Albert Sol¨¤, el jubilado catal¨¢n que impuls¨® el caf¨¦ canario
En Agaete (Gran Canaria) hay cafetales de ar¨¢bica desde finales del siglo XIX, pero durante el XX se fueron perdiendo. Un amante de esta bebida visit¨® el pueblo y convenci¨® a todos del potencial de aquellos granos.
La delicada planta del caf¨¦ ar¨¢bica crece desde hace d¨¦cadas en Agaete, una peque?a localidad situada en el noroeste de Gran Canaria. Este cultivo prefiere latitudes m¨¢s sure?as, pero all¨ª, en el valle que rodea el pueblo, se dan las condiciones id¨®neas para obtener granos de calidad. La excepcionalidad y las buenas cualidades del producto fueron desconocidos durante a?os allende la isla, pero todo cambi¨® cuando Albert Sol¨¤, un catal¨¢n ya jubilado y amante de esta bebida, convenci¨® a los vecinos del potencial que ten¨ªan aquellas semillas a principios de los 2000. Hoy, miles de personas visitan los cafetales de Agaete y muchas familias del lugar viven de este fruto.
¡°Las primeras referencias escritas de la existencia de cafetales en la localidad son de 1885, m¨¢s o menos¡±, comenta Germ¨¢n Sosa, t¨¦cnico de Desarrollo Local de este ayuntamiento canario. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo XX ¡°se empiezan a introducir cultivos como el tomate o la platanera y el caf¨¦ empieza a ser desplazado¡±. ¡°Mi padre trabajaba en una finca y en aquella ¨¦poca cortaron las plantas porque quer¨ªan meter otros ¨¢rboles, ya que necesitaban mucha mano de obra en la recolecci¨®n y la transformaci¨®n del producto¡±, recuerda Sosa.
El beneficio para quienes s¨ª lo cosechaban no era demasiado: la mayor¨ªa se lo daba a amigos o lo vend¨ªa en alguna tienda local. ¡°Lo t¨ªpico era que cuando alguien estaba agradecido con una persona que la hab¨ªa ayudado, le llevaban medio o un kilo entero de caf¨¦. En aquella ¨¦poca el producto no ten¨ªa trascendencia m¨¢s all¨¢ de la propia Gran Canaria¡±, cuenta Sosa. El trato diario, ya saben, deprecia el valor que le damos a las cosas. Y precisamente alguien que no se hab¨ªa criado en la isla fue quien percibi¨® cu¨¢nto pod¨ªan dar de s¨ª los granos que surgen bajo los ¨¢rboles frutales del valle.
En un velero
¡°Al morir mi madre cuando ¨¦l ten¨ªa 64 a?os, mi padre se qued¨® descolocado. Y como siempre hab¨ªa sido navegante, se fue a recorrer todos las zonas cafeteras del mundo con su velero¡±, recuerda Olga Sol¨¤, hija de Albert, que falleci¨® en 2005 y que durante un tiempo trabaj¨® en Faema, una empresa dedicada a m¨¢quinas y dem¨¢s instrumentos para hacer caf¨¦. El primer destino, Agaete: ¡°Se sorprendi¨® much¨ªsimo. Le habr¨ªan pasado algunos datos de que hab¨ªa cafetos all¨ª, pero no sab¨ªa de su potencial. Cuando fue a visitarlos se qued¨® muy impresionado y siempre dec¨ªa: ¡®?Joder, si en Espa?a tenemos caf¨¦!¡¯¡±.
Tal fue su sorpresa, que tras conocer los cafetales aquel d¨ªa de 2002 quiso hablar con las autoridades municipales. ¡°Albert vino hasta la puerta de este ayuntamiento. Cuando lleg¨® y habl¨® con nosotros, vimos la importancia que esto ten¨ªa. Antes los habitantes de este pueblo nos lo tom¨¢bamos como algo normal¡±, declara Mar¨ªa del Carmen Rosario, alcaldesa de esta localidad grancanaria.
A su vuelta a Barcelona, elabor¨® un informe en el que desarrollaba una propuesta de programa para difundir y desarrollar el cultivo. Seg¨²n Germ¨¢n Sosa, el contenido es muy parecido a lo que luego escribi¨® en el cap¨ªtulo dedicado a Agaete de su libro La ruta del caf¨¦, donde plantea una serie de pasos a seguir para que el caf¨¦ resultante ¡°pueda codearse entre los mejores del mundo, aportar una renta significativa a sus caficultores y ser un atractivo tur¨ªstico de la isla¡±.
Del papel a la realidad
¡°Albert nos anim¨® a que comenz¨¢ramos un proceso de dinamizaci¨®n con los productores y de puesta en valor del producto. Gracias a eso en 2003 pusimos en marcha junto con el ayuntamiento y las instituciones insulares el Programa de valorizaci¨®n del caf¨¦ de Agaete, que lleva ya 19 a?os en funcionamiento¡±, afirma Germ¨¢n Sosa.
