Donald Gray, el australiano que intent¨® reconciliar el turismo y la arquitectura tradicional andaluza
El arquitecto autodidacta, fallecido hace cinco a?os, desarroll¨® un estilo propio en la costa malague?a antes de que el turismo la devorase
Atalb¨¦itar es una aldea en el coraz¨®n de la Alpujarra de Granada. No est¨¢ de camino a ning¨²n sitio. Carece de bar o tienda y sus calles son tan estrechas que los coches no caben. En los setenta no ten¨ªa ni carretera de acceso, por eso el australiano Donald Gray (1935-2019) lleg¨® all¨ª a pie para comprar una casa que luego convertir¨ªa en su refugio. Huy¨® cansado de que el pa¨ªs del que se hab¨ªa enamorado destrozara sus propias ra¨ªces y olvidara sus tradiciones para venderse al turismo de masas. Hab¨ªa llegado a Espa?a casi dos d¨¦cadas antes siguiendo los pasos de Gerald Brenan y qued¨® tan impactado por la arquitectura andaluza que se convirti¨® en uno de sus mayores defensores, estudiosos e impulsores. Dise?¨® algunas de las urbanizaciones m¨¢s fascinantes de la Costa del Sol, todas a imagen y semejanza de los pueblos blancos. Es la huella imborrable de un maestro que hoy apenas reivindican un pu?ado de artesanos y arquitectos para los que la tradici¨®n bien entendida es el santo grial.
Gray, nacido en Sidney, estudi¨® Bellas Artes y nunca pas¨® por una escuela de arquitectura. Llevaba la profesi¨®n en la sangre y la aliment¨® inspir¨¢ndose en los rasgos que caracterizaban los pueblos andaluces. Viaj¨®, aprendi¨® y tom¨® ese modelo que hab¨ªa funcionado (y funciona) durante siglos para repetirlo, modificando apenas algunas adaptaciones a los nuevos tiempos. ¡°Cuando empec¨¦ pr¨¢cticamente toda la arquitectura en Andaluc¨ªa era buena¡±, relataba en 2015 en una entrevista para la fundaci¨®n Richard H. Driehaus, que le premi¨® aquel a?o. Su mayor inter¨¦s era crear ¡°un sitio agradable para vivir¡±. Es lo que ¨¦l llamaba ¡°edificios edificantes¡±.
Primero los impuls¨® en la costa granadina y luego en la malague?a, de la que huy¨® a finales de los setenta. ¡°Hay infinidad de edificios que, en t¨¦rminos ideales, si ello fuera posible, deber¨ªan ser borrados del mapa. Como casi todo lo que han construido en la Costa del Sol en los ¨²ltimos 50 a?os¡±, escribi¨® en La construcci¨®n tradicional en la Alpujarra granadina que firm¨® en 2014 junto a la arquitecta Jos¨¦ del Valle y donde demostraba su conocimiento de la comarca que le sirvi¨® de guarida durante casi cuatro d¨¦cadas, en las que defendi¨® su tesis de conservar el pasado y rehabilitar con sentido com¨²n: ¡°?Ser¨ªa aceptable, al restaurar un Vel¨¢zquez, a?adir un dibujo de Mickey Mouse o Spiderman porque se cree que hay que introducir algo contempor¨¢neo?¡±.
Su recorrido vital es digno de libro y no cabe en un reportaje. Muy resumido, arranca con un viaje desde Australia hasta Alemania poco despu¨¦s del final de la Segunda Guerra Mundial. En la base militar de Babenhausen Kaserne ¡ªal sur de Frankfurt¡ª dibuj¨® carteles para las fiestas del ej¨¦rcito estadounidense. Influenciado por el libro Al sur de Granada, del brit¨¢nico Gerald Brenan, Gray viaj¨® a Espa?a en 1958. Dio clases de ingl¨¦s en Valladolid, pas¨® por Madrid, viaj¨® luego a Dinamarca y Estados Unidos y volvi¨® para recaer en Torremolinos. Un pueblo que ¨¦l consideraba el m¨¢s bonito del mundo.
El australiano fue un autodidacta que se form¨® a pie de obra, con artesanos a los que consideraba sus maestros. Recorri¨® Andaluc¨ªa y el norte de Marruecos en busca de las ra¨ªces. ¡°La observaci¨®n tambi¨¦n fue su forma de aprendizaje. Reproduc¨ªa lo que hab¨ªa para conservarlo: no invent¨® nada¡±, subraya su nuera, Alba M¨¢rquez.
