?Tienen sentido los documentales de denuncia que solo dan voz a una de las partes?
De ¡®Allen V. Farrow¡¯ a Michael Jackson, las investigaciones sobre cr¨ªmenes reales y personajes famosos proliferan en las plataformas como uno de sus contenidos m¨¢s populares. Pero a medida que se multiplican, muchos se?alan que la f¨®rmula se desgasta peligrosamente. Preguntamos a los expertos si puede contarse una historia en la que solo existe fiscal y no hay defensa
La voz solista de la miniserie documental Allen v. Farrow, cuyo primer episodio acaba de estrenar HBO, es la de Dylan Farrow, la hija del director que lo acusa de haber abusado sexualmente de ella en 1992, cuando ten¨ªa siete a?os, y que por primera vez cuenta su historia frente a las c¨¢maras. Sin embargo, dentro del coro que la arropa, con su madre Mia Farrow a la...
La voz solista de la miniserie documental Allen v. Farrow, cuyo primer episodio acaba de estrenar HBO, es la de Dylan Farrow, la hija del director que lo acusa de haber abusado sexualmente de ella en 1992, cuando ten¨ªa siete a?os, y que por primera vez cuenta su historia frente a las c¨¢maras. Sin embargo, dentro del coro que la arropa, con su madre Mia Farrow a la cabeza, destaca la presencia de la veterana periodista Maureen Orth.
Orth ha cubierto algunos de los casos relacionados con la cultura popular m¨¢s relevantes de los ¨²ltimos treinta a?os. Su libro Vulgar favors sirvi¨® de base argumental para la temporada de American Crime Story dedicada a Versace. La intervenci¨®n de la periodista en este documental est¨¢ m¨¢s que justificada: en 1992 escribi¨® para Vanity Fair uno de los primeros reportajes sobre el caso Allen, dedicado a contar la versi¨®n de Mia Farrow. Casi todo lo referente a los hechos que figura en el documental ya estaba contado en aquel reportaje.
En otro de sus libros, The importance of being famous, publicado en 2004, Orth disecciona algunos casos relacionados con la cultura popular, la fama y la influencia de los medios en la opini¨®n p¨²blica. En ¨¦l hace un diagn¨®stico sencillo a modo de introducci¨®n: ¡°El omnipresente mundo de la celebridad ¨Cque ahora atraviesa el entretenimiento, la pol¨ªtica y las noticias¨C est¨¢ dominado por expertos directores de escena que comprenden el ADN de la fama y saben c¨®mo crearla. Ellos pueden dirigir la cobertura y las c¨¢maras hacia donde quieran. Internet puede poner cualquier rumor en marcha sea cierto o no. La realidad ahora es algo que se crea, algo con lo que jugar para ajustarlo al m¨¢ximo atractivo. Bienvenidos al mundo del culebr¨®n reality, donde la fama vende cualquier cosa y en el que historias reales complicadas se ofrecen en forma de entretenimiento y acaban convertidas en pel¨ªculas en las que es dif¨ªcil separar los hechos de la ficci¨®n¡±.
¡°El true crime (el g¨¦nero que recrea cr¨ªmenes reales en forma de documental) no deja de ser una reformulaci¨®n de la serialidad que ya usaban los tabloides y los noticiarios¡±, explica Concepci¨®n Cascajosa Virino, profesora titular en el Departamento de Periodismo y Comunicaci¨®n Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid. ¡°Solo hay un empaquetado diferente, unas f¨®rmulas narrativas tra¨ªdas de la ficci¨®n y una distancia de los hechos. Lo que ha cambiado es tambi¨¦n la legitimidad que el g¨¦nero tiene por esta f¨®rmula entre la serie de ficci¨®n y el documental, el estatus frente a la prensa sensacionalista. Por eso hoy se discuten en ¨¢mbitos donde tradicionalmente hubieran sido ignorados o despreciados. Y comercialmente tambi¨¦n se ha extendido su importancia, por ocupar esos espacios de la ficci¨®n y el documental¡±.