Entre sus primeras labores, formar a los agricultores en el cuidado de las plantas y en el proceso de elaboraci¨®n del producto. ¡°Nos encontramos con muchas pr¨¢cticas culturales que ten¨ªan que corregir quienes lo cultivaban y procesaban. En aquel tiempo organizamos jornadas informativas con expertos de Honduras, M¨¦xico y Costa Rica, incluso¡±, declara este t¨¦cnico del ayuntamiento. Asimismo, desde hace un tiempo se ayuda a los agricultores a aumentar sus plantaciones gracias a un semillero colectivo del que sacan anualmente entre 4.000 y 5.000 matas que luego se reparten entre ¨¦stos.
¡°Antes todo esto ten¨ªa un car¨¢cter algo residual, y la planta estaba en un 20% de su capacidad de producci¨®n. Despu¨¦s de formar y corregir las pr¨¢cticas de cultivo, ese rendimiento ha pasado a un 80-100%¡±, afirma Sosa. Unos cafetos que, hasta hace no tanto, serv¨ªan para resguardar del viento los ¨¢rboles frutales que tambi¨¦n pueblan estas tierras, tal y como recuerdan algunos lugare?os.
Los frutos del programa
Tras el paso de Albert y la implementaci¨®n de medidas de puesta en valor, la realidad cafetera es bien distinta hoy en Agaete: ¡°En todo el valle somos unas 50 familias las que lo cultivamos, y en total se producen alrededor de 10.000 kilos de caf¨¦ verde. Seguimos la filosof¨ªa de hacer poco y de calidad antes que superproducciones con otras variedades¡±, explica V¨ªctor Lugo, propietario de Finca La Laja, una de las ocho empresas que cultivan, procesan y venden este fruto bajo su propia marca.
La ¨²nica variedad presente es la ar¨¢bica, m¨¢s arom¨¢tica y apreciada que la robusta, y dentro de ella, la mayoritaria es la typica. Seg¨²n cuenta V¨ªctor, el hecho de tener los cultivos a una altitud muy baja -entre 300 y 400 metros- para ser de ar¨¢bica y en una latitud m¨¢s al norte de lo normal confiere unas caracter¨ªsticas diferentes a este caf¨¦. El cr¨ªtico gastron¨®mico de EL PA?S, Jos¨¦ Carlos Capel, visit¨® el valle en 2017 y describi¨® esta infusi¨®n como ¡°ligera, muy arom¨¢tica y compleja, moderadamente ¨¢cida y sutilmente amarga, con dejes de chocolate, regaliz y frutas. Una verdadera delicia¡±.
El producto era bueno, muy bueno, pero pocos eran conscientes de ello. Ya cada vez son m¨¢s personas quienes lo conocen, y eso se nota tambi¨¦n en el precio, claro: ¡°Antes un kilo de caf¨¦ se pod¨ªa vender a 2.000 pesetas, pero con la puesta en marcha del programa y todas las acciones de promoci¨®n que se han hecho, hoy puede costar entre 80 y 100 euros¡±, asegura Germ¨¢n Sosa.
El caf¨¦ de Agaete se vende en Agaete
Habr¨¢ quien se pregunte ahora d¨®nde se puede conseguir. F¨¢cil: en Agaete. Seg¨²n V¨ªctor Lugo, el 95% de la producci¨®n total se vende all¨ª. La explicaci¨®n es sencilla: ¡°Quiero que vengan a comprarlo, se queden en el pueblo, vayan a comer a los restaurantes y generen riqueza en la localidad. Si nosotros quisi¨¦semos, todo nuestro caf¨¦ estar¨ªa vendido en Jap¨®n, Estados Unidos y Alemania, pero ganar¨ªamos nosotros solos¡±, dice Lugo, que a?ade que solo en su empresa dan trabajo a m¨¢s de 15 personas.
Y no solo puedes comprarlo: hace 12 a?os que V¨ªctor abri¨® al p¨²blico su finca. Desde entonces son varias ya las que ofrecen un tour guiado para conocer las plantaciones y todo el proceso de elaboraci¨®n, desde la recolecci¨®n y el secado al sol de los frutos durante 25 y 30 d¨ªas al posterior tueste. ¡°Empezamos con una guagua a la semana y de repente vimos que hab¨ªa mucha curiosidad en la gente por conocer todo esto. Antes de la pandemia ten¨ªamos una media de 20-25 guaguas semanales, unas 80.000 personas al a?o. Al final est¨¢s creando riqueza en tu localidad, el origen se queda con el beneficio¡±, comenta este caficultor. En un Agaete que empez¨® a oler m¨¢s a caf¨¦ el d¨ªa que Albert Sol¨¤ atrac¨® all¨ª su velero.
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