Las palabras de I?aki
El rey em¨¦rito ha lamentado la ¡°repercusi¨®n p¨²blica que han tenido ciertos acontecimientos¡± de su vida, algo que tambi¨¦n comparten Anna Delvey e I?aki. Para ser VIP de verdad tienes que transformar tu vida en una serie de acontecimientos despampanantes. Si no arriesgas, no ganas
I?aki Urdangarin goza de libertad condicional y est¨¢ de vuelta. Confiado y construy¨¦ndose un nuevo futuro. En ese tono, concedi¨® una entrevista a Juanma Casta?o en la COPE. La escuch¨¦, antes de dormir y despu¨¦s de ver el quinto episodio de ?Qui¨¦n es Anna?, levemente preocupado por terminar mezclando contenidos. Pero la voz muy articulada del exduque de Palma impidi¨® cualquier mezcolanza. Lo encontr¨¦ san¨ªsimo mentalmente. La c¨¢rcel y un buen coach psicol¨®gico lo han rehabilitado. Incluso, lo ha hecho m¨¢s libre. Vuelve a ser ¨¦l mismo. Su ¨²nico problema, por ahora, es que pocas personas lo ven de esta manera.
Si a¨²n no ha visto ?Qui¨¦n es Anna?, de Netflix, no deje de hacerlo. Es la historia de una joven estafadora, similar al Peque?o Nicol¨¢s, que embauca a miembros de la alta sociedad y de las finanzas neoyorquinas con un absurdo proyecto sobre un espacio VIP para impulsar nuevos VIP, en una ciudad superpoblada de aspirantes a VIP. Entre la vida ficticia de Anna y la real, y la ca¨ªda en desgracia de I?aki, existen similitudes. Urdangarin fue un deportista exitoso que se cas¨® con una hija del rey de Espa?a. M¨¢s VIP imposible. Se vio atrapado en un proyecto econ¨®mico que deriv¨® en esc¨¢ndalo de corrupci¨®n y termina en la c¨¢rcel, como tambi¨¦n le sucede a Anna en la ficci¨®n. Ambos personajes aparentan ser alguien que no son. Inventan una vida, se introducen en un lugar que aparentemente los acepta. Y todos queremos pertenecer. A un club VIP, a una pandilla o a una familia real boyante. Cuando m¨¢s asumido tienes el cuento ¡°eres de los nuestros¡±, todo estalla. Descubren el bluf. Te conviertes en apestado y en villano.
I?aki durmi¨® en la c¨¢rcel lo suficiente como para conseguir la condicional. Y para leer 168 libros, como confes¨® a Casta?o. No le preguntaron si alguno estaba firmado por Pilar Eyre. Libre, regres¨® a Vitoria, y se enamor¨® de una compiyogui del trabajo. La Casa Real tuvo que comunicar una embarazosa interrupci¨®n matrimonial y su esposa, la infanta Cristina, paso a recibir el tratamiento medi¨¢tico de ¡°pobre¡±, sin serlo, ni de lejos. Urdangarin encaj¨® otra condena de la prensa borb¨®nica: pas¨® de reo a infiel traidor. Cuando en realidad es el ¨²nico que ha asumido responsabilidades. Quiz¨¢s porque es el menos VIP.
Al tiempo que I?aki se confesaba en la radio de los obispos, su casi exsuegro comunicaba que no dejar¨¢ de residir en Abu Dabi, aunque volver¨¢ a su exreino en fechas se?aladas. Una f¨®rmula muy VIP de informarnos de que asumir¨¢ con responsabilidad las magn¨ªficas ventajas de una residencia fiscal en un pa¨ªs sin fr¨ªo ni impuestos. Y, cuando nos visite, ?Juan Carlos I llegar¨¢ en vuelo comercial o privado? En su misiva, el rey em¨¦rito sobrevol¨® la situaci¨®n lamentando la ¡°repercusi¨®n p¨²blica que han tenido ciertos acontecimientos de mi vida pasada¡±, lamento que tambi¨¦n comparten Anna Delvey e I?aki. Para ser VIP de verdad tienes que transformar tu vida en una serie de acontecimientos despampanantes. Si no arriesgas, no ganas.
La serie, la carta real y las palabras de I?aki son el tel¨®n de fondo de la Madrid Fashion Week, otra aglomeraci¨®n c¨ªclica de VIP. Ha coincidido con la invasi¨®n a Ucrania y aunque no se debe frivolizar la guerra, ocurre que los VIP adoran parecer solidarios. Los colores de la naci¨®n invadida, azul y amarillo, son tendencia. Paz Padilla y su hija los combinaron para manifestarse por el despido de la presentadora. La reina Letizia, muy reina, visti¨® una blusa folk de campesina ucrania, cosechando un inmediato ¨¦xito medi¨¢tico. Los duques de Cambridge llevaron galletas a un centro de ayuda. Lamentablemente, ninguno de estos gestos detendr¨¢ a Putin. Pero nos ense?an que en tiempos de guerra, debemos seguir las palabras de I?aki: nunca es tarde para construirse un nuevo futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.