Allen v. Farrow es el ¨²ltimo ejemplo de una lista de documentales que, a trav¨¦s del revisionismo, han colocado en el centro de su historia los testimonios de supuestas v¨ªctimas de estrellas tan dispares como Michael Jackson o R. Kelly. ?Son cuestionables los documentales que se centran en testimonios imposibles de contrastar y dan voz solo a una de las partes? ¡°Este es uno de los asuntos m¨¢s delicados¡±, comenta El¨ªas Le¨®n Siminiani, director de documentales como El caso Alc¨¤sser y El caso Asunta (Operaci¨®n Nen¨²far). ¡°Muchas veces no es f¨¢cil de conseguir la voz de ambas partes. Bien porque haya un nivel de enfrentamiento tal entre ellas que haga imposible que convivan en rodaje o montaje, bien porque una de las partes no est¨¦ disponible o bien porque no haya inter¨¦s por parte de quien financia en un punto de vista determinado. Hay ejemplos esplendorosos de cineastas que han conseguido levantar documentales contando solo un lado de la historia. Para m¨ª es esencial la idea de dial¨¦ctica. Pero me parece realmente dif¨ªcil. Me costar¨ªa mucho hacerlo. Desde luego, si estoy en disposici¨®n de elegir, yo intento contar siempre una historia que me permita un m¨ªnimo nivel de dial¨¦ctica entre visiones enfrentadas¡±.
Lo que ha dicho un documental que no lo dude el hombre
Las particularidades de cada uno de los tres casos citados los hacen muy diferentes entre s¨ª. En 2018 The Washington Post public¨® un reportaje que confirmaba que altos ejecutivos de la industria musical miraron para otro lado cuando empezaron a tener conocimiento de los supuestos abusos sexuales de R. Kelly. El cantante ya hab¨ªa sido llevado a los tribunales en varias ocasiones por supuestos delitos de abusos sexuales a menores de edad y por tenencia de pornograf¨ªa infantil. Por ninguno de ellos fue condenado. Lo que s¨ª estaba demostrado era que hab¨ªa contra¨ªdo matrimonio con la cantante Aaliyah cuando ella ten¨ªa 15 a?os ¨C¨¦l 27¨C, para lo cual ella minti¨® sobre su edad al firmar el certificado de matrimonio.
Surviving R. Kelly (en Espa?a, su primera temporada se encuentra en Netflix) ofreci¨® decenas de testimonios de mujeres que aseguraban que el cantante las hab¨ªa agredido sexualmente, en la mayor parte de los casos cuando eran adolescentes. Dos meses despu¨¦s de su emisi¨®n norteamericana, la Oficina del Fiscal del Estado del Condado de Cook en Illinois acus¨® a Kelly de 10 cargos de abuso sexual agravado. El juicio se celebrar¨¢ el pr¨®ximo abril.
La resaca de Leaving Neverland, el documental en dos episodios centrado en los testimonios de dos supuestas v¨ªctimas de Michael Jackson, Wade Robson y James Safechuck, y sus familiares, y que HBO estren¨® en marzo de 2019, es casi opuesta. Es m¨¢s que conocido el extenso historial judicial de Michael Jackson, que en un caso fue considerado no culpable y en otro lleg¨® a acuerdos que evitaron un juicio. En esta ocasi¨®n fueron los herederos de Jackson los que demandaron a HBO para tratar de impedir su emisi¨®n. HBO continu¨® con sus planes y los herederos del cantante con los suyos. En diciembre de 2020 estos ¨²ltimos consiguieron un paso m¨¢s en su lucha judicial: un juez ha aceptado que la cuesti¨®n pase a fase de arbitraje.
En el caso de Allen a¨²n no hay noticias sobre una posible actuaci¨®n legal por orden del director ¨Csolo ha lanzado un comunicado para asegurar que el documental ¡°est¨¢ lleno de falsedades¡±¨C. ?l dio su versi¨®n de los hechos el pasado a?o en A prop¨®sito de nada, sus memorias, versi¨®n contada solo parcialmente en Allen v. Farrow, al igual que la de Moses Farrow, hijo de la actriz, que defiende a Allen y que ha acusado a su madre de agresiones f¨ªsicas y verbales, dibujando un hogar que dista mucho de la imagen id¨ªlica que muestra el documental.
