Crisis, pandemia y desenga?o: si vamos a repetir los locos a?os 20 de hace un siglo, ?a¨²n podemos enmendar sus errores?
Han sido fuente de leyenda, literatura y fantas¨ªa, pero cuando vemos cada vez m¨¢s paralelismos entre este momento de la historia y aquel de hace 100 a?os (una pandemia, un valle entre dos crisis y una revoluci¨®n tecnol¨®gica), ?qu¨¦ podemos aprender de todo aquello?
Otra vez nos hallamos en los a?os veinte. Y, recordando los ¨²ltimos, nos viene enseguida a la mente la pregunta de si esta d¨¦cada ser¨¢ tan feliz o tan loca como se dice que fue nuestra hom¨®nima del siglo XX. Lo cierto es que no hemos empezado con buen pie para ello, pero tambi¨¦n conviene recordar que aquellos a?os no eran tan felices como la cultura popular se empe?a en recordar. Aquel periodo de prosperidad econ¨®mica, que tanta nostalgia causa entre algunos y que nos deja iconos como las fiestas sin fin a ritmo de charlest¨®n, el art dec¨® o el jazz de Louis Armstrong, no fue m¨¢s que un espejismo: un caj¨®n de doble fondo que escond¨ªa el avance de los totalitarismos, la amenaza latente de otra guerra de enormes dimensiones y una falsa felicidad econ¨®mica que acab¨® por estallar en el crack del 29, haciendo pedazos los sue?os que hab¨ªan definido la luminosa y colorida d¨¦cada de los atrevidos cortes de pelo, los cabarets y la popularizaci¨®n de los electrodom¨¦sticos en los hogares.
El repetido sobrenombre de ¡®la d¨¦cada feliz¡¯ est¨¢ justificado porque fueron, ante todo, a?os de esperanza en un mundo marcado por los horrores del mayor conflicto b¨¦lico que hab¨ªa existido hasta la ¨¦poca y que arras¨® con unos 20 millones de vidas: la Primera Guerra Mundial. Por si fuera poco, esta fue secundada por la injustamente llamada gripe espa?ola de 1918, causante de la p¨¦rdida de otros 50 millones de seres humanos, seg¨²n los c¨¢lculos de entonces. Despu¨¦s de estas tragedias en cadena, la poblaci¨®n tiene ganas de vivir, de consumir, de pasarlo bien y de enterrar los d¨ªas grises.
?Nos indican esos a?os de bailes, de alcohol a raudales en las fiestas clandestinas (en tiempos de la Ley Seca) y de consumo desmesurado que verdaderamente era todo de color de rosa? ¡°Depende de para qui¨¦n, lo cierto es que Europa y Estados Unidos vivieron realidades muy distintas¡±, cuenta a ICON Antonio Moreno Juste, catedr¨¢tico de Historia Moderna de la UCM. Moreno distingue entre dos etapas: un periodo de crisis muy fuerte, entre los a?os 1919 y 1924 y una segunda, a partir de entonces hasta el crack de 1929, en la que ¡°mejoran un poco las cosas¡±. Lo cierto es que, mientras el viejo continente languidec¨ªa e intentaba curar las cicatrices de la Gran Guerra, al otro lado del charco se promet¨ªa por doquier el ¡®American Dream¡¯. ¡°Signific¨® el inicio de la hegemon¨ªa estadounidense. Wall Street sustituye a la City londinense como centro financiero mundial¡±, explica el profesor.
As¨ª que felices, lo que se dice felices, no lo ser¨ªan tanto para la gran mayor¨ªa de los europeos. En el viejo continente tardamos m¨¢s en saborear las ventajas de esa bonanza econ¨®mica sin precedentes, del sistema de pagos por cuotas y del sue?o de poder adquirir un autom¨®vil (como el legendario Ford T) o electrodom¨¦sticos para el hogar. Y, bajo esa promesa, llega ese baile tan loco y tan alegre como esos a?os: el charlest¨®n y los gram¨®fonos, clubes que se llenan de humo y jazz y la jornada laboral se reduce hasta las 8 horas actuales. Pero, con las mismas, tambi¨¦n aparecen los a?os de crimen, contrabando y la mafia de Al Capone, que nos dejan episodios tan macabros como la Masacre del D¨ªa de San Valent¨ªn de 1929.
