Entre la broma y el descontento: por qu¨¦ el comunismo triunfa en internet
Los chistes, referencias a los l¨ªderes sovi¨¦ticos y gui?os a su est¨¦tica que plagan la cultura ¡®online¡¯, indican que la juventud mira al pasado comunista con una mezcla de iron¨ªa y curiosidad
En una escena de El sol del futuro, Nanni Moretti (que dirige la pel¨ªcula y a la vez interpreta en ella a un director de cine) trata de explicar a uno de sus colaboradores que en Italia hubo muchos comunistas y que no, no eran rusos que se hubieran colado en el pa¨ªs, como supone su joven interlocutor, sino italianos que militaban en el poderoso PCI (que form¨® parte del gobierno italiano durante los a?os del ¡°compromiso hist¨®rico¡±, en la d¨¦cada de los setenta). La escena es una exageraci¨®n, una broma sobre la ignorancia de algunos j¨®venes o sobre lo lejos que quedan en 2023 esas referencias marxistas que acompa?aron a la generaci¨®n de Moretti (1953) durante sus a?os de formaci¨®n. Pero, ?de verdad quedan tan lejos? ?Acaso no llevamos a?os consumiendo iconos comunistas, ya completamente integrados en el sistema de distribuci¨®n capitalista o, m¨¢s recientemente, recibiendo memes que reinterpretan y actualizan el mensaje del socialismo?
Aparte de las camisetas con el rostro del Che Guevara que suelen servir de ejemplo y se venden en mercadillos ¡ªno pertenecen al circuito m¨¢s formal de la econom¨ªa capitalista¡ª, han existido y existen todo tipo de reapropiaciones, citas y reinterpretaciones de la cultura y la simbolog¨ªa socialistas o sovi¨¦ticas. Aparecieron en el mundo del arte contempor¨¢neo durante el ¨²ltimo tercio del siglo XX (cuando, tras la difusi¨®n de los cr¨ªmenes de Stalin, ya pocos intelectuales occidentales defend¨ªan sin reparos a la URSS en Occidente) y su sentido, disperso y parad¨®jico (algo t¨ªpico del arte posmoderno), oscilaba entre la defensa ambigua de un sistema que comenzaba a tambalearse, la s¨¢tira y el saqueo despolitizado de su est¨¦tica.
Del ¡®sots art¡¯ al ¡®sovietwave¡¯, pasando por el ¡®communist-chic¡¯
La invenci¨®n del sots art se suele atribuir a Vitaly Komar y Alexander Melamid, una pareja de artistas moscovitas exiliados en Nueva York. Si, seg¨²n la mayor¨ªa de cr¨ªticos de arte, el arte pop americano criticaba o expon¨ªa las contradicciones de la sociedad de consumo a trav¨¦s de los objetos cotidianos y los mitos de la cultura de masas (de Marilyn a Mickey), el sots art, durante los a?os setenta y ochenta, hizo lo mismo con los elementos y personajes m¨¢s populares y venerados tras el tel¨®n de acero ¡ªde Lenin a los cosmonautas¡ª. La obra de Komar & Melamid, como la de Erik Bulatov, enseguida circul¨® por los principales museos y galer¨ªas occidentales y, aunque en su caso era evidente su sentido cr¨ªtico (ellos mismos fueron censurados y reprimidos en su pa¨ªs), daba lugar a cierta confusi¨®n en cuanto a su mensaje, o a la ausencia del mismo. Y es que el sots art, casi una variante del arte pop, tambi¨¦n segu¨ªa la m¨¢xima que Warhol aplicaba para saber si algo le gustaba o no: ¡°Cuanto m¨¢s significado se pierde, mejor y m¨¢s vac¨ªo se siente uno¡±. Una frase que, por cierto, hoy podr¨ªa describir la difusi¨®n y reproducci¨®n de muchos fen¨®menos virales en internet.
En 1998, quince a?os despu¨¦s de que las pinturas de Komar & Melamid entraran en el MoMA y tambi¨¦n en la ciudad de Nueva York, se empez¨® a hablar de communist-chic. En broma, Colin Robinson, editor de Verso Books, dijo en una entrevista que planeaba vender la edici¨®n del Manifiesto Comunista que hab¨ªa preparado por su 150 aniversario en Barney¡¯s, los grandes almacenes que distribu¨ªan la moda m¨¢s lujosa. Aquello se reprodujo en muchos medios y el Manifiesto, en esta ocasi¨®n con una introducci¨®n de Eric Hobsbawm, termin¨® vendiendo miles de ejemplares en centros comerciales y librer¨ªas que promocionaron el lanzamiento con un despliegue propio de los superventas de temporada. Aquella edici¨®n del Manifiesto se convirti¨® en un bien de consumo y casi en un accesorio de moda cuando, desde hac¨ªa a?os, era posible comprar muchas otras por menos de un d¨®lar, y esa paradoja es recordada con humor por el propio Robinson, izquierdista confeso, y tambi¨¦n por miembros del Partido Comunista Americano, que pensaron que el inesperado fen¨®meno servir¨ªa para difundir las ideas de Marx entre un p¨²blico poco familiarizado con ellas.
