Nostalgia, espaguetis y masculinidad t¨®xica: todo est¨¢ en ¡®Los Soprano¡¯
Estrenada en 1999, la serie de HBO creada por David Chase cambi¨® las reglas de la ficci¨®n televisiva. Pero tambi¨¦n present¨® en Tony Soprano una nueva tipolog¨ªa de hombre, uno que ya parec¨ªa intuir el fin de la era dominada por aquellos tipos que cre¨ªan que sus virtudes resid¨ªan en sus vicios.
Un hombre robusto y atractivo se sienta en la sala de espera de lo que parece la consulta de un m¨¦dico. Observa alrededor. Le llama la atenci¨®n una peque?a figura de metal que representa una mujer desnuda. La mira con una mezcla de desd¨¦n e incomodidad. El hombre pasa a la consulta. La consulta de una psic¨®loga. ?l es un mafioso de Nueva Jersey. Est¨¢ en crisis. ¡°?Qu¨¦ fue de Gary Cooper?¡±, le pregunta en un momento de la cita a la psic¨®loga. ¡°?Qu¨¦ fue de aquel tipo fuerte, silencioso? ?l era un verdadero estadounidense. Gary Cooper no estaba en contacto con sus emociones, simplemente hac¨ªa lo que ten¨ªa que hacer¡±. As¨ª empezaba en 1999 la serie Los Soprano, creada por David Chase y protagonizada por James Gandolfini en el papel de Tony Soprano, ese mafioso que siente la llegada de un futuro que no le gusta mientras observa c¨®mo se desvanece un presente que ¨¦l siempre afront¨® como una simple extensi¨®n del glorioso pasado.
¡°El sol se pone sobre el imperio¡±, repetir¨¢ en m¨¢s de una ocasi¨®n. HBO, la cadena que produjo y emiti¨® esta ficci¨®n, inaugur¨® con ella el bum de las series, se convirti¨® en marca global y anticip¨® el colapso de un tipo de masculinidad que hab¨ªa encontrado precisamente en los filmes sobre mafiosos su m¨¢s conseguida forma de representarse en el medio audiovisual. Seg¨²n Duarte Garrido, productor y periodista de Sky y experto en las desventuras de Tony Soprano: ¡°En un principio la vendieron como una especie de El Padrino para el hombre moderno, y al inicio parec¨ªa justo eso. Era un producto en el que los hombres eran hombres. Pero Tony representaba la suma de las grandes flaquezas masculinas: el miedo, la depresi¨®n y la debilidad¡±.
Todo parec¨ªa estar en su sitio. Mafioso bruto pero atractivo, al que se le intuye buen fondo a pesar de las malas formas, lidera una banda cuyos miembros se reparten a la perfecci¨®n roles tradicionales en este negociado, que van desde el s¨¢dico hasta el bonach¨®n, pasando por el exc¨¦ntrico o el que tendr¨ªa problemas para contarse los dedos de la mano. El hecho de que Tony Soprano acudiera a terapia pod¨ªa entenderse casi como una broma.
Aquel mismo 1999, Harold Ramis estrenaba Una terapia peligrosa, delirante comedia protagonizada por Robert De Niro en el papel de un g¨¢nster en crisis y Billy Crystal en el del psic¨®logo al que acude para poder volver a ser el ser despreciable que era. Pero en el quinto episodio de la primera temporada, Tony mata con sus propias manos a un antiguo rival, un tipo al que culpa de la decadencia y ca¨ªda de su padre, y lo hace durante un viaje con su hija para ver universidades. De golpe, la fantas¨ªa de que el encanto de aquel villano iba a opacar casi todos sus ¨¢ngulos oscuros se hac¨ªa realmente complicada de digerir. Pero se digiri¨®. Como suceder¨ªa dos d¨¦cadas despu¨¦s con algunos grandes nombres de la cultura, esta serie nos ped¨ªa que separ¨¢ramos al artista de su obra. Porque, como recuerda Susan Bordo, fil¨®sofa estadounidense experta en cultura popular y autora de El feminismo, la cultura occidental y el cuerpo (University of California Press, 1993), ¡°Los Soprano no trataban de reformar a la bestia. Pod¨ªamos decidir aceptar ese magnetismo de la virilidad cruda, pero era evidente que Tony era un asesino¡±. Era evidente, pero gran parte del p¨²blico sigui¨® aceptando ese magnetismo como animal de compa?¨ªa. No es que los hombres como Tony nos fueran ajenos, tal vez simplemente sucedi¨® que a¨²n no se hab¨ªan repartido las armas para contrarrestarlos.