Allen fue exonerado de los abusos sexuales a su hija despu¨¦s de una investigaci¨®n de siete meses. En el juicio por la custodia de los hijos que el director y la actriz ten¨ªan en com¨²n, un psiquiatra declar¨® que el informe que favoreci¨® la exculpaci¨®n de Allen era deficiente. Una parte de Allen v. Farrow se centra en las supuestas flaquezas del proceso que exculp¨® a Allen.
La multiplicaci¨®n de los documentales
La tradici¨®n audiovisual en la que se apoyan estos documentales no es nueva y hunde sus ra¨ªces en la literaria ¨Cc¨®mo no pensar en A sangre fr¨ªa¨C y la period¨ªstica, pero su auge de la mano de las plataformas s¨ª es reciente. Tres documentales, que se emitieron entre finales de 2014 y finales de 2015 lo inauguran: el podcast Serial, cuya primera temporada pretend¨ªa sembrar las dudas sobre la culpabilidad de Adnan Syed, presunto asesino de Hae Min Lee, su novia, en 1999, cuando ambos eran poco m¨¢s que adolescentes; The Jinx, documental de HBO que trat¨® de cercar al empresario inmobiliario Robert Dust para culparlo por el asesinato de su mujer, desaparecida en 1982, y de una amiga en el a?o 2000; y Making a murderer, documental de Netflix centrado en las dudas alrededor de la culpabilidad de Steven Avery y su sobrino Brendan Dassey, ambos condenados a cadena perpetua por el asesinato de Teresa Halbach, una fot¨®grafa local, en 2005.
Estos tres documentales seriados no solo fueron un ¨¦xito de p¨²blico (dos a?os despu¨¦s de su emisi¨®n las dos primeras temporadas de Serial hab¨ªan alcanzado los 350 millones de descargas), sino que adem¨¢s abrieron la puerta a un segundo asalto judicial de cada uno de los casos.
Sin embargo el caso de Robert Dust es diferente. El empresario fue detenido al d¨ªa siguiente de la emisi¨®n del ¨²ltimo cap¨ªtulo de The jinx. La polic¨ªa de Los ?ngeles le detuvo gracias a la ¨²ltima secuencia del mismo, en la que, durante una de las entrevistas, Dust se levantaba al cuarto de ba?o y, sin percatarse de que llevaba puesto un micro de corbata, se dec¨ªa a s¨ª mismo: ¡°?Qu¨¦ demonios hice? Matarlos a todos, por supuesto¡±. No obstante, las mismas pruebas que lo incriminaron han servido para que sus abogados encuentren una v¨ªa para tratar de exculparle: el audio en el que Dust dec¨ªa ¡°?Qu¨¦ demonios hice? Matarlos a todos, por supuesto¡± estaba editado. Ambas frases, la pregunta y la respuesta en realidad no son tales, estaban separadas por otras tantas y ordenadas a la inversa en el mon¨®logo que Dust musitaba en aquel cuarto de ba?o.
La sant¨ªsima trinidad del g¨¦nero lo hab¨ªa bendecido y sus feligreses lo convirtieron en rito casi semanal, Netflix mediante. Wild, wild country, The keepers, Amanda Knox, la continuaci¨®n de La escalera, La desaparici¨®n de Madeleine McCann, Abducted in plain sight, El caso Alc¨¤sser¡ La lista es interminable y demuestra el gran trabajo de Lisa Nishimura, vicepresidenta de documentales y stand up comedy de la plataforma, elegida una de las 100 personas m¨¢s influyentes del a?o 2020 por la revista Time, gracias a la cual los documentales basados en casos reales se ha convertido en uno de los activos principales de la plataforma.
