Tres razones para preferir la comida casera y siete consejos para hacerla
Platos m¨¢s sabrosos, mejores elecciones diet¨¦ticas y control total sobre los ingredientes: las ventajas de la cocina casera son muchas, pero la falta de tiempo o ganas cada vez aleja a m¨¢s gente de las cazuelas.
Hoy se cocina menos en el hogar que lo que se cocinaba antes: tengo que reconocer que me he vuelto un poco loco buscando alguna referencia que sea lo suficientemente objetiva y confiable para elevar este aserto al nivel de hecho irrefutable (o, al rev¨¦s, para desmentirlo). Pero he de confesar que no la he encontrado, as¨ª que solo puedo decir que no, desde mi experiencia y perspectiva personal, sostengo que hoy en d¨ªa cocinamos menos en casa que lo que se cocinaba, pongamos, hace 50 a?os. Abusando malamente del criterio de autoridad, tambi¨¦n puedo apuntar que ya en 2013 Mikel L¨®pez Iturriaga, sumo sacerdote de la Iglesia Comidister se expresaba en estos mismos t¨¦rminos.
Tampoco contamos con demasiadas fotos-fijas, aunque alguna s¨ª tenemos:la empresa GfK dedicada a estudios de mercado, public¨® en 2015 un estudio internacional con m¨¢s de 27.000 participantes: Cocina: actitudes y tiempo que los consumidores emplean en ella. Se puso de relieve que en Espa?a se dedica una media de 6,8 horas a la semana a cocinar, y que s¨®lo el 20% de los espa?oles que cocinan se consideran personas experimentadas, lo que sit¨²a a Espa?a en las ¨²ltimas posiciones de entre todos los pa¨ªses analizados. Unas cifras similares a las que se observaron en 2018 en el trabajo Alimentaci¨®n, sociedad y decisi¨®n alimentaria en la Espa?a del siglo XXI llevado a cabo por la Fundaci¨®n Mapfre y la Universidad CEU San Pablo.
La proliferaci¨®n de la comida inmediata
Ante la aparente ausencia de referencias objetivas para conocer la evoluci¨®n de los h¨¢bitos culinarios en Espa?a, se pueden usar ciertos datos indirectos. Es indiscutible que hoy en d¨ªa la oferta alimentaria se ha incrementado de forma muy significativa desde aquel entonces; algo que se puede contrastar en los lineales de los supermercados, donde encontramos un cat¨¢logo casi inagotable de opciones listas para comer que antes era casi inexistente. Puede que a muchos les resulte dif¨ªcil de creer, pero hasta hace unas pocas d¨¦cadas en Espa?a ni tan siquiera exist¨ªan las pizzas precocinadas.
Tambi¨¦n ha aumentado de forma exponencial en los ¨²ltimos a?os la oferta de restauraci¨®n colectiva: desde la pr¨¢ctica ubicuidad de los comedores sociales, laborales o escolares, a la asombrosa proliferaci¨®n de la comida para llevar, o mejor dicho, ¡°comida para traer¡±. Hace unos pocos a?os asistimos tanto al boom de las apps de reparto, como al de las llamadas cocinas fantasma o dark kichens (que nada tienen que ver con la cocina de Darth Vader). Lo cierto es que sin que esto pretenda convertirse en un concurso de anglicismos, se puede afirmar con pocas dudas que entre el take away y el delivery nos estamos cargando el cooking mientras vemos Masterchef. Yes.
Hay adem¨¢s otra realidad que ayuda a corroborar la perspectiva de que nos estamos alejando de los fogones a una velocidad igual o superior a la del Halc¨®n Milenario: las madres (ojo, jard¨ªn). Hace cuatro d¨¦cadas o m¨¢s -salvando algunas excepciones-, todo hogar contaba con esa figura que, entre otras muchas otras cosas, se encargaba de cocinar y tambi¨¦n de hacer la compra para poder cocinar (aqu¨ª va mi ejemplo).
Esta circunstancia, sin embargo, ya no es un denominador com¨²n. Ahora, y de nuevo bajo una perspectiva general, esa tarea dom¨¦stica -cocinar porque hay que comer- se asume en menos ocasiones y cuando se hace, se lleva a cabo de forma (m¨¢s) paritaria; aunque sigue habiendo diferencias notables entre lo que cocinan hombres y mujeres. Tambi¨¦n es m¨¢s que posible, como ya se ha comentado, que m¨¢s que repartirse, esta tarea en realidad se diluya hasta casi desvanecerse. Bien porque ning¨²n miembro de la casa sepa -o quiera saber- por donde se agarra un cazo, bien por el incremento de aquellos hogares monoparentales y unipersonales que, cada vez m¨¢s, constituyen una importante tendencias al alza.
?Razones, excusas o prioridades?