Los miembros de la banda se re¨²nen en una charcuter¨ªa y en un club de striptease. La comida se convierte en un elemento clave en la serie, exhibido en todo su esplendor e incluso utilizado para resaltar cierta falta de sofisticaci¨®n en estos hombres. En un episodio visitan N¨¢poles y a la vuelta, Carmela, la esposa de Tony, le pide que le cuente sobre la comida: por fin han podido degustar platos italianos de verdad. ¡°Demasiado pescado¡±, es lo ¨²nico que responde Tony, quien varias escenas antes ha estado quej¨¢ndose a un camarero napolitano sobre la falta de salsa en sus espaguetis. Por su parte, el BadaBing, el ya m¨ªtico club de striptease regentado por Silvio, la mano derecha de Tony, a quien interpreta Steve Van Zandt, se muestra pr¨¢cticamente solo de d¨ªa, vac¨ªo. Las strippers aparecen m¨¢s veces yendo o viniendo de trabajar que trabajando. La tentaci¨®n de exhibir lo que podr¨ªa parecer aspiracional para cualquier tipo fascinado por la mafia es extirpado. Incluso cuando Tony aparece con sus amantes, el espectador casi siente m¨¢s el estr¨¦s del infiel que el placer del seductor.
Para Eul¨¤lia Iglesias, cr¨ªtica de televisi¨®n y profesora de Teor¨ªa y An¨¢lisis del Cine y la Televisi¨®n de la Universidad Rovira i Virgili, Tony Soprano es una suerte de recuperaci¨®n de los personajes de aquel nuevo Hollywood de Martin Scorsese o Paul Schrader, cuya propuesta en cierto modo qued¨® atajada por el cine m¨¢s comercial de los ochenta y los noventa. ¡°Son personajes influidos por la contracultura que hab¨ªan quedado en el aire y aqu¨ª se recuperan. Tony es carism¨¢tico, un mafioso en pantuflas. Emp¨¢tico y vulnerable, muy humano, padece incluso ataques de p¨¢nico. Es un antih¨¦roe. Marca la llegada posterior de tipos como Walter White (Breaking Bad) o Don Draper (Mad Men). Esa masculinidad fue representada constantemente en esa tercera edad de oro de la ficci¨®n que sucede durante la primera d¨¦cada de este siglo. Cierta idealizaci¨®n de esos hombres complicados que triunfan. Ahora esa masculinidad est¨¢ cuestionada¡±.
Despu¨¦s de todo, Los Soprano es una serie sobre la nostalgia, en concreto sobre un tipo de nostalgia a¨²n no demasiado extendida en ese momento entre el g¨¦nero mascu?lino. Lo es en el fondo pero tambi¨¦n en la forma de los personajes, cuyas camisas estampadas, polos de punto y dem¨¢s indumentarias de origen sesentero y setentero parecen gritar: ¡°Antes, cuando se pod¨ªa¡±. Y esa nostalgia es la que hace que Meadow, la hija de Tony, se queje de que sus amigos pueden hablar de sexo con sus padres y ella no. ¡°Que estamos en los noventa, por favor¡±, dice. Y Tony responde: ¡°Fuera ser¨¢n los noventa, pero en esta casa es 1954¡å.
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