Ver caer la torre Eiffel: ?por qu¨¦ nos encanta ver monumentos explotando en las pel¨ªculas?
Durante d¨¦cadas, la fascinaci¨®n por el cine de cat¨¢strofes se ha nutrido de im¨¢genes de edificaciones reconocibles colapsando, a veces como s¨ªmbolo de la ca¨ªda de la civilizaci¨®n, otras por el espect¨¢culo de ver algo bello arder?
¡°El hombre siempre ha amado los edificios, pero ?qu¨¦ ocurre cuando un edificio dice ¡®hasta aqu¨ª hemos llegado¡¯?¡±, narraba la voz en off de Cuando los edificios se desploman, el documental ficticio sobre construcciones colapsando de Los Simpson con el que Homer y Bart se regocijaban a carcajadas, ante la mirada espantada de Lisa, justamente en un cap¨ªtulo sobre el temor de la ni?a superdotada a ser tan mastuerza como los varones de su familia. Aunque la serie de animaci¨®n bromease con el instinto primario que quiz¨¢ lleve a ciertos espectadores a disfrutar de una forma de espect¨¢culo tan b¨¢sica como ver bloques o monumentos saltando por los aires, el cine de cat¨¢strofes lleva d¨¦cadas encandilando a millones de espectadores en todo el mundo gracias a im¨¢genes tan ic¨®nicas como la de la Casa Blanca siendo arrasada por extraterrestres en Independence Day (1996), los villanos de G.I. Joe (2009) disparando una ojiva contra la torre Eiffel, el puente Golden Gate vi¨¦ndose sometido por los tent¨¢culos del superpulpo de Surgi¨® del fondo del mar (1955) o, por poner un ejemplo aut¨®ctono, la Puerta del Sol arrasada por la tormenta de Geostorm (2017).
¡°Reconozco que es mi g¨¦nero favorito¡±, admite a ICON Design V¨ªctor Riquelme, arquitecto, dise?ador de interiores y director de 022 Estudio. ¡°Tengo grabada la imagen de 2012 (2009) de la c¨²pula de San Pedro en el Vaticano quebr¨¢ndose y volcando sobre la propia plaza. Como arquitecto se me ponen los pelos de punta y me fascina¡±. Para Riquelme, el atractivo de estas pel¨ªculas y su perdurabilidad radica en ¡°un componente de morbo, relacionado con esa satisfacci¨®n por destruir lo bello que creamos¡±. ¡°Al final, toda gran construcci¨®n, edificio emblem¨¢tico u obra singular es un logro de la humanidad. Esas grandes estructuras son cimas de la ingenier¨ªa, de la arquitectura, pueden incluso encarnar la cultura o el progreso¡±, opina. ¡°Ver c¨®mo algo as¨ª se interrumpe o resquebraja siempre te va a impactar¡±.
El arquitecto, que tiene su estudio en Valencia, lo vincula al referente m¨¢s cercano posible: ¡°Esta ciudad es un ejemplo de c¨®mo al ser humano le gusta crear cosas bell¨ªsimas, como son las Fallas, para destruirlas instant¨¢neamente¡±. Incluso aunque, dice, como profesional se le pongan ¡°los pelos de punta¡± hablando de la destrucci¨®n l¨²dica de edificios por saber de primera mano ¡°lo que cuesta proyectar algo, el trabajo, la implicaci¨®n, la inversi¨®n tanto econ¨®mica como en creatividad y en recursos¡±, Riquelme anecd¨®ticamente hasta asocia al propio proceso formativo de un arquitecto esa atracci¨®n por lo ef¨ªmero. ¡°En la carrera ten¨ªamos que hacer muchas maquetas. Un denominador com¨²n entre mis compa?eros era, despu¨¦s de presentar el proyecto, destruirlas. ?Y de todas las formas habidas y por haber que se te pudieran ocurrir! Meterles petardos, prenderles fuego, tirarles algo encima¡ Eso nos produc¨ªa una satisfacci¨®n que no te s¨¦ explicar¡±.
