Los ¨²ltimos d¨ªas de Sean Connery, contados por su viuda: ¡°En sus momentos de lucidez quer¨ªa acabar con todo¡±
Micheline Roquebrune habla de la generosidad del actor, de su historia de amor y de que, consciente de su demencia, vivi¨® sus ¨²ltimos a?os infeliz hasta el punto de pedirle a su m¨¦dico que le recetara marihuana
El pasado 31 de octubre mor¨ªa, a los 90 a?os, Sean Connery, uno de los int¨¦rpretes m¨¢s c¨¦lebres del siglo XX. Su carrera, cuyo grueso tuvo lugar entre los a?os cincuenta y los noventa del siglo pasado, abarc¨® m¨¢s de 90 t¨ªtulos, aunque su mayor fama la obtuvo gracias a las siete pel¨ªculas (entre 1962 y 1983) en las que dio vida al agente Bond, James Bond.
Al igual que su carrera, su vida personal fue tranquila durante la ¨²ltima etapa. Se cas¨® en primeras nupcias con Diane Cilento, pero los ¨²ltimos 45 a?os comparti¨® su tiempo y su hogar con la pintora Micheline Roquebrune, su segunda esposa. Ha sido ella quien ha contado, semanas despu¨¦s de la muerte del int¨¦rprete, c¨®mo era Connery, a quien ha descrito como un hombre ¡°muy sensible, muy sencillo, muy modesto¡±, abanderado de las causas justas y que ¡°no pod¨ªa soportar la injusticia [...], incapaz de hacerle da?o a una mosca¡±. Sin embargo, tambi¨¦n reconoce que en ocasiones ¡°beb¨ªa demasiado y se comportaba como un macho¡±.
Roquebrune ha relatado en una entrevista con la revista francesa Paris Match c¨®mo fueron los ¨²ltimos d¨ªas de vida del actor, pero tambi¨¦n ha desgranado detalles de su relaci¨®n. Como que por ejemplo que intentaron tener un hijo juntos pero no lo lograron (¡±¨¦l se estaba volviendo loco con eso; no fue por falta de intentos, pero no pudo ser¡±). Tambi¨¦n habla de c¨®mo se conocieron y de que entonces, durante su matrimonio con Cilento, Connery ¡°hab¨ªa perdido la confianza en s¨ª mismo¡±. ¡°Admiti¨® delante de m¨ª que era muy infeliz en su matrimonio¡±, relata la artista, que entonces le pidi¨® que no la llamara m¨¢s, porque estaba casado. Pero tres meses despu¨¦s ¨¦l decidi¨® separarse y se puso en contacto con la pintora. La relaci¨®n, afirma, funcion¨® porque ambos estaban muy enamorados y porque, con caracteres muy diferentes, decidieron hacer un pacto.
¡°Sean ten¨ªa un car¨¢cter bastante oscuro¡±, reconoce su viuda. ¡°?l siempre ve¨ªa el lado malo de las cosas mientras que yo ve¨ªa el lado bueno. Para que nuestra relaci¨®n funcionase, le dije que ten¨ªamos que hacer una comprobaci¨®n frecuente en com¨²n, para ver qu¨¦ pasaba y qu¨¦ no pasaba entre nosotros. Y eso hicimos¡±. Por otra parte, ella asegura que siempre se tom¨® ¡°con mucha filosof¨ªa¡± el constante ¡°alboroto¡± de mujeres que el int¨¦rprete de Los intocables de Elliot Ness ten¨ªa a su alrededor. ¡°Siempre le dije que cuando quisiera irse, que se fuera¡±, afirma Roquebrune. ¡°Pero te contar¨¦ un secreto: a Sean le gustaban las mujeres pero prefer¨ªa la compa?¨ªa de los hombres. ?Igual que yo!¡±.
En cuanto a la salud del actor, Roquebrune reconoce que los ¨²ltimos cuatro a?os fueron dif¨ªciles. ¡°Sufr¨ªa demencia y era consciente de su condici¨®n, lo que lo hac¨ªa muy infeliz. Estaba aburrido. Dorm¨ªa d¨ªas enteros tratando de olvidar. En sus momentos de lucidez, y los ten¨ªa, me dec¨ªa que ya hab¨ªa tenido suficiente y que quer¨ªa acabar con todo eso¡±, recuerda la pintora. ¡°Fue desgarrador verlo as¨ª. No era vida. Al final le rogu¨¦ al m¨¦dico que le diera marihuana, cualquier cosa para que se sintiera un poco m¨¢s feliz¡±.
