La inmortalidad en el siglo XXI
La Rep¨²blica francesa con su Academia y el Reino Unido con la pompa de su monarqu¨ªa tienen un sistema bien organizado para honrar sus talentos
Es necesaria una buena academia para concretar un concepto tan abstracto y largo como la inmortalidad. Gracias a Mario Vargas Llosa y su obra literaria, un latinoamericano es inmortal. Miembro de una instituci¨®n creada para venerar el franc¨¦s sin haber escrito sus obras en esa lengua. ?Ay, el franc¨¦s! Aparte de inmortalidad, hay tambi¨¦n hitos y ritos que concluyeron en el orgasmo que sentimos muchos el jueves a la hora del Telediario en Espa?a. Lo que sab¨ªa de esta ceremonia fue aquello que le¨ª de adolescente sobre el ingreso de Jean Cocteau en 1955. La casaca que luci¨® y la espada que mand¨® hacer me llamaron la atenci¨®n. La informaci¨®n que me lleg¨® acerca de ese momento encerraba varias curiosidades: Cocteau era homosexual y autor de Les Enfants Terribles, una lectura que defin¨ªa mis aspiraciones juveniles. Adem¨¢s, Coco Chanel colabor¨® en el coste de la espada, dise?ada por el propio escritor y encargada a Cartier. La pareja de Cocteau, Jean Marais, era para mi mam¨¢ una especie de dios rubio y franc¨¦s. Con Vargas Llosa, cuarenta y tantos a?os despu¨¦s de esas lecturas, hay otros hitos en com¨²n. Importantes, valiosos. Pero para no dejarme llevar completamente por la emoci¨®n solo quiero expresar mi alegr¨ªa al verle entrar a la Acad¨¦mie con esa fant¨¢stica levita con bordados en forma de hojas de olivo, emulando cualquier retrato de Sim¨®n Bol¨ªvar o Napole¨®n, dos grandes hombres de Latinoam¨¦rica y Francia. Al menos en ese punto de estilo y relevancia, sent¨ª que se concentraban en ¨¦l.
El resto del Telediario se aprovech¨® de este glamur para esquivar las malas noticias y para recordarnos que la inmortalidad te escoge. Se sumaron otras informaciones: la playlist de la coronaci¨®n de Carlos III, que arranca con Come Together de The Beatles y que evita cualquier canci¨®n de Elton John, para que la reina Camila no sea importunada por el fantasma de Diana de Gales. Esa selecci¨®n musical es otra argucia de la monarqu¨ªa brit¨¢nica, celebrar una de sus mayores industrias culturales: la m¨²sica pop. Me pareci¨® que estas dos naciones, la Rep¨²blica francesa con su Academia y el Reino Unido con la pompa de su monarqu¨ªa, tienen un sistema bien organizado para honrar sus talentos, escoger a sus inmortales.
La pompa y la circunstancia espa?olas estuvieron presentes en la Acad¨¦mie gracias al rey em¨¦rito, invitado a la ceremonia por expreso deseo del escritor, seg¨²n el mismo cont¨® a este diario. Ya hay suficiente ruido acerca de los asistentes y ausentes en la ceremonia, pero lo sorprendente es que el Rey acudiera acompa?ado por su hija menor, Cristina, la reina del ¡°no lo s¨¦¡°. ?La incluy¨® a modo de broma campechana? Un toque de picaresca. Como no residen en Espa?a, la comunicaci¨®n entre ellos fluye c¨®modamente sin pasar por Madrid. Es una gram¨¢tica complicada, hacen falta clases particulares para entenderla. Podr¨ªa ser la manera de fomentar una academia alternativa. Por eso no estaba all¨ª Froil¨¢n, nieto del em¨¦rito, con unos amigos; ellos acuden a una academia nocturna. Felipe Juan Froil¨¢n no est¨¢ solo, siempre organiza una troupe, que m¨¢s o menos es responsable de sacarle el mejor partido posible a las clases, esa es su prioridad.
El dise?ador Eduardo Navarrete tiene otras prioridades; le hicieron miembro exitoso de esa otra academia de nuestra televisi¨®n que es El Hormiguero. En la entrevista habl¨® de forma desacomplejada de sus cirug¨ªas est¨¦ticas, una manera harto socorrida de acercarse a la inmortalidad. Como lo es tambi¨¦n la fama, que increment¨® gracias a la buena audiencia que obtuvo por su participaci¨®n. La cr¨ªtica hacia sus declaraciones fue trending topic, ese otro catalizador de la inmortalidad que de repente aproxim¨® a Navarrete a la eterna Madonna, que se present¨® en los Grammy todav¨ªa en proceso de recuperaci¨®n de la intervenci¨®n hecha para lucir inmortal en sus conciertos de oto?o. El brillo, la belleza, el descaro, la vanidad, el ego, parecen ser las condecoraciones que acompa?an a la inmortalidad en el siglo XXl.
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