Las crisis globales exigen soluciones globales: ?es hora de crear una Constituci¨®n mundial?
Un grupo de fil¨®sofos y activistas proponen una norma que sirva de ¡°br¨²jula de todos los Gobiernos para el buen gobierno del mundo"
"Los periodos prolongados de calma favorecen ciertas ilusiones ¨®pticas¡±, dec¨ªa el escritor alem¨¢n Ernst J¨¹nger en La emboscadura: ¡°Una de ellas es la suposici¨®n de que la inviolabilidad del domicilio se funda en la Constituci¨®n, se encuentra asegurada por ella. En realidad la inviolabilidad del domicilio se basa en el padre de familia que aparece en la puerta de la casa acompa?ado de sus hijos y empu?ando un hacha¡±. La cat¨¢strofe desencadenada por el coronavirus podr¨ªa considerarse uno de esos momentos que J¨¹nger considera de la verdad, a condici¨®n de cambiar de escala. En mitad del caos, donde J¨¹nger ve¨ªa al padre como garante de la seguridad, ahora reaparece el Estado ¡ªnacional¡ª como el garante ¨²ltimo de la vida de sus ciudadanos. M¨¢s all¨¢ de bienintencionados acuerdos internacionales y esferas supranacionales como la Uni¨®n Europea, pap¨¢ Estado parece el ¨²nico capaz de garantizar la inviolabilidad del territorio y proteger a sus nacionales.
Pero ?tiene sentido cerrar las fronteras para luchar contra el coronavirus? ?No es ese retorno a la soberan¨ªa nacional una reacci¨®n melanc¨®lica frente a un peligro sin pasaporte? ?No recuerda ese gesto en el fondo a las colas que hemos visto formarse ante las tiendas de armas en Estados Unidos? ?No era eso matar moscas a ca?onazos? Un grupo de juristas y activistas ha elegido un camino muy distinto y, a pesar del momento cr¨ªtico y convulso actual, ha lanzado una idea colosal: una Constituci¨®n de la Tierra como herramienta de gobernanza global. Frente al reflejo nacional, la imaginaci¨®n cosmopolita quiere avanzar en la globalizaci¨®n del derecho.
¡°No es una hip¨®tesis ut¨®pica¡±, dijo el exmagistrado y fil¨®sofo del derecho italiano Luigi Ferrajoli durante la primera asamblea de este movimiento en Roma el 21 de febrero pasado. ¡°Al contrario, se trata de la ¨²nica respuesta racional y realista al mismo dilema que Thomas Hobbes [autor de Leviat¨¢n y te¨®rico del Estado moderno] afront¨® hace cuatro siglos: la inseguridad general de la libertad salvaje o el pacto de coexistencia pac¨ªfica sobre la base de la prohibici¨®n de la guerra y la garant¨ªa de la vida¡±, explic¨®.
El contexto de la asamblea era a la vez antiguo y rabiosamente actual: la Biblioteca Vallicelliana, una instituci¨®n tan vieja como Hobbes, y en la capital de Italia, que detectaba entonces el primer contagio local por el virus. Pero la idea lleva a?os fragu¨¢ndose, promovida por el periodista italiano Raniero La Valle, y se hab¨ªa anunciado formalmente en Roma en diciembre de 2019, cuando el coronavirus era a¨²n una realidad sin nombre ni reconocimiento oficial en China. ¡°Hace a?os que se viene trabajando en una misma direcci¨®n, aunque desde diferentes perspectivas, como la necesidad de un nuevo contrato social¡±, cuenta por tel¨¦fono desde Buenos Aires, Argentina, Adolfo P¨¦rez Esquivel, premio Nobel de la Paz y otro de los promotores. Ahora la necesidad es viral y vital.
¡°La Constituci¨®n del mundo no es el Gobierno del mundo, sino la regla de compromiso y la br¨²jula de todos los Gobiernos para el buen gobierno del mundo¡±, en palabras de Ferrajoli, autor de Constitucionalismo m¨¢s all¨¢ del Estado (Trotta, 2018). El sujeto constituyente no ser¨ªa esta vez un nuevo Leviat¨¢n, sino los habitantes del mundo, ¡°la unidad humana que alcance la existencia pol¨ªtica, establezca las formas y los l¨ªmites de su soberan¨ªa y la ejerza con el fin de continuar la historia y salvar la Tierra¡±, afirm¨® en Roma. El proceso exige la adhesi¨®n de los Estados.
La destrucci¨®n del medio ambiente, el clima, el hambre o la seguridad de los migrantes parec¨ªan los problemas m¨¢s urgentes hasta la pandemia que ha desatado la peor crisis desde la II Guerra Mundial, seg¨²n Naciones Unidas. Pero no todo el mundo ve oportuna una iniciativa as¨ª en un momento como este.
