¡°M¨¢s que un colegio, era un pueblo¡±: la escuela de ni?as de M¨¢laga que hace 60 a?os impresion¨® en Europa
La Academia de Santa Teresa, ubicada en una ladera, con espacios abiertos, vistas al mar y rodeada de verde, recibir¨¢ el d¨ªa 18 el reconocimiento ¡®M¨¢laga hace historia¡¯ convertida en un lugar que entre semana ocupan los ni?os y, los fines de semana, los apasionados de la arquitectura
En junio de 1966, la revista suiza Architektut und Kunst (o sea, Aquitectura y arte) dedicaba un especial a casas con terraza. Realizaba un paseo por construcciones de Italia, Reino Unido o Alemania para luego detenerse en Espa?a. Lo hac¨ªa en M¨¢laga para acercarse hasta un edificio muy especial entonces reci¨¦n construido. A imagen y semejanza de los pueblos blancos andaluces, se trataba de un recinto con terrazas y galer¨ªas, vegetaci¨®n integrada en el conjunto y deliciosas vistas al Mediterr¨¢neo. Lo m¨¢s singular, sin embargo, es que no era una vivienda. Se trataba de la Academia Santa Teresa, colegio del que el art¨ªculo destacaba su ubicaci¨®n ¡°en una ladera muy empinada¡± con ¡°una vista magn¨ªfica del mar¡± y la posibilidad de dar clases al aire libre. ¡°Est¨¢ pr¨¢cticamente en el centro de la ciudad¡±, se?alaba el texto, ahora digitalizado por la biblioteca p¨²blica ETH Zurich, en Suiza.
Casi seis d¨¦cadas despu¨¦s, el centro educativo concertado (conocido de manera popular como las teresianas) tiene cerca de 700 estudiantes en dos l¨ªneas de toda la educaci¨®n obligatoria, es decir, desde Infantil de tres a?os hasta cuarto de Secundaria. Cuenta con 28 aulas y, aunque ha sufrido modificaciones, es b¨¢sicamente el mismo que aquel al que alababan los especialistas suizos. Fue un encargo de la Instituci¨®n Teresiana, fundada por el pedagogo Pedro Poveda a comienzos del siglo XX, que contaba con un peque?o colegio en el casco hist¨®rico malague?o. Hasta que decidi¨® sumarse a la ola de innovaci¨®n educativa que entre los a?os cincuenta y sesenta intent¨® modernizar la metodolog¨ªa y la propia arquitectura. Encontraron suelo en el Monte Sancha y encargaron el dise?o a los arquitectos Manuel Barbero y Rafael de la Joya. Y les pidieron algo importante: deb¨ªa responder a los valores de la propia entidad.
La obra concluy¨® en 1963 con el reto superado. Lo hicieron mediante una novedosa organizaci¨®n en pabellones (que ellos mismos hab¨ªan ensayado en los comedores de la Seat en Barcelona a?os atr¨¢s) que otorgaba una sensaci¨®n de libertad al alumnado, entonces compuesto solo por ni?as. Tampoco hab¨ªa rejas ni grandes muros, pero s¨ª ¨¢reas verdes y espacios abiertos para promover el desarrollo de la personalidad a nivel c¨ªvico, familiar y religioso.
¡°La pedagog¨ªa povedana quiere que el contexto est¨¦ en las clases, que el exterior llegue al interior. Y que, as¨ª, el colegio est¨¦ en el mundo¡±, destaca su actual directora, Roc¨ªo Medina, orgullosa de su centro educativo y quien recuerda que los terrenos pertenecieron originalmente a la Hacienda Gir¨®, donde exist¨ªa una de las grandes villas malague?as del siglo XIX, hoy desaparecida.
Incluido entre el patrimonio arquitecto del movimiento moderno por la Fundaci¨®n Docomomo Ib¨¦rico, el colegio recibir¨¢ el 18 de marzo, a trav¨¦s de una placa, el reconocimiento M¨¢laga hace historia impulsado por el ?rea de Cultura municipal. Un paseo actual por sus instalaciones permite comprobar que los aspectos destacados por la publicaci¨®n suiza siguen vivos. Es un edificio que apenas se puede ver a pie de calle (se encuentra al final de una v¨ªa sin salida de una ladera muy empinada) y cuya primera impresi¨®n recuerda a pueblos blancos como Mijas, Casares o Frigiliana. La diferencia es que aqu¨ª las casas son aulas, las calles galer¨ªas abiertas y los patios son terrazas. Hay siempre sonidos de ni?os y ni?as, pues hace casi cuatro d¨¦cadas que es mixto, conversaciones del profesorado hablando en clase y mucha actividad al aire libre. Unas viviendas construidas en los ochenta taparon parte de las vistas al mar, pero el Mediterr¨¢neo sigue dando amplitud a una panor¨¢mica que permite ver hasta la playa de La Malagueta.
Las mejores est¨¢n en el ¨²ltimo nivel, el quinto, donde estudian los mayores. En el m¨¢s bajo estudian los peque?os. Y en el medio se ubican servicios comunes como la secretar¨ªa o el sal¨®n de usos m¨²ltiples. La subida se hace por unas escaleras en zigzag que, entre patios y zonas verdes, consigue que el ascenso parezca m¨¢s f¨¢cil.
