Nada hurtado, todo heredado
Oigo ¡°ICON¡± y no recuerdo un solo reportaje, entrevista, portada que haya hecho estos diez a?os
Vamos a hacer una revista masculina, dijeron hace diez a?os, y si le cuento hoy esta historia a mi sobrino, que tiene once, me preguntar¨¢ qu¨¦ era una revista y qu¨¦ la hac¨ªa masculina. Le contar¨¦ que ¨¦ramos cuatro, cuatro contados, que no nos conoc¨ªamos pero que nos conoc¨ªamos mucho, que nos hab¨ªamos le¨ªdo durante a?os. Que el primer d¨ªa nos sentaron a los cuatro en una mesa sin ordenadores y uno ten¨ªa resaca y nos re¨ªamos tanto que alguien que pasaba por ah¨ª dio por hecho que ¨¦ramos viejos amigos. Cuatro contados, cuatro matados, y tantas ideas en esa mesa. Lucas Arraut, el l¨ªder, el impulsor de todo, hab¨ªa dicho que de ah¨ª igual no sal¨ªa una revista pero s¨ª una familia. Yo era el peque?o y nunca hab¨ªa tenido una familia en el trabajo. Casi no ten¨ªa familia fuera de ¨¦l, acababa de enterrar a mi padre. Eso se me olvid¨® por primera vez en aquella mesa con Dani, con Xavi, con Lucas. Sali¨® una revista y sali¨® la familia. Aqu¨ª siguen las dos.
El mundo fue cambiando, no hace otra cosa que cambiarnos. La revista masculina de EL PA?S nos adapt¨® a una sociedad feminista. Aprendimos de apropiaci¨®n cultural, violencia patriarcal, no binarismo, de los Oscars So White, Black Lives Matter, #MeToo y #SeAcab¨®. Vimos el auge y ca¨ªda de Flappy Bird, de Clubhouse, de X, de tantas redes, y el auge sin ca¨ªda del culto a la personalidad. La gente m¨¢s divertida casi siempre es la m¨¢s aterrada de no serlo. Dijimos lo buena que era Juego de tronos y, despu¨¦s, lo mala que era Juego de tronos. Los balcones se llenaron de banderas catalanas un tiempo y de aplausos a las ocho de la tarde despu¨¦s. El streetwear salt¨® de la calle a las p¨¢ginas de alta sastrer¨ªa como los Javis saltaron del teatro Lara a HBO. Taylor Swift salt¨® de cantante de pop, a la Taylor Swift, leyenda; Beyonc¨¦ de estrella diosa. Justin Bieber, Miley Cyrus, Billie Eilish, Lorde, Olivia Rodrigo, Troye Sivan. Para entender el pop no hace falta o¨ªdo sino libido. Enterramos a Harvey Weinstein, a James Bond y a Bowie. Se fue Trump y volvi¨® Lula: lo que ocurre una vez no alarma y lo que ocurre dos veces no se borra. Sobrevivimos a Despacito. Aqu¨ª seguimos.
Tuvimos buenos jefes y rezamos por sobrevivir a los malos, los perfeccionistas ¡ªla excelencia no requiere perfecci¨®n¡ª y los normativos ¡ªla normatividad, antesala de la mediocridad¡ª. Aquella mesa se convirti¨® en varias, llegaron Paloma, Carlos, Sara, I?igo, Guillermo, Paola, Blanca, Juanfran, Pepa, Aitor, Jaime. Ya no ¨¦ramos solo tres m¨¢s el chaval que escuchaba demasiado Sondheim. Y all¨ª seguimos. El equipo ha celebrado un parto y vivido un par de funerales. Lo normal sobre el papel, lo indecible cuando te toca. Ha pasado la vida entera, nuestra vida entera. Me enamor¨¦ de uno de los tres, que hoy es el director. Ahora, por las ma?anas hago la revista de mi ex y por las noches vuelvo a una casa decorada por mi jefe. Yo aqu¨ª sigo.
Fui el primero en irme y, seis a?os despu¨¦s, el ¨²nico en volver. Lucas se march¨®, luego Paloma, Xavi y Aitor. Hay un mundo m¨¢s all¨¢ de esta cabecera, cada d¨ªa me cuesta imaginarlo un poco m¨¢s. Mi t¨ªa, que me cri¨® como si fuera su hijo, me imprim¨ªa la importancia de las ra¨ªces con un consejo contra el ego. ¡°Recuerda que lo tuyo no es hurtado, es heredado¡±. Casi a diario me lo dec¨ªa. No hago otra cosa que recordarlo, en estas mesas nuevas con ordenadores nuevos con los viejos compa?eros. Con esa familia que dec¨ªa Lucas. Oigo ¡°ICON¡± y no recuerdo un solo reportaje, entrevista, portada que haya hecho estos diez a?os. S¨ª recuerdo incontables momentos peque?os e imborrables con el equipo con quien los he hecho. Todo lo que tengo es herencia de los que est¨¢n, es la huella de los que estuvieron. Y as¨ª, con suerte, seguiremos.
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