¡°La Constituci¨®n de la Tierra es la carta de Naciones Unidas¡±, dice Josu de Miguel, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Cantabria. ¡°Y si tenemos dificultades para la afirmaci¨®n de una noci¨®n b¨¢sica de derecho internacional para todos los pueblos, el paso a una Constituci¨®n de la Tierra me parece ingenuo¡±, a?ade. Adem¨¢s, para De Miguel, que se doctor¨® con una tesis sobre el Consejo de Europa, ¡°el elemento ut¨®pico puede ser contraproducente¡±.
La posguerra mundial
El final de la II Guerra Mundial es el punto de referencia, tanto para quienes defienden dar ese paso como para sus detractores. ¡°Si al final de la guerra nos hubieran dicho que hoy iba a haber una Corte Penal Internacional, o que en Europa y Am¨¦rica Latina la convenci¨®n de los derechos humanos se iba a imponer a los Estados, no nos lo hubi¨¦ramos cre¨ªdo¡±, afirma Luis Arroyo Zapatero, catedr¨¢tico de Derecho Penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, en favor de la idea del constitucionalismo planetario. De Roma salieron, en 1957, los tratados fundacionales de la actual Uni¨®n Europea, ¡°que entonces era una idea extravagante de los franceses y, casi en exclusiva, de Jean Monnet¡±, a?ade Arroyo.
¡°Los que idearon la Comunidad [Econ¨®mica Europea, germen de la UE] escaparon siempre a la ingenuidad del momento ut¨®pico¡±, recuerda De Miguel, autor de Kelsen versus ?Schmitt. Pol¨ªtica y derecho en la crisis del constitucionalismo (Guillermo Escolar Editor, 2019). ¡°Por eso pensaron en el funcionalismo: empezar con objetivos peque?os, ir consolid¨¢ndolos, trabajando por la integraci¨®n y que a partir de esos elementos se vaya creando la comunidad pol¨ªtica¡±, explica.
La UE tuvo un momento constitucional. ¡°En 2004 se pens¨® que si movilizamos una Constituci¨®n, movilizaremos una comunidad pol¨ªtica. Pero no funciona as¨ª, quiz¨¢ los ciudadanos creen que las Constituciones las hacen los pueblos, unos parlamentarios en una asamblea constituyente, etc¨¦tera¡±. En 2005, el proyecto de Constituci¨®n europea encall¨® en los referendos de Francia y Holanda, que votaron en contra. Pero los derechos fundamentales est¨¢n garantizados en la pr¨¢ctica por los tratados y el Tribunal de la UE.
¡°Es absurdo que acumulemos armas para la guerra pero no mascarillas para una pandemia¡±, Luigi Ferrajoli, jurista
¡°La Constituci¨®n europea fracas¨® por la prevalencia de los nacionalismos¡±, recuerda Ferrajoli por tel¨¦fono desde Roma. ¡°Por el analfabetismo de los soberanistas¡±, dice en referencia a la versi¨®n actualizada de las teor¨ªas de Carl Schmitt ¡ªsin pueblo no hay Constituci¨®n¡ª que para ¨¦l representan Salvini en Italia y Orb¨¢n en Hungr¨ªa, pero tambi¨¦n los ¡°ricos¡± del norte. ¡°No hay ning¨²n pueblo unitario, la voluntad del pueblo es al final la voluntad del jefe¡±, a?ade Ferrajoli, que subraya el pasado nazi de Schmitt.
Para Ferrajoli, una Constituci¨®n no es la voluntad de la mayor¨ªa, sino la garant¨ªa de todos. La Constituci¨®n mundial obligar¨ªa a proteger la igualdad, el derecho a la no discriminaci¨®n o la salud. Derechos que pertenecen a ¡°la esfera de lo no decidible¡± y que no pueden estar a merced de las mayor¨ªas. Nadie, dice, est¨¢ hablando de un Estado mundial: ¡°Cada pa¨ªs deber¨¢ poder seguir decidiendo sobre lo decidible¡±, es decir, las pol¨ªticas que no violentan los derechos fundamentales.
Con 2.500 millones de personas confinadas en el mundo, la crisis sanitaria prueba, en su opini¨®n, que solo las ¡°soluciones globales¡± garantizan nuestra supervivencia. ¡°Es absurdo que acumulemos armamentos para la guerra y que no acumulemos mascarillas para una pandemia¡±, a?ade Ferrajoli. ?Est¨¢ la comunidad internacional madura para una propuesta como la suya? ¡°No soy tan ingenuo: es un proceso que tardar¨¢ muchos a?os, pero es necesario lanzar el debate p¨²blico¡±.
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