Geri y Rubi
El ¨²ltimo episodio del sainete nacional entre Rubiales y Piqu¨¦ anima el d¨ªa a cualquier convaleciente. Aunque el juego sucio no solo existe en el f¨²tbol, tambi¨¦n en la Casa Real
Que dos tiarrones, dos pegasos, dos estrellas deportivas y l¨ªderes empresariales se llamen entre ellos como si fueran integrantes de las Spice Girls anima el d¨ªa a cualquier convaleciente. El ¨²ltimo episodio del sainete nacional, los wasaps, ilegalmente obtenidos, entre Luis Rubiales, Rubi, y Gerard Piqu¨¦, Geri, tiene la insana habilidad de hacerse cada vez m¨¢s sexy e incomprensible cuanto m¨¢s sabes de ello. No solo est¨¢ el enriquecedor conflicto entre lo legal y lo ¨¦tico, sino tambi¨¦n el baile de millones de euros que mueve la opaca industria del futbol. En el juego de tronos entre La Liga y la Federaci¨®n, ?qui¨¦n es el bueno y quien es el malo? ?Geri o Rubi? Lo poco que puedes sacar en claro de todo esto es que las p¨¢ginas deportivas de hoy recuerdan much¨ªsimo a las p¨¢ginas econ¨®micas de los a?os noventa, cuando todos ¨¦ramos proclives a pucherazos, mordidas y pelotazos sin arbitraje ni sanci¨®n. Razonamiento ni racionamiento.
Por el pelotazo y el espionaje, Geri y Rubi pasar¨¢n unos d¨ªas de penalti, catapultados al centro del campo mientras desde la grada no conseguimos entender por qu¨¦ un ejecutivo del deporte rey percibe un sueldo de m¨¢s de tres millones de euros y que en Arabia Saud¨ª se juegue la Supercopa espa?ola, con 24 millones asegurados por cada final. En vez de hacerse en Colombia, por ejemplo, donde hay amor, calor y mucho m¨¢s futbol que en el desierto saud¨ª. Adem¨¢s, es el bello pa¨ªs de origen de Shakira ¡ª¡±Shaki, que la queremos tanto¡±, como subraya Paulina Rubio cuando menciona a su compa?era¡ª, madre de los hijos de Geri. Ahora, buscan presentarse como unos davides enfrentados a un gran Goliat, de nombre Florentino. Pero ocurre que, al pasarse de listos, les han sacado una tarjeta roja, por meterse dentro del ¨¢rea ajena con sus nombres camuflados en picante homenaje a las Spice Girls. Y, como suele ocurrir con los comisionistas, presentarse como v¨ªctimas.
Reconozco que el mundo de Rubi y Geri destila m¨¢s virilidad y rollo macho que los tambi¨¦n comisionistas de las mascarillas en el Ayuntamiento de Madrid. Quienes resultan m¨¢s lacios, como se dice ahora. Pero como ninguna trama es buena si no se vincula con otra, mis nuevos h¨¦roes, los tigretones Geri y Rubi intentaron vincularse al rey em¨¦rito, que es un as en lo suyo. Y pidieron audiencia, antes de la llegada de infantas y nietos a Abu Dabi, pero no la obtuvieron. ?El Em¨¦rito sabe detectar un pillo a leguas! Y as¨ª como existen dos reinos en el f¨²tbol espa?ol, la Liga y la Federaci¨®n, el Em¨¦rito ha organizado en su exilio su propia alineaci¨®n borb¨®nica, diferenciada de la del rey Felipe VI. Y esta semana, coincidiendo con el d¨¦cimo aniversario de su ca¨ªda en Botswana, ha decidido contraprogramar el protagonismo de la heredera Leonor fotografi¨¢ndose con sus otros nietos. Es lo que podemos concluir con la famosa foto de Juan Carlos I y sus herederos en Abu Dabi. Esa visita en Semana Santa se plane¨® originalmente para dar afecto y recibir una paguita, aunque luego se reutiliz¨® para torpedear el evento promocional de Do?a Leonor en Madrid. Incluso se borraron las piernas de Pablo Urdangarin, el m¨¢s atractivo de la familia, y con ese moderno truco, viralizar m¨¢s la chocante imagen. Aunque el resultado fue electrizante, no consiguieron erradicar de la foto esa sensaci¨®n de trasfondo econ¨®mico propia de familias extensas con un millonario dentro.
Los afortunados Borbones B, as¨ª los llama la periodista Pilar Eyre, son la secuela de una ruptura familiar y ya realizan jornadas de concentraci¨®n y entrenamiento en Abu Dabi preparando esa Supercopa que es su herencia. Pero siguen t¨¢cticas trasnochadas de contraprogramaci¨®n m¨¢s propias de televisiones privadas que de una familia real bonita. Eso no es competencia, se?oras infantas, es, como dir¨ªan Geri y Rubi, juego sucio.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.