Pero ?es moralmente defendible como entretenimiento? Se lo pregunt¨® The New York Times en 2018. ?Se est¨¢ convirtiendo en algo desagradable nuestra obsesi¨®n con el true crime?, se cuestionaba Arwa Mahdawi en The Guardian un par de meses despu¨¦s. ¡°Ocurre siempre¡±, comenta Siminiani. ¡°Sale algo potente, innovador y con garra, y luego llegan las mil r¨¦plicas. Los estilemas que nos sorprendieron acaban amaner¨¢ndose a fuerza de repetirse y la consigna pasa a intentar parecerse lo m¨¢ximo posible a tal o cual obra que ha tenido ¨¦xito. Para m¨ª tiene que ver con la endogamia. Las propuestas acaben mir¨¢ndose el ombligo unas a otras. Ahora mismo estamos todos fascinados con El Infiltrado. No me extra?ar¨ªa que vi¨¦ramos pronto muchas propuestas de infiltrados. Pero se olvida un detalle: El Infiltrado es fruto de diez a?os de trabajo. ?Quien est¨¢ dispuesto a currar diez a?os en un mismo frente?¡±.
Esas debilidades no parecen haber arredrado a un p¨²blico que ahora adem¨¢s acoge esta nueva veta dentro de un g¨¦nero que ha destacado por convertir a an¨®nimos en famosos tras se?alarlos como v¨ªctimas de supuestos errores del sistema judicial. Ahora adem¨¢s se alimenta, al calor del #MeToo, de famosos a los que se?alar como beneficiarios, gracias a su estatus, de las supuestas carencias de este, algo que est¨¢ en el mismo origen del #MeToo. En palabras de Margaret Atwood: ¡°El movimiento #MeToo es un s¨ªntoma de un sistema judicial roto. Con demasiada frecuencia, las mujeres y otros denunciantes de abuso sexual no pudieron obtener una audiencia imparcial a trav¨¦s de las instituciones ¨Cincluidas las estructuras corporativas¨C, por lo que utilizaron una nueva herramienta: Internet¡±.
Con investigaciones period¨ªsticas como las que llevaron a celebridades como Weinstein o Bill Cosby a los tribunales, los medios de comunicaci¨®n han hecho un esfuerzo por convertirse en un contrapeso de esas debilidades del sistema judicial. Pero el rigor de esas investigaciones period¨ªsticas es necesario tambi¨¦n en los documentales televisivos, a pesar de sus particularidades. En palabras de Cascajosa: ¡°Creo que el true crime tiene una naturaleza h¨ªbrida entre el informativo y el entretenimiento. Creo que lo que se le debe pedir es seguir los est¨¢ndares del primero en relaci¨®n a la investigaci¨®n. ?Es dif¨ªcil conseguir eso y a la vez cumplir lo que se espera del segundo? Sin duda, pero por eso creo que la base deontol¨®gica del periodismo es fundamental y debe aplicarse. Por otro lado, debe haber un respeto y consideraci¨®n a la v¨ªctimas¡±.
Ante el estreno de Allen V. Farrow, el director Robert Weide se?al¨® lo obvio: ¡°En pel¨ªculas sobre temas pol¨¦micos hay formas sutiles de hacer creer que le est¨¢s preguntando a tu p¨²blico qu¨¦ piensa cuando en realidad le est¨¢s diciendo qu¨¦ pensar¡±. Y a?adi¨® una buena sugerencia: ¡°Como espectador, piensa en ti mismo como jurado en un juicio. Cualquiera puede manipular a la audiencia present¨¢ndole solo un lado del caso. ?Pero podr¨ªas t¨², como jurado, otorgar un veredicto justo escuchando solo a la acusaci¨®n y no a la defensa?¡±.
A este respecto, Siminiani se?ala que este subg¨¦nero es de los m¨¢s peligrosos por su potencial de manipulaci¨®n: ¡°La frontera con el morbo est¨¢ siempre muy cerca de la narraci¨®n, sobre todo si se quiere llegar al p¨²blico de la forma m¨¢s r¨¢pida posible. Normalmente se trabaja con cantidades ingentes de metraje, ya sea filmado por la propia producci¨®n o de archivo. Al mismo tiempo se suele trabajar con testimonios de eventos que sucedieron hace tiempo, con lo que entran en juego los l¨ªmites de la memoria que, pr¨¢cticamente, imposibilita la consecuci¨®n de la verdad. Si unes todos estos elementos y no hay una firme de voluntad de revisar tu posicionamiento ¨¦tico respecto al relato, la manipulaci¨®n est¨¢ pr¨¢cticamente asegurada¡±.
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