De Paul Weller a un festival de Benidorm: el fot¨®grafo que convierte la noche espa?ola en antropolog¨ªa
¡®Ecstasy & Wine¡¯ naci¨® la noche de 2009 en que el fot¨®grafo Felipe Hern¨¢ndez sali¨® de fiesta con su c¨¢mara de 35 mm. Desde entonces, desde leyendas del rock hasta desconocidos modernos han pasado por delante de su objetivo
Un s¨¢bado de finales de septiembre de 2009 el fot¨®grafo madrile?o Felipe Hern¨¢ndez se estaba preparando para salir. Iba a ir a la fiesta Malasa?a es acci¨®n, un evento con m¨²sica de los sesenta que se celebraba simult¨¢neamente en tres clubs del barrio madrile?o. Aquella noche, como hab¨ªa hecho antes ocasionalmente, se llev¨® su c¨¢mara compacta de 35 mm, pilas de repuesto y unos cuantos carretes. Ese fue el inicio de un proyecto que once a?os despu¨¦s se ha convertido en libro bajo el t¨ªtulo de Ecstasy & Wine editado por Colectivo Bruxista y dise?ado por Koln Studio.
¡°Comenz¨® como algo casual y se convirti¨® en un proyecto que se alarg¨® hasta 2015, nada menos que seis a?os. Mi idea siempre fue documentar a la gente con la que me encontraba de noche a un nivel antropol¨®gico, como siempre suelo hacer con mis trabajos personales¡±, cuenta Felipe, que a lo largo de su carrera ha trabajado para medios como El Pa¨ªs Semanal, GQ, Harper¡¯s Bazaar o Vice Espa?a, entre otros. ¡°La fotograf¨ªa es un campo muy amplio y puede servir para muchas cosas, pero a m¨ª desde el principio siempre me interes¨® la parte documental. Como en mi proyecto Arenal El Carmen Sol Montera ?pera, en el que retrat¨¦ a la ¨²ltima generaci¨®n castiza viva del centro de Madrid¡±.
Ecstasy & Wine, t¨ªtulo que proviene de un disco recopilatorio de los primeros singles de la banda My Bloody Valentine, se compone de cien retratos en primer plano y utilizando flash, en los que aparecen amigos del autor, conocidos, alg¨²n personaje famoso como Paul Weller de The Jam, Roky Erickson de 13th Floor Elevators (fallecido en 2019), Bobby Gillespie de Primal Scream o Cole de The Black Lips, adem¨¢s de personajes desconocidos de la noche que le llamaron la atenci¨®n a Felipe y con los que se cruz¨® por bares, conciertos o festivales de distintos lugares de Espa?a. A muchos nunca los volvi¨® a ver.
De un simple vistazo podemos comprobar que los protagonistas de las fotos son especiales en cuanto a su est¨¦tica y que pertenecen a unas determinadas tribus urbanas. ¡°Hay sixties, punks, rockeros, g¨®ticos, mods, skins y modernos en general¡±, explica Felipe. ¡°Era la fauna que iba a esos garitos, tanto en Madrid como en otras ciudades. Tambi¨¦n a los festivales a los que asist¨ªa y sigo asistiendo, como el Funtastic Dr¨¢cula de Benidorm, el Purple Weekend de Le¨®n y el Euroyey¨¦ de Gij¨®n. Aunque los tres son eventos totalmente distintos en cuanto a programaci¨®n, en ellos confluye una mezcla de varias generaciones de gente muy variopinta. Yo comenc¨¦ a ir a estos lugares cuando ten¨ªa 21 a?os y ya tengo 36, as¨ª que puedes hacerte una idea de lo significan para m¨ª y para el resto de personas que van todos los a?os¡±.
A d¨ªa de hoy son estos espacios tan determinados casi los ¨²nicos lugares en donde se pueden ver miembros de estas subculturas, que aunque todav¨ªa sobreviven en nuestro pa¨ªs, resultan ya algo ex¨®ticos. Descubrir por la calle a un mod o a un rockero, estilos que ya tienen m¨¢s de seis d¨¦cadas, es cada vez m¨¢s raro.