Adem¨¢s, tambi¨¦n explica que acudieron a un prestigioso centro m¨¦dico en EE UU para ver si hab¨ªa soluciones, pero se encontraron con m¨¢s problemas. ¡°Lo que es terrible es que cuando lo llev¨¦ a la Cl¨ªnica Mayo para un chequeo hace unos cuatro a?os, el m¨¦dico me dijo que Sean ten¨ªa un coraz¨®n muy grande con dificultades para latir y que sufr¨ªa el riesgo de no durar demasiado tiempo. Lo ¨²nico que pod¨ªa salvarlo era ponerle un marcapasos. Le dije que lo hiciera. Mirando hacia atr¨¢s, no s¨¦ si llevaba raz¨®n¡±, reflexiona ella ahora.
La cuesti¨®n profesional sale a relucir, y Roquebrune deja entrever que ni m¨¢s fama ni m¨¢s dinero interesaban a Connery. ¡°Rechaz¨® el papel de Richard Gere en Pretty Woman, porque dec¨ªa que no era cre¨ªble formar pareja con Julia Roberts; igual que rechaz¨® Indiana Jones 4, de Spielberg, porque no entend¨ªa el guion. ¡°Se dio cuenta de que desperdiciaba demasiada energ¨ªa en las pel¨ªculas, que pod¨ªa pelearse porque le pagaran 10 d¨®lares m¨¢s, pero luego no hab¨ªa nadie m¨¢s generoso que ¨¦l. Cuando hizo el ¨²ltimo Bond, gan¨® una fortuna. Don¨® todo su cach¨¦ a una organizaci¨®n ben¨¦fica en Escocia que se ocupa de ni?os que no tienen medios para acceder a una educaci¨®n¡±. Sin embargo, Roquebrune reconoce que Connery hizo grandes amigos en el mundo del cine, que le acompa?aron toda su vida. ¡°Adoraba a Ursula Andress¡±, reconoce su esposa. Steven Spielberg o Johnny Depp tambi¨¦n quisieron mucho al escoc¨¦s.
Su trabajo tambi¨¦n le hizo tener relaci¨®n cordial con mandatarios internacionales, como los presidentes George W. Bush o Bill Clinton. Donald Trump le ofreci¨® ser presidente de todos los campos de golf ¡ªdeporte que amaba¡ª en Escocia, pero lo rechaz¨®. Aunque su esposa cuenta que el encuentro que m¨¢s le marc¨® fue con Juan Pablo II. ¡°Sean no cre¨ªa en Dios, no cre¨ªa en nada, pero esa visita le caus¨® una profunda impresi¨®n¡±.
De hecho, esa falta de fe religiosa tambi¨¦n ha marcado el modo en el que se ha organizado su despedida, pautada tambi¨¦n por las estrictas condiciones de la pandemia. ¡°?l no quer¨ªa una ceremonia religiosa porque no era un creyente, y yo tampoco lo soy¡±, explica Roquebrune, que cuenta que el actor fue incinerado en Bahamas y que ¡°hasta que la crisis sanitaria lo permita¡±, sus cenizas descansan en su casa en un jarr¨®n. ¡°Algunas ser¨¢n arrojadas al campo de golf de Lyford Cay [en Nas¨¢u] y el resto en Escocia, en el campo de golf de Saint Andrews¡±, explica.
Sin embargo, su viuda tambi¨¦n quiere rendirle alg¨²n tipo de homenaje p¨²blico, aunque ella ya lo ha hecho de alguna manera. ¡°Sean ten¨ªa unas manos muy bonitas. Cuando muri¨® puse sus manos en moldes de yeso, su mano derecha ya se estaba cerrando y yo se la abr¨ª muy lentamente. Las har¨¦ en bronce. Me gustar¨ªa mucho que formaran parte de los recuerdos de la gente¡±.
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