar donde realizan su acci¨®n? Se asume que gran parte de los beneficios se deben precisamente a que sobreviven al paso por los primeros tramos del tracto gastrointestinal y siguen su intensa vida metab¨®lica en tu intestino; pero lo cierto es que la definici¨®n se limita a describir su estado cuando se administran: lo que pasa a partir de ah¨ª ya est¨¢ menos claro.
De hecho, llegar a una zona en la que asentarse es una odisea que supone sobrevivir al pH y la pepsina del est¨®mago, alcanzar el intestino delgado y batallar contra la bilis y las enzimas pancre¨¢ticas antes de conquistar una zona menos hostil en la que multiplicarse (fundamentalmente el ileon y el colon) y no todos lo consiguen.
Tanto la ISAPP como la WGO est¨¢n de acuerdo en que solo puede llamarse ¡°probi¨®tico¡± a los microorganismos vivos que se usan espec¨ªficamente por sus propiedades sobre la salud, no cuando se usan con fines tecnol¨®gicos. Es decir que los alimentos que tienen microorganismos vivos porque son necesarios para elaborar el producto -como el queso o el chucrut- no se consideran ¡°probi¨®ticos¡± per se, sino alimentos que ¡°contienen cultivos vivos y activos¡±. Eso s¨ª, abren la puerta a que se llamen ¡°probi¨®ticos¡± siempre que puedan demostrar un efecto beneficioso.
El segundo problema deriva del primero: que haya evidencia de que una cepa espec¨ªfica sea eficaz como medicamento con un efecto terap¨¦utico en un grupo de poblaci¨®n -por ejemplo, administrar Saccharomyces boulardii para tratar la diarrea producida por los antibi¨®ticos en ni?os- no implica que a?adir probi¨®ticos sin ton ni son a tu dieta a partir de complementos o alimentos vayan a tener alg¨²n beneficio significativo en tu intestino. Sirvan como ejemplo de este caso los famosos Lactobacillus Casei (el Inmunitas tuvieron que eliminarlo) del que ten¨ªa chiquicientasmil unidades cada Actimel.
Suena a que ¡°si unos van bien para la diarrea, algo har¨¢n todos¡±, pero es para figurar como medicamento pasan por controles distintos de los de los alimentos o los complementos: el medicamento tiene que estar perfectamente caracterizado, demostrar eficacia y seguridad y debe autorizarse por parte de la Agencia Espa?ola del Medicamento y Productos Sanitarios (en este buscador puedes ver si lo que te est¨¢s tomando es un medicamento o no). As¨ª lo reflejan las Gu¨ªas Mundiales de la Organizaci¨®n Mundial de Gastroenterolog¨ªa. Probi¨®ticos y Prebi¨®ticos, cuando dicen que ¡°la calidad de los productos probi¨®ticos depende del fabricante en cuesti¨®n. Dado que la mayor¨ªa no est¨¢n elaborados siguiendo las normas farmac¨¦uticas, las autoridades reguladoras no pueden supervisar el cumplimiento con las normas de calidad¡±. Aunque se metan todos los probi¨®ticos en el mismo saco, alimento, complemento y medicamento no pueden ser m¨¢s distintos: no estamos hablando de lo mismo.
Los alimentos no son complementos, los complementos no son medicamentos
?Est¨¢s pensando en poner "probi¨®tico" en una etiqueta? ?Claro que s¨ª! Tienes v¨ªa libre, siempre que cumplas con la estricta legislaci¨®n que regula la informaci¨®n alimentaria: con la Comisi¨®n Europea hemos topado (y no le gusta el cachondeo). Hace unos a?os toda industria alimentaria que quisiera ser puntera ten¨ªa su propia l¨ªnea de productos con probi¨®ticos, exhibi¨¦ndolo en letras enormes en la etiqueta y haciendo anuncios que promet¨ªan restaurar nuestro intestino de arriba a abajo gracias a sus exclusivos bichitos microsc¨®picos. Pero lleg¨® el Reglamento 1924/2006 para intentar poner un poco -poco, pero algo- de orden en las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables, y se acot¨® el pitorreo.