Mucho m¨¢s recientemente, la cantante Grimes, expareja de Elon Musk, se dej¨® ver paseando con otro ejemplar del Manifiesto para enseguida declarar que aquello solo fue ¡°un troleo¡± destinado a foros y redes sociales. Y, siguiendo con las est¨¦ticas online, artistas contempor¨¢neos como Gala Kn?rr o Michael Pybus incorporan de tanto en tanto simbolog¨ªa sovi¨¦tica a sus pinturas sobre narcisismo virtual. ¡°El problema de estas obras que se ofrecen como juegos, como iron¨ªa l¨²dica es que se agotan r¨¢pidamente¡°, opina Alberto Santamar¨ªa, fil¨®sofo y profesor de Teor¨ªa del Arte. ¡°Es una forma de situacionismo sin situacionismo y, si al situacionismo le quitas la pol¨ªtica, te queda Am¨¦lie. Despolitizar el situacionismo te lleva a ser un juguete gracioso, un mero gui?o vac¨ªo¡±.
Desde las revueltas antiglobalizaci¨®n de Seattle y el manual de comunicaci¨®n del colectivo Luther Blissett las est¨¦ticas de la protesta han tenido m¨¢s que ver con el anticapitalismo que con la reivindicaci¨®n o la condena del comunismo (y, por tanto, no se han solapado con fen¨®menos como los anteriores, m¨¢s relacionados con la arqueolog¨ªa y el humor). Pero Santamar¨ªa advierte de que cualquier arte subversivo, tambi¨¦n el m¨¢s serio y sinceramente comprometido, encontrar¨¢ l¨ªmites infranqueables mucho antes de lo que parece: ¡°En el interior de la industria cultural todo es posible, pero con una condici¨®n: que la industria cultural no sea puesta en duda. Uno de los grandes logros del neoliberalismo es precisamente esa sutileza con la que opera, separando creaci¨®n cultural y econom¨ªa. Necesitamos bombas lapa en los bajos de la industria cultural, pero eso es imposible ahora mismo, porque ese doble v¨ªnculo en el que est¨¢ atrapado el artista parte de su misma precariedad y de su individualismo¡±. Quiz¨¢ por eso el humor no es tan mal caballo de Troya.
En la era de los memes socialistas
¡°Imagina haber sido ministro de propaganda de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana y que un adolescente en internet te supere treinta a?os despu¨¦s de que tu naci¨®n haya desaparecido, lol¡±, comenta un usuario de YouTube en un video de laborwave que mezcla im¨¢genes de Alemania del Este con melod¨ªas electr¨®nicas. Aunque con matices que los distinguen, tanto el laborwave como el sovietwave son g¨¦neros musicales basados en el sintetizador que difunden una est¨¦tica entre la nostalgia sovi¨¦tica y el retrofuturismo (imaginan un futuro en el que la Uni¨®n Sovi¨¦tica es la potencia que explora los confines del Universo). No son minoritarios: las piezas de sovietwave cuentan con millones de visualizaciones y se difunden en comunidades virtuales acompa?adas por mensajes en los que es imposible distinguir el homenaje de la parodia (internet es un lugar en el que nadie se responsabiliza de sus opiniones). Algo parecido, tambi¨¦n en el pantanoso terreno de la iron¨ªa, sucede con los memes basados en el comunismo, como ese Bugs Bunny que quiere compartir todo lo que tiene cerca.
En cualquier caso, la difusi¨®n de estos contenidos en una ¨¦poca de malestar social, desequilibrios en el mundo del trabajo y crisis a tantos niveles no es casual, y podr¨ªa ser la manifestaci¨®n de un inter¨¦s sincero por el universo comunista: ¡°Ya no hay esas construcciones doctrinales en torno a una idea cl¨¢sica de socialismo, como en el s. XIX o XX¡±, explica Clara Ramas, profesora en la Universidad Complutense y experta en marxismo. ¡°Impera esa idea que se ha llamado realismo capitalista: es m¨¢s f¨¢cil imaginar el fin del mundo que el fin del capitalismo, que es un marco de referencia ineludible. Pero esto es algo que Marx ya sab¨ªa cuando escribi¨® en el Manifiesto que el comunismo es un espectro, una met¨¢fora que us¨® en m¨¢s textos y que significa que el comunismo es una presencia que, aunque no est¨¦ realizada, no puede ahuyentarse¡±.
¡°En cuanto a los memes y contenidos que hacen referencia al comunismo pasado o que lo utilizan en clave cr¨ªtica, ir¨®nica o nost¨¢lgica, no lo hacen tanto por lo que ten¨ªa la URSS de espec¨ªfico en ese momento, sino porque es algo de los a?os veinte y treinta. Lo que llama ah¨ª la atenci¨®n es ese barniz de un pasado mejor, de una edad dorada que se echa de menos en el presente; entendiendo que el presente es una especie de colapso nihilista o relativista donde no hay fundamentos, y por lo menos entonces hab¨ªa un programa s¨®lido al que aferrarse. Yo creo que esto es un error o una trampa terrible¡±, contin¨²a Ramas, que, sin embargo, se muestra muy partidaria de otro tipo de memes que proponen giros ins¨®litos del discurso marxista.
