?Es China realmente capitalista?
El Estado no tiene tanto peso en la econom¨ªa del pa¨ªs asi¨¢tico como pensamos. Posiblemente no llegue al 20%, como en Francia en los ochenta, escribe el economista Branko Milanovic en su ¨²ltimo libro
Pero ?China es realmente capitalista? Esta es una pregunta que se formula a menudo, unas veces de forma ret¨®rica y otras en serio. Se trata de una cuesti¨®n que podemos resolver enseguida si utilizamos la definici¨®n est¨¢ndar que hac¨ªan Marx y Weber del capitalismo (...). Para poder ser capitalista, una sociedad deber¨ªa caracterizarse por el hecho de que la mayor parte de su producci¨®n se llevara a cabo utilizando medios de producci¨®n de propiedad privada (capital, tierras), de que la mayor parte de los trabajadores fueran asalariados (no vinculados legalmente a la tierra y que no fueran trabajadores aut¨®nomos que utilizaran su propio capital) y de que la mayor parte de las decisiones relativas a la producci¨®n y a la fijaci¨®n de precios se tomaran de forma descentralizada (es decir, sin que nadie las impusiera a las empresas). China cumple los tres requisitos para ser considerada capitalista.
Antes de 1978, la parte de la producci¨®n industrial generada en China por empresas p¨²blicas estaba cerca del 100%, pues la mayor¨ªa de las empresas industriales eran de propiedad estatal. Estas funcionaban en el marco de un plan centralizado, que, pese a ser m¨¢s flexible y cubrir muchos menos bienes que el de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, inclu¨ªa en cualquier caso todos los productos industriales fundamentales (carb¨®n y otros minerales, acero, petr¨®leo, servicios p¨²blicos, etc¨¦tera), algunos de los cuales siguen siendo suministrados mayoritariamente por las empresas p¨²blicas. En 1998, la parte correspondiente al Estado en la producci¨®n industrial ya se hab¨ªa visto reducida y apenas superaba el 50%. Desde entonces, esa participaci¨®n ha ido bajando constantemente, a?o tras a?o, y en la actualidad apenas supera el 20%.
La situaci¨®n de la agricultura est¨¢ incluso m¨¢s clara. Antes de las reformas, la mayor parte de la producci¨®n era llevada a cabo por comunas rurales. Desde 1978 y tras la introducci¨®n del ¡°sistema responsable¡±, que permit¨ªa el arrendamiento de tierras, casi la totalidad de lo que se genera en los campos es de producci¨®n privada; aunque, por supuesto, los agricultores no son asalariados, sino trabajadores aut¨®nomos en su mayor¨ªa, enmarcados en lo que la terminolog¨ªa marxista llama ¡°simple producci¨®n de mercanc¨ªas¡±. Esa fue hist¨®ricamente la forma t¨ªpica en la que estaba organizada la agricultura china, de modo que la actual estructura de propiedad en las zonas rurales es una especie de regreso al pasado (con una diferencia significativa: la ausencia de terratenientes). Pero a medida que contin¨²a el ¨¦xodo del campo a las ciudades, es m¨¢s probable que se establezcan m¨¢s relaciones capitalistas tambi¨¦n en la agricultura. Podemos mencionar asimismo las empresas municipales y locales (empresas de propiedad colectiva), que, aunque menos importantes ahora que en el pasado, crecieron con rapidez utilizando el excedente de mano de obra rural para producir mercanc¨ªas no agr¨ªcolas. Dichas empresas tienen trabajadores asalariados, pero su estructura de propiedad, que combina en diversas proporciones la propiedad estatal (aunque a nivel comunal), la cooperativa y la puramente privada, es muy complicada y var¨ªa de una parte a otra del pa¨ªs.
Las empresas privadas no solo son numerosas, muchas incluso son grandes. Seg¨²n los datos oficiales, la proporci¨®n de empresas privadas que est¨¢n situadas en el 1% m¨¢s rico de las firmas clasificadas por su valor a?adido total ha aumentado desde alrededor del 40% que hab¨ªa en 1998 hasta el 65% existente en 2007 (Bai, Hsieh y Song 2014).
Los modelos de propiedad en China son complejos porque a menudo comportan propiedad del Estado central, del Estado provincial, propiedad comunal, privada, y extranjera en diversas proporciones, pero es harto improbable que el papel del Estado en el total del PIB, calculado en cuanto a la producci¨®n, supere el 20%, mientras que la mano de obra empleada en las empresas p¨²blicas y en las de propiedad colectiva representa el 9% del total del empleo rural y urbano (Anuario Estad¨ªstico del Trabajo de China 2017) . Estos porcentajes son similares a los de Francia a comienzos de los a?os ochenta (Milanovic 1989). Una de las caracter¨ªsticas del capitalismo pol¨ªtico es, que, en efecto, el Estado desempe?a un papel significativo, que supera f¨¢cilmente su cometido como representante de su propiedad formal de capital. Pero lo que yo pretendo aqu¨ª es solo eliminar ciertas dudas acerca del car¨¢cter capitalista de la econom¨ªa china, dudas que no se basan en motivos emp¨ªricos (pues los datos las invalidan claramente), sino en motivos enga?osos, por ejemplo que el partido gobernante se llame ¡°comunista¡±, como si solo eso bastara para determinar la naturaleza de un sistema econ¨®mico.
La distribuci¨®n de las inversiones fijas por sector de propiedad muestra tambi¨¦n una tendencia muy clara hacia una mayor participaci¨®n de la inversi¨®n privada. Esta equivale ya a m¨¢s de la mitad de las inversiones fijas, mientras que la parte correspondiente al Estado es de alrededor del 30% (el resto est¨¢ compuesto por el sector colectivo y la inversi¨®n privada extranjera).
Zonas rurales y urbanas
El cambio se ve tambi¨¦n claramente reflejado en la parte correspondiente a los trabajadores de las empresas p¨²blicas en el empleo urbano total. Antes de las reformas, casi el 80% de los trabajadores urbanos estaban empleados en empresas p¨²blicas. Ahora, tras un descenso que ha seguido avanzando a?o tras a?o, esa parte representa menos de un 16%. En las zonas rurales, la privatizaci¨®n de facto de la tierra en virtud del sistema de responsabilidad ha convertido a casi todos los trabajadores del campo en agricultores del sector privado.
Finalmente, el contraste entre el modo de producci¨®n socialista y el capitalista puede verse mucho mejor en la producci¨®n descentralizada y en las decisiones en torno a la fijaci¨®n de precios. Al comienzo de las reformas, el Estado marcaba los precios del 93% de los productos agr¨ªcolas, del 100% de los productos industriales y del 97% de las mercanc¨ªas vendidas al por menor. A mediados de los a?os noventa, esas proporciones se hab¨ªan invertido: el mercado determinaba los precios del 93% de las mercanc¨ªas vendidas al por menor, del 79% de los productos agr¨ªcolas y del 81% de los materiales de producci¨®n (Pei 2006, 125) . En la actualidad, un porcentaje a¨²n m¨¢s elevado de los precios viene determinado por el mercado.
Branko Milanovic (Belgrado, 1953) es economista experto en desigualdad. Imparte clases en la City University de Nueva York y en la London School of Economics. Este texto es un extracto de su libro ¡®Capitalismo, nada m¨¢s¡¯, de la editorial Taurus, disponible en formato eBook desde el pasado 2 de abril.
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