Los mods surgieron en Reino Unido a finales de los a?os cincuenta y alcanzaron su m¨¢ximo esplendor a mediados de los sesenta. Llevaban trajes hechos a medida, conduc¨ªan scooters personalizadas y bailaban toda la noche impulsados por las anfetaminas. Por su parte, los rockeros, y m¨¢s concretamente la variante brit¨¢nica conocida como los teddy boys, fueron los archienemigos de los mods en Inglaterra durante una turbulenta ¨¦poca a finales de los cincuenta. Vest¨ªan levitas y pantalones estrechos, zapatos creepers y enormes tup¨¦s. Muchas cosas han pasado desde entonces, y de estas lejanas batallas sabemos sobre todo por aqu¨ª gracias a la pel¨ªcula Quadrophenia, basada en la ¨®pera rock del grupo The Who.
Pero esa pel¨ªcula se estren¨® en 1979, cuando los mods originales ya peinaban canas. Casualmente o no, fue en aquella misma ¨¦poca cuando estos movimientos culturales y est¨¦ticos, y otros como los punks o los g¨®ticos, desembarcaron en nuestro pa¨ªs, todos a la vez, sin orden ni contexto, aportando exuberancia juvenil a un pa¨ªs que se despertaba tras la dictadura de Franco.
Ecstasy & Wine tambi¨¦n funciona, tal vez por casualidad, como testimonio de una ¨¦poca en la que esas subculturas vivieron sus ¨²ltimos momentos de esplendor en nuestro pa¨ªs, antes de que el eclecticismo se adue?ara del acpecto de la juventud y las redes sociales saciaran, en mayor o menor medida, sus deseos de pertenencia a algo. Pero, aunque lo pudiera parecer, nada tiene que ver con la nostalgia. En el ep¨ªlogo, el editor y fundador de Colectivo Bruxista, Alejandro Alvarfer, se refiere precisamente a este tema: ¡°Las fotos del libro nos hablan del ansia incontenible (y en ocasiones contradictoria) de autonom¨ªa, realizaci¨®n, individualidad y sentido de grupo que define a estas subculturas primigenias. Nos muestran restos vivos de un pasado que en cierta medida sigue siendo el nuestro, en pugna interminable con las fuerzas del mercado, que no dejar¨¢ de intentar convertir lo anacr¨®nico en su versi¨®n descafeinada, la nostalgia. Este libro contiene los retratos de unos cuantos anacr¨®nicos, miembros de subculturas en un tiempo postsubcultural¡±. Anacr¨®nicos que, como hemos visto, en nuestro pa¨ªs siempre lo fueron.
¡°Pese a que todo ahora es m¨¢s l¨ªquido ¨Capunta Hern¨¢ndez¨C. creo que muchas de estas subculturas siguen vivas. Se han ido reformulando en parte porque los tiempos avanzan y es lo l¨®gico. Pero como dice Miguel Trillo en el pr¨®logo, mis fotos respiran una atm¨®sfera de revival, y ¡®el revival es un zombi que se niega a ser del tiempo de los vivos, el pasado nunca cierra del todo la puerta a pesar del ruido del futuro¡±.
El libro funciona tambi¨¦n como una especie de diario personal en plano subjetivo de Felipe; son un registro visual de seis a?os de su vida. ¡°Aunque los recuerdos nocturnos siempre suelen estar algo difusos, tengo bastante buena memoria y me acuerdo perfectamente del momento y del lugar en los que hice cada una de las fotos¡±, cuenta. ¡°Guardo con mucho cari?o los recuerdos de todas las noches pasadas en bares que ya no existen como el Louie Louie, el Groovie o el Espiral Pop de Madrid o el Magazine de Valencia. En todos estos sitios me sent¨ªa como en casa. En los tres primeros pinchaba con frecuencia y siempre tuve conversaciones muy interesantes con los due?os. All¨ª descubr¨ª un mont¨®n de canciones y grupos, y conoc¨ª a mucha gente de todas las edades, desde los 17 a?os hasta los 60¡å.
No obstante, aunque estemos rememorando el pasado, ni una gota de nostalgia rezuma de las palabras del fot¨®grafo ni de su obra. ¡°Disfrut¨¦ mucho en estos sitios pero, como todo, las cosas llegan a su fin y m¨¢s los bares y los clubs. El pasado no fue siempre mejor, lo que ocurre es que antes eras m¨¢s joven, y todo era nuevo y diferente. Ahora esos bares est¨¢n cerrados, pero hay otros en los que seguir disfrutando y son igual de aut¨¦nticos¡±.
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