En una de las m¨¢s impresionantes secuencias de Fast & Furious X (2023), ¨²ltima entrega estrenada de la saga de pel¨ªculas de coches, el personaje de Vin Diesel emprend¨ªa una fren¨¦tica carrera en su autom¨®vil para impedir que una bomba rodante de varias toneladas impactase contra el Vaticano. Tras evitar el horror, musitaba solemnemente: ¡°Cuando cae Roma, cae el mundo¡±. La frase, por s¨ª sola, encierra la er¨®tica que define el cine de cat¨¢strofes, la idea de que algo destinado a perdurar, una antorcha de la civilizaci¨®n y de sus valores m¨¢s elevados, se apague abruptamente. La recientemente estrenada Civil War imagina c¨®mo, a consecuencia de la polarizaci¨®n social y pol¨ªtica, estalla una contienda en Estados Unidos, con la Casa Blanca asaltada a tiros. Uno de los carteles de la pel¨ªcula muestra una trinchera instalada en la Estatua de la Libertad.
Si hay un t¨ªtulo que represente como ninguno ese estr¨¦pito por la ca¨ªda de todo lo que la humanidad supuestamente significa (y de, literalmente, esa antorcha), es El planeta de los simios (1968). Estrenada en plena ansiedad nuclear, pocos a?os despu¨¦s de que la crisis de los misiles de Cuba amenazase con desatar una contienda de consecuencias imprevisibles y potencialmente devastadoras, la pel¨ªcula dist¨®pica finalizaba con Charlton Heston postrado ante una mutilada Estatua de la Libertad exclamando: ¡°?Mani¨¢ticos, la hab¨¦is destruido! ?Maldigo las guerras, os maldigo a todos!¡±.
Ver el mundo arder
En una pieza para la web especializada en arquitectura Architizer, el escritor Pat Finn se remit¨ªa al monogr¨¢fico M¨¢s all¨¢ del principio del placer (1920), de Sigmund Freud, para equiparar la atracci¨®n hacia las pel¨ªculas de cat¨¢strofes con la sensaci¨®n de confort que muchos espectadores obtienen del cine de terror. ¡°Las v¨ªctimas de traumas a menudo repiten el recuerdo de ese trauma para obtener cierto control imaginario sobre ¨¦l¡±, recapitulaba Finn. ¡°A veces, esto llega incluso a representar el escenario traum¨¢tico en la vida real, un fen¨®meno que Freud denomin¨® compulsi¨®n de repetici¨®n. Si los miedos se proyectan en una pantalla, se vuelven menos poderosos de lo que ser¨ªan si se les permitiera vagar sin control por los rincones oscuros de nuestra mente. Al igual que en una terapia de exposici¨®n, el espectador saldr¨¢ del cine con menos miedo del que ten¨ªa cuando entr¨®¡±. Y conclu¨ªa: ¡°Ver un monumento ser destruido es como probar un bocado del Apocalipsis¡±.
El cineasta alem¨¢n Roland Emmerich, seguramente el nombre m¨¢s asociado al subg¨¦nero, ha hecho toda una carrera a base de tomar el pulso al p¨²blico en distintas ¨¦pocas. Si en 1996 con Independence Day la destrucci¨®n de s¨ªmbolos (la Casa Blanca, la invasi¨®n en v¨ªsperas de la fiesta nacional del 4 de julio¡) activaba los significados detr¨¢s de esos iconos y pon¨ªa en im¨¢genes la fantas¨ªa estadounidense de un presidente h¨¦roe de guerra manch¨¢ndose las manos para salvar a su poblaci¨®n de los alien¨ªgenas, en 2004 se serv¨ªa de la entonces incipiente inquietud por la crisis clim¨¢tica para forjar otra serie de im¨¢genes perturbadoras en El d¨ªa de ma?ana. La s¨¢tira de Trey Parker y Matt Stone Team America: La polic¨ªa del mundo (2004) jug¨® con la ret¨®rica del subg¨¦nero para esbozar una cr¨ªtica al militarismo de la era Bush, retratando a un grupo de ¨¦lite que, en su guerra contra los enemigos de Occidente, provocaba much¨ªsima m¨¢s destrucci¨®n ¨Cla Torre Eiffel o la Gran Esfinge de Guiza eran borradas del mapa¨C que los terroristas. Pero Emmerich, todo sea dicho, ya hab¨ªa incorporado esa iron¨ªa sobre el destructivo sentido de la autodefensa estadounidense en su no muy celebrada versi¨®n de Godzilla (1998).