G¨¢ngsters, cine y cabaret. ?Qu¨¦ es verdad y qu¨¦ es leyenda?
Si los g¨¢ngsters fueron la figura m¨¢s cinematogr¨¢fica que heredamos de ese periodo, el hedonismo, los excesos o la promiscuidad que rompen con los valores tradicionales de la Belle ?poque se retratan con detalle en los libros de entonces. No podemos dejar de mencionar El gran Gatsby, la ic¨®nica novela escrita en el ecuador de la d¨¦cada por Francis Scott Fitzgerald. Muchos tenemos en la memoria los coches caros, las luces omnipresentes, el despilfarro, la falsa alegr¨ªa que muestran las escenas de la pel¨ªcula con el mismo nombre que protagoniz¨® Leonardo DiCaprio en 2013. El propio Fitzgerald defin¨ªa los a?os veinte como esa era en la que ¡°las fiestas eran m¨¢s grandes, los ritmos eran m¨¢s r¨¢pidos, los shows eran m¨¢s largos, los edificios eran m¨¢s altos, la moral era m¨¢s relajada y el alcohol era m¨¢s barato¡±.
Al inicio de la d¨¦cada, mientras las reservas bancarias de Estados Unidos aumentan gracias a sus deudas con los europeos, el viejo continente no logra estabilizar su situaci¨®n pol¨ªtica. ¡°Hubo intentos para garantizar la paz, como la Sociedad de Naciones o los acuerdos de Locarno, pero resultaron ser una ilusi¨®n¡±, relata Antonio Moreno, a?adiendo que ¡°hay una percepci¨®n distorsionada de la pol¨ªtica de los a?os veinte; en realidad no se acaba de consolidar un modelo democr¨¢tico¡±. Mientras Europa intenta recuperarse, en Alemania se funda el partido nazi, tiene lugar la marcha sobre Roma de Mussolini, aumenta el ¡®p¨¢nico rojo¡¯ hacia el gobierno Bolchevique y Jap¨®n entra oficialmente en el nuevo orden internacional.
Con el programa de aportaciones privado conocido como plan Dawes de 1924, el american way of life se cuela entre las ra¨ªces de la vieja Europa. ¡°Por arrojar solo un peque?o apunte: hasta entonces dos tercios de la riqueza se transmit¨ªan a trav¨¦s de las herencias. En la posguerra mundial pasa a ser solo un tercio, ello supone un cambio notable que afectar¨¢ a la distribuci¨®n de las rentas con grandes repercusiones tanto pol¨ªticas como sociales, que trascender¨¢n a la d¨¦cada¡±, explica el catedr¨¢tico.
La era del maravilloso sinsentido
Mientras el mundo estaba a punto de entrar en otra guerra, en los cabarets y clubs se bailaba y se beb¨ªa, se brindaba con ginebra y champ¨¢n y la poblaci¨®n compraba coches que, solo unos a?os antes, ¨²nicamente estaban al alcance de unos cuantos. En las salas de cine, resuenan las carcajadas que provoca el humor de Chaplin, nace Mickey Mouse, y los c¨®mics de s¨²per h¨¦roes. El provocativo little black dress de Coco Chanel se introduce en muchos armarios femeninos, rompiendo con la decimon¨®nica creencia de que el negro era solo el color del luto. Aparecen musas de labios carnosos y poca ropa, el arte se rebela con los vanguardismos, los clubs americanos se llenan de las embriagadoras notas del Muskrat Ramble y, en Par¨ªs, los acampanados sombreros cloche se ponen de moda. Una ¨¦poca marcada por los estereotipos que fue definida como la ¡°era del maravilloso sinsentido¡± y que acab¨® con una imagen contrapuesta al brillo, la alegr¨ªa y el frenes¨ª: los (supuestos) suicidios desde las ventanas de Wall Street en aquel jueves negro que a todos cogi¨® por sorpresa.