Los l¨¢cteos y las bebidas fermentadas ¡°con probi¨®ticos¡± han causado furor, pero el concepto ¡°probi¨®tico¡± encontr¨® su fil¨®n en los complementos alimenticios: hemos visto un ejemplo de cada m¨¢s arriba, pero por poco que visites el super, la farmacia o tengas alg¨²n conocido am¨ªmefuncionista entusiasta de la materia, se te ocurrir¨¢n muchos otros. Ya sea con reclamos m¨¢s o menos de tapadillo o con alegaciones que se saltan abiertamente la legislaci¨®n, las pastillitas llenas de cepas de bifidobacterias, lactobacilos y otros amiguitos plagan los supermercados, farmacias y herbolarios.
A esto solo hay que ponerle una pega (grande): los complementos alimenticios no son medicamentos ni productos sanitarios as¨ª que, adem¨¢s de la legislaci¨®n espec¨ªfica de complementos -que indica que ¡°el etiquetado, la presentaci¨®n y publicidad no atribuir¨¢ a los complementos alimenticios la propiedad de prevenir, tratar o curar una enfermedad humana, ni se referir¨¢ en absoluto a dichas propiedades¡±- deben cumplir la legislaci¨®n alimentaria. Incluida la que ata?e a las alegaciones de propiedades saludables.
El resumen de esta norma es que, para poder hacer reclamos que vinculan la ingesta con un beneficio sobre la salud como ¡°el hierro contribuye a la reducci¨®n de la fatiga¡± o ¡°los esteroles vegetales reducen el colesterol¡±, hay que solicitarlo, probarlo cient¨ªficamente ante la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria y, adem¨¢s, la Comisi¨®n Europea debe autorizar la alegaci¨®n.
Muchas solicitudes, una sola concesi¨®n
Desde que se public¨®, se han presentado m¨¢s de 100 solicitudes para poder hacer alegaciones sobre los probi¨®ticos. Todas han sido rechazadas por diversos motivos: el microorganismo o el beneficio no estaban bien definidos, el efecto presentado como positivo no era tal, o se apoyaban en estudios dise?ados para el tratamiento de enfermedades; recordemos que estamos hablando de alimentos y complementos alimenticios, no de medicamentos (aunque la l¨ªnea parezca difusa).
La informaci¨®n alimentaria est¨¢ dirigida a personas sanas y se puede hacer alusi¨®n a la capacidad del producto para reducir los factores de riesgo de una enfermedad, pero no se puede atribuir la propiedad de prevenir, tratar o curar ninguna enfermedad humana (la tentaci¨®n de prometer efectos milagrosos se esconde tras cada esquina, tambi¨¦n aqu¨ª). Pero, a pesar de todas las trabas legales, la publicidad muchas veces parece sugerir lo contrario.
No todas las peticiones se han rechazado: una alegaci¨®n poblada por irreductibles bacterias resiste a las condiciones impuestas por el imperio de la normativa. Lo que pasa es que tiene poca ¨¦pica, porque ni siquiera menciona la palabra ¡°probi¨®tico¡±, y no se refiere precisamente a microorganismos s¨²per innovadores. Las leches fermentadas que contengan en cada gramo al menos?100.000.000 microorganismos vivos de las cepas Lactobacillus delbruekki subespecie bulgaricus y Streptococcus thermophillus pueden indicar que mejoran la digesti¨®n de la lactosa. Suena muy t¨¦cnico pero son, ni m¨¢s ni menos, que los microorganismos que encuentras en el yogur: nuestra legislaci¨®n ya exige que contenga al menos?10.000.000 microorganismos por gramo, as¨ª que con dejarlos crecer un poco m¨¢s, cualquier yogur puede llevar la alegaci¨®n.
Esta limitaci¨®n no es ninguna tonter¨ªa: seg¨²n la IPA, la regulaci¨®n ha supuesto p¨¦rdidas por valor de 1.000 millones de euros. Ten en cuenta algo m¨¢s: muchas alegaciones se hacen sobre nutrientes como el calcio o la vitamina D, que no se pueden registrar a nombre de una empresa, as¨ª que cualquiera puede hacerlas. Pero si una industria desarrolla una cepa de un microorganismo, puede patentarla; y si se autoriza una funci¨®n beneficiosa para esa cepa, tienes la exclusiva: la diferenciaci¨®n y el valor a?adido est¨¢n garantizados. No puedes poner que ayuden a tu sistema digestivo o que estimulen tu sistema inmunitario, pero siempre te quedar¨¢ decir decir que es un probi¨®tico, que da cach¨¦...?verdad? Pues hay debate.
