No pidan disculpas
Ver a Mark Rutte presentando la dimisi¨®n todo sonrisas deja claro que dimite para poder volverse a presentar
Por extensi¨®n, es decir, con un significado que no es el suyo pero con el que establece una relaci¨®n manifiesta, se podr¨ªa decir que proliferan hoy d¨ªa de manera inquietante los casos Arendt. Hechos en los que la aplicaci¨®n banal de ¨®rdenes y leyes, como los que analiz¨® en su momento la fil¨®sofa alemana, han llevado a situaciones de tan absoluta injusticia e inhumanidad que uno podr¨ªa creer que no pueden producirse en sociedades civilizadas como las nuestras. Pero no es as¨ª, esa especie de cr¨ªmenes burocr¨¢ticos aparecen con asiduidad delante de nuestros ojos sin que nos produzcan espanto y solo el terco trabajo de algunas personas permite que salgan finalmente a la luz.
Un caso Arendt terrible fue denunciado esta semana en los Pa¨ªses Bajos. Casi 30.000 familias holandesas de origen inmigrante, con cerca de 80.000 ni?os, han sido acusadas de cometer estafa, despose¨ªdas de las ayudas sociales a las que ten¨ªan derecho y, peor a¨²n, perseguidas hasta que han ¡°devuelto¡± cantidades que ya hab¨ªan recibido, lo que implic¨® en muchos casos que perdieran su casa y el empleo. Los funcionarios de la Agencia Tributaria que iniciaron todos esos expedientes (?casi 30.000!) cumpl¨ªan indicaciones de sus jefes (¡°por encima de todo hay que perseguir el fraude¡±), no fueron cuestionados ni por los miembros del Gobierno, ni por los parlamentarios ni por los numerosos jueces a los que llegaron los casos. Con un sesgo racista evidente, ¡°se trat¨® como delincuentes a personas inocentes, cuyas vidas han sido destruidas¡±, seg¨²n afirma el documento de la comisi¨®n que finalmente ha investigado lo ocurrido. Ha quedado probado, gracias al terco trabajo inicial de una abogada espa?ola establecida all¨ª y a un d¨ªscolo diputado democristiano, que ¡°hubo una falta institucionalizada de imparcialidad¡±, que el Ministerio de Econom¨ªa, el de Asuntos Sociales, la Secretar¨ªa de Estado de Finanzas ¡°ocultaron documentos¡±, y que el Congreso holand¨¦s fue informado de manera incompleta y err¨®nea¡±. Y que numerosos jueces ¡°aplicaron las normas de manera implacable sin atender los preceptos destinados a proteger a los ciudadanos¡±.
?Sabremos el nombre de esos jueces? Seguramente no. ?Quedar¨¢ todo sumido en una especie de responsabilidad conjunta? Hay dos maneras, explic¨® Arendt, de sacudirse la responsabilidad de un crimen: todos fueron responsables, nadie es culpable (donde no hay culpa, no hay crimen, donde no hay crimen, no hay v¨ªctima), o el ¡°camino burocr¨¢tico¡±, seg¨²n el cual uno sigue las normas, aunque conduzcan inexorablemente al crimen. Entre todos destruyeron a 30.000 familias inocentes, inmigrantes eso s¨ª, pero no habr¨¢ depuraci¨®n de responsabilidades concretas. El Gobierno, claro est¨¢, ha dimitido, pero la imagen del primer ministro, Mark Rutte, yendo a presentar esa dimisi¨®n todo sonrisas y comi¨¦ndose despreocupadamente una manzana deja claro que dimite simplemente para poder volver a presentarse a las pr¨®ximas elecciones.
Lo ocurrido no es exclusivo de los Pa¨ªses Bajos (aunque el recuerdo de los 8.000 asesinatos cometidos por fuerzas serbiobosnias en Srebrenica en 1995, bajo la mirada impasible de los cascos azules holandeses, es dif¨ªcil de olvidar, un esc¨¢ndalo que se sald¨® tambi¨¦n con unas disculpas p¨²blicas y una dimisi¨®n en bloque que no sirvi¨®, por supuesto, para nada). Situaciones en las que los derechos de las personas son avasallados porque son inmigrantes o refugiados se dan en muchos puntos de Europa, Espa?a incluida, en Australia o en Am¨¦rica. De nuevo, Hannah Arendt: ¡°Las personas sin derechos son superfluas para el mundo pol¨ªtico (¡) El peligro de las f¨¢bricas de cad¨¢veres en tiempos de los nazis fue precedido por la preparaci¨®n hist¨®rica de los cad¨¢veres de los refugiados¡±. Los peores cr¨ªmenes han sido cometidos en nombre de alg¨²n tipo de ¡°necesidad¡± o de un futuro mitol¨®gico.
No se puede renunciar a pensar, a ponerse en el lugar del otro y negarse a normalizar formas de horror. Y si se hace, si se normaliza lo que no puede ni debe ser normal, lo que nunca se podr¨¢ alegar es que no hab¨ªa una alternativa. La hab¨ªa y por eso la responsabilidad es algo m¨¢s que una petici¨®n de disculpas. Siempre se pudo hacer otra cosa. Siempre se pudo decir: ¡°Yo, no¡±.
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