Una oficina abandonada convertida en un palacio para vivir: ¡°Esta casa es mucho m¨¢s bonita con cincuenta personas que con diez¡±
Entramos en el hogar de los interioristas Mafalda Mu?oz y Gonzalo Machado, que han transformado un viejo principal en su particular homenaje a la alta decoraci¨®n, a lo m¨¢s hedonista de los a?os setenta y al padre de ella, el hist¨®rico decorador y empresario Paco Mu?oz
La imagen, publicada en 1969 la edici¨®n estadounidense de Architectural Digest, es ya historia de la decoraci¨®n: una habitaci¨®n con techo blanco y pared negra, flanqueada por dos estanter¨ªas met¨¢licas, a su vez coronadas por sendos bustos de obispo, a su vez flanqueados por un huevo sobre una peana a cada lado. En el centro de la sala, otro buen mix: una mesa de marqueter¨ªa del siglo XVII en contraste con un sof¨¢ negro y sillas Luis XV lacadas en blanco; la moqueta clara, con dibujo geom¨¦trico, da la r¨¦plica a la cortina, tambi¨¦n con estampado geom¨¦trico pero en blanco y negro, ambos de David Hicks.
La casa que tuvo el interiorista santanderino Paco Mu?oz en la calle Blanca de Navarra de Madrid es, como dec¨ªamos al principio, historia de la decoraci¨®n. Y parte de ella vive hoy en el piso que comparten Mafalda, una de sus hijas, y su marido, Gonzalo Machado, interioristas y, en muchos sentidos, herederos de aquel patriarca de la profesi¨®n: Mu?oz fund¨® Casa & Jard¨ªn, Esta?os de Pedraza, De Natura y la editoria de mobiliario Darro, adem¨¢s de ser autor de cl¨¢sicos del mueble espa?ol, como la silla Riaza, y producir en Espa?a las telas de Hicks, que marcaron los a?os sesenta y setenta.
¡°Nuestra casa era la m¨¢s bonita de Madrid, muy abierta, llena de amigos y familia¡±, recuerda Mafalda. ¡°En el comedor hab¨ªa una bancada, varias mesas, comida preparada y calentadores, y llegara quien llegara, a la hora que fuera, siempre pod¨ªa comer algo¡±, r¨ªe. Su familia dej¨® aquel piso poco antes del fallecimiento de Mu?oz, en 2009, pero su esp¨ªritu perdura. ¡°Dise?ar est¨¢ muy bien, pero otra cosa es la vida que generes en un espacio. Nuestra casa no tiene vocaci¨®n monacal. Es mucho m¨¢s bonita con cincuenta personas que con diez¡±, indica Machado.
Instalados desde hace tres a?os en un principal que durante mucho tiempo fue una oficina abandonada sin ba?os ni cocina en el barrio de Salesas, la pareja insiste en que, a pesar de haber convertido ese espacio en un palaciego muestrario de sus habilidades, nunca te sacar¨¢n un posavasos y que, si la mesa de marqueter¨ªa del m¨ªtico piso de Blanca de Navarra parece un poco desvencijada es, precisamente, porque una vez alguien se cay¨® encima.
Las habitaciones son abiertas y la selecci¨®n de muebles, notable. Butacas de los a?os sesenta de Javier Carvajal, mesitas de principios de siglo de Mariano Fortuny u objetos de decoraci¨®n de viejas colecciones de Herm¨¨s conviven con obras de arte ¡ªdesde un peque?o dibujo de Semp¨¦ sobre la mesilla a la espectacular pieza textil de Aurelia Mu?oz que cuelga en el sal¨®n¡ª y piezas de creadores contempor¨¢neos con los que Machado y Mu?oz llevan a?os trabajando. Nombres pioneros del cruce entre el arte y el dise?o como Jorge Penad¨¦s, Michael Anastassiades o Philippe Anthonioz (autor, por ejemplo, de la l¨¢mpara blanca del comedor-biblioteca), que se suman a los muebles de Casa Mu?oz ¡ªel estudio de decoraci¨®n de la pareja¡ª o reediciones de Darro, en cuyo regreso el matrimonio lleva tiempo trabajando. Pero lo m¨¢s revelador son los caprichos, como un mueble forrado de cuero color mantequilla que dise?¨® en los a?os noventa Rena Dumas para las zapater¨ªas de lujo John Lobb, y que destaca sobre la moqueta geom¨¦trica de David Hicks en el vestidor de Machado.
Este cruce entre confort, sentido del espect¨¢culo y algo indudablemente sexy es lo que sale cuando se funden la pasi¨®n de Machado por el look hedonista de los a?os setenta, su avidez por los muebles de todas las ¨¦pocas y el gusto de ella por las antig¨¹edades y el aspecto m¨¢s t¨¦cnico de los espacios. ¡°Gonzalo tiene clar¨ªsimo lo que tiene que ir en una habitaci¨®n, las texturas, el color...¡±, explica Mu?oz. Juntos, crean muebles que aglutinan su particular gusto y variado conocimiento: una estanter¨ªa de madera inspirada en Michael Graves, mesillas cuadradas de acero pulido o un armario-chimenea lacado en naranja brillante inmunes a los clich¨¦s de Pinterest. ¡°Nuestra base de datos es anal¨®gica¡±, ironiza ella. ¡°Durante la pandemia cogimos todas las revistas de mi padre, fuimos recortando las mejores casas y las archivamos por categor¨ªas¡±.
Su hogar siempre est¨¢ en tr¨¢nsito. ¡°La casa tiene que ir cambiando¡±, dice ¨¦l, que tambi¨¦n es fot¨®grafo y achaca a eso su tendencia a colocar obsesivamente los objetos a su alrededor, algo a lo que su mujer llama bodegonismo. ¡°Es una enfermedad¡±, r¨ªe Machado. ¡°Estoy siempre recolocando las cosas. Supongo que es culpa de haber trabajado muchos a?os para revistas de decoraci¨®n: tienes que estar siempre eligiendo, renunciando¡±, explica. ¡°En realidad, empezar a trabajar con Mafalda fue algo natural¡±. En el interiorismo, como entre las personas, mandan las reglas de la atracci¨®n.
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