De la ¡®corona de espinas¡¯ a las ruinas de una iglesia del siglo XVIII: las mejores bibliotecas de Madrid
La Biblioteca Nacional, la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial o los pabellones del Bibliometro. En ICON Design recorremos la comunidad aut¨®noma en busca de estos santuarios de sabidur¨ªa dise?ados por arquitectos como I?aki ?balos, Juan Herreros o Andr¨¦s Perea
Asplund y Estocolmo, Aalto y Viipuri, Perrault y Par¨ªs, Kahn y Exeter, Scharoun y Berl¨ªn o Koolhaas y Seattle. Grandes nombres de la historia de la arquitectura unidos a una ciudad por su biblioteca, indudablemente uno de los encargos m¨¢s estimulantes y complejos de la profesi¨®n. En Madrid hay tantas y tan buenas que, si es verdad que el para¨ªso es como alg¨²n tipo de biblioteca, que dec¨ªa Jorge Luis Borges, uno no puede evitar creerse aquello de que ¡°de Madrid al cielo¡±.
La madre de todas ellas es la Biblioteca Nacional. Su entrada por Recoletos es la de un templo: la escalinata custodiada por las estatuas sedentes de Alfonso X el Sabio y San Isidoro de Sevilla conduce hasta un basamento con tres arcos sobre el que reposa una columnata cl¨¢sica rematada por un front¨®n con un rico programa aleg¨®rico. Y conociendo su interior no merece menos: este santuario de sabidur¨ªa alberga 500 kil¨®metros lineales de estanter¨ªas repletas de manuscritos, incunables, libros raros, partituras, dibujos, grabados y prensa.
Tampoco hay que dejar de visitar La Biblioteca de las Escuelas P¨ªas, en Lavapi¨¦s, una rom¨¢ntica integraci¨®n de las ruinas de una iglesia del siglo XVIII con lenguaje contempor¨¢neo, a cargo de Jos¨¦ Ignacio Linazasoro. Al arquitecto tambi¨¦n le debemos la Biblioteca Central de la UNED, en Ciudad Universitaria. A pesar de su austero aspecto exterior, el vac¨ªo central que atraviesa e ilumina las seis plantas de la biblioteca disloca mand¨ªbulas.
Frente a la Puerta de Toledo se alza la Biblioteca Pedro Salinas, obra de Juan Navarro Baldeweg. Desde fuera se la reconoce por un volumen cil¨ªndrico de caliza blanca, cuyo interior acoge dos salas de lectura de planta circular. La superior est¨¢ cubierta por una delgada l¨¢mina de acero que parece flotar sobre los lectores, a la vez que permite la entrada de luz cenital por un ¨®culo central, as¨ª como por su borde perimetral, de modo que la luz resbala hasta la sala inferior.
En El Retiro est¨¢ la Biblioteca P¨²blica Municipal Eugenio Tr¨ªas, concebida por Jaime Nadal y Sebasti¨¢n Araujo como una estructura de acero y vidrio que se adue?a de la Casa de Fieras, construida en tiempos de Fernando VII y en pleno funcionamiento hasta 1972. Los arquitectos transformaron una c¨¢rcel para leones, tigres, panteras, osos, jirafas y elefantes en un sitio para leer y estudiar con vistas a un parque. Siguiendo con la idea de darle a los edificios una nueva vida encontramos la biblioteca del Archivo Regional de la Comunidad Madrid, en la rehabilitada f¨¢brica de cervezas El ?guila, firmada por Emilio Tu?¨®n y Luis Moreno Mansilla.