Los probi¨®ticos no son para todos
En la Uni¨®n Europea, para poder usar microorganismos como ingredientes, tienen que recibir la calificaci¨®n de Qualified Presumtion of Safety (QPS), lo que significa que no suponen un riesgo para la salud. Pero hay que tener en cuenta algo importante: los alimentos y complementos alimenticios est¨¢n destinados a la poblaci¨®n sana. Puede decirse que los probi¨®ticos en general son seguros, pero no debemos olvidar que estamos comiendo bacterias vivas, miles de ellas, as¨ª que pueden presentar problemas en personas vulnerables, especialmente si est¨¢n inmunodeprimidos. No obstante, la investigaci¨®n sobre su seguridad es escasa, y no se descarta que haya otros aspectos problem¨¢ticos, como la posible transferencia de genes de resistencia a antibi¨®ticos, que hace que las bacterias sean casi invencibles, lo que implica un riesgo para la poblaci¨®n general (incluida la que no los consume).
Ni comer con miedo ni esperar milagros
?Qu¨¦ hacemos con el yogur, el k¨¦fir, el chucrut o el miso? ?Hay que tirar la kombucha y el kumiss por el fregadero y desterrarlos para siempre de nuestras vidas? No: si te gustan los alimentos fermentados, adelante. Puedes seguir consumi¨¦ndolos siempre que el alimento al completo sea saludable, es decir, que no lleve tres cucharadas de az¨²car ni otros ingredientes de mala calidad.
Es posible que incluso puedan ejercer alg¨²n efecto positivo sobre tu salud intestinal; algo que tambi¨¦n hace la fibra no digerible de las frutas y verduras, que act¨²a como prEbi¨®tico -con E- y sirve de ¡°alimento¡± a tus microorganismos. Pero si hablamos de alimentos es dif¨ªcil saber qu¨¦ parte del beneficio se obtiene por el microorganismo y cu¨¢l se debe a otros compuestos que hay en la matriz alimentaria: de ah¨ª a esperar que te ¡°corten¡± una diarrea o que disparen tu sistema inmunitario, hay un trecho largo. Sobre los complementos alimenticios y medicamentos: si te los prescribe un m¨¦dico, adelante; pero ir a la farmacia buscando en ellos el remedio a un problema de salud no es la mejor idea.
La pr¨®xima vez que en el grupo de guasap de padres alguien diga que la kombucha o las pastillitas con b¨ªfidus van fenomenal para el estre?imiento, te ponen la piel tersa o te alargan la vida, puedes proponerles para el comit¨¦ de expertos de cualquier sociedad cient¨ªfica; porque saben algo que la ciencia, por el momento, desconoce.
La burbuja loca de los probi¨®ticos
Si hay una burbuja capaz de competir con la inmobiliaria, es la de los probi¨®ticos. Es o¨ªr la palabra y visualizar un mundo lleno de microorganismos simp¨¢ticos, que quieren ser tus amigos y convertir tu cuerpo en un templo de salud y felicidad. Da igual lo que vendas, si le a?ades ¡°con probi¨®ticos¡± tienes garantizada la atenci¨®n y, casi seguro, un plus en las ventas. Tanto, que la imaginaci¨®n de los creativos publicitarios puede caer en el esperpento y poner en el mercado champ¨²s, cremas y hasta colchones con probi¨®ticos.
No te voy a decir que es una chorrada como un piano porque es algo que sabe hasta el ¨²ltimo becario del departamento de marketing (aunque a sus jefes les parezca una genialidad). Sobre lo de untarte la vagina con yogur para ayudar a la microbiota, mejor ni hablamos. Lo peor es que usarlo como reclamo para absolutamente todo desvirt¨²a su potencial; y lo tienen: en lo que llevamos de 2020 se han publicado casi 4000 investigaciones sobre el tema -frente a las escasas 200 de hace 20 a?os- y los hallazgos son prometedores.
Pero, como leemos en The Unregulated Probiotic Market, bajo el paraguas del concepto ¡°probi¨®tico¡± se pretende utilizar los resultados concretos que se obtienen de cepas espec¨ªficas a todos los microorganismos imaginables, incluso aunque ni siquiera puedan considerarse probi¨®ticos.
Beatriz Robles, es tecn¨®loga de alimentos, dietista-nutricionista y obsesionada por batallar contra la desinformaci¨®n. Docente en el Grado de Nutrici¨®n Humana y Diet¨¦tica de la Universidad Isabel I y divulgadora cient¨ªfica. Tiene en el horno el libro Come seguro comiendo de todo, a la espera de que el coronavirus le permita sacarlo a la venta.
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