La misma m¨²sica a la vez en todas partes: ?qu¨¦ hacer para salvar los festivales en Espa?a? ?Caben 1000 festivales en Espa?a?
La temida explosi¨®n de la burbuja festivalera no ha ocurrido, pero sonados pinchazos en 2023 hacen que los expertos se pregunten c¨®mo podr¨¢n sobrevivir los festivales con unos carteles y propuestas que se repiten cada vez m¨¢s
En 2022 el crecimiento r¨¦cord de los festivales de m¨²sica en Espa?a asalt¨® los titulares. En un pa¨ªs que no se caracteriza por unas cifras de consumo musical precisamente altas llamaba la atenci¨®n que fuese, probablemente, el lugar del mundo con mayor cantidad de eventos per c¨¢pita de este tipo (?m¨¢s de mil!) y que congregasen m¨¢s p¨²blico que nunca. Pero tambi¨¦n surgieron las voces de alerta: la palabra ¡°burbuja¡±, entre interrogantes, formaba parte de la mayor¨ªa de esos titulares. La coyuntura post-pand¨¦mica, tras dos a?os de sequ¨ªa y una sed generalizada por reencontrarse con la m¨²sica en vivo pod¨ªa ser un mero espejismo. Las cifras fueron celebradas con j¨²bilo por el sector: seg¨²n el anuario de la Asociaci¨®n de Promotores Musicales, la industria de la m¨²sica en directo ingres¨® 459 millones de euros en venta de entradas, r¨¦cord absoluto. Seg¨²n el anuario de la SGAE, m¨¢s del sesenta por ciento de esta recaudaci¨®n proced¨ªa de festivales.
En 2023 el crecimiento festivalero empez¨® a estancarse, y adem¨¢s se produjeron sonados batacazos como los de la edici¨®n madrile?a del Primavera Sound y la malague?a del Mad Cool (denominada Andaluc¨ªa Big Festival), que no se repetir¨¢n este a?o ante la baja respuesta de p¨²blico. De cara a este 2024, la impresi¨®n general es que las entradas se est¨¢n vendiendo m¨¢s lentamente y que a las grandes citas les est¨¢ costando sobremanera conformar carteles con atractivo masivo. Algunas, incluso, como el Cala Mijas, no han anunciado todav¨ªa ni un solo artista.
¡°Si ocurre esto es porque estar¨¢ costando cerrar los nombres grandes, que son los m¨¢s caros y los que m¨¢s escasean, y afectan tanto al presupuesto que pueden hacer variar el resto de los nombres que van m¨¢s abajo¡±, explica Joan Vich Montaner, m¨¢nager y figura todoterreno que trabaj¨® en el Festival de Benic¨¢ssim desde su primera edici¨®n, en 1995, hasta 2019. ¡°La conversaci¨®n sobre esa lentitud en la venta no se ci?e solo a Espa?a. En EE UU se est¨¢ hablando mucho de ello a ra¨ªz del caso del Coachella, donde tambi¨¦n est¨¢ sucediendo eso¡± (los tickets para la pr¨®xima edici¨®n se est¨¢n vendiendo m¨¢s lentamente que nunca). Pero, en el caso espa?ol, subraya una particularidad: ¡°Los grandes festivales necesitan de los asistentes extranjeros para sobrevivir, porque aqu¨ª no hay p¨²blico suficiente para alimentarlos a todos. Luego est¨¢n los medianos, peque?os, especializados¡ De esos hay much¨ªsimos y creo que puede haber a¨²n m¨¢s, aunque ir¨¢n apareciendo y desapareciendo porque es dif¨ªcil consolidar un proyecto mediano en un ecosistema tan competitivo¡±, matiza.
