Juan Carlos I o la maldici¨®n del hombre
?Para qu¨¦ necesita robar un rey? Pues para tenerlo todo. El dinero es la base de la educaci¨®n sentimental masculina
Que Juan Carlos I era un ejemplo de hombre bueno es algo que sabemos todos desde peque?os. Pose¨ªa todos los atributos que la masculinidad de manual obliga, la nobleza era solo un matiz. Era fuerte, guapo, cazador, conquistador sexual, poderoso e inviolable. Esto ¨²ltimo lo era por rey pero tambi¨¦n por var¨®n. Vale la pena recordar que en Espa?a a¨²n entendemos como violaci¨®n una relaci¨®n sexual no consentida con penetraci¨®n. En este sentido, muchos hombres han crecido sinti¨¦ndose presuntamente inviolables, como si fueran reyes en el terreno sexual. Como m¨ªnimo inviolables por una mujer, quiero decir.
Ahora dice todo el mundo que Juan Carlos I no fue ejemplar. Y yo digo que se equivocan. Miren a su alrededor y piensen cu¨¢ntos ejemplares como ¨¦l han conocido a lo largo de su vida. Varones obsesionados con ser el n¨²mero uno, follarse a cuantas m¨¢s mejor, acumular todo el dinero posible y trabajar sin descanso para conseguirlo a cualquier precio. Hombres depredadores, cazadores, emprendedores¡ Hombres que se sientan a la mesa en Navidad y te sueltan un discurso. Son pol¨ªticos, jefes, profesores de Facultad y tambi¨¦n, en el peor de los casos, padres y abuelos que han hecho uso y abuso de su poder.
Estoy hablando del tipo de var¨®n que antes molaba y era celebrado en todas partes. De hecho, Juan Carlos I gustaba a todo el mundo. A las ¨¦lites pol¨ªticas y a las econ¨®micas. ?lites bien informadas que conocieron y celebraron al monarca por ser tal cual fue. Ning¨²n abuso de poder se comete sin la complicidad del contexto. Y ning¨²n poderoso abusa solo. Todos necesitan la complicidad de su entorno y el consentimiento t¨¢cito y ¡°real¡± de la familia.
No me extra?a que de los 75 ministros y ex altos cargos que firmaron un manifiesto de apoyo al reinado de Juan Carlos I este verano, solo 12 sean mujeres. Entiendo que los t¨ªos empaticen m¨¢s con su rollo. Todo ese mundo de blanqueo de capitales, amantes despechadas, tarjetas opacas, complejo de sucesi¨®n, transferencias an¨®nimas¡ Este campo sem¨¢ntico ha sido durante demasiado tiempo el para¨ªso vital de muchos. Hoy, en cambio, es maldici¨®n de unos pocos se?alados, como Juan Carlos.
Es hora de empatizar con todos los que son como ¨¦l para explicarles que su forma de hacer las cosas ya no vale. Pregunt¨¦monos ?para qu¨¦ necesita robar un rey? La respuesta est¨¢ clara: para tenerlo todo. El dinero es la base de la educaci¨®n sentimental masculina y muchos hombres creen que funciona como el amor, que posee la virtualidad absoluta, la cualidad m¨¢gica de hacerlo todo posible. El problema de Juan Carlos I fue que, como muchos otros, no supo manejar la geometr¨ªa del deseo y nunca tuvo suficiente de nada. Ni mujeres ni billetes.
Uno puede querer dinero para algo, para comprarse una casa, por ejemplo. Pero si necesitas acumularlo para ser m¨¢s rico o m¨¢s hombre, entonces la historia acaba siempre en delito. Lo mismo pasa con el sexo, por cierto. Por eso, si el rey em¨¦rito es hoy un despojo de la vieja masculinidad, es hora de asumir que Espa?a est¨¢ llena de despojos como ¨¦l. Y que a todos nos va a tocar reubicarlos. Y mientras lo hacemos no olvidemos que fueron ejemplares, pues es el mejor ant¨ªdoto para nuestro futuro. Necesitamos hombres nuevos. Incluso aunque sean reyes.
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