De ser ¡°de pobres¡± a asociarse a la riqueza y el aburrimiento: c¨®mo el ¡®beige¡¯ se ha convertido en el color de 2024, a pesar de todo
Pantone ha elegido como el color de este a?o que empieza el Peach Fuzz (¡°pelusa de melocot¨®n¡±), que puede describirse como un ¡®beige¡¯ anaranjado, algo m¨¢s c¨¢lido y dulcificado. Un tono ca¨ªdo en desgracia que hoy se considera propio de pijos sin imaginaci¨®n
Hay una escena en Belle de Jour, la pel¨ªcula de Bu?uel, en la que la burguesa S¨¦verine (Catherine Deneuve) visita por primera vez el prost¨ªbulo en el que va a prestar sus servicios, y al despojarse de su abrigo militar emerge un vestido camisero beige de corte impecable. ¡°La encuentro estupenda con ese traje: le da mucha clase¡±, se admira el cliente de aquella tarde, un hombrecillo de maneras algo zafias, y sin embargo sensible a la genuina qualit¨¦. ¡°Cuando hay dinero es f¨¢cil ser elegante¡±, objeta otra de las pupilas, embutida en encajes negruzcos. ¡°?Y la clase?¡±, insiste el cliente. ¡°?La clase no se compra!¡±.
No puede ser casual que Bu?uel, con la complicidad del modisto Yves Saint Laurent, eligiera precisamente aquel traje para subrayar el desahogo y la elegancia de S¨¦verine. El beige ¨Cen cualquiera de sus variantes, del caqui al camel, del crema al ocre suave¨C rara vez ha sido el color m¨¢s de moda, pero algo en ¨¦l remite a ciertos valores atemporales. Ya que hablamos de moda y tendencias, seg¨²n la firma Pantone, el color que marcar¨¢ este 2024 es el PANTONE 13-1023 Peach Fuzz (¡°pelusa de melocot¨®n¡±), que puede describirse como un beige anaranjado, un beige algo m¨¢s c¨¢lido y por tanto dulcificado. En suma, un beige que no dice su nombre.
Sucede que tampoco este disimulo es fortuito. En los ¨²ltimos tiempos, el beige se asocia a la riqueza y el aburrimiento. Reuniendo ambos atributos, Jimina Sabad¨² titulaba una columna reciente en este medio Los Pombo, una vida en beige, en referencia al reality sobre la creadora de contenido Mar¨ªa Pombo y su familia ¨Cun clan de empresarios con saneadas finanzas y no gran cosa que decir¨C producido por Prime Video. ¡°Si Mar¨ªa fuera m¨²sica, ser¨ªa el hilo musical del ascensor¡±, defin¨ªa la autora del texto.
Esto no siempre fue as¨ª. Originalmente, la palabra francesa beige designaba la lana en su tono natural, y no fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando el uso del t¨¦rmino empez¨® a generalizarse. Aplicado a la ropa no disfrutaba de excesivo prestigio, ya que los tejidos sin te?ir eran propios de las clases menos pudientes. La representaci¨®n de monarcas, nobles y altoburgueses de ambos sexos en el arte desde la Edad Media hasta ¨¦pocas bastante recientes ha mostrado vestimentas de tonos intensos, con el dorado y el p¨²rpura en la gama m¨¢s elevada, o bien de un blanco n¨ªveo ¨Cescasamente compatible con la actividad laboral¨C, o de un negro lustroso y profundo, car¨ªsimo de obtener y de mantener en sus condiciones originales. As¨ª que, m¨¢s que de gente aburrida, ir de beige era de pobres.
De hecho, por pobreza voluntaria tomaron muchos el estilo del interiorista franc¨¦s Jean-Michel Frank, que hace un siglo marc¨® la cima exacta del art d¨¦co. Jean Cocteau afirm¨®, zumb¨®n, que parec¨ªa que los ladrones le hubieran robado la casa. En realidad, su aparente despojamiento pon¨ªa fin a la profusi¨®n de entelados carmes¨ª del estilo pompier del XIX, pero tambi¨¦n al lis¨¦rgico aprecio por lo multicolor del modernismo. Y lo hac¨ªa con los cremas y ocres como aliados, gracias a materiales ins¨®litos como el pergamino y la marqueter¨ªa de paja, que aplicaba a discreci¨®n. Si hay que creer una sentencia que se le atribuye, su sue?o era decorar un espacio con hasta 6.000 tonalidades distintas de beige, y casi lo consigui¨® en la residencia parisiense de los vizcondes Marie Laure y Charles de Noailles, los mecenas m¨¢s audaces y modernos de su tiempo.