Uno de esos eventos de tama?o medio es el Atlantic Fest, que se celebra el mes de julio en Vilagarc¨ªa de Arousa (Pontevedra), con 10.000 espectadores de aforo. Apuntan sus responsables, Antonio Caneda y Susana Laya, que la sensaci¨®n de que a los festivales les est¨¢ costando vender entradas este a?o es cierta. Ellos han tenido que iniciar la venta dos meses m¨¢s tarde de lo habitual, pero, aun as¨ª, est¨¢n satisfechos. ¡°La respuesta del p¨²blico est¨¢ siendo superior que la pasada edici¨®n por estas fechas¡±, indican. Tambi¨¦n asienten ante la idea de que la confecci¨®n de los carteles cada vez es m¨¢s complicada, incluso para eventos medianos como el suyo. Los motivos: la extrema competencia, que cada vez hay m¨¢s festivales y menos artistas que puedan ser cabeza de cartel, la subida de los cach¨¦s y de los costes de producci¨®n ¡°que est¨¢n disparados, ah¨ª s¨ª hay una verdadera burbuja¡±, se?alan. ¡°Esto est¨¢ haciendo que las entradas tengan que subir de precio y que la gente tenga que escoger m¨¢s a que eventos quiere acudir, porque hay mucha saturaci¨®n de oferta tambi¨¦n¡±.
Cuando lo que era extraordinario se convierte en rutina
Mariele S¨¢nchez-Palencia, de 29 a?os, y su hermano Sergio, de 26, llevan m¨¢s de una d¨¦cada asistiendo regularmente a festivales de todo pelaje. Viven tanto su afici¨®n que decidieron crear un podcast, Festival Brothers, dedicado exclusivamente a hablar sobre el mundo festivalero. ¡°En otros a?os, a estas alturas pod¨ªamos tener ya dos o tres abonos comprados, pero este 2024 solo hemos adquirido uno, el del Canela Party, y m¨¢s por el ambiente que por que nos atraiga el cartel¡±. El principal motivo para ello es que ha deca¨ªdo la ilusi¨®n. ¡°Se nos rompi¨® el amor de tanto usarlo¡±, bromean. ¡°Hemos visto a tantos grupos tantas veces que al final se convierte en algo m¨¢s prescindible, lo normalizas, lo sientes rutinario. Por eso ahora creemos y apoyamos firmemente a festivales como el Canela o el Sinsal, que crean experiencias ¨²nicas con la m¨²sica como veh¨ªculo conductor¡±, afirman.
¡°La idea de que un macrofestival sea capaz de vender entradas independientemente del cartel est¨¢ cada vez m¨¢s en entredicho. Despu¨¦s de tant¨ªsimos a?os, se han convertido en un evento rutinario y si no anuncian artistas excepcionales, la fidelidad de los asistentes se tambalea¡±, concede el periodista musical Nando Cruz, que el a?o pasado public¨® el libro Macrofestivales: El agujero negro de la m¨²sica (Pen¨ªnsula). Cruz considera irreversible el hecho de que ya no haya suficientes cabezas de cartel con tir¨®n para hacer viable tal cantidad de macrofestivales, tanto aqu¨ª como a nivel global, pero, a¨²n as¨ª, no divisa ninguna burbuja a punto de estallar. ¡°Los macrofestivales seguir¨¢n creciendo y sobreviviendo mientras tengan el generoso apoyo econ¨®mico de las administraciones p¨²blicas, que son los grandes distorsionadores de este negocio. Y mientras sigamos creyendo como sociedad que un festival de m¨²sica es un sitio al que tenemos que ir para sentirnos especiales. Mucha gente se est¨¢ cansando, pero mucha otra gente est¨¢ dispuesta a pagar lo que sea por estar en uno¡±, sostiene.
No solo la falta de cabezas de cartel constituye un problema potencial. En la parte baja, entre los m¨²sicos locales, son cada vez m¨¢s los que est¨¢n denunciando desigualdades y abusos en el trato que se les dispensa. Seg¨²n Miren Iza (Tulsa), ¡°los macrofestivales son sobre todo un negocio para unos pocos a costa de los impuestos de todos, su trato es cuestionable tanto para el p¨²blico como las bandas peque?as y medianas. No me gusta que se pague cantidades ingentes de dinero a un artista y que otros pierdan dinero por ir. Yo no me cierro a los festivales que no nos traten a granel, pero puedes volver muy magullada moralmente y con muchas ganas de dejar la m¨²sica si no te tratan bien. Con todo y con eso, es trabajo, as¨ª que me gustar¨ªa que me lo ofrecieran m¨¢s y poder elegir¡±.
