Un lobo con piel de inform¨¢tico: por qu¨¦ importan los cambios de ¡®look¡¯ de Mark Zuckerberg
Precisamente porque no importan. Mientras hablamos de lo bien que le queda la barba, no hablamos de nada m¨¢s
El de la barba es probablemente el debate m¨¢s largo e irresoluble de la est¨¦tica masculina. ?A qui¨¦n le queda bien? ?Avejenta? ?Hace m¨¢s sexy? ?Aumenta en alg¨²n grado esa caracter¨ªstica intangible, problem¨¢tica y en exceso ponderada llamada masculinidad? El ¨²ltimo giro ha llegado en forma de una barba que ni siquiera existe: el usuario de Instagram TheShadeRoom public¨® una imagen de Mark Zuckerberg, ep¨ªtome del nerd multimillonario de Silicon Valley, con barba. La barba hab¨ªa sido creada digitalmente y era una barba perfecta, de esas con la longitud, distribuci¨®n, frondosidad, textura y color ideales que contribuyen a que un rostro masculino se vuelva irresistible. Hasta con Zuckerberg funcion¨®.
El problema, claro, es que no es tan sencillo como dejarse crecer una barba porque, en primer lugar, no a todos los hombres les crece una barba. El crecimiento de la barba y su calidad y cantidad responde a razones gen¨¦ticas, hormonales y hasta raciales. Un hombre oriental tendr¨¢ menos posibilidades de tener una barba que uno cauc¨¢sico. Y si le crece, le saldr¨¢ sobre todo alrededor de la boca (billete y perilla), mientras un hombre cauc¨¢sico tendr¨¢ m¨¢s pelo alrededor del cuello, ment¨®n y mejillas. El problema se habr¨¢ solucionado cuando la perfecta barba de PhotoShop pueda aplicarse a la vida real o, al rev¨¦s, cuando todos podamos vivir en el metaverso con las barbas a nuestra medida que mejor convengan a nuestros rasgos. La buena noticia para Zuckerberg es que justo ese asunto, el del Metaverso, est¨¢ en sus manos. En realidad, lo controla casi todo. Hasta tal punto y tan bien que hemos venido a hablar solo de su f¨ªsico.
El f¨ªsico de Zuckerberg ha sido una especie de obsesi¨®n mundial desde su ascenso a los cielos m¨ªstico-tecnol¨®gicos a finales de la primera d¨¦cada del siglo XXI, cuando la popularidad masiva de Facebook cambi¨® la forma en la que nos relacionamos con el resto del mundo y c¨®mo asimilamos la realidad que nos rodea (o sea, qu¨¦ noticias leemos, con qu¨¦ tendencia y cu¨¢ndo). Su car¨¢cter se volvi¨® casi mesi¨¢nico: era el tipo que nos dijo c¨®mo comunicarnos entre nosotros y que lo sab¨ªa todo porque consigui¨® que se lo cont¨¢semos sin darnos cuenta o hasta que nos muri¨¦semos por cont¨¢rselo. Y su uniforme era una camiseta gris y un pantal¨®n vaquero. Cal¨® tan hondo que 15 a?os despu¨¦s de la explosi¨®n de la popularidad de Facebook, en 2022, otro joven millonario (Evan Spiegel, creador de Snaptchat) apareci¨® en la portada de Vogue Australia con su esposa (la modelo Miranda Kerr) y vest¨ªa sus propios pantalones vaqueros, una pulsera de hilo y una camiseta blanca. Louis Vuitton, eso s¨ª.
Pero antes de eso, Zuckerberg hab¨ªa sido un estudiante de Harvard esmirriado, de color cetrino y el aspecto de cualquier otro estudiante a principios de la d¨¦cada de los 2000: camisetas c¨®modas, vaqueros anchos y la sonrisa adusta de un genio de la inform¨¢tica que no est¨¢ c¨®modo en p¨²blico, mucho menos cuando le hacen fotograf¨ªas y mucho menos en una universidad que lo ha presentado cargos contra ¨¦l porque, para crear sus primera virguer¨ªas tecnol¨®gicas, hab¨ªa usado datos de los estudiantes que pertenec¨ªan a la red privada de la universidad. Tendr¨ªa que acostumbrarse. A las fotos y a lo de los datos.
Se convirti¨® en una celebridad, una celebridad extra?a, porque era la primera de su especie. El p¨²blico estaba acostumbrado a interesarse por la vida de la gente que se hab¨ªa acostado con otra gente, pero no por la de una persona que programaba cosas. Zuckerberg cumpl¨ªa con todos los prejuicios que se pod¨ªan esperar de un inform¨¢tico: vest¨ªa sencillo, su rostro era p¨¢lido, su expresi¨®n t¨ªmida. Pero con ninguno de los que se pod¨ªan esperar de un multimillonario: vest¨ªa siempre igual y viv¨ªa de alquiler en una casa m¨¢s o menos modesta de cuatro habitaciones. Se la ense?¨® a Oprah Winfrey en 2010 (as¨ª era de famoso: Oprah iba a su casa, no ¨¦l a la de Oprah). Mientras mostraba un hogar hasta cierto punto sencillo para alguien con su fortuna, explicaba que acababa de donar 100 millones de d¨®lares para la educaci¨®n p¨²blica en Nueva Jersey.
