Menos coches, m¨¢s paseos y m¨¢s supermanzanas: c¨®mo conseguir que las ciudades dejen de perjudicar seriamente nuestra salud
Hablamos con Gabi Mart¨ªnez, autor de ¡®Naturalmente Urbano¡¯ y gran defensor del proyecto barcelon¨¦s que promueve la proliferaci¨®n de espacios verdes, que los ni?os jueguen en la calle y que el ruido ambiental sea inferior a los 65 decibelios
Ruralizar lo urbano y urbanizar lo rural era uno de los deseos de Ildefonso Cerd¨¢, propulsor del urbanismo como disciplina cient¨ªfica a nivel mundial y art¨ªfice de la manzana original, presentada en su plan para desplegar Barcelona en 1859 y con la que aline¨® de forma cartesiana el barrio del Eixample.
Cuando el escritor Gabi Martinez (Barcelona, 1971) acudi¨® al m¨¦dico aquejado de problemas auditivos y le detectaron ac¨²fenos se acord¨® de varias personas, incluido Cerd¨¢, pero cuando al salir de la consulta el paso de una ambulancia con la sirena a todo trapo le revent¨® el t¨ªmpano, se acord¨® de alguna m¨¢s. ¡°Ah¨ª empec¨¦ a preguntarme c¨®mo estamos ordenando nuestras ciudades para que esto sea posible, c¨®mo nos relacionamos con nuestro entorno y c¨®mo nos afecta en nuestra salud¡±, cuenta Gabi en el banco de una plaza de Gracia, no por casualidad, a resguardo del tr¨¢fico.
Gabi se recuper¨® del o¨ªdo, pero no de la reflexi¨®n, y empez¨® tambi¨¦n a escribir, con la velocidad que le caracteriza, el breve ensayo con el que vuelve a las librer¨ªas: Naturalmente Urbano (Destino). No es una novedad que Gabi ponga por escrito y publique su visi¨®n de la realidad. Lo hizo, por ejemplo, con Una Espa?a inesperada (un libro de 600 p¨¢ginas en el a?o 2006). ¡°Mientras dec¨ªan que Espa?a iba bien no confiaba mucho en la palabra escrita porque ten¨ªa la sensaci¨®n de que todo lo que era cultura estaba bloqueado y no interesaba crear relatos alternativos a los que nos estaban contando desde los grandes medios. Sin embargo, las reiteradas crisis han provocado que la sociedad se pare a pensar y se ha ido dando protagonismo a las personas que intentan ser honestas con lo que transmiten, as¨ª que no s¨¦ si la palabra escrita tiene futuro, pero hay que defenderla en su sentido original. Entre escribir y hacer, mejor hacer. Pero en el fondo escribir es hacer¡±.
Escribiendo, pues, ha realizado un manifiesto en favor de las supermanzanas, proyecto de Salvador Rueda, urbanista y director de la Agencia de Ecolog¨ªa Urbana de Barcelona, que en 1987 propuso reinventar la ciudad a partir de la idea original de Cerd¨¢. Para perfilar una supermanza basta reunir nueve de esas manzanas en un super cuadrado de tres (verticales) por tres (horizontales). Se promueve que los ni?os jueguen en la calle y el paseo a ritmo de charla, para el que se requiere no caminar a m¨¢s de cinco kil¨®metros por hora y con un ruido ambiental inferior a los 65 decibelios (lo que se consigue con disminuci¨®n de autos y la proliferaci¨®n de espacios verdes).
Las supermanzanas est¨¢n concebidas para poner a la naturaleza en el centro de todo. El deseo de Rueda, su ideal, pasar¨ªa por crear en cuatro a?os 503 supermanzanas. ?Ut¨®pico? Ya veremos. En 2016, cuando se implant¨® la primera supermanzana en el Poble Nou, desde la Plataforma de Afectados por la Supermanzana del Poble Nou se le tild¨® de ¡°se?or que vive en Matrix, desconectado de la realidad y de las preocupaciones b¨¢sicas¡±, algo que el urbanista se tom¨® como un elogio. El tiempo le ha dado la raz¨®n. Hoy en d¨ªa no se ve ni una pancarta en contra en todo el barrio. La superficie verde se ha duplicado con 176 ¨¢rboles. El tr¨¢nsito de 2.218 coches diarios ha bajado a 932.