De todo esto ha pasado ya un siglo y ahora tenemos unos nuevos a?os 20 reci¨¦n estrenados para a?adir a la historia. ?Se parecer¨¢ algo esta d¨¦cada a la que precedi¨® a la Gran Depresi¨®n? Resulta inevitable caer en la cuenta de que ambas sufren el efecto de pandemias que llegan al inicio de la d¨¦cada y que las dos, adem¨¢s, est¨¢n amenazadas por crisis, por mucho que la magnitud pueda no ser comparable. La pandemia de 1918, conocida como la ¡®gripe espa?ola¡¯ ha sido, hasta hoy, la m¨¢s devastadora de la que se tiene constancia. Quiz¨¢ algo nos recuerda al presente al ver que fue definida como ¡°el virus que lleg¨® de la noche a la ma?ana y que no entend¨ªa de fronteras ni de clases sociales¡±, pero, m¨¢s all¨¢ de aquello, hay muchas diferencias. Afortunadamente, nuestros sistemas sanitarios, tecnol¨®gicos y de comunicaci¨®n son mucho mejores que los de aquella ¨¦poca, donde muchos murieron por la ausencia de medicamentos o de atenci¨®n sanitaria especializada, aunque tambi¨¦n es verdad que el mundo mucho m¨¢s globalizado en el que ahora vivimos juega en nuestra contra en velocidad de expansi¨®n, como efectivamente est¨¢ sucediendo.
En cualquier caso, la Primera Guerra Mundial eclips¨® un poco las fatales consecuencias de la ¡®gripe espa?ola¡¯. ¡°No podemos decir c¨®mo acabar¨¢ esta pandemia¡±, explica Antonio Moreno, ¡°pero s¨ª sabemos c¨®mo acab¨® aquella y, aunque s¨ª qued¨® un trasfondo importante en la mentalidad colectiva de la ¨¦poca, no trascendi¨® tanto a las generaciones futuras¡±.
Con solo diez meses de vida, a¨²n desconocemos si estos a?os 20 marcar¨¢n el devenir de este siglo como lo hicieron los anteriores en el suyo, pero hay ciertos paralelismos que nos hacen volver la mirada al pasado. Por ejemplo, el avance tecnol¨®gico tambi¨¦n fue un rasgo de su ¨¦poca y es muy probable que en la actual seamos testigos de un desarrollo tecnol¨®gico sin precedentes en la historia, con la aparici¨®n de tecnolog¨ªas como la 5G, que se promete hasta cien veces m¨¢s potente que su predecesora.
En 2020 dejamos atr¨¢s impactantes episodios de este siglo, como el ataque a las torres gemelas de 2001 y, con ello, el inicio de la amenaza islamista. Tambi¨¦n nos enfrentamos al gran desaf¨ªo de la crisis ecol¨®gica y a¨²n no hemos olvidado del todo la resaca de la recesi¨®n del 2008. Si 1920-1930 fue un periodo de entreguerras, ahora podr¨ªamos estar afrontando un periodo entre dos crisis. Por otro lado, mientras los a?os veinte del siglo pasado fueron, sin duda, la era de la democratizaci¨®n del autom¨®vil, de la aparici¨®n del petr¨®leo y la electricidad en las ciudades, estos pueden ser los de la transformaci¨®n total de todas estas cosas. Bruselas prohibir¨¢ en 2030 los coches di¨¦sel, viviremos la transici¨®n energ¨¦tica hacia las energ¨ªas verdes y seguramente en estos a?os asistamos al declive de las petrol¨ªferas. Cuando acabe esta d¨¦cada, es muy posible que los autom¨®viles sean mucho m¨¢s verdes, aut¨®nomos y eficientes: los coches del futuro podr¨ªan cerrar el c¨ªrculo que comenz¨® en aquellos a?os de popularizaci¨®n de este veh¨ªculo. Al igual que entonces, en estos diez a?os muchos paradigmas podr¨ªan ser profundamente modificados, dando lugar a una era completamente transformada.