Adaptaci¨®n a un terreno en pendiente
¡°Hasta que no me fui de all¨ª, no me di cuenta de lo afortunado que hab¨ªa sido estudiando en esas aulas¡±, recuerda Ico Montesino, exalumno del colegio. ¡°Pas¨¦ de un espacio abierto y libre a estudiar en un bloque cerrado con largos pasillos y aulas a un lado y otro¡±, subraya. Este malague?o de 41 a?os se march¨® de la Academia Santa Teresa para estudiar Bachillerato y, aunque a¨²n pensaba dedicarse a la inform¨¢tica, m¨¢s tarde se decant¨® por la arquitectura. Residente en Alemania desde hace m¨¢s de una d¨¦cada, volvi¨® para una reuni¨®n de antiguos alumnos en septiembre pasado y entonces decidi¨® que era el momento de estudiar mejor aquel edificio del que ten¨ªa tan grandes recuerdos. Encontr¨® la revista suiza digitalizada y, aunque no hall¨® mucha m¨¢s informaci¨®n, ahora valora mejor la construcci¨®n que cuando era ni?o. ¡°No construyeron un colegio, hicieron un pueblo blanco¡±, reflexiona Montesino.
Entre las caracter¨ªsticas m¨¢s especiales este arquitecto destaca dos. La principal es la soluci¨®n creativa para la adaptaci¨®n del edificio a un suelo con mucha pendiente. Replicaron lo que hac¨ªan los griegos cl¨¢sicos. ¡°En vez de modificar el terreno, lo respetaron e integraron¡±, subraya el especialista. El entorno original forma parte del propio conjunto y zonas donde la roca florece o donde la vegetaci¨®n original sigue cubriendo el suelo junto a otra habitual de zonas umbr¨ªas como la costilla de ad¨¢n. En otras zonas hay ¨¢rboles, como un alto magnolio que parece crecer desde el interior del hormig¨®n. Esas ¨¢reas verdes se entremezclan con las clases, ejerciendo tambi¨¦n de aislamiento ac¨²stico. Para evitar problemas con la escorrent¨ªa, el inmueble est¨¢ levantado unos cent¨ªmetros del suelo para permitir que el agua discurra ladera abajo. ¡°El resultado ha sido satisfactorio¡±, se?alaba al respecto la revista espa?ola Arquitectura en su n¨²mero 77, de mayo de 1965.
Montesino se?ala en segundo lugar el dise?o, que fusiona la arquitectura moderna (la vanguardia de su ¨¦poca de construcci¨®n) y la vern¨¢cula, es decir, la tradicional mediterr¨¢nea: paredes encaladas, espacios abiertos, orientaci¨®n sur, gran importancia de la vegetaci¨®n. Las aulas son, todas, cubos blancos, cuadrados perfectos de 8x8 metros que cuentan con grandes ventanales orientados al sur que permiten entrar la claridad y las vistas marinas. Un voladizo protege de los rayos del sol directos y una jardinera incrementa la sensaci¨®n a campo. En la pared opuesta hay ventanas cercanas al techo que facilita la ventilaci¨®n. Cada clase, adem¨¢s, tiene una terraza, el techo del aula del nivel inferior, para permitir la ense?anza al aire libre.
Un conjunto que, a simple vista, parece el de una de las muchas peque?as localidades blancas de comarcas como La Axarqu¨ªa o La Alpujarra. Hay galer¨ªas sin techar y, cuando llueve, el alumnado se puede mojar. ¡°Son solo peque?os tramos y esos d¨ªas se echa serr¨ªn para que no te resbales y listo. En M¨¢laga las precipitaciones no son muy habituales y, a cambio, el edificio te permite siempre una de estas tres visiones: al monte, al cielo o al mar¡±, se?ala el arquitecto. Esa vista al Mediterr¨¢neo es la principal diferencia, de hecho, con colegios teresianos como los de Alicante o C¨®rdoba, ambos de Rafael de la Hoz y similares al malague?o en varios aspectos.
Otro factor que permite entender este conjunto es el econ¨®mico. Levantado a base de hormig¨®n armado y revestimiento de ladrillo encalado, ¡°es una edificaci¨®n austera y sencilla, como los propios valores de la instituci¨®n teresiana¡±, a?ade Marta Gonz¨¢lez, tambi¨¦n arquitecta y exalumna de la Academia Santa Teresa. Durante los oto?os de 2021 y 2022 ella ha sido la encargada de realizar visitas guiadas por el colegio durante un fin de semana, actividad englobada en la iniciativa Open House M¨¢laga. Entre los asistentes siempre hubo buena cantidad de antiguos alumnos, que quer¨ªan recordar sus clases, sin estrado, para que el docente est¨¦ a la misma que el alumno, y escribir en las viejas pizarras de cristal ,donde borrar es mucho m¨¢s f¨¢cil y ¡°ayuda a entender que el error no es un trauma, que se puede superar¡±, seg¨²n la directora.
¡°El colegio est¨¢ levantado, adem¨¢s, a una escala muy dom¨¦stica, muy humana: no te sientes peque?o en un gran e impactante edificio,¡± insiste Marta Gonz¨¢lez, que recuerda el centro como un lugar donde ¡°todo es muy natural. Te hacen sentir libre y el edificio ayuda a que el alumnado se sienta bien¡±, concluye la arquitecta, feliz de haber pasado su infancia en un edificio tan reconocido como desconocido.
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