Jorge Navarro, bajista del grupo Biznaga, indica que ¡°de los sesenta conciertos que habremos hecho el a?o pasado, a lo mejor el treinta por ciento fueron festivales, aunque ninguno de proporciones mastod¨®nticas, que yo recuerde. La raz¨®n por la que normalmente rechazamos acudir a un festival es econ¨®mica, igual que la raz¨®n que nos lleva a aceptar, salvo en casos en los que adem¨¢s interviene la afinidad¡±.
El festival ¡®atrapalotodo¡¯ enterr¨® al bum alternativo en un nicho
Si hab¨ªa un elemento com¨²n en los primeros festivales espa?oles que empezaron a proliferar en los a?os noventa, era su adscripci¨®n a un ideal de cultura alternativa, lo que creaba un sentido de pertenencia y militancia inusitado entre sus asistentes. El primer gran milagro de nuestros festivales fue que el FIB, S¨®nar, Festimad y Primavera Sound, llegaron a batir r¨¦cords de asistencia sin contar en sus carteles con pr¨¢cticamente ning¨²n artista que saliese en las televisiones generalistas ni figurase en la lista de los 50 discos m¨¢s vendidos. Aquel fen¨®meno, de hecho, fue la envidia del mainstream, y muchos de los nombres m¨¢s populares empezaron a quejarse de que los festivales les discriminaban. Eso ya est¨¢ dejando de ser as¨ª y, de hecho, se puede decir que se est¨¢ produciendo el fen¨®meno inverso. Cada vez es m¨¢s f¨¢cil ver a Melendi, Dani Mart¨ªn, Leiva, La Oreja de Van Gogh, Raphael o Aitana compartiendo la parte alta de los carteles con Vetusta Morla, Los Planetas, David Guetta, Bizarrap, PJ Harvey o Massive Attack. Se dir¨ªa que es ahora el espectro alternativo el que est¨¢ adquiriendo, a muchos niveles, los h¨¢bitos del mainstream.
¡°En el FIB, a partir de 2007 y tras varios a?os de competencia muy dura y de p¨¦rdida de la hegemon¨ªa, vimos claramente que el concepto tribal de los festivales en Espa?a no era realista y que la evoluci¨®n l¨®gica para asegurar la supervivencia y la rentabilidad del evento era llegar a un p¨²blico m¨¢s amplio, tratando de no perder el list¨®n de calidad, sea lo que sea eso, en el intento¡±, recuerda Joan Vich. Al principio, parte de su p¨²blico m¨¢s militante los critic¨® por incluir en el cartel a una artista aparentemente comercial como Julieta Venegas, pero las cosas acabaron cayendo por su propio peso. Vich presume de que el suyo fue el primer festival espa?ol que program¨® a Ed Sheeran y Dua Lipa, ya sin cuestionamiento por parte de los fibers.
¡°Los festivales que nacieron en los a?os noventa eran proyectos de mel¨®manos que buscaban aglutinar otros mel¨®manos de g¨¦neros espec¨ªficos: el indie, el reggae, el techno¡ Aquellos festivales son hoy muy grandes, pero nacieron siendo peque?os y crecieron poco a poco¡±, rememora Nando Cruz. ¡°Desde hace una d¨¦cada, tenemos eventos que ya nacen con aspiraciones de macrofestival. Mad Cool, O Son Do Cami?o, Cala Mijas o Arenal Sound ya buscaban en sus primeras ediciones a m¨¢s de 40.000 espectadores. Eso no lo consigues con artistas de perfil alternativo. Necesitas grandes estrellas nacionales o internacionales porque en Espa?a las m¨²sicas de nicho no tienen tanto p¨²blico. No se ha producido una mainstreamizaci¨®n de lo alternativo, sino un cambio en el modelo de negocio¡±.