Eso s¨ª, para reunirse con los pol¨ªticos y los poderosos se pon¨ªa traje. Con el papa. Con Obama. Con Sarkozy. A veces, como con Obama, Zuckerberg se quitaba la americana, se aflojaba la corbata y se remangaba la camisa y nos dejaba claro que en lo que parec¨ªa un estilismo desastrado hab¨ªa en realidad mucho de pol¨ªtica. En otras ocasiones, el traje parec¨ªa llevarlo a ¨¦l: junto al papa Francisco o a Sarkozy o en un escenario con Benedict Cumberbatch (?Zuckerberg, la estrella!), Mark parec¨ªa m¨¢s bien un adolescente inc¨®modo travestido de mayor, alguien que sonre¨ªa, m¨¢s bien, ante la idea de cambiarse pronto de ropa.
Su traje m¨¢s importante, el m¨¢s escrutado, el que recordaremos siempre, lo llev¨® en 2018, cuando compareci¨® ante el congreso estadounidense para declarar por el caso Cambridge Analytica, ese que nos hizo saber que todo lo que le hab¨ªamos contado lo hab¨ªa vendido y no de la mejor manera. Para aquel entonces, Zuckerberg llevaba ya unos a?os siendo menos popular. Ya no era el tipo humilde y t¨ªmido que nos hab¨ªa hecho reconectar con nuestros compa?eros de instituto, sino el l¨ªder de una corporaci¨®n culpable de todos los males del mundo, y cuando decimos ¡°todos los males del mundo¡± es casi una literalidad. Traje azul marino, corbata azul Facebook. Dice la leyenda que Zuckerberg decidi¨® que el azul fuese el color corporativo de Facebook porque al ser dalt¨®nico no hubiese distinguido otros. A nivel narrativo, como caracter¨ªstica de personaje no tiene precio. The New York Times lo llam¨® the I¡¯m Sorry Suit, o sea, el traje lo siento. Liza Minnelli llam¨® a un disco Results porque ten¨ªa una amiga que llamaba as¨ª, ¡°resultados¡±, a un vestido: siempre que se lo pon¨ªa, los hombres volv¨ªan a llamarla. El de Zuckerberg fue un poco results tambi¨¦n: lo volvieron a llamar para testificar en 2020, en 2021 y 2024.
Mientras explotaba el esc¨¢ndalo de Cambridge Analytica, gran parte del p¨²blico hizo lo que hace siempre que no es capaz de procesar la idea de que el mundo es injusto y alguien se ha aprovechado de su buena fe: convencerse de que los alien¨ªgenas y los androides viven entre nosotros. En una sesi¨®n de preguntas y respuestas en 2016 alguien le pregunt¨® directamente a Zuckerberg si era reptiliano, un rumor lo suficientemente repetido como para que The Washington Post le dedicase un art¨ªculo. ¡°?Apenas parpadea!¡±. ¡°?No hace gestos!¡±. Zuckerberg respondi¨® exactamente lo que responder¨ªa un reptiliano: que no. Pero sus gestos fueron desde entonces tan analizados por los defensores de esa teor¨ªa que, cada a?o, m¨¢s o menos, surge una nueva fotograf¨ªa en la que un Zuckerberg imp¨¢vido e hier¨¢tico mira a c¨¢mara y alguien dice: ?confirmado!
La ¨²ltima transformaci¨®n de Zuckerberg fue ponerse cachas y, si hacemos caso a Elon Musk, existir¨ªa una rivalidad entre ellos originada por la decisi¨®n del primero de poner en marcha Threads para competir con X, antes Twitter, comprada por el segundo, y que Musk pretend¨ªa resolver como dos hombres: pele¨¢ndose en un ring de boxeo. De ser cierto, esto acabar¨ªa con la teor¨ªa reptiliana y demostrar¨ªa que Mark Zuckerberg es un terr¨ªcola normal y corriente, de masculinidad t¨®xica y errada. Lo cierto es que Zuckerberg llevaba ya entonces un tiempo practicando las artes marciales mixtas y poni¨¦ndose como un toro. En su perfil de Instagram, donde le siguen m¨¢s de 13 millones de personas, presume a veces de los resultados publicando fotos sin camiseta (?har¨ªa eso un reptiliano?).
Vanessa Friedman ha dicho en The New York Times que Mark Zuckerberg ha pasado de ser una figura oscura, rob¨®tica y sospechosa a un rostro amable y accesible de Silicon Valley. ?Es deportista, es vegano, es padre! ?Est¨¢ cachas! ?Le queda bien esa barba que no tiene! ?Se ha puesto una pelliza! El hecho de que hoy estemos hablando de todo este asunto que se ha vuelto viral en las plataformas que ¨¦l mismo controla demuestra que su moralidad puede estar en entredicho, pero como profesional, Zuckerberg, un diez. Y bonita barba.
Puedes seguir ICON en Facebook, X, Instagram,o suscribirte aqu¨ª a la Newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.