Si aquellos a?os veinte fueron la ¨¦poca del capitalismo, estos podr¨ªan ser la de una redefinici¨®n total de dicho sistema. ¡°Entonces, se alentaba a que la gente consumiera en aras del progreso y ahora quiz¨¢ el problema es que estamos consumiendo demasiado¡±, reflexiona el profesor Moreno. Las empresas tendr¨¢n que adaptarse en esta d¨¦cada, o morir. Ya existe cierta tendencia a la vuelta a la econom¨ªa local y sostenible, frente a los grandes monopolios y holdings que tambi¨¦n marcaron aquel periodo y a la producci¨®n en masa que parodiaba la pel¨ªcula de Chaplin. Ahora, cada vez resuenan con m¨¢s fuerza los movimientos que nos hablan del ¡®menos es m¨¢s¡¯ y que penalizan el derroche en beneficio del planeta.
En t¨¦rminos de liberaci¨®n de la mujer, nuestro avance actual es mucho m¨¢s progresivo. La incorporaci¨®n femenina al mundo laboral, su independencia econ¨®mica y su entrada a las urnas provocaron entonces grandes cambios en su forma de peinarse (como el corte a lo gar?on), de comportarse (ellas empezaron a fumar, de hecho, el recordado Fumando espero es un tango de 1922) o de vestir (las faldas se acortan a la altura de la rodilla, llegan los escotes y empiezan a mostrarse los brazos).
Culturalmente hablando, poco tienen que ver unos con los otros. Si algo caracteriz¨® a aquellos a?os locos fue la eclosi¨®n del arte y la cultura. Solo en Espa?a, afloraron la Generaci¨®n del 27, el surrealismo de Dal¨ª, el cubismo de Picasso y Bu?uel nos present¨® a su perro andaluz, por nombrar solo algunos. ?Y ahora? ¡°Claro que actualmente hay expresiones culturales y art¨ªsticas de gran calidad, pero todo es muy diferente, las cadenas de valor y las estructuras sobre las que se apoyan han cambiado radicalmente. El proceso de democratizaci¨®n de la cultura entonces iniciado, ha sido sustituido por una informaci¨®n que nos avasalla en todos los ¨®rdenes y formas de expresi¨®n art¨ªstica, como por ejemplo el cine, que debe reinventarse a nivel de negocio¡±, explica Antonio Moreno.
En cuanto a mentalidad, el profesor puntualiza que, si se trata de comparar, ¡°este a?o 2020 me recuerda m¨¢s a los a?os 30 que a los 20 del siglo pasado. Si bien aquellos han dejado el relato de que fueron unos a?os de alegr¨ªa, ilusi¨®n y frenes¨ª, creo que la era actual estar¨¢ m¨¢s marcada por dejar una narrativa de confusi¨®n y de desesperanza¡±.
No sabemos (pero podr¨ªan serlo) si ambas d¨¦cadas tendr¨¢n en com¨²n ser ¨¦pocas de vaivenes, desequilibrios, cambios, o de promesas, aunque tenemos muchas por delante en estos diez a?os que han empezado con el enorme desconcierto de la pandemia del coronavirus. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que, una vez m¨¢s, la historia nos demuestra, igual que las guerras o el crack del 29 lo hicieron entonces que, por mucho que nos pese, nuestras civilizaciones son m¨¢s fr¨¢giles de lo que nos gustar¨ªa creer. Esperamos que este aviso de la historia nos sirva para no repetir ¡ªal menos, no muchos¡ª de los errores del pasado.
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