Huecos en el ¡®Diccionario¡¯
La cualidad de padres se refleja en ¡°paternidad¡± y ¡°maternidad¡±. Sin embargo, no se incluye ¡°abuelidad¡±
La lengua dispone de formaciones posibles que sin embargo no se han activado en el lenguaje. O no lo suficiente. Por ejemplo, decimos ¡°nosotros te mimamos¡±, pero nos parecer¨¢ extra?a la opci¨®n ¡°nosotros me mimamos¡±, aunque el hipot¨¦tico hablante tambi¨¦n se mime. Por su parte, los adjetivos admiten la adici¨®n del elemento -mente para formar un adverbio; oiremos ¡°habl¨® pausadamente¡±, pero ser¨¢ dif¨ªcil que nos topemos con la opci¨®n ¡°habl¨® interesantemente¡±, por muy atractivo que resultara el discurso.
Del mismo modo, la cualidad de padre se refleja en la palabra ¡°paternidad¡±. La de madre, en ¡°maternidad¡±. La de hermano o hermana, en ¡°hermandad¡± (tambi¨¦n en ¡°fraternidad¡± y ¡°sororidad¡±, esta ¨²ltima con connotaciones solidarias y referida solamente a mujeres). Sin embargo, el Diccionario no nos ofrece un vocablo que cubra ese mismo espacio a partir de la palabra ¡°abuelo¡± o ¡°abuela¡±. Ni tampoco en lo que respecta a los hijos.
El radar de los acad¨¦micos no ha recibido seguramente con la suficiente insistencia las voces ¡°abuelidad¡± y ¡°filialidad¡±, que s¨ª tienen alguna circulaci¨®n y que el genio del idioma aceptar¨ªa sin protestar porque est¨¢n bien formadas.
La ¡°filialidad¡± se da a menudo en el l¨¦xico deportivo cuando dos entidades firman un acuerdo (cesi¨®n de jugadores, trato preferente en los traspasos¡). As¨ª, se lee que ¡°el Real Valladolid y el Atl¨¦tico Tordesillas suscriben un acuerdo de filialidad¡±. Tambi¨¦n la us¨® Unamuno en La t¨ªa Tula (1921): ¡°Ella, tan henchida del sentimiento (¡), no sent¨ªa la filialidad¡±. Y ese t¨¦rmino aparece igualmente en textos de Luis Rosales o de Octavio Paz. De hecho, ¡°filialidad¡± figur¨® en algunos diccionarios del XIX, aunque no en el acad¨¦mico.
En cuanto a la palabra ¡°abuelidad¡±, la escribi¨® Pedro Salinas en su correspondencia (1923-1951) con el tambi¨¦n poeta Jorge Guill¨¦n, publicada por Tusquets: ¡°Ya nos apareja algo m¨¢s en com¨²n: la abuelidad. El ni?o naci¨® ayer¡±.
En 1986 ese t¨¦rmino ascendi¨® al t¨ªtulo de un libro: Abuelidad. M¨¢s all¨¢ de la paternidad, que analiza las relaciones entre abuelos y nietos y fue escrito por la psiquiatra argentina Paulina Redler, quien ya lo hab¨ªa utilizado, el 12 de mayo de 1977, en un art¨ªcu?lo publicado en el diario bonaerense La Raz¨®n.
En los a?os ochenta, Argentina alumbr¨® adem¨¢s otro uso de ese vocablo, por culpa de los cr¨ªmenes de las dictaduras militares. La b¨²squeda de beb¨¦s arrebatados a los padres (a su vez desaparecidos) encontr¨® una nueva herramienta cient¨ªfica en el ¡°¨ªndice de abuelidad¡±, que lleg¨® a lograr la identificaci¨®n gen¨¦tica de algunos de esos ni?os.
Google proporciona 61.000 registros de ¡°filialidad¡±, frente a 33.500 de ¡°abuelidad¡± (en el momento de escribir este texto). Ahora bien, el uso de filialidad se percibe hoy emocionalmente lejano, referido a relaciones entre entidades o empresas (anta?o, tambi¨¦n a la vinculaci¨®n entre Dios y sus hijos); mientras que la abuelidad adquiere un valor m¨¢s pr¨®ximo: cada vez m¨¢s, los abuelos, con calidad y esperanza de vida mucho mejores que en generaciones anteriores, disfrutan de una relaci¨®n continua, directa, singular y espec¨ªfica con sus nietos.
Quiz¨¢s por ello pronto empecemos a decir ¡°te felicito por tu abuelidad¡±, y as¨ª se empujar¨¢ la palabra hacia el Diccionario.
La ¡°cu?adidad¡±, en cambio, puede esperar un poquito.
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