El significado nada inocente de las obras de arte en ¡®La voz humana¡¯ de Pedro Almod¨®var
Desde la ¡®Venus y Cupido¡¯ de Artemisia Gentileschi hasta la foto de Man Ray de una mujer desnuda; la atenci¨®n al detalle est¨¢ presente en esta nueva producci¨®n del director manchego
Para Almod¨®var el arte, como todo lo dem¨¢s, nunca es una simple cuesti¨®n de decorado. Hay que prestar atenci¨®n a los cuadros y esculturas que aparecen en sus pel¨ªculas, porque funcionan como mises en abyme que nos cuentan sobre los personajes y sus conflictos tanto o m¨¢s que las l¨ªneas de guion. En el corto La voz humana, por ejemplo, los bodegones de la pintora realista madrile?a Isabel Quintanilla (1938-2017) y las fotos del propio Pedro Almod¨®var refuerzan la idea del interior dom¨¦stico. Aunque sabemos ¨Cporque as¨ª se nos muestra sin ocultar la tramoya¨C que estamos en un decorado montado dentro de una nave industrial, y que la acci¨®n que contemplamos podr¨ªa ser una representaci¨®n de la representaci¨®n. O quiz¨¢ no.
En la pel¨ªcula, Tilda Swinton se encuentra al borde de un ataque de nervios. Y nosotros asistimos como espectadores a los momentos m¨¢s duros de cualquier relaci¨®n amorosa, que son los de la ruptura. La suya. Sobre su lecho conyugal cuelga una reproducci¨®n de Venus y Cupido, cuyo original fue pintado hacia 1625 por la artista barroca Artemisia Gentileschi y que se encuentra actualmente en el Museo de Bellas Artes de Virginia (Estados Unidos). El lienzo representa a la diosa del amor desnuda, dormida e iluminada por la luz de la luna, mientras su hijo ¨Cque tambi¨¦n lo es de Marte, dios de la guerra¨C la abanica con unas plumas de pavo real.
Toda esta iconograf¨ªa est¨¢ elegida con sumo cuidado por Almod¨®var. En su carrera aparece en numerosas ocasiones el motivo de la Venus recostada, a menudo como alusi¨®n al deseo y al amor, pero tambi¨¦n al cuerpo a la vez erotizado e inexpugnable de la mujer: esta idea formaba parte del argumento de pel¨ªculas como Kika, Hable con ella o La piel que habito. Algunos planos de Elena Anaya en esta ¨²ltima ya recreaban representaciones cl¨¢sicas como La Venus del espejo de Vel¨¢zquez, mientras que en las paredes de la casa del cirujano protagonista colgaba La Venus de Urbino de Tiziano, y en su despacho se atisbaba el cuadro del artista contempor¨¢neo Guillermo P¨¦rez Villalta Dionisos encuentra a Ariadna en Naxos, con una composici¨®n muy similar.
Solo que en este caso concurren algunos detalles que a?aden capas a la narraci¨®n. Gentileschi pint¨® el cuadro m¨¢s de una d¨¦cada despu¨¦s de haber sido violada por el tambi¨¦n pintor Agostino Tassi, una agresi¨®n por la que a menudo se recuerda la figura de la pintora, por encima de la enorme calidad de su trabajo art¨ªstico. De esta manera, Almod¨®var introduce en su corto un elemento presente en muchas de sus pel¨ªculas anteriores, como las que antes cit¨¢bamos: el de la mujer codiciada y sexualmente agredida por un hombre. Y la invitaci¨®n hedonista al amor que aparentemente realiza el cuadro adquiere tintes m¨¢s oscuros, casi amenazantes, que planean sobre toda la historia.