El mapa de las mejores bibliotecas p¨²blicas de la Villa desborda la M-30. Las de Villaverde, Carabanchel y Villa de Vallecas, proyectadas por Mariano Bay¨®n, RSP Arquitectos y EXIT Architects, respectivamente, ofrecen arquitectura valiente en entornos menos animados. Adem¨¢s, en el distrito de Fuencarral-El Pardo se encuentra la dedicada a Rafael Alberti, obra de Andr¨¦s Perea, una mole de hormig¨®n en guerra con el ¨¢ngulo recto que se vuelca hacia un patio interior irregular y acristalado, punto de referencia y fuente de iluminaci¨®n natural. En Usera est¨¢ la Biblioteca P¨²blica Jos¨¦ Hierro, de I?aki ?balos, Juan Herreros y ?ngel Jaramillo, una torre con piel de aluminio que esconde unas preciosas salas de lectura de techos altos y paredes empapeladas con motivos caligr¨¢ficos.
Fuera de la capital tambi¨¦n hay lugar para la pasi¨®n bibli¨®fila en la Real Biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, en cuyo Sal¨®n Principal, dominado por una b¨®veda de ca?¨®n abarrotada de frescos manieristas, los c¨®dices reposan sobre las estanter¨ªas dise?adas por el mism¨ªsimo Juan de Herrera, arquitecto del conjunto. Desde all¨ª se puede visitar Villanueva de la Ca?ada, donde se encuentra la Biblioteca P¨²blica L¨¢zaro Carreter, de Josemar¨ªa Churtichaga y Cayetana de la Quadra-Salcedo, una delicia de ladrillo que sutura su programa funcional con un gran paseo arquitect¨®nico en rampa a trav¨¦s de libros y puestos de lectura.
En Tres Cantos est¨¢ ubicada la Biblioteca Municipal Lope de Vega, proyecto de Jes¨²s Ruip¨¦rez y ?scar Cuevas, y en Velilla de San Antonio la de Mar¨ªa Moliner, peque?a y elegante, de ?ngela Garc¨ªa de Paredes e Ignacio Pedrosa, responsables tambi¨¦n del dise?o de los pabellones del Bibliometro, presentes en diversas estaciones del subterr¨¢neo. Legan¨¦s es policrom¨¢tica gracias a la fachada sinuosa de su recientemente inaugurada Biblioteca Central, de BN Asociados Arquitectos, recubierta por 9.126 piezas cer¨¢micas de colores que quieren ser lomos de libros. Este juego meton¨ªmico se repite de manera m¨¢s literal y posmoderna en la Biblioteca Municipal Federico Garc¨ªa Lorca en Torrej¨®n de Ardoz, obra de Jos¨¦ Julio Mart¨ªn Sevilla, donde un podio de libros de orden gigante eleva el cuerpo de salas de lectura y pr¨¦stamo.
A modo de ep¨ªlogo, y aunque la biblioteca no sea su funci¨®n principal, otros contenedores de libros de cita obligada se encuentran en el Ateneo de Madrid, en el coraz¨®n del Barrio de las Letras; en la Real Academia Nacional de Medicina, junto a la plaza de Oriente; en la ampliaci¨®n del Reina Sof¨ªa, de Jean Nouvel; en la Casa del Lector en Matadero Madrid, de Ensamble Studio; o en el Instituto del Patrimonio Cultural de Espa?a, conocido popularmente como Corona de Espinas, de Fernando Higueras. Esta ¨²ltima es, seguramente, una de las bibliotecas m¨¢s bonitas que se haya construido jam¨¢s.
Algunos agoreros aseguran que los formatos electr¨®nicos reemplazar¨¢n al papel, por lo que el libro tiene los d¨ªas contados y acabar¨¢ por desaparecer del paisaje de nuestras bibliotecas. Tal vez. Sin embargo, seguir¨¢n siendo lugares de reuni¨®n m¨¢s que necesarios: sus puestos de estudio y lectura cotizan al alza, especialmente en estos tiempos de ex¨¢menes y aforos reducidos. En este nuestro Madrid, ¡°audaz, jaranero y curioso¡±, que dijo Emilia Pardo Baz¨¢n, no resulta tan f¨¢cil encontrar un sitio donde poder estar, simple y llanamente, en silencio.
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