¡°En la era de internet y del acceso a todo tipo de m¨²sica, el eclecticismo es una caracter¨ªstica generalizada entre los amantes de la m¨²sica, nadie escucha un solo estilo. M¨¢s que agotamiento del formato de festival lo que parece haber es un agotamiento del indie como estilo musical y escena hegem¨®nica, pero, por otro lado¡±, a?ade Joan Vich, ¡°s¨ª que veo un futuro interesante para los festivales de nicho, aunque necesariamente estar¨¢n limitados en cuando a n¨²mero de asistentes. Eso es mejor para el p¨²blico, pero menos atractivo para el empresario inversor, que, en el caso de los grandes festivales, suele ser ya un fondo de inversi¨®n¡±.
La disyuntiva, por tanto, tira por seguir esgrimiendo un criterio art¨ªstico o convertirte en un evento atrapalotodo para que salgan los n¨²meros. Seg¨²n los Festival Brothers, ¡°hay una clara falta de personalidad generalizada a la hora de programar festivales. Antes ten¨ªamos la sensaci¨®n de que basaban en su propuesta art¨ªstica gran parte de su valor y ten¨ªan una l¨ªnea editorial m¨¢s clara. Ahora no hay tantos festivales que mantengan una esencia y un discurso musical interesante, solo una f¨®rmula est¨¢ndar que se repite porque a¨²n sigue vendiendo sorprendentemente, pero que es tremendamente cansina¡±.
No obstante, tambi¨¦n observan un cambio en el p¨²blico que ejemplifican as¨ª: ¡°Nuestro hermano peque?o de 22 a?os y nuestro primo de 20 fueron el a?o pasado al Boombastic. Se lo pasaron bien porque qui¨¦n no lo hace viajando con sus amigos y estando fuera de casa, pero les preguntas qu¨¦ les pareci¨® Bizarrap o Quevedo en directo y ves poca emoci¨®n en la respuesta. Atinar¨ªamos a decir que para las nuevas generaciones el ¨¦xito est¨¢ en la mezcla de artistas que puedas ver en un mismo concierto a la vez, los featurings en directo, porque la puesta en escena no es nada de otro mundo¡±.
?El futuro es volver a las bases?
Se puede aventurar que, para el p¨²blico m¨¢s musiquero, la apuesta por carteles m¨¢s ecl¨¦cticos y el predominio de los festivales sobre las salas de conciertos como espacios para consumir m¨²sica en vivo puedan ser pan para hoy y hambre para ma?ana. En esos t¨¦rminos se manifiesta Mark Kitcatt, un brit¨¢nico afincado en Madrid desde 1990, director de la distribuidora Popstock! y presidente de IMPALA, la asociaci¨®n de discogr¨¢ficas independientes de Europa. ¡°Para explicar el arte de una creadora a la que el p¨²blico no conoce lo primero y fundamental es crear contexto. Y para eso necesitas quitar el ruido de alrededor y que tus fans objetivos se centren en ella. Eso lo puedes hacer en una sala de conciertos, o una tienda de discos, un programa de radio, pero, en un festival, el contexto es el propio del festival. Puede que te reporte m¨¢s dinero ser la letra peque?a de un festival que trabajar las salas de Barcelona, Gij¨®n y C¨¢diz, pero no crea la misma conexi¨®n con los fans. Y eso luego se convertir¨¢ en un problema para los festivales porque no hay recambio de cabezas de cartel. En mi experiencia en el pop, las acciones siempre tienen una reacci¨®n¡±, sostiene. Y a?ade otro ejemplo. ¡°Antes de la pandemia no ibas a pensar en el auge que han experimentado las tiendas f¨ªsicas de discos en Espa?a. Se han hecho muy fuertes y vitales para la escena cuando todo apuntaba que Amazon iba a llev¨¢rselo todo. Pero resulta que a la gente le gusta ir a espacios gestionados por personas que dedican sus vidas a la m¨²sica y que son del sitio donde trabajan, que comparten el trasfondo cultural del fan comprador. Esas tiendas se volcaron en trabajar las redes para contactar con el p¨²blico, y nosotros, los sellos y artistas independientes, hicimos lo mismo para apoyarlas. Eso tambi¨¦n puede pasar entre la chavalada con la m¨²sica en directo: artistas locales haciendo funcionar salas peque?as, enganchando as¨ª a nuevas generaciones, es una experiencia muy excitante¡ si los precios son accesibles¡±.
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