La crisis de los treinta y emborracharse un martes por la ma?ana: as¨ª son las vi?etas de Catalina Bu, la sensaci¨®n del c¨®mic chileno
La ilustradora, con 126.000 seguidores en Instagram, acaba de publicar su segundo libro, ¡®Nadie como t¨²'. Un volumen que describe, desde el nihilismo y la comedia, la lucha de una joven por superar su bache existencial
Catalina Bu (Concepci¨®n, Chile, 34 a?os) se ha despertado hecha una ¡°papa hervida¡±. La met¨¢fora es suya. Su ¨²ltimo c¨®mic, Nadie como t¨² (Fulgencio Pimentel), empieza con una patata metida en una cama que representa, seg¨²n la autora, ¡°un estado de ¨¢nimo en s¨ª mismo¡±. Tambi¨¦n una imagen perfecta para describir c¨®mo la ha dejado el jet lag, que durante su estancia en Madrid se ha combinado con ¡°una alergia del infierno¡±. A pesar del embotamiento mental, y de los efectos del medicamento que se ha tomado antes de la entrevista, Bu, vista en persona, desprende una energ¨ªa m¨¢s luminosa que la de la protagonista de su historia: una joven en la treintena, trasunto de la propia dibujante, que lucha contra el temor ¡°de ser insignificante y no trascender¡±. Es una narraci¨®n nihilista a caballo entre el humor y la desesperaci¨®n ¡ªy entre la locura y la cordura¡ª que termina sin moraleja, pero deja sensaci¨®n de alivio.
Bu conoci¨® a C¨¦sar S¨¢nchez, editor de Fulgencio Pimentel, durante el Festival Internacional del C¨®mic de Angulema (Francia). ¡°Conectamos desde el primer momento y surgi¨® la idea de hacer un proyecto juntos¡±, recuerda la autora chilena, que entonces llevaba publicado un libro, Diario de un solo (Editorial Catalonia, 2014), y hab¨ªa trabajado para diversas publicaciones y editoriales como ilustradora. ¡°Fue justo antes de la pandemia¡±, rememora. Dos meses despu¨¦s lleg¨® el virus y el Gobierno chileno decret¨® el confinamiento domiciliario para toda la poblaci¨®n. Bu se qued¨® sola en su apartamento de Santiago de Chile y empez¨® a dibujar una historia a l¨¢piz, ¡°sin guion ni escaleta¡±, con un estilo simple y casi improvisado que al final termin¨® convirti¨¦ndose en un retrato de su propia vida. ¡°Hasta que lo termin¨¦ no ten¨ªa ni idea de lo que estaba haciendo¡±, asegura.
Nadie como t¨² es un archivo de momentos en la vida de una treinta?era en crisis. ¡°?Dorm¨ª algo?¡±, se pregunta en las primeras p¨¢ginas. No est¨¢ segura pero tampoco le importa. Hace cosas, inventa planes y se mantiene ocupada porque, al final, lo ¨²nico importante, seg¨²n indica una vi?eta, es hacer caca; que el cuerpo siga funcionando. ¡°Es la historia de una persona que est¨¢ volcada hacia dentro, y se encuentra en un periodo de profunda desidia. Creo que el libro, en general, intenta describir c¨®mo me sent¨ª yo durante la pandemia¡±, afirma Bu. El encierro, la falta de vida social, la incertidumbre ante un virus desconocido y la inestabilidad econ¨®mica fueron el caldo de cultivo perfecto para que afloraran los problemas de salud mental durante la ¨¦poca del confinamiento. Un estudio internacional publicado en la revista The Lancet estim¨® que los casos de depresi¨®n mayor y trastorno de ansiedad en el mundo aumentaron un 28% y un 26%, respectivamente. Los grupos de poblaci¨®n m¨¢s afectados fueron las mujeres y la gente joven.
En el otro lado del cuadro demogr¨¢fico estaba la gente mayor, la poblaci¨®n m¨¢s vulnerable ante el virus. En Nadie como t¨² la protagonista visita a su vecina, una mujer de edad avanzada que vive sola y se dedica a anotar listas de cosas. ¡°Ella existi¨® de verdad. Fue mi vecina durante diez a?os. Nos conocimos durante toda esa ¨¦poca, pero nos acercamos especialmente diez d¨ªas antes de que falleciera. Mi madre es enfermera e intuitivamente me sali¨® ayudarla y hacerle compa?¨ªa¡±, cuenta. Lo hizo con ayuda de otra vecina. Se sentaban con ella, la escuchaban, le llevaban cosas y, sobre todo, la acompa?aban en sus ¨²ltimos d¨ªas. ¡°Ella ya estaba muy aburrida y se quer¨ªa morir, y de alguna forma me hab¨ªa pedido que la ayudara con ello¡±, recuerda. Nada de lo que le ocurre en el c¨®mic est¨¢ narrado con dramatismo. La se?ora mayor se limita a decir que ¡°lo que m¨¢s le molesta son los latidos del coraz¨®n¡±, porque ¡°suenan muy fuerte¡± y ya no le dejan escuchar ni la televisi¨®n. La ilustradora chilena se ha quedado muy impresionada por ¡°lo bien integrada¡± que est¨¢ la tercera edad en Espa?a. ¡°En Chile se quedan encerrados en casa. Es muy raro verles como aqu¨ª comiendo en restaurantes o tomando algo en un bar¡±.