Llegados a este punto solo cabe preguntarse por qu¨¦ ha sucedido as¨ª, sabedores adem¨¢s con una confianza cercana al 100% de que en los pr¨®ximos a?os seguiremos en la misma direcci¨®n, a imagen y semejanza de los pa¨ªses de nuestro mismo entorno. De hecho, los espa?oles huimos de la cocina pisando sobre las mismas huellas que otros pa¨ªses de nuestro entorno dejaron en ese camino que lleva al refugio en el que se han convertido tablets y teles de plasma (a veces para ver programas que se supone que son de cocina, que tiene narices).
Las razones que m¨¢s habitualmente se esgrimen para no cocinar en casa o hacerlo con menor frecuencia son t¨ªpicamente dos: por un lado, la falta de habilidades culinarias, y por el otro, la falta de tiempo. Una pareja de razones -o de excusas- que indican que, ante la posibilidad de poder acceder a ciertas alternativas para comer sin tener que cocinar, nos hemos vuelto m¨¢s comodones. Un contexto que se puso de relieve en este estudio que observ¨® las dificultades de un grupo de universitarios espa?oles para seguir una dieta saludable en base al tiempo que dedicaban a cocinar las distintas comidas diarias. Resulta curioso contrastar la existencia de un cierto volumen de estudios que eval¨²an los patrones diet¨¦ticos de una muestra en base al tiempo que dedican a cocinar, pero el grueso de estas publicaciones se concreta en estudiantes universitarios. Llama la atenci¨®n la escasa literatura cient¨ªfica que se dedica al estudio de estas mismas variables poniendo a la poblaci¨®n general como objeto de estudio.
Seamos universitarios o no, de lo que cabe poca duda es que resulta bastante m¨¢s c¨®modo acabar la jornada laboral o de estudio y darle al play de nuestra serie favorita mientras se cena lo que alguien nos ha tra¨ªdo en bici hasta nuestro domicilio. M¨¢s c¨®modo, si lo comparamos con hacer la compra y preparar algo que nos sirva de cena. Pero el caso es que hay personas que tienen una vida familiar, laboral y social tan complicada, o m¨¢s, que el resto y, sin embargo consiguen ponerse a pelar, guisar, saltear, cocer, rehogar, asar, adobar, dorar, batir y ali?ar cosas. ?Podr¨ªa decirse de entonces de estas personas que son m¨¢s responsables, menos vagas y por lo tanto ¡°mejores¡±? La respuesta es no.
Lo primero que se podr¨ªa hacer para enfocar el tema desde una perspectiva m¨¢s positiva y pr¨¢ctica es pensar que esas personas tienen: primero, una serie de habilidades adquiridas que les hacen ser m¨¢s eficientes cuando se meten en la cocina (vamos, que en poco o en menos tiempo resuelven un mont¨®n de sabrosas recetas) y, segundo un orden de prioridades diferente, ni mejor ni peor que las del resto, pero s¨ª diferente. Michael Pollan, periodista norteamericano especializado en las cosas del comer, sostiene que hoy en d¨ªa existe tan poca dependencia de que sepamos cocinar para que podamos comer, que el hecho de cocinar se ha convertido en un acto revolucionario.
Razones para cocinar en casa (si quieres)
Solo voy a dar tres razones, te puedes quedar con cualquiera de ellas, aunque no son en absoluto excluyentes, al contrario, son complementarias: la comida casera tiene muy buena imagen en relaci¨®n a su palatabilidad. Vamos, que tiene fama de estar de rechupete, m¨¢s rica que la que no es casera. ?Te has fijado en cu¨¢ntas pel¨ªculas americanas se ve el reclamo home cooking en los restaurantes de carretera para poner de relieve lo sabroso de sus men¨²s? Comer lo que uno cocina en su casa, como a cada uno le gusta cocinarlo es muy satisfactorio. Y la excusa de ¡°no saber¡± no es del todo v¨¢lida (es f¨¢cil recurrir a ella, pero no es l¨ªcita). Ve¨¢moslo con un ejemplo: la mayor parte de las personas no saben conducir de buenas a primeras, y tras tomar una serie de clases -y a medida que adquieren experiencia-, van ganando habilidades y confianza con resultados que no dependen del azar. Cierto es que hay personas m¨¢s habilidosas por naturaleza para cocinar -y para conducir- pero de lo que no cabe duda es que, hasta el m¨¢s torpe puede sacar provecho tanto del aprendizaje como de la experiencia.
Segunda raz¨®n: cocinar en el hogar est¨¢ asociado a mejores elecciones diet¨¦ticas, concretamente con una mayor presencia de alimentos vegetales frescos, verduras, frutas y legumbres, y menor cantidad de alimentos ultraprocesados. Por cierto, y en relaci¨®n al primer punto, en este mismo estudio enlazado se puso de relieve que el mejor predictor de las habilidades culinarias -en especial entre los varones- era el disfrute que se experimenta al hacerlo.
Para terminar, si lo cocinas t¨², sabes qu¨¦ es lo que llevan tus recetas (y lo que no). ?Qu¨¦ tipo de aceite habr¨¢n usado para saltear el arroz tres delicias que has pedido a esa app? ?Acaso la mayonesa de esta ensaladilla lleva az¨²car? ?Habr¨¢n congelado de forma adecuada el pescado para hacer el sushi? Etc¨¦tera. Es f¨¢cil de entender: si t¨² cocinas, t¨² controlas.