Las referencias a la mitolog¨ªa grecolatina vuelven a aparecer en otra obra de arte, solo que esta vez se trata de una pintura vanguardista del siglo XX. El metaf¨ªsico italiano Giorgio de Chirico firm¨® en 1917 su H¨¦ctor y Andr¨®maca, donde dos maniqu¨ªes con un lenguaje corporal muy humano juntan sus anatom¨ªas en lo que podr¨ªa interpretarse como un encuentro amoroso. Sin embargo, de hecho se trata de una despedida, ya que se recoge el momento en que Andr¨®maca est¨¢ a punto de perder a su marido H¨¦ctor, pr¨ªncipe de Troya, que parte a la guerra. Como veteranos lectores de Homero sabemos que H¨¦ctor morir¨¢ atravesado por la lanza de Aquiles durante la defensa de su ciudad. Por eso para los griegos Andr¨®maca simbolizaba el noble sufrimiento de las mujeres de Troya, y por extensi¨®n de todo conflicto b¨¦lico.
Pero, como tambi¨¦n sabemos, el conflicto que m¨¢s le interesa a Almod¨®var es el amoroso. Como afirma Imanol Arias en La flor de mi secreto, ¡°no hay ninguna guerra comparable contigo¡±. Aqu¨ª Tilda Swinton se transforma en una Andr¨®maca moderna, en pleno proceso de p¨¦rdida del hombre al que a¨²n ama. Solo que ella no reaccionar¨¢ con la misma resignaci¨®n del personaje literario, y si debe arder Troya ser¨¢ por su mano.
En otro momento, y de forma m¨¢s discreta, irrumpe en escena Prioridad de la materia sobre el pensamiento, del artista dad¨¢ y surrealista Man Ray. Se trata de una foto de 1929 de la que el Museo Reina Sof¨ªa posee una copia p¨®stuma de 1982. En ella vuelve a aparecer una mujer desnuda y recostada bajo una iluminaci¨®n on¨ªrica. Que esta vez procede de la t¨¦cnica de solarizaci¨®n aplicada por el fot¨®grafo, consistente en exponer el negativo a la luz solar. Como curiosidad, la modelo fue la tambi¨¦n artista Meret Oppenheim, autora de la escultura Juego de desayuno en piel, consistente en una taza, un platillo y una cucharilla forrados de piel de animal.
En este c¨¦lebre objeto surrealista se reun¨ªan lo dom¨¦stico y lo salvaje, lo cotidiano y lo er¨®tico, en una aproximaci¨®n tan original como revolucionaria a la idea de la feminidad. Algo de esa pieza aludida pero no mostrada hay en toda la filmograf¨ªa de Almod¨®var, como lo hay en La voz humana, cuyo final ¨Cque no desvelaremos¨C incorpora el germen de todas las revoluciones, que consiste en arrasar con lo viejo para que, sobre sus cenizas, lo nuevo pueda abrirse paso y florecer.
Por ¨²ltimo, a pocos les pasar¨¢ desapercibido un dibujo que decora el sal¨®n del apartamento de Tilda Swinton donde, como ocurre en la foto de Man Ray, una mujer desnuda agarra uno de sus pechos mientras echa la cabeza hacia atr¨¢s. Solo que aqu¨ª no est¨¢ acostada sino de pie, y aunque no parece dormida cierra los ojos para embriagarse con el olor de una flor de un rojo restallante. Se trata de Memories of Olive, realizada en 1920 por el pintor e ilustrador peruano Alberto Vargas, que alcanz¨® un gran renombre en los Estados Unidos gracias a sus retratos de pin-ups extraordinariamente minuciosos y sensuales.
Y de nuevo nos enfrentamos a un peligro oculto bajo la apariencia del deseo: Olive Thomas, la actriz que sirvi¨® de modelo a esta obra, falleci¨® aquel mismo a?o tras beberse todo un frasco de la medicaci¨®n contra la s¨ªfilis que le hab¨ªan prescrito a su marido, con el que manten¨ªa una tumultuosa relaci¨®n. Muchos interpretaron entonces que la ingesta no fue accidental, y que Thomas se hab¨ªa suicidado.
Todo esto estaba ya en la obra teatral de Jean Cocteau de la que Almod¨®var se apropia llev¨¢ndola a su terreno. Para encapsularla en media hora de narraci¨®n, y adem¨¢s a?adir un sinf¨ªn de referencias que condensan toda la filmograf¨ªa anterior del director, hace falta mucho arte. Y algunos cuadros tambi¨¦n.
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