Los atentados del 11-S, lejos de dar carpetazo a la representaci¨®n de grandes desastres humanos y patrimoniales en pantalla, fueron el trauma por antonomasia que redefini¨® y aliment¨® el subg¨¦nero en el siglo XXI. En el ensayo El imperio del miedo. El cine de horror norteamericano post 11-S (Valdemar, 2016), el historiador y cr¨ªtico cinematogr¨¢fico Antonio Jos¨¦ Navarro analizaba el nuevo di¨¢logo entre realidad y ficci¨®n que se estableci¨® con aquella tragedia y su emisi¨®n: ¡°Nadie con un m¨ªnimo de sensibilidad ha olvidado el tremendo shock vivido el 11 de septiembre de 2001 ante el televisor (...). La realidad imitaba al arte; el cine de cat¨¢strofes, de ciencia ficci¨®n y el thriller pol¨ªtico se hab¨ªan transformado en una real thing, en un macrorrelato que golpeaba con fuerza nuestras conciencias, haci¨¦ndonos temer por el futuro inmediato. La llegada del Armaged¨®n, del fin de los tiempos, tantas veces profetizada por Hollywood, se estaba retransmitiendo por la CNN y Fox News¡±.
¡°El cine de horror norteamericano post 11-S es la representaci¨®n de un trauma hist¨®rico¡±, continuaba, ¡°el momento aleg¨®rico que explota la tensi¨®n existente entre quienes piensan que ciertos hechos traum¨¢ticos no pueden (ni deben) ser plasmados en una pel¨ªcula, y los que sienten la necesidad de que ese dram¨¢tico evento deba mostrarse en la ficci¨®n f¨ªlmica como terapia contraf¨®bica¡±. Navarro, que dedicaba su libro no al cine de cat¨¢strofes sino al de terror, equiparaba las ¡°propiedades terap¨¦uticas¡± de estas pel¨ªculas a las del cine de monstruos de Universal en la ¨¦poca de la Gran Depresi¨®n o las de alien¨ªgenas, invasiones y falsas identidades ¨Ccomo La invasi¨®n de los ladrones de cuerpos (1956)¨C en tiempos de Guerra Fr¨ªa y macartismo. El car¨¢cter televisivo o la experiencia en primera persona que para parte del p¨²blico estadounidense tuvo el 11-S tambi¨¦n llev¨® a que proliferasen declinaciones hiperrealistas y semidocumentales del subg¨¦nero de desastres, como la pel¨ªcula de falso metraje encontrado Monstruoso (2009), donde la Estatua de la Libertad era tambi¨¦n decapitada.
Precisamente, de esa nueva percepci¨®n del p¨²blico hacia la cat¨¢strofe en enclaves c¨¦lebres y la difuminaci¨®n de los l¨ªmites entre c¨®digos narrativos de ficci¨®n y de informaci¨®n naci¨®, en 2019, una pol¨¦mica en torno a algunas reacciones hacia el incendio de la catedral de Notre-Dame de Par¨ªs, que no cont¨® con v¨ªctimas mortales. Diversos usuarios de redes sociales afearon a otros que hiciesen comentarios sobre la belleza abstracta que, para ellos, encerraba la estampa de un monumento de semejante calibre consumi¨¦ndose en las llamas, sin que dichas palabras supusiesen necesariamente una apolog¨ªa o un alegato anticlerical. Sobre esa doble dimensi¨®n de las im¨¢genes, el director Jean-Jacques Annaud construy¨® en 2022 la pel¨ªcula Arde Notre-Dame, que, si bien lejos de la ¨®rbita del cine de cat¨¢strofes, sintetizaba ejemplarmente su esencia: mezcla de dramatizaci¨®n y de v¨ªdeos reales grabados aquel d¨ªa, Annaud jugaba con los trampantojos (el equipo espejo de bomberos puesto a disposici¨®n del presidente Macron para no alterar el trabajo aut¨¦ntico de los profesionales, la falsa corona de espinas de Cristo exhibida mientras la presuntamente aut¨¦ntica se proteg¨ªa en otra parte) para separar lo iconogr¨¢fico de lo real. Una exploraci¨®n de la paradoja entre lo importante que es para nosotros un s¨ªmbolo y c¨®mo el s¨ªmbolo, por s¨ª solo, no es nada.
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