En 1961 recibi¨® su primer encargo para dise?ar una casa en Alm¨²?ecar, su para¨ªso personal. Entre 1963 y 1964 hizo lo propio con su primera barriada completa, San Juan, en el mismo municipio. M¨¢s tarde levant¨®, cerca de La Herradura, la urbanizaci¨®n San Nicol¨¢s y el hotel La Tartana, que se convirti¨® en el favorito de personalidades como Brigitte Bardot. Enamorado de aquel pueblo de pescadores llamado Torremolinos, Gray dio el salto a la Costa del Sol. Primero a Fuengirola, donde dise?¨® la urbanizaci¨®n Pueblo L¨®pez por encargo del promotor brit¨¢nico Bryan Hindson. Comenz¨® en 1967 y ah¨ª mostr¨® las claves de su trabajo: materiales locales, dise?o tradicional, participaci¨®n de artesanos, respeto al entorno y creaci¨®n de espacios exteriores habitables. El resultado fue un conjunto de casas que parec¨ªan llevar ah¨ª toda la vida. Tanto, que la publicidad de la ¨¦poca llevaba a los turistas para que lo visitaran como si fuera el viejo centro hist¨®rico de la ciudad. Poco despu¨¦s cerr¨® un c¨ªrculo personal: dise?¨® la casa de Gerald Brenan en Alhaur¨ªn el Grande (M¨¢laga).
Entre 1969 y 1973 levant¨® dos de sus urbanizaciones m¨¢s ic¨®nicas. Las Lomas del Marbella Club se convirti¨® en uno de sus trabajos m¨¢s representativos. La dise?¨® justo despu¨¦s de La Virginia, ubicada en un espacio natural hoy ya repleto de urbanizaciones y lujosas villas. ¡°Era un arquitecto del vac¨ªo: los espacios p¨²blicos eran m¨¢s fundamentales que las casas en s¨ª¡±, subraya su compa?ero de profesi¨®n Ciro de la Torre. Los residentes de La Virginia se autodenominaban los virginianos. Y por sus callejuelas se codeaban con Lola Flores o con visitantes como Orson Welles, Claudia Cardinale y Jaime de Mora y Arag¨®n.
Continu¨® varios a?os m¨¢s en litoral malague?o ¨Ctambi¨¦n dise?¨® Pueblo Nuevo, en Mijas¨C pero ya con la sensaci¨®n de que el turismo se lo comer¨ªa todo. ¡°Fue un pionero. Y, con la calidad de Donald, pocas cosas se han hecho ah¨ª desde entonces¡±, apunta De la Torre, que se?ala alguna obra de Antonio Lamela en Torremolinos o la urbanizaci¨®n La Heredia, en Marbella, impulsada por la familia Parlad¨¦. Por eso Gray decidi¨® refugiarse en La Alpujarra. Tuvo un flechazo con una casa construida sobre una piedra y la compr¨®. Hab¨ªa encontrado su ?taca. ¡°?D¨®nde diablos est¨¢ Donald?¡± se preguntaba entonces el arquitecto cubano Bernardo D¨ªez en la revista Imagen de Marbella. ¡°Le echaban de menos y le necesitaban para salvar la ciudad de ese jaleo urban¨ªstico en el que se estaba convirtiendo¡±, recuerda la artesana F¨¢tima Quesada.
Quesada fue una de las profesoras de la Escuela Taller de Oficios de Lebrija (Sevilla) que Gray cre¨® y dirigi¨® entre 1986 y 1989 para impulsar oficios hist¨®ricos: alba?iler¨ªa, herrer¨ªa, jardiner¨ªa, carpinter¨ªa y alfarer¨ªa. Se hab¨ªan conocido en La Alpujarra, hacia donde el dise?ador atrajo tambi¨¦n a otros artesanos. Ten¨ªa un poder de atracci¨®n incre¨ªble, un magnetismo ¨²nico. Consigui¨® que vinieran varias personas a un sitio tan apartado como este para rescatar la arquitectura tradicional, defenderla e impulsarla¡±, se?ala Maximino Mateos, arquitecto que aterriz¨® en 2010 en La Alpujarra, donde hoy tiene un estudio especializado en arquitectura tradicional. ¡°Vio la realidad de los artesanos antes incluso de que ese mundo se fuera a pique¡±, afirma Luis Prieto, que recibi¨® la beca Donald Gray ¡ªde la misma fundaci¨®n¡ª en 2019.
¡°Lo que ha hecho ¨¦l no lo ha conseguido mucha gente en el mundo¡±, insiste el arquitecto Alejandro Garc¨ªa Hermida, profesor de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid, uno de los autores del libro Donald Gray, los dise?os m¨¢s bellos de barrios tradicionales en Andaluc¨ªa (Oro Editions). Publicado en 2022, es un fabuloso compendio de la obra del australiano. Se ha vendido m¨¢s en Estados Unidos que en Espa?a. En sus ¨²ltimos a?os, Gray contin¨²o con peque?as reformas, ampliaciones y jardines. ¡°Tambi¨¦n era un excelente paisajista¡±, recuerda Jos¨¦ del Valle, quien trabaj¨® junto a Gray en distintos proyectos. En algunos colabor¨® uno de los hijos del australiano, V¨ªctor, que ahora sigue sus pasos: restaurando propiedades bajo los criterios de la arquitectura tradicional que su padre ayud¨® a sobrevivir. La saga Gray contin¨²a.
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