Codazos, rodillazos, rituales y esc¨¢ndalo: el ¡®muay thai¡¯, uno de los deportes m¨¢s duros del mundo, llega a Netflix
La serie ¡®Muaythai: Deporte extremo¡¯ se adentra en los vericuetos del deporte nacional de Tailandia y analiza la corrupci¨®n que rodea las peleas y la belleza pl¨¢stica y el esp¨ªritu de superaci¨®n que marcan los combates
Considerado por algunos expertos la modalidad de lucha m¨¢s peligrosa, todo aficionado a las artes marciales queda impactado cuando descubre el muay thai por el alto grado de contacto que presenta. El empleo de rodillazos y codazos, que pueden impactar en el cr¨¢neo, le ha valido, no en vano, que se le conozca como ¡°el arte de las ocho extremidades¡±. Como sucede en Jap¨®n con el sumo, la belleza pl¨¢stica asociada a los enfrentamientos (con largos rituales previos a las peleas enraizados, en este caso, en el folclore tailand¨¦s) hace asimismo del muay thai algo tan profundamente vinculado a su lugar de origen como exportable por el inter¨¦s de su poder¨ªo cultural y la letalidad del conjunto de t¨¦cnicas que abarca. No obstante, los espectadores m¨¢s enganchados a este arte no encontrar¨¢n mucho espect¨¢culo en la serie Muaythai: Deporte extremo, que acaba de estrenar Netflix.
Aunque con peleas (las pocas que aparecen) muy cuidadas y una producci¨®n de calidad, la docuficci¨®n de cuatro episodios, que alterna tramas dramatizadas y bustos parlantes, sobre todo, centra su atenci¨®n en los aleda?os a esta filosof¨ªa de combate y deporte en Tailandia, desde el mundo de las apuestas y las peleas ama?adas, pasando por la corrupci¨®n colaboracionista, hasta la situaci¨®n de pobreza y desesperaci¨®n que, a veces, act¨²a como ¨²nica motivaci¨®n de los contendientes. El diagn¨®stico no puede ser m¨¢s sombr¨ªo: si la situaci¨®n no cambia, este arte marcial de miles de a?os de historia corre el riesgo de desaparecer.
Pese al r¨®tulo ¡°Dedicado a la valent¨ªa y a la pasi¨®n de la comunidad del muay thai¡± con el que la serie concluye, Muaythai: Deporte extremo toma una postura ambigua, donde lo s¨®rdido parece ser el principal hilo conductor de la narraci¨®n. As¨ª, tan pronto asistimos a las pr¨¢cticas de los grandes gur¨²s de las apuestas, de cuyas elecciones se nos muestra que b¨¢sicamente determinan el curso de las peleas, como encontramos una recreaci¨®n de la historia del ni?o de 13 a?os que falleci¨® de una hemorragia craneal en un combate en Tailandia, que dio la vuelta al mundo en 2018. La base del relato son mayoritariamente hechos reales, con im¨¢genes de archivo de boxeadores a los que drogaron para que perdiesen o datos como que, en los ¨²ltimos 10 a?os, se ha probado que al menos 30 combates se resolvieron de manera fraudulenta.
Nacido como forma de combate por parte de los antiguos pueblos Tai, ¡°forzados a combatir continuamente para defender su derecho a existir¡±, seg¨²n explica el exluchador italiano Marco de Cesaris en su libro Boxeo Tailand¨¦s: Muay thai (1995, publicado en Espa?a en 2000 por Ediciones Tutor), el muay thai ha experimentado una larga evoluci¨®n hasta nuestros d¨ªas. Procedente del muay boran, un arte marcial ancestral del que hay registros arqueol¨®gicos fechados en el siglo II antes de Cristo, el muay thai surge como una vertiente sin armas (en contraposici¨®n al krabi krabong, que s¨ª las tiene) concebida a partir de la idea de que el cuerpo es la ¨²nica herramienta que siempre est¨¢ constantemente a disposici¨®n del guerrero. Su pr¨¢ctica en tiempos de paz y la afici¨®n de los diferentes reyes lo acab¨® convirtiendo en el deporte favorito de la poblaci¨®n. Pero sus largos rituales ceremoniales, que incluyen m¨²sica, movimientos de gran estilizaci¨®n, gestos e invocaciones de corte espiritual, han mantenido la din¨¢mica competitiva siempre conectada con sus rasgos de identidad. Entre tanto, de su exportaci¨®n internacional derivaron hijos como el kickboxing, una versi¨®n sin golpes de codo ni rodillazos a la cabeza desarrollada en Holanda, o las versiones m¨¢s continuistas de Francia e Inglaterra.
¡°Cuando un occidental asiste por primera vez a un encuentro de muay thai, lo describe siempre como la demostraci¨®n del deporte de contacto m¨¢s duro y peligroso practicado en el mundo. Pero si se habla con un aut¨¦ntico maestro (...), ¨¦l ciertamente sonreir¨¢ y recordar¨¢ c¨®mo el boxeo [tailand¨¦s] de hoy se ha vuelto mucho m¨¢s blando, si se compara con el practicado en otro tiempo¡±, comenta De Cesaris en Boxeo tailand¨¦s, en referencia a las sucesivas modificaciones de reglamento y prohibiciones de movimientos que se han ido implementando. Sin embargo, la iconograf¨ªa m¨¢s conocida del muay thai parece, por lo pronto, indisociable de las nociones de violencia m¨¢s descarnada, sea por la contundencia de sus patadas circulares o por el mito que el cine ayud¨® a construir: imposible olvidar, en este sentido, el cl¨ªmax final de la pel¨ªcula Kickboxer (1989), donde el personaje de Jean-Claude Van Damme se enfrentaba a un luchador tailand¨¦s en venganza por haber dejado tetrapl¨¦jico a su hermano y, antes de pelear, ambos ba?aban el vendaje de sus manos, sin guantes, en vidrio triturado para golpear con m¨¢s dolor.