El libro es un constante juego de espejos entre las dos mujeres. ¡°Veo un paralelismo entre las dos, en nuestras vidas¡±, le dice en un momento dado la se?ora mayor a la protagonista. ¡°Ella me hizo sentirme identificada con su vida¡±, dice Bu. ¡±Nuestros apartamentos est¨¢n completamente espejados¡±. La edad, en esta historia, es casi un sentimiento. Por eso de una vi?eta a otra a la protagonista le salen coletas de ni?a o envejece. ¡°Creo que tiene mucho que ver con c¨®mo uno se percibe a s¨ª mismo, y c¨®mo se puede deformar esa imagen: a veces como una persona mayor, a veces como un ni?o. Me interesaba transmitir eso, porque yo lo siento mucho¡±. Una joven de 30 a?os que se siente como una se?ora que agoniza. ¡°Ella me hizo darme cuenta de lo insignificantes que somos, a pesar de todas las cosas que hacemos por no serlo. Por eso la protagonista se lamenta de que nadie va a recordar todas las cositas que ha hecho la se?ora mayor¡±. El c¨®mic habla de la muerte, de nuestra insignificancia y de la ¡°in¨²til¡± intenci¨®n de trascender. ¡°En cierta edad uno se empieza a preguntar si vale la pena vivir, independientemente de que la muerte est¨¦ cerca o no. Si ha hecho algo que ha valido la pena. Ese cuestionamiento tiene que ver mucho con el ego. Todo el libro es en cierta forma un egotrip¡±.
Como en la serie Los Soprano, una de las referencias que se?ala la autora, el c¨®mic se estructura en torno a las visitas a terapia de la protagonista, con una psic¨®loga que Bu dibuj¨® inspir¨¢ndose en la escritora estadounidense Fran Lebowitz. ¡°Yo estuve yendo a terapia durante seis a?os, con el mismo psic¨®logo¡±, cuenta Bu. ¡°?l form¨® parte de mi equipo creativo para hacer este libro, me ayud¨® a explorar cosas que a veces me daban verg¨¹enza¡±. Tambi¨¦n a realizar ejercicios de creatividad: ¡°Habl¨¢bamos mucho de mis dibujos. Me ense?¨® a alucinar despierta, haciendo una especie de meditaci¨®n en la que yo cerraba los ojos e imaginaba cosas rar¨ªsimas que luego utilizaba para construir las escenas¡±, relata. En todas las partes en las que la protagonista visita la consulta del psic¨®logo se percibe un cierto sentido del absurdo. ¡°En terapia hay momentos muy exagerados y rid¨ªculos. Si alguien lo viera desde fuera creo que me morir¨ªa de verg¨¹enza¡±, r¨ªe. En una vi?eta del c¨®mic, la protagonista consigue tener un sue?o l¨²cido, utilizando una t¨¦cnica que la autora encontr¨® un d¨ªa en TikTok: ¡°Consiste en decir: ¡®Estoy so?ando, estoy so?ando¡¯, hasta quedarse dormida¡±, explica.
La sucesi¨®n de angustias cotidianas termina con m¨¢s preguntas que respuestas. ¡°Es como la vida¡±, dice la autora. ¡°Al final del d¨ªa pasan un mont¨®n de cosas que despu¨¦s podemos recordar, pero no hay una lecci¨®n. A m¨ª me gusta que sea as¨ª, en muchas ocasiones el c¨®mic abusa de llevarte de la mano. La vida no tiene un arco narrativo, es m¨¢s un estado de ¨¢nimo¡±, asegura. Quedan los momentos de autocuidado, ¡°de peque?os mimos¡±, como cuando Bu se da el capricho de comer sushi o emborracharse un martes por la ma?ana. Una encantadora defensa de la frivolidad y de que pase lo que pase, a veces basta, como nos dice la dibujante, con ¡°tener las u?as lindas¡±.
Puedes seguir ICON en Facebook, Twitter, Instagram, o suscribirte aqu¨ª a la Newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.