Tarantino, la cr¨ªtica de cine y unas lavadoras volantes
Entre la despedida de A. O. Scott, la nueva pel¨ªcula de Tarantino y la resaca de los ¨²ltimos Oscar record¨¦ una an¨¦cdota que sol¨ªa contar el cr¨ªtico de cine Antonio Gasset
A.O. Scott, hasta ahora cr¨ªtico de cine titular en The New York Times junto a la gran Manohla Dargis, se despidi¨® de su tarea de los ¨²ltimos 23 a?os con una autoentrevista en la que admite errores, celebra aciertos y demuestra una vez m¨¢s el fondo de su estilo elegante y compasivo. Scott deja el cine por la cr¨ªtica literaria y en sus palabras se intuyen las razones del cambio. El cr¨ªtico le resta importancia al eterno discurso apocal¨ªptico que rodea al cine, pero en cambio s¨ª admite su preocupaci¨®n ante la galopante desaparici¨®n del ¡°espacio cultural¡± que favorece a las pel¨ªculas que le interesan frente a una audiencia ¡°narcotizada¡± por el algoritmo y el m¨®vil. Scott lamenta los h¨¢bitos pasivos del espectador de plataformas pero sobre todo c¨®mo las hordas de las redes sociales y sus furiosas reacciones en Twitter representan ¡°una mentalidad antidemocr¨¢tica y antiintelectual que es perjudicial para la causa del arte¡±, un comportamiento cuyo auge ¡°refleja y modela la propagaci¨®n de tendencias intolerantes, autoritarias y agresivas en nuestra pol¨ªtica y nuestra vida comunitaria¡±.
La despedida de Scott coincidi¨® con la noticia de que la pr¨®xima pel¨ªcula de Quentin Tarantino tendr¨¢ de protagonista a un cr¨ªtico de cine. En un principio, incluso se dijo que se trataba de Pauline Kael, c¨¦lebre firma de The New Yorker durante d¨¦cadas. Tarantino, admirador de esta brillante escritora y polemista, ha titulado su d¨¦cima y, seg¨²n ¨¦l mismo, ¨²ltima pel¨ªcula, The Movie Critic. Seg¨²n otras informaciones, el centro de la historia podr¨ªa ser la del cr¨ªtico-fundador de una revista de cine en Los ?ngeles, ciudad en la que transcurre la trama a finales de la d¨¦cada de los setenta. Kael formar¨ªa parte del tel¨®n de fondo: en esos a?os, la escritora abandon¨® Nueva York por Los ?ngeles para convertirse, de la mano de Warren Beatty, en asesora de la Paramount Pictures, actividad en la que no aguant¨® demasiado tiempo, antes de volver al solitario ejercicio de la cr¨ªtica.
Entre la despedida de A. O. Scott, la nueva pel¨ªcula de Tarantino y la resaca de los ¨²ltimos Oscar ¡ªextenuante por la pel¨ªcula encumbrada y por el enconado cruce de art¨ªculos, tuits y memes que sigui¨® a los premios y que se divid¨ªan entre ¡°esto es el futuro¡± o ¡°esto no hay quien lo aguante¡±¡ª, record¨¦ una an¨¦cdota que sol¨ªa contar el popular cr¨ªtico de cine Antonio Gasset sobre un antecesor en RTVE, Alfonso S¨¢nchez.
Aunque es imposible revivir la gracia que ten¨ªa Gasset al imprimir la leyenda, ah¨ª va un modesto intento. Al parecer, cuando La guerra de las galaxias se estren¨® en el festival de San Sebasti¨¢n de 1977, la pel¨ªcula fue recibida con perplejidad por S¨¢nchez, quien, con su particular voz, afectada por una enfermedad pulmonar, se hab¨ªa construido un personaje de viejo cascarrabias amante del cine muy acorde al clich¨¦ del cr¨ªtico. S¨¢nchez era muy famoso, lo imitaban los humoristas de la ¨¦poca e incluso se dej¨® entrevistar tumbado en su cama, rodeado de libros y medicamentos. Seg¨²n evocaba con sorna Gasset, S¨¢nchez convirti¨® su cr¨ªtica de La guerra de las galaxias en un disparatado mon¨®logo en el que el cada vez m¨¢s acalorado cr¨ªtico acababa comparando el desfile de naves gal¨¢cticas con una invasi¨®n de ¡°lavadoras volantes¡±.
La an¨¦cdota siempre me hizo re¨ªr a carcajadas, aunque ahora s¨¦ que tarde o temprano todos acabaremos viendo alg¨²n tipo de nueva lavadora volante surcando la pantalla. Y tampoco pasar¨¢ nada.
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