Hay un 30 por ciento m¨¢s de comercios. Gabi Mart¨ªnez lo tiene claro: ¡°A los que denigran a Rueda y a las supermanzanas les dir¨ªa lo mismo que dice ¨¦l: primero pregunta a los que est¨¢n en contra, luego a los que est¨¢n a favor, y por fin a los que llevan diez a?os viviendo (en las de Gracia y el Borne en Barcelona, o en Vitoria), o cuatro en el caso de Poble Nou. Las ofensivas sangrientas que se han lanzado contra la idea se han ido apagando al a?o o a los dos a?os por las propias personas que han vivido la experiencia. Y ahora dile a alguien que vive ah¨ª que la abandone, es pr¨¢cticamente imposible, porque es una soluci¨®n urban¨ªstica que permite vivir mucho mejor¡±.
Para Idelfonso Cerd¨¢ verde significaba libre, para Gabi Mart¨ªnez el verde siempre ha sido su color referencial: ¡°Cuando ten¨ªa quince a?os me vest¨ªa de verde, debe ser por intuici¨®n, pero a parte de esa an¨¦cdota, verde es oxigeno, es espacio y es, como dec¨ªa Cerd¨¢, libertad, y es tambi¨¦n futuro¡±.
Como estoy con uno de los autores de nature writing (aqu¨ª llamado liternatura) m¨¢s destacados del panorama literario actual le pregunto qu¨¦ lugar debe ocupar la naturaleza en las ciudades del siglo XXI : ¡°Yo creo verde llama a verde, tanto si aludes a la naturaleza desde lo rural, desde lo salvaje o desde la ciudad, un verde alimenta al otro. Cuanto m¨¢s trabajemos para incluirlo en nuestras vidas con huertos urbanos, con corredores ecol¨®gicos para que los animales puedan hacer migraciones por las ciudades o con el aumento de azoteas verdes, unas cosas alimentar¨¢n a las otras y las dudas se disipar¨¢n en cuanto se perciba todo lo bueno que aporta la vida oxigenada¡±.
Recordamos los tiempos pasados, cuando el humo significaba progreso y modernidad. Seg¨²n Mart¨ªnez, ese humo hoy ¡°impide ver el horizonte m¨¢s all¨¢ de los edificios, el mar, las monta?as. Es sin¨®nimo de alerta roja, ya no es que haya humos sino humo, una calima que es la reconcentraci¨®n de todos los humos perjudiciales que hemos ido acumulando en las ¨²ltimas d¨¦cadas. Hay que minimizar esos efectos y recuperar el aire limpio. Si respiramos mejor estaremos mejor pero, como se ha mercantilizado todo, incluso el aire, el riesgo es que el verde acabe siendo moneda especulativa¡±.
Hacia la mitad del ensayo hay un dato que llama la atenci¨®n: cerca de un 80 por ciento del espacio p¨²blico est¨¢ pensado para que los coches se desplacen a gusto. Pero, ?c¨®mo es posible? Mart¨ªnez opina que ¡°es un resumen de c¨®mo nos hemos orientado hasta ahora y qu¨¦ relato hemos querido aceptar. Eso nos ha llevado a asumir que seamos definidos como peatones en lugar de como ciudadanos. Una manera de salir de esto es recuperar la idea de ciudadano y recuperar espacios, que es el objetivo de las supermanzanas¡±.
Antes de despedirnos reivindicamos figuras como la de Cerd¨¢, la de Jane Jacobs o la de Salvador Rueda, creador de las supermanzanas, mientras asistimos al desfile constante de bicicletas que certifican el cambio de paradigma en Barcelona. El paso del combustible al pedal es una realidad, aunque para ¨¦l ¡°queda mucho por hacer... es un paso claro, que ayuda, sin duda. La voluntad existe. Vitoria est¨¢ a la vanguardia y es un referente en cuanto a movilidad, y s¨ª, Barcelona tambi¨¦n¡±.
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