Si quieres que la cocina forme parte de tu vida
Seamos claros, para saber cocinar hay que tener un cierto inter¨¦s. A d¨ªa de hoy resulta tan f¨¢cil comer sin tener que cocinar -o sin que nadie de nuestro entorno lo haga- que si alguien se decide por cocinar es porque quiere, no porque se vea obligado. As¨ª, pasar a hacer algo que antes no se hac¨ªa y que requiere de ciertos conocimientos y habilidades supone en todos los casos un cierto desaf¨ªo. Si quieres que esto pase, aqu¨ª van algunas ideas para una transici¨®n amable:
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Toma un referente y sigue el ejemplo de aquella persona a la que te gustar¨ªa parecer, tanto en cuanto al tiempo que dedica a la cocina, como al estilo de recetas que cocina: solo as¨ª sabr¨¢s hacia donde quieres ir. En mi caso particular mi madre fue todo un referente, aunque yo creo que le he superado en t¨¦rminos de eficiencia (por la cuenta que me trae).
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Busca formaci¨®n. A tu ritmo y con el estilo que sea de tu agrado. Entre Youtube, cursos especializados online, redes sociales y canales gratis total como en el que ahora est¨¢s, la oferta es casi infinita (en especial si comparamos con los recursos que hab¨ªa unos pocos a?os atr¨¢s).
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Empieza de menos a m¨¢s. Asumir recetas complicadas al principio que puedan -probablemente- acabar en desastre son experiencias desalentadoras que te pueden hacer renegar del virtuoso prop¨®sito de cocinar. Puedes empezar por hacer de forma adecuada un filete a la plancha, huevos fritos, unas patatas al horno, verduras al vapor con tres ali?os, cremas de verduras perfectas, lentejas preparadas en poco tiempo, 3 sopas express, etc¨¦tera.
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El tiempo que dedicas a cocinar es tiempo que no dedicas a otras cosas, pero ten en cuenta tres cuestiones. La primera: no todo el tiempo que tienes encendido un fuego, el horno o el microondas mientras cocinas tienes que estar con el ojo pegado a los mismos, en la mayor parte de los casos los relativamente largos periodos de cocci¨®n o asado los puedes dedicar a otras cosas. La segunda: recuerda que es una cuesti¨®n de prioridades y que el tiempo no lo pierdes, lo inviertes; por no hablar del legado que puedes compartir con tus hijos a la hora de introducirles en este mundo. Tercera: puedes preparar muchos platos ricos y sanos en realmente poco tiempo (aqu¨ª tienes unas cuantas ideas).
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Compra ingredientes saludables y que te apetezcan, tanto en la nevera como en la alacena. Si tienes a mano legumbres -pueden ser directamente cocidas en bote-, verduras y frutas frescas de temporada, yogur natural, frutos secos crudos sin sal, cereales integrales, queso fresco, huevos, pescado -en conserva con pocos ingredientes tambi¨¦n sirve- y otras fuentes de prote¨ªnas de buena calidad ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil cocinar algo sano y rico sin comerte mucho el coco.
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Hay t¨¦cnicas que, sin llegar a ser recetas, nos ofrecen much¨ªsimas posibilidades para cocinar platos diferentes sin dedicar mucho tiempo. Por ejemplo, el salteado, con una base de legumbres o un poco de cereal integral cocido, verduras de hoja y hortalizas en grandes cantidades y algo de carne, huevo o pescado saludable que podemos adaptar a lo que tengamos en la nevera y nos ofrece un plato ¨²nico en minutos. Lo mismo con la cocina de verduras al microondas, que quedan perfectamente cocidas ¡®al vapor¡¯ y tardan nada y menos.
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Un buen uso del congelador favorece la eficiencia energ¨¦tica en la cocina (tanto de nuestra energ¨ªa como la que consumen fogones, hornos y dem¨¢s electrodom¨¦sticos). ?Vas a hacer un guiso? Prepara el doble y congela. ?Vas a comprar av¨ªos para un caldo? Compra para dos, y congela la mitad: listo para la siguiente tanda (ocupa menos que el caldo congelado). ?Ibas a poner arroz integral a cocer? Coge una olla m¨¢s grande y deja unas cuantas porciones listas para salteados, ensaladas y dem¨¢s. Todo lo que entre en el congelador listo para comer saldr¨¢ antes que lo que entre crudo.
Ten en cuenta que con el suficiente entrenamiento hasta un chimpanc¨¦ podr¨ªa llevar a cabo una receta, sin embargo, cocinar es algo m¨¢s. De hecho, unas de las frases m¨¢s famosas por las que se le conoce al antrop¨®logo y fil¨®sofo Claude L¨¦vi-Strauss es la de ¡°el hombre es el ¨²nico animal que cocina¡±.
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