De hecho, seg¨²n explica la fil¨®sofa, la famosa frase de Marx sobre la historia que suceder¨ªa ¡°primero como tragedia, despu¨¦s como farsa¡± es una invitaci¨®n a la reapropiaci¨®n ingeniosa tanto de los s¨ªmbolos como de los hechos hist¨®ricos: ¡°La frase nos dice que, aunque los eventos se repiten, cualquier reconstrucci¨®n, cualquier cita de un hecho est¨¢ ya interpret¨¢ndolo y cambiando su sentido. Por eso todo pueblo reflexivo genera como forma superior la comedia, dec¨ªa tambi¨¦n Marx. La comedia es precisamente tomar conciencia de lo que hacemos, verlo con distancia y poder re¨ªrnos de nosotros mismos¡±.
Del mismo modo que en el sot art serv¨ªan para lanzar un mensaje contra el totalitarismo, los mismos rostros (por ejemplo, el de Lenin) en la pantalla de nuestros tel¨¦fonos, m¨¢s de treinta a?os despu¨¦s del colapso de la URSS, estar¨ªan sirviendo para dar aliento a una juventud precarizada y explotada por mercados como el del trabajo o el de la vivienda sin reivindicar necesariamente todo lo que se hizo durante la era sovi¨¦tica. ¡°Por eso¡±, concluye Ramas, ¡°frente a lecturas conservadoras que sostienen que esta ¨¦poca de los memes y las redes sociales es una ¨¦poca de alienaci¨®n, yo creo que es una ¨¦poca de enorme lucidez y de enorme reflexividad porque el uso de la comedia implica la distancia y la reflexi¨®n. Y esto el meme lo ha llevado a la apoteosis, haciendo un trabajo discursivo extremadamente refinado donde el objeto del meme, finalmente, acaba siendo el propio meme¡±.
El punk, incombustible
M¨¢s all¨¢ de la apoteosis del meme marxista, parece que tambi¨¦n en la m¨²sica punk (un terreno que nunca abandon¨® del todo) el marxismo vuelve con fuerza. No es necesario a?adir nada al nombre de La URSS, grupo granadino con canciones como M¨¢s all¨¢ del futuro, y tambi¨¦n VVV Trippin¡¯you, banda mostole?a, lanza un mensaje pol¨ªtico con cada tema, en la l¨ªnea del postpunk brit¨¢nico m¨¢s obrerista. En el caso del tr¨ªo alicantino Futuro Terror, sus discos recogen leyendas y mitos del universo sovi¨¦tico porque, como explica Jos¨¦ Pazos, su cantante y guitarrista: ¡°No queremos obviar una cultura que tambi¨¦n configura el mundo. Es decir, se da por hecho que la cultura anglosajona es algo natural cuando no lo es. Para m¨ª, la influencia de la cultura sovi¨¦tica es algo parecido, aunque m¨¢s interesante por desconocida, y porque se ha querido ocultar o falsear¡±.
Aunque desear¨ªa una reaparici¨®n m¨¢s intensa del marxismo m¨¢s ortodoxo (¡°entendiendo que no es lo mismo que el estalinismo¡±), Pazos cree que ¡°actualmente es muy dif¨ªcil encontrar discursos que vayan m¨¢s all¨¢ de la socialdemocracia disfrazada¡±. ¡°Las expresiones de marxismo serias y adaptadas a nuestro tiempo que no caigan en la tonter¨ªa nacionalista de tipo nazbol [nacionalbolchevismo] son muy minoritarias¡±, comenta el autor de El paso Dyatlov, Joven Guardia o Leoncio Bad¨ªa. Entonces, ?qu¨¦ es lo que m¨¢s se ha encontrado tras sus conciertos: desconocimiento o rechazo hacia su mensaje? ¡°Lo que m¨¢s encuentro y me horroriza recuerda es el discurso absurdo de la gente que dice que las ideolog¨ªas est¨¢n superadas cuando obviamente ellos se est¨¢n posicionando en una defensa f¨¦rrea del capitalismo al hacer esa afirmaci¨®n¡±.
Pero incluso quienes piensan as¨ª recibir¨¢n al final de un d¨ªa extenuante un meme con la cara de Marx o una canci¨®n sobre el proyecto sovi¨¦tico, fallido, pero para muchos todav¨ªa inspirador. Y puede que lo conecten con su propio malestar. Habr¨¢ vuelto a funcionar esa herramienta a la que se refer¨ªa Bertolt Brecht cuando dijo que ¡°el arte no es un espejo para reflejar la realidad, sino un martillo para darle forma¡±. Los memes y las canciones distribuidas a trav¨¦s de YouTube tal vez no sean la forma art¨ªstica m¨¢s contundente, pero siguen golpeando con persistencia.
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