Noche de confesiones
Igartiburu me hab¨ªa dicho este verano que le encantar¨ªa compartir la tradicional noche de Fin de A?o ¡°con otra mujer. Tendr¨ªa un significado enorme¡±
Hay leyes secretas en la trastienda de la televisi¨®n. Una de ellas es que cualquier buena noticia genera menos empat¨ªa que una tragedia. El mejor ejemplo de que la televisi¨®n favorece el conflicto ante la alegr¨ªa es que el anuncio de que Ana Obreg¨®n volver¨ªa a la televisi¨®n para dar las campanadas de Nochevieja junto a Anne Igartiburu, qued¨® eclipsado por la confesi¨®n nocturna de Kiko Rivera sobre los tejemanejes y enga?os perpetrados por su madre en la finca familiar Cantora, ese Neverland que se extiende desde un pedregoso rinc¨®n de Andaluc¨ªa hasta el coraz¨®n de Telecinco.
Cuando se hizo p¨²blica la pareja de presentadoras para despedir un a?o tan dram¨¢tico, me alegr¨¦ por Obreg¨®n, a quien considero un gran talento televisivo. Record¨¦ que en una emisi¨®n de Lazos de Sangre ella record¨® la retransmisi¨®n de las campanadas como un momento siempre feliz. Igartiburu tambi¨¦n me hab¨ªa confesado durante la grabaci¨®n este verano de su programa, Coraz¨®n, que le encantar¨ªa compartir la tradicional noche de Fin de A?o ¡°con otra mujer. Tendr¨ªa un significado enorme. Nunca se ha hecho¡±. El d¨ªa del anuncio, Susana Uribarri, m¨¢nager de Ana Obreg¨®n, me asegur¨® que la idea hab¨ªa sido suya pero que esper¨® a que ¡°Ana me dijera que se sent¨ªa con fuerzas para hacerlo. No pod¨ªa adelantar nada pero sab¨ªa que ella al final lo har¨ªa¡±. Estas conversaciones me produjeron alegr¨ªa, una desacostumbrada sensaci¨®n en estos d¨ªas, porque hablaban de esperanza, de optimismo, de querer seguir adelante. Tres razones que me parecen esenciales para superar cualquier crisis.
Cuando esa noche se hizo m¨¢s oscura y fr¨ªa, Kiko Rivera lanz¨® rayos y truenos sobre Cantora y todos nosotros. Al d¨ªa siguiente ya todo el mundo hablaba del 31% de audiencia que hab¨ªa cosechado la desenfrenada confesi¨®n. D¨ªas despu¨¦s acud¨ª al programa La Resistencia e intent¨¦ explicarle a su joven presentador, David Broncano, lo que hab¨ªa pasado, sospechando que les interesaba bien poco el pantojismo. En efecto, confirm¨¦ que estaban curados en salud, con anticuerpos contra el virus de Cantora. Broncano incluso pregunt¨® si Cantora era un animal y tras la risa, consegu¨ª resumir en pocos minutos esa descomunal historia de trajes de torero ocultos en la habitaci¨®n de Paquirri; las diferencias gen¨¦ticas entre los hijos de Paquirri con Carmen Ordo?ez y Kiko, el ¨²nico hijo que tuvo con Pantoja. Y me atrev¨ª a pedirle a Isabel que respondiera a Kiko desde La Resistencia. Durante mi intervenci¨®n, reafirmaba que para aquella audiencia joven esta truculenta historia les suena lejana. Pero quiz¨¢s deber¨ªan enfocarlo de otra manera, como si fuese Juego de Tronos. Historia y ciencia ficci¨®n, el retrato de un pa¨ªs at¨¢vico, con toros y tierra, con gritos y susurros, casi primitivo que pivota sobre valores y contradicciones tan intensos, que se vuelven absurdos y, sin embargo, perfectos para hacer que su narraci¨®n nos domine, nos entretenga.
Desde esa noche en que Cantora se volvi¨® Neverland, necesito una buena noticia. Y lleg¨® al leer que Dolly Parton hab¨ªa donado un mill¨®n de d¨®lares a la investigaci¨®n que consigui¨® la vacuna del laboratorio Moderna. Siendo adolescente, am¨¦ a Dolly Parton porque aunque parec¨ªa cursi, detenida en su propio country, la sent¨ªa atrevida y haciendo algo delicado pero fuerte por la figura femenina. Mostraba ese escote exuberante, como Mae West, acompa?¨¢ndolo de un mensaje de fuerza y valent¨ªa a las mujeres. Cuando se asoci¨® con Jane Fonda, entend¨ª que compart¨ªa un pensamiento com¨²n y juntas rodaron Como matar a tu jefe (Nine to five) en esa d¨¦cada prodigiosa de los a?os ochenta, sobre c¨®mo las mujeres explotadas laboralmente pod¨ªan rebelarse.
Sigue siendo una comedia incre¨ªblemente afortunada, filmada en esos ochenta en los que Pantoja seduc¨ªa a Paquirri, cebando esa leyenda de la tonadillera y el torero. Cuando los fantasmas de Cantora volv¨ªanse fuego de amor, luego cenizas y ahora volc¨¢n rentable. Cuando Ana Obreg¨®n preparaba paellas para Steven Spielberg. Quiz¨¢s la mejor noticia ser¨ªa que todos volvamos a los ochenta al final de las campanadas.
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