La adrenalina que acalla el dolor
¡°Esas pel¨ªculas no tienen nada de riguroso, ?lo de los cristales ya no existe!¡±, advierte a ICON Francisco Villalba, maestro de muay thai seg¨²n la Kru Muaythai Association. Para Villalba, la idea del extranjero que llega por primera vez al pa¨ªs y triunfa en el muay thai, explorada hasta tres veces en la filmograf¨ªa de Van Damme (adem¨¢s de Kickboxing, tambi¨¦n en Contacto sangriento, de 1988, y en The Quest: En busca de la ciudad perdida, de 1996), es esencialmente fantasiosa. ¡°O has estado entrenando all¨ª desde peque?ito, peleando en un campo que tenga gran nombre y ganando a los mejores, o no tienes ninguna posibilidad¡±, asegura. En su libro, Marco de Cesaris tambi¨¦n aborda c¨®mo el poder¨ªo de los combatientes tailandeses represent¨® un problema para un p¨²blico europeo que no tard¨® en hartarse de esa desigualdad, lo que provoc¨® que se organizasen combates con p¨²giles orientales m¨¢s desconocidos, f¨ªsicamente inferiores y poco entrenados.
Villalba, de 53 a?os, tiene palabras m¨¢s amables para las pel¨ªculas de otro actor, el tailand¨¦s Tony Jaa, protagonista de t¨ªtulos como Ong-Bak: El guerrero muay thai (2003) y Thai Dragon (2005), que es conocedor del ancestral muay borang. Y admite que, de hecho, lleg¨® a las artes marciales por el cine; concretamente, por las pel¨ªculas de Bruce Lee. ¡°Todos los de mi quinta llegamos por ah¨ª. Empec¨¦ haciendo kung-fu y acab¨¦ en el muay thai de casualidad, porque conoc¨ª en M¨¢laga a un chico finland¨¦s que hab¨ªa estado en Tailandia y empec¨¦ a entrenar con ¨¦l. Llevo 30 a?os yendo a Tailandia y he combatido hasta los 36¡±, cuenta. ¡°Para los tailandeses es el deporte nacional, como para nosotros los toros o como para Brasil el f¨²tbol. Hay multitud de estadios que se dedican los siete d¨ªas de la semana al muay thai¡±, explica el profesional cordob¨¦s. De igual manera, desvincula la fiebre por las apuestas en Tailandia de la m¨¢s modesta realidad espa?ola.
Pese a lo que cuenta Muaythai: Deporte extremo, Villalba no considera que el arte marcial tenga un componente peligroso en su encarnaci¨®n deportiva, tanto por las medidas de seguridad como por el conocimiento t¨¦cnico de quienes lo practican. ¡°Llevo 23 a?os con mi gimnasio abierto y habr¨¦ podido tener tres o cuatro lesiones. Cualquier chiquito que juega al f¨²tbol, en cambio, no es raro que se haga da?o en la rodilla, en el gemelo¡¡±, argumenta. Francisco Villalba, que aboga por practicar un muay thai ¡°lo m¨¢s parecido posible¡± al original (¡°Si hacemos muay thai, hacemos muay thai¡±, sentencia), es presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de Muay Thai Krabi Krabong (FEMT). Esta asociaci¨®n no pertenece a la Federaci¨®n Internacional de Asociaciones de Muaythai (IFMA), ¨²nica reconocida por el Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional. En Espa?a, dentro de IFMA solo se encuentra la Federaci¨®n Espa?ola de Kickboxing y Muay Thai (FEKM), presidida por Jes¨²s Egu¨ªa Mart¨ªn.
El excombatiente reconoce que los entrenamientos que ¨¦l lleva haciendo en Tailandia por tres d¨¦cadas son duros, con el factor a?adido del clima: ¡°All¨ª hace relativo calor y yo soy de C¨®rdoba, ?as¨ª que imag¨ªnate c¨®mo ser¨¢ para que me afecte! Lo peor es la humedad, las primeras veces me faltaba el aire¡±.
Master Woody, presidente de la Kru Muay Thai Association, es su maestro. De las peleas, que dice no plantearse ya por edad, recuerda como golpe m¨¢s duro el choque de realidad cuando se terminaban. ¡°Al bajar del ring, piensas que el combate ha ido bien, hayas ganado o perdido, que no te has hecho mucho da?o¡ Pero luego te das cuenta de que te duele la pierna o la costilla, o que te han tocado en tal o cual sitio. Con la adrenalina y el linimento no te duele nada, te duele ya cuando te bajas. Y te metes en barricas con hielo, como los del f¨²tbol americano, para bajar los hematomas¡±, rememora.
¡°Me enganch¨® no solo el deporte y la cultura como tal, sino tambi¨¦n la gente de Tailandia, porque se parecen mucho a los andaluces. Son gente abierta, a la que le gusta la calle y disfrutar¡±, se?ala el cordob¨¦s, que tambi¨¦n subraya el emocionante ambiente de las peleas en los estadios, ¡°a reventar¡±. De las apuestas, dice que ¡°todos los deportes tienen ese rollo detr¨¢s¡± y acota que en Espa?a no hay nada parecido a dicho mercado dentro del muay thai. Si las predicciones m¨¢s agoreras de Muaythai: Deporte extremo sobre la degenerativa convivencia en Tailandia con las apuestas se cumplen, los aficionados m¨¢s celosos de la tradici¨®n pueden tener, al menos, la tranquilidad de que en el sur de Europa y en otras tantas regiones del mundo, su cultura pervive.
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