Helena L¨®pez de Hierro, directora el Museo del Traje y licenciada en Historia del Arte por la Universidad Complutense, recuerda otra figura esencial para que se produjera este cambio de estatus: ¡°Chanel lo pone de moda y lo eleva de rango cuando realiza, en 1916, una colecci¨®n entera pr¨¢cticamente en ese color a partir de un stock de tejidos crudos que consigue¡±, explica. ¡°El beige se opone, junto con el blanco y el negro, a los colores mucho m¨¢s brillantes que se hab¨ªan llevado en la Belle ?poque, con lo que se convierte de lleno en un color moderno, que tambi¨¦n el cubismo usar¨¢¡±.
La tendencia se ir¨ªa afianzando en las siguientes d¨¦cadas: ¡°A partir de ese momento, comienza a usarse como un color m¨¢s relajado y moderno vinculado a las clases altas, que pueden estar al aire libre disfrutando del sol y de la naturaleza¡±, prosigue L¨®pez de Hierro. ¡°Acabar¨¢ desembocando, por un lado, en las tendencias naturales y ecol¨®gicas de los a?os setenta y, por otro, en el color insignia de las clases altas, que lo usar¨¢n sin necesidad de aparentar, es decir, como lujo discreto¡±.
La artista visual y de performance Ana Esmith, m¨¢s conocida por el nombre de su personaje, Miss Beige, una mujer vestida de este color de pies a cabeza y que combina un look de catequista con cierto esp¨ªritu punk y disruptivo, admite que tiene sentido la asociaci¨®n de los tonos crema con una ideolog¨ªa conservadora: ¡°Por su falta de riesgo y actitud, digamos que al menos son de centro derecha¡±. Pero, de nuevo, esta idea no siempre ha estado tan extendida. En el panorama pol¨ªtico brit¨¢nico, el gamuza era el color corporativo del partido progresista de los whigs entre mitad del siglo XVIII y mitad del XIX. Posteriormente, se utiliz¨® para retratar a la clase obrera, caso de la capa a juego con una cesta de mimbre que viste la anciana en El vag¨®n de tercera clase, cuadro de Honor¨¦ Daumier (c. 1862), o del casi monocrom¨¢tico El cuarto estado, de Giuseppe Pellizza da Volpedo (1901), que muestra un grupo de huelguistas y que se hizo c¨¦lebre por su utilizaci¨®n en los t¨ªtulos iniciales del film Novecento, epopeya comunista de Bernardo Bertolucci.
En cambio, hoy todos los matices que jalonan el recorrido que empieza en el de las gachas de avena y terminan en el de las galletas Mar¨ªa se consideran propios de pijos sin imaginaci¨®n. Se ha definido al beige como un color triste, incluso como un no color que denuncia la tendencia a vestir a los beb¨¦s con estos tonos, que por otro lado no presentan las connotaciones de g¨¦nero de los cl¨¢sicos azul y rosa. La bibliotecaria norteamericana Hayley DeRoche se ha erigido en bestia negra de esta ef¨ªmera moda a trav¨¦s de sus redes sociales. ¡°Era el m¨¢s triste de los tiempos, era el m¨¢s beige de los tiempos¡±, bromea en uno de sus posts de Instagram, citando ¨Cm¨¢s o menos- a Charles Dickens. Por lo que se refiere a la indumentaria adulta, procede recordar prendas tan imperecederas como las gabardinas cl¨¢sicas y los gustosos abrigos de pelo de camello, cuya imagen no sali¨® indemne de los suced¨¢neos de ¨ªnfima calidad que se popularizaron hace unas temporadas.
Esta ca¨ªda en desgracia del beige no puede extra?ar a nadie que viva en unos tiempos en los que la sobrecarga visual es una condici¨®n de partida. Se trata, al fin y al cabo, de un color que alude a lo terreno y a una cierta depuraci¨®n. As¨ª que resulta descorazonador que hoy posean tan mala prensa las tonalidades del travertino de los monumentos de Roma y del mar¨¦s de las mas¨ªas mallorquinas, de la arena playera y la madera de pino, del consom¨¦ de pollo con fideos y el caramelo de mantequilla, de la cera virgen y los crujientes sobres de manila.
Como contrapunto, Ana Esmith propone una suerte de reapropiaci¨®n del beige que lo devuelva a sus or¨ªgenes mientras aprovecha su potencial revolucionario. Una empresa que requiere osad¨ªa. ¡°Creo que es el momento de empezar la revoluci¨®n desde el beige, justamente porque no es lo esperado¡±, afirma. ¡°El arte reorienta nuestras expectativas, nos obliga a romper nuestros esquemas y a ver de manera nueva. Por eso mi lema es: ¡°Y t¨², ?te